viernes, 27 de septiembre de 2013

ESTUDIANTES SIN ESTUDIAR...




Por Martín Kohan para Perfil.

Cuando hay tomas de colegios, como pasa en estos días, suele suscitarse una especie de reflejo social, un reflejo acaso instintivo, que consiste en apostrofar “a los chicos” y mandarlos “a estudiar”. Podemos denominarlo el efecto Feinmann. Abunda entre padres, docentes y televidentes (lo digo yo, que soy las tres cosas), y no sería mala idea parafrasear a Oriana Fallaci y que cada cual se pregunte por el enano Feinmann que tal vez pueda estar llevando adentro. En un punto se les dice “a los chicos” que vayan “a estudiar” cuando toman sus colegios, así como se les dice a los obreros en huelga que no sean “vagos” y vayan “a laburar”. Pero en un punto el gesto se agrava al tratarse de estudiantes secundarios, porque agrega al menosprecio habitual una dosis de subestimación paternalista (y maternalista), el tono de quien se dispone a dar un par de chirlos, un moquete a la insolencia.
¿Qué sentido tiene, para el caso, mandarlos “a estudiar”, sin preocuparse de veras por saber qué es lo que van a estudiar y de qué manera van a estudiarlo? ¿Qué otra cosa implica esa indicación perentoria, con apariencia de sentido del deber, sino en verdad desentendimiento con fondo de despreocupación? Nadie quiere las aulas vacías en los colegios. Pero ciertas coyunturas, y por lo pronto ésta, exigen un debate a fondo sobre qué es lo que va a pasar en esas aulas apenas las mismas se ocupen. El día que se escriba la historia de las cosas graves que pasaron en Argentina en el marco de una negligente desatención general, sus páginas (que adivino cuantiosas) habrán de dar cabida a aquella reforma educativa que en los años 90 tanto daño ocasionó, y con secuelas perdurables, mientras el dólar cotizando a un peso distraía a demasiadas conciencias cívicas.
De ahí en más, ninguna señal de advertencia sobre estas cuestiones debería tomarnos desprevenidos. Y todo indica que, en las actuales circunstancias, hay motivos para preocuparse. Incluso criticando, por excesiva y por impaciente, la determinación de las asambleas estudiantiles de pasar a la toma de los colegios, la rectora del Mariano Acosta, Raquel Papalardo, es precisa en sus desacuerdos con el tipo de implementación que la reforma educativa nacional podría llegar a tener en la ciudad de Buenos Aires. La reducción en masa de las orientaciones, el retroceso previsto para materias clave, el impulso de disciplinas fundamentales bajo la dudosa inspiración de un ecologismo más bien difuso, suscitan sus explícitos reparos: “los prediseños curriculares no nos convencen a los docentes, por lo menos a los de esta escuela. Han disminuido enormemente la carga horaria de historia, geografía, biología. En el caso de biología, en el bachillerato con orientación biológica, biología tiene doce horas entre cuarto y quinto año. En la nueva escuela, la orientación se llama ciencias naturales y biología pasa a tener tres horas. Es reemplazada por ecología, medio ambiente, cine y ciencias naturales, literatura y ambiente, en fin, propuestas que nosotros consideramos que no se pueden instalar como un espacio curricular. Consideramos que es cierto lo que plantean los chicos. Si se mantuvieran estos diseños curriculares, se estaría afectando la calidad educativa”.
No obstante, Papalardo considera a la vez que hay plazos atendibles para avanzar en una negociación, y que las tomas, en consecuencia, son por lo menos precipitadas, ya que no sería sino en 2015 cuando las reformas promovidas tendrían su aplicación concreta: “El año pasado la toma tenía que ver con la aplicación inminente de esto y se logró suspender la aplicación. Entonces lo que yo sostengo es, si tenemos la posibilidad de aplicar esto en 2015 y seguir dialogando sobre esta cuestión, por qué hacer una toma ahora. No están agotadas las instancias de discusión y de diálogo”. El vocal del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, Nicolás Cernadas, encuadra en cambio la cuestión en plazos más perentorios: “Los planes pilotos iban a empezar a aplicarse en 2014, y no en 2015 como estaba convenido. De seguir con esa temática iban a llegar a 2015 con más de la mitad de las escuelas en plan piloto de reformas”. Matías Delgado, vocero titular del Centro de Estudiantes del Mariano Acosta, plantea una situación de dilaciones prolongadas: “Hemos debatido, no son cosas que no hayamos profundizado. Pero no recibimos respuestas cuando hemos elevado las conclusiones de nuestros debates. Formulamos planes de estudio, argumentaciones y no recibimos respuestas”. Y Santiago Galindo, del Centro de Estudiantes del Normal 1, en el mismo sentido: “Estamos hace un año y medio en lucha. Deberían darnos una respuesta acorde”.
Además de las tomas decididas en algunos colegios directamente afectados por la reforma propuesta, los colegios que dependen de la Universidad de Buenos Aires y cuentan con autonomía al respecto, fueron tomados también. Sus rectores, Gustavo Zorzoli en el Colegio Nacional de Buenos Aires y Marcelo Roitbarg en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, explicaron esa situación de excepción y la impertinencia de la medida adoptada; pero los estudiantes se pronunciaron en favor de una medida solidaria (virtud cívica inapelable) o bien alegando que “no es solidaridad, a nosotros también nos afecta” (cartel exhibido en el frente del CNBA).
Es sin dudas de lamentar la pérdida de horas de clase. Las autoridades procuran que la medida se levante y calculan los plazos de recuperación del tiempo de estudio perdido, con proyecciones acaso estivales. Aunque las tomas se votaron en las respectivas asambleas con dictado de clases y no con suspensión de clases, la decisión de cancelarlas correspondió a los rectores en atención a las responsabilidades institucionales. Como sea, no estamos ante la ligereza de pueriles estudiantinas, aunque se juegue a la pelota en los patios o se verifiquen guitarreadas en las noches. Se trata de una señal de alarma acerca de un problema educativo serio, al que, nobleza obliga, no le estábamos prestando tanta atención antes de que todo esto pasara

domingo, 15 de septiembre de 2013

NO SÓLO EN ESCALADA...



ENTREVISTA A LUCÍA PUENZO PARA "ESCRIBIENDOCINE"

¿Escribió usted esta novela pensando en que luego haría de ella una película?

No. La verdad es que me gusta escribir literatura más que guiones y que filmar. Wakolda es mi sexta novela, la escribí durante dos años mientras trabajaba a la vez en un guión de otra historia que al final no he hecho. Después de editarla, como al año, empecé a adaptarla, porque me daba la sensación de que ahí había una posible película, aunque cambió mucho. La novela y la película son bien diferentes, sobre todo la segunda parte, que en la película tiene una trama diferente, ya que tal y como estaba en la novela se hacía muy difícil trasladarla a imágenes. Al final son la misma historia pero con dos desarrollos diferentes.

¿Es usted más una escritora que hace películas o una cineasta que escribe?

Por suerte creo que empiezo a encontrarle la vuelta como para hacer ambas cosas disfrutándolas, como para tener largos periodos de escritura y hacer una película entre medias. Las dos cosas son buenas pero se agradece terminarlas para pasar a la otra. Después de meses trabajando en equipo para hacer cine, con lo bueno y lo malo que tiene estar rodeada de gente, me alegra la soledad de mi casa y escribir.

Entonces se decanta más por escribir literatura que guiones de cine...

Sin duda prefiero sí la literatura, es lo más divertido que hay. Estar solo con uno mismo, trabajando y el proceso es mucho más lento, porque en un buen día puedo llegar a escribir una página, pero hubo algo de encontrar cómo funcionan esas frases, la música de las palabras... y los libros tienen vidas muy largas y muy gratificantes, de muchos años.

¿Cuál fue el gérmen de la historia, habiendo ya varias películas sobre Mengele?

A mi mucho más que el personaje de Mengele me interesaba el de la niña, sobre todo desde que di con este niña, que es tan fuerte y tan carismática e inocente, fresca y sexual al mismo tiempo, algo muy dificil de encontrar. Y la mirada de muchos argentinos, en muchos casos adultos o adolescentes que se dieron cuenta que estaban viviendo bajo el mismo techo con esos monstruos fanáticos del nazismo que llegaron a mi país muchas veces muy camuflados, porque ya no eran los de los campos de concentración, y que eran en algunos casos hombres carismáticos, refinados, cultos, que no dejaban ver el monstruo que tenían detrás. Me interesaba como es el proceso de entender que el tipo que uno mete en casa es uno de esos hombres, agazapados.

¿Por qué cree que hubo tantos nazis refugiados en la Argentina?

Hubo muchos países latinoamericanos que les abrieron sus puertas. No sólo Argentina. Mi país fue uno de ellos, que de una manera radical no sólo les abrían las puertas, cuando llegaban con sus pasaportes expedidos por la Cruz Roja o el Vaticano, y había redes alemanas preparadas para que viajaran y desaparecieran, sino que además el gobierno de Perón dictó una ley de amnistía por la cual pudieron usar sus verdaderos nombres. Mengele llegó a tener su nombre tal cual en la guía telefónica. Eso muestra la cima de la impunidad de la que disfrutaba. Tenía una farmacia, no se ocultaba... Fueron miles los motivos y es complejo, un capítulo de mucha discusión en la Argentina, qué pasó para que un gobierno de Perón les abriera las puertas, cómo es el caldo de cultivo para que eso ocurriera. Pero no ocurrió sólo en la Argentina.

Imagino que se documentó mucho antes de escribir...

Durante los dos años que emplee en escribir la novela hubo mucho trabajo, tanto leyendo como reuniéndome con historiadores y también genetistas y endocrinólogos, médicos que sabían qué tipo de tratamientos y bestialidades se habían hecho en los campos, y también ciertos puntos de contacto que tienen con los costados más oscuros de la ética médica en tiempos de la modernidad.

¿El personaje de Natalia Oreiro, la madre de la niña, podría ser una especie de metáfora de esa burguesía que aupó a los nazis por intereses egoistas?

Absolutamente. Estoy totalmente de acuerdo. Era muy perturbador y complejo cómo recibían las comunidades alemanas a estos especie de héroes que venían del extranjero con el saber científico y la cultura. Y hay muchos testimonios de cómo los recibían, les daban casa, les regalaban propiedades, les daban trabajo y eran bienvenidos. De ahí la relación del personaje de Natalia Oreiro con Mengele, de absoluto respeto, que su palabra es el saber científico. Confía en que es el mejor médico. Había algo también como snob en un punto, ante esos hombres que traían conocimientos y eran tratados como héroes. Las comunidades alemanas en la preguerra y en ciertas regiones como Córdoba o Bariloche eran auténticamente fanáticas de los nazis.
 
¿En qué anda ahora?

Estoy escribiendo dos guiones nuevos, uno para filmar en México, sobre la vida de Tina Modotti, basada en una novela venezolana que se llama La mujer infinita, y en otro proyecto para unos productores brasileños, que es original.

Mengele, Modotti... ¿Se interesa ahora por personajes reales?

Nooo... La película en México tiene más importancia una trama del presente, toca la idea de cierto tipo de mujer, entre las que está Modotti. No fue una idea mía, me la trajeron y me interesó. Me gusta escribir guiones adaptados de otro material y también escribir para otros directores. Creo que es una manera de sumergirse en mundo que no son los míos. En este caso creo que tal vez acabe dirigiendo, pero me gusta estar un rato en mundos de otros, y hacer cosas que tal vez no dirigiría. Me gusta trabajar con directores que tienen otra mentalidad, es como jugar un rato cuando eramos chicos.

martes, 10 de septiembre de 2013

LAS PALABRAS Y LA FURIA...

 
 
DEL LIBRO "EL GRAN VACÍO" (CONVERSACIONES CON NORMAN MAILER)
 
"A medida que pasamos de un registro tangible a otro digital de la historia, a medida que cada vez más revistas y periódicos dejan de imprimirse y entran por completo a la Red, la posibilidad de que la historia se reescriba para servir a los que detentan el poder aumenta de manera exponencial"
 
"El mundo es mucho más poderoso y, sin embargo, más carenciado en lo sensual. Más ruido, más barullo, más interrupción en el mundo. Siento como si estuviéramos perdiendo la capacidad de concentrarnos, Todos parecen sufrir la sensación de que los recuerdos se vuelven difusos."
 
"La vida bien puede seguir adelante. Pero estamos en un peligro mayor que nunca antes porque tenemos más poder, y ni empezamos a saber cómo manejarlo. La guerra de Irak, entre paréntesis, es un ejemplo perfecto. Cuando se trata de mirar para construir sociedades, nosotros los estadounidenses somos todos torpes. Cuanto más poderosos nos volvemos, más ignorancia revelamos acerca de la naturaleza de otras culturas. Considero la velocidad de la tecnología, la velocidad de la comunicación, y la velocidad de Internet como los factores más funestos en esto."
 
"La promesa de la tecnología era que podríamos hacer las cosas cinco veces más rápido, así podríamos tener más tiempo libre para jugar con nuestros hijos y disfrutar de la vida. En cambio, hacemos cinco veces más de lo que estábamos acostumbrados...con la tecnología! Parece existir esa ansiedad de que a menos que tengas tu BlackBerry encima todo el tiempo -en esencia una oficina móvil que te sigue a todas partes- te quedarás atrás. Te quedarás afuera."
 
"Pienso en Bush y creo que, simplemente, uno no puede confiar en un hombre que nunca ha tenido vergüenza de sí mismo"
 
"Una gran mayoría de estadounidenses está muy sintonizada con el orden público. Somos un país donde todos los que vinieron aquí rompieron raíces antiguas al dejar su país natal. Eso crea una ansiedad a largo plazo. Así que en los Estados Unidos la renuencia a provocar disturbio siempre está ahí sentada en oposición al otro gran deseo estadounidense, que es expresarse a uno mismo, ser libre y tener libertad de pensamiento y de palabra."
 
"Es sabido que el patriotismo es el último refugio de los bribones. Yo agregaría que la familia es el último refugio de un político que se retira en desgracia"
 
"Las corporaciones están sofocando nuestras vidas. No sólo en el aspecto económico, donde pueden funcionar como sostén ( a un costo altísimo para muchos, desde ya). Pero puedo decir que la corporación es nociva para nosotros estéticamente hablando, culturalmente hablando, espiritualmente hablando. Basta fijarse en su arquitectura maciza y vacía, en su énfasis macizo en los avisos de televisión (que son un semillero de la concentración interrumpida) y su maciza complacencia en sus propias virtudes corporativas. Tienden a aplanar todo. Son el gran vacío" 
 
"Como es natural, el ciudadano común no quiere la guerra, pero, después de todo, son los líderes de un país quienes deciden la política, y siempre es un asunto simple arrastrar a la gente ya se trate de una democracia, o de un gobierno fascista, o de un parlamento, o de una dictadura comunista. Con voz o sin ella, la gente puede siempre ser llevada a lo que desean los líderes. Esto es fácil. Todo lo que tienen que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y por exponer el país al peligro. Funciona del mismo modo en todos los países."
 
"El valor de una buena hipótesis , como el de una buena ficción, es que ya sea que todo resulte más o menos como se esperaba, o que sea todo lo contrario, la mente del lector, así como también la del autor, queda sin embargo enriquecida."
 
"El matrimonio, en algún punto, es como una novela: está cerca de una metamorfosis de actitudes. El final de un capítulo puede dejar al esposo y la esposa dispuestos a romper la relación; ya no pueden soportarse. Sin embargo, por la mañana -que comienza en el capítulo siguiente- descubren para sorpresa mutua que ahí están de nuevo, juntos dentro de la cama. La realidad varía de un capítulo a otro"
 
"Por supuesto, todas las formas políticas dependen de sus mitos fundadores. Los mitos son tónicos para el corazón de una nación. Una vez que se abusa de ellos, sin embargo, se vuelven venenosos. Porque los mitos son hipótesis congeladas. Las preguntas graves se contestan con declaraciones y no vuelven a hacerse. La necesidad cotidiana parece ser la de un cuento moral con nivel infantil."
 
" La democracia no es un antibiótico que se inyecta en un cuerpo contaminado. No es un suero mágico. Más bien la democracia es una gracia. En su estado ideal, es noble. En la práctica, es países que han vivido a través de décadas y siglos de lucha y revolución y la lenta elaboración de salvaguardas y tradiciones, la democracia se convierte en una condición política que, a menudo, puede soportar las corrupciones y la excesiva búsqueda de poder de demasiados humanos como para seguir siendo viable como una buena forma de organizar la sociedad."
 
"Necesitas sentir un amor extraordinario para serle fiel a alguien durante diez años. Después  de mi propia carrera accidentada -casado seis veces, con ocho hijos y un hijastro tremendo- he estado en los dos lados de este asunto. Por cierto he sido amoral en mis tiempos. Frío como el hielo con muchas mujeres. Pero, por otro lado, me he sentido inmensamente atraído por las cualidades que tienen algunas mujeres. Mi amoralidad implicaba una especie de búsqueda. Quería aprender más sobre la relación entre el sexo y el amor. A veces creo que si la pornografía hubiera aparecido cuando yo era joven, me habría ahorrado un montón de fricción en mi vida personal."
 
"Creo que la grandeza de una nación depende, en un sentido real, de lo bien que hablan sus ciudadanos. Las cosas buenas se desarrollan a partir de un pueblo que sabe realmente cómo usar el lenguaje y que lo usa bien. Cuando un lenguaje se deteriora, se vuelve menos elocuente, menos metafórico, menos notable, menos poderoso, empieza a filtrarse una curiosa insensibilización del espíritu humano."
 
"Creo que en el ojo del cosmos, Dios no es todopoderoso, en absoluto. Dios es un dios entre los numerosos dioses de las galaxias, y están todos tratando de desarrollar su visión de la existencia más que aceptar visiones de otros dioses opuestos a ellos. Los lineamientos de esta especulación son más hermosos y excitantes para mí que la noción de un Dios que gobierna todo y nos envía al cielo o al infierno según rompamos o no una de sus leyes."
 
"No existen autoridades que tengan un conocimiento seguro. A menudo, creo que estamos aquí para dejar el mundo con preguntas mejores que aquellas con las que llegamos, me atrevería a decir que es lo que Dios más desea: que Él o Ella puedan ser estimulados por lo que puede aprenderse de nosotros" 
 
 
 
 
 
 
 
 


sábado, 7 de septiembre de 2013

SIN CADENAS SOBRE LOS PIES...


ENTREVISTA AL HISTORIADOR NORTEAMERICANO H. ZINN


Ziga Vodovnik: A partir de la década de los ochenta vemos como el proceso de globalización económica se fortalece día a día. Muchos en la izquierda se han visto atrapados en un “dilema”: trabajar para reforzar la soberanía de los estados-nación como una barrera defensiva contra el control del capital extranjero globalizado, o luchar por una alternativa no nacional a la forma actual de globalización, que sea igualmente global. ¿Qué opina sobre este tema?

Howard Zinn: Yo soy anarquista, y de acuerdo con los principios anarquistas, los estados-nación se convierten en obstáculos para una globalización verdaderamente humanista. En cierto sentido, el movimiento hacia la globalización en el que los capitalistas tratan de pasar por encima de las barreras de los estados-nación, crea una suerte de oportunidad para ignorar las barreras nacionales y unir a los pueblos globalmente, en contraposición a la globalización del capital, para crear la globalización de los pueblos, en contraposición a la noción tradicional de globalización. En otras palabras, usar la globalización -no hay nada malo en la idea de globalización- de una forma que permita obviar las fronteras nacionales y, por supuesto, en la que las corporaciones no controlen las decisiones económicas que se toman sobre la gente en todo el mundo.

ZV: Pierre-Joseph Proudhon escribió una vez “La libertad es la madre, y no la hija, del orden”. ¿Dónde ve usted vida, después o más allá de los estados (nación)?

HZ: ¿Más allá de los estados-nación? (risas).
Creo que lo que está mas allá de los estados-nación es un mundo sin fronteras nacionales, pero también con pueblos organizados. Pero no organizados como naciones, sino organizados como grupos, como colectivos, sin fronteras nacionales ni de otras clases. Sin ninguna clase de fronteras, pasaportes, visas. ¡Nada de eso! Colectivos de distintos tamaños, dependiendo de su función, que estén en contacto unos con otros. No puede haber pequeños colectivos autosuficientes, porque los colectivos disponen de diferentes recursos. Esto es algo que la teoría anarquista no ha resuelto y probablemente no pueda resolver por anticipado, porque tendrá que resolverse en la práctica.

ZV: ¿Piensa que es posible lograr un cambio a través de la política institucionalizada de los partidos o sólo a través de medios alternativos: con desobediencia, la construcción de redes paralelas, el establecimiento de medios alternativos, etc.?

HZ: Si se trabaja con las estructuras existentes se corre el riesgo de corromperse. Al trabajar con el sistema político que envenena el ambiente, pues se envenenan incluso las organizaciones progresistas, como puede verse ahora en USA, donde la gente de “izquierda” está atrapada en la campaña electoral y discute fieramente sobre si debemos apoyar a este o a aquel candidato de un tercer partido. Esto es como una pequeña prueba que sugiere que cuando se trabaja usando la política electoral, los ideales comienzan a corromperse. Así que me parece que una forma de actuar es pensar, no en términos de gobierno representativo, no en términos de votos, no en términos de política electoral, sino en términos de movimientos de organización social, organización en el sitio de trabajo, organización en el vecindario, organización de colectivos que se fortalezcan lo suficiente para tomar el control –primero fortalecerse lo suficiente para resistirse a lo que les hace la autoridad, y luego, fortalecerse lo suficiente para efectivamente tomar el control de las instituciones.

ZV: Una pregunta personal. ¿Usted vota?

HZ: A veces sí, no siempre. Depende. Pero creo que a veces es preferible un candidato y no otro, siempre que se tenga claro que esa no es la solución. A veces el mal menor no es tan menor, así que es preferible ignorarlo, y entonces uno no vota o vota por un tercer partido como protesta contra el sistema de partidos. A veces la diferencia entre dos candidatos es importante en lo inmediato; en esos casos creo que es comprensible tratar de que gane la presidencia el que es un poco mejor, un poco menos peligroso. Pero sin olvidar nunca que no importa quién ejerza el cargo, lo crucial no es quién lo ejerce sino qué tipo de movimiento social tenemos. Porque, como hemos visto históricamente, si se tiene un movimiento social poderoso no importa quién ocupe el cargo. Quienquiera que ejerza la presidencia, republicano o demócrata, si existe un movimiento social poderoso, la persona que ejerza la presidencia tendrá que ceder, tendrá que respetar de alguna forma el poder de los movimientos sociales.
Esto lo vimos en la década de los sesenta. Richard Nixon no era el mal menor, sino el mal mayor, pero en su gobierno se finalizó la guerra porque tuvo que vérselas con el poder de los movimientos que se oponían a ella, así como con el poder del movimiento vietnamita. Puedo votar, pero siempre teniendo claro que el voto no es crucial y que lo importante es la organización. A veces, cuando me preguntan sobre el tema, quieren saber si apoyaré a un candidato o a otro. Yo les respondo ‘Apoyaré a este candidato durante el minuto que esté en la mesa de votación. En ese momento apoyaré a A y no a B, pero antes de llegar a la mesa de votación y al irme de allí, concentraré mis esfuerzos en organizar a la gente y no en organizar una campaña electoral.

ZV: En este sentido el anarquismo se opone, con razón, a la democracia representativa, pues sigue siendo una forma de tiranía, la tiranía de la mayoría. Se objeta la noción del voto mayoritario, porque la opinión de la mayoría no siempre coincide con lo que es moralmente correcto. Thoreau escribió en una ocasión que tenemos la obligación de actuar de acuerdo con los dictados de nuestra conciencia, incluso si ello va en contra de la opinión mayoritaria o de las leyes de la sociedad. ¿Esta de acuerdo?

HZ: Absolutamente. Rousseau dijo en una oportunidad, si formo parte de un grupo de cien personas, ¿tienen 99 el derecho de sentenciarme a muerte sencillamente porque son mayoría? No, las mayorías pueden estar equivocadas, las mayorías pueden anular los derechos de las minorías. Si gobernasen las mayorías, es posible que todavía existiese la esclavitud. En una época, el 80 por ciento de la población esclavizaba al otro 20 por ciento. Cuando rige la regla de la mayoría eso está bien. Pero esa es una noción muy imperfecta de lo que es democracia. La democracia tiene que tener en cuenta muchas cosas: los derechos proporcionales del pueblo, no sólo las necesidades de la mayoría, sino también las necesidades de la minoría. Y también tiene que tener en cuenta que la mayoría, especialmente en las sociedades donde los medios de comunicación manipulan la opinión pública, puede estar totalmente equivocada. Entonces, sí, la gente tiene que actuar de acuerdo con su conciencia y no según el voto de la mayoría.

ZV: ¿Dónde ve usted el origen histórico del anarquismo en USA?

HZ: Uno de los problemas del anarquismo es que hay mucha gente que tiene ideas anarquistas pero no se llama a sí misma anarquista. La palabra fue usada por primera vez por Proudhon a mediados del siglo XIX, pero en realidad las ideas anarquistas preceden a Proudhon, tanto en Europa como en USA. Por ejemplo, algunas ideas de Thomas Paine, que no era anarquista, que nunca se llamaría a sí mismo anarquista, pero a quien el gobierno le causaba suspicacia. También Henry David Thoreau, que no conoce la palabra anarquismo, que no usa la palabra anarquismo, pero cuyas ideas son muy cercanas al anarquismo. Thoreau es muy hostil a toda forma de gobierno. Si buscamos los orígenes del anarquismo en USA, probablemente Thoreau sea lo más parecido que pueda encontrarse a un anarquista temprano en este país. En verdad, no se encuentra anarquismo sino después de la Guerra Civil, cuando anarquistas europeos, especialmente alemanes, vinieron a USA. Son ellos quienes comienzan a organizarse. La primera vez que el anarquismo tiene una fuerza organizada y se conoce públicamente en USA fue en Chicago, en la época de la Revuelta de Haymarket.

ZV: ¿Dónde ve la principal inspiración del anarquismo contemporáneo en USA? ¿Qué opina acerca del Trascendentalismo –es decir, Henry D. Thoreau, Ralph W. Emerson, Wal Whitman, Margaret Fuller, entre otros,- como inspiración en este sentido?

HZ: Bueno, podríamos decir que el Trascendentalismo es una forma temprana de anarquismo. Los trascendentalistas tampoco se llamaban a sí mismos anarquistas, pero tanto en su pensamiento como en su literatura hay ideas anarquistas. De muchas formas, Herman Melville muestra esas ideas anarquistas. Todos veían la autoridad con suspicacia. Podríamos decir que el Trascendentalismo tuvo su parte en la creación de una atmósfera de escepticismo hacia la autoridad, hacia el gobierno. Lamentablemente, en estos momentos no existe ningún movimiento anarquista organizado en USA. Existen muchos grupos o colectivos importantes que se autodenominan anarquistas, pero son muy pequeños. Recuerdo que en la década de los años sesenta existía un colectivo anarquista aquí en Boston, integrado por quince(¡sic!) personas, pero luego se dividieron. Pero en ese tiempo la idea del anarquismo se hizo más importante por su relación con los movimientos de esa década.

ZV: Actualmente, gran parte de la energía creativa de la política radical proviene del anarquismo. Pero sólo unos pocos de los participantes en el movimiento se llaman a sí mismos “anarquistas”. ¿Por qué cree que ocurre esto? ¿Les da vergüenza a los activistas identificarse con esta tradición intelectual o, por el contrario, son fieles al compromiso de que la verdadera emancipación debe emanciparse de todas las etiquetas?

HZ: El término anarquismo ha venido a relacionarse con dos fenómenos con los que los verdaderos anarquistas no quieren tener nada que ver. Uno de ellos es la violencia, y el otro, el desorden, el caos. La concepción popular del anarquismo es, por una parte, el terrorismo pone bombas y, por el otro, la negación de las reglas, las normas, la disciplina, todo el mundo haciendo lo que le da la gana, la confusión. Esta es la razón por la que existe cierta renuencia a usar el término anarquismo. Pero en realidad, las ideas del anarquismo estaban incorporadas a la forma en que comenzaron a pensar los movimientos de la década de los años sesenta.
Me parece que la mejor manifestación de esto la encontramos en el movimiento de lucha por los derechos civiles con el Student Nonviolent Coordinating Committee ( Comité de Coordinación Estudiantil por la No Violencia) (SNCC). El SNCC, sin conocer la filosofía anarquista, incorporaba las características del anarquismo. Eran descentralizados. Otras organizaciones de derechos civiles, como por ejemplo la Southern Christian Leadership Conference (Conferencia Sureña del Liderazgo Cristiano), eran organizaciones centralizadas con un líder, Martin Luther King. La National Association for the Advancement of Colored People (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) (NAACP), con sede en Nueva York, también tenía una organización bastante centralizada. En cambio, el SNCC era totalmente descentralizado. Tenía lo que llamaban secretarios de campo, que trabajan en los pequeños pueblos de todo el Sur con un alto grado de autonomía. La organización tenía una oficina en Atlanta, Georgia, pero no era una autoridad fuerte y centralizada. Las personas que hacían trabajo de campo –en Alabama, Georgia, Luisiana y Mississippi- eran básicamente independientes. Trabajan con la gente del lugar, con gente de base. Entonces, el SNCC no tenía un líder y sí bastante suspicacia frente al gobierno.
No podían depender de la ayuda del gobierno, de su apoyo, ni siquiera porque el gobierno de la época, a principios de la década de los sesenta, era considerado progresista, liberal. Especialmente John F. Kennedy. Pero cuando miraban a John F. Kennedy lo que veían era su comportamiento. John F. Kennedy no apoyaba el movimiento sureño por la igualdad de los negros, nombraba jueces segregacionistas en el Sur, permitía que los segregacionistas del Sur hiciesen lo que querían. En síntesis, el SNCC era descentralizado, antigobierno, sin liderazgo, pero no tenían una visión de una sociedad futura como los anarquistas. No pensaban a largo plazo, no se preguntaban qué tipo de sociedad tendremos en el futuro. Estaban totalmente concentrados en el problema inmediato de la segregación racial. Pero en su actitud, en la forma en que trabajaban, en la forma en que estaban organizados, habían adoptado, podría decirse, la línea anarquista.

ZV: ¿Cree que el (mal) uso peyorativo de la palabra anarquismo es una consecuencia directa del hecho de que pensar que la gente puede ser libre ha sido y es una idea que asusta a quienes tienen poder?

HZ. ¡Sin duda!. No hay duda de que las ideas anarquistas atemorizan a quienes están en el poder. Quienes ejercen el poder pueden tolerar las ideas progresistas, pueden tolerar las ideas que aboguen por reformas, pero no pueden tolerar la idea de que no haya estado, autoridad central. Por eso, para ellos es muy importante ridiculizar la idea del anarquismo, para dar la impresión de que el anarquismo es violento y caótico. Es muy útil para ellos, desde luego.

ZV: En la ciencia política teórica, podemos identificar analíticamente dos concepciones principales del anarquismo –el llamado anarquismo colectivista limitado a Europa, y el anarquismo individualista limitado a USA. ¿Está de acuerdo con esta separación analítica?

HZ: Para mí esta es una separación artificial. Como pasa a menudo, los analistas pueden hacerse las cosas más fáciles, por ejemplo, creando categorías y encajando movimientos en esas categorías, pero no creo que sea posible hacer eso. Aquí en USA ha habido personas que han creído en el anarquismo individualista, pero en este país también existieron los anarquistas organizados de Chicago en la década de los años ochenta del siglo XIX, o el SNCC. Creo que tanto en Europa como en USA se encuentran ambas manifestaciones, excepto quizás la idea del anarcosindicalismo que fue mucho más fuerte en Europa que en USA. Aunque en USA existe el sindicato Industrial Workers of the World (Trabajadores Industriales del Mundo) (IWW), organización anarcosindicalista que no tiene nada que ve con el anarquismo individualista.

ZV: ¿Qué opina sobre el “dilema” de los medios: la revolución social en contraposición a la evolución cultural?

HZ: Pienso que aquí hay varios aspectos. Uno de ellos es el de la violencia, y me parece que en este punto los anarquistas no se han puesto de acuerdo. Aquí en USA puede verse este desacuerdo, y puede verse en una misma persona. Emma Goldman, de quien podría decirse que, después de muerta, puso al anarquismo en primera fila en la década de los años sesenta, cuando súbitamente se convirtió en una figura muy conocida. Emma Goldman estuvo a favor del asesinato de Henry Clay Frick, pero luego decidió que esa no era la forma. Su amigo y camarada, Alexander Berkman, sin embargo, no desechó totalmente la idea de la violencia. Pero también hay personas que eran en cierta forma anarquistas, como Tolstoi, e incluso Gandhi, que creían en la no violencia.
En lo que se refiere a los medios, el anarquismo posee un principio fundamental, y ese principio es el concepto de la acción directa, es decir no utilizar las formas que ofrece la sociedad -el gobierno representativo, el voto, las leyes- sino tomar el poder directamente. En el caso de los sindicatos, en el caso del anarcosindicalismo, significa trabajadores que van a la huelga, pero no sólo eso, sino que efectivamente toman las industrias en las que trabajan y las manejan. ¿Qué es la acción directa? En el Sur, cuando los negros se organizaban para combatir la segregación racial, no esperaron a que el gobierno les diese una señal, ni utilizaron los tribunales, ni introdujeron demandas, ni esperaron a que el Congreso aprobase leyes. Recurrieron a la acción directa, fueron a los restaurantes, se sentaron y no se movieron. Se subieron a los autobuses y escenificaron la situación que deseaban que existiese. Por supuesto, la huelga es siempre una forma de acción directa. Con la huelga tampoco se le pide al gobierno que haga las cosas más fáciles dictando leyes, se toma una acción directa en contra del patrono.
Yo diría que, al menos en lo que se refiere a medios, la idea de la acción directa en contra del mal que se quiere erradicar, es una especie de denominador común de las ideas anarquistas, de los movimientos anarquistas. Sigo creyendo que uno de los principios más importantes del anarquismo es que no pueden separarse los medios de los fines. Es decir, si tu fin es una sociedad igualitaria, tienes que usar medios igualitarios; si tu fin es una sociedad no violenta, sin guerras, no puedes usar la guerra para alcanzar ese fin. Creo que el anarquismo requiere que los medios estén de acuerdo con los fines. En verdad, creo que esta es una de las características distintivas del anarquismo.

ZV: En una oportunidad se le preguntó a Noam Chomsky cuál era su visión específica de una sociedad anarquista y su muy detallado plan para llegar a ella. Chomsky respondió “no podemos imaginarnos los problemas que van a surgir a menos que experimentemos con ellos.” ¿Siente usted también que muchos intelectuales de izquierda pierden demasiada energía en sus disputas teóricas sobre los medios y los fines adecuados, en lugar de al menos comenzar a “experimentarlos” en la práctica?

HZ: Creo que vale la pena presentar ideas, como hizo Michael Albert con el proyecto Parecon(*), por ejemplo, aunque se mantenga la flexibilidad. No podemos crear ahora los planos de la sociedad del futuro, pero me parece que es bueno pensar en ello. Me parece que es bueno tener un objetivo en mente. Es constructivo, es útil, es saludable, pensar cómo podría ser la sociedad del futuro, porque eso puede guiarte en lo que estás haciendo hoy en día, pero sólo en la medida en que las discusiones sobre la sociedad del futuro no se conviertan en obstáculos para trabajar por esa sociedad del futuro. De otra forma se pierde el tiempo discutiendo sobre esta posibilidad utópica en contraposición a esta otra posibilidad utópica, en lugar de actuar en la forma necesaria para estar más cerca de esa sociedad del futuro.

ZV: En su libro “La otra historia de los Estados Unidos”, usted nos muestra que nuestra libertad, nuestros derechos, etc. nunca nos han sido dados por las elites ricas e influyentes, sino que han sido conseguidos gracias a las luchas de la gente de a pie –con la desobediencia civil-. ¿En este sentido, cuáles deberían ser nuestros primeros pasos para lograr un mundo distinto, mejor?

HZ: Creo que el primer paso que debemos dar es organizarnos y protestar contra el orden existente –contra la guerra, contra la explotación económica y sexual, contra el racismo, etc.- Pero organizarnos de manera que los medios se correspondan con los fines, organizarnos de manera que podamos crear el tipo de relaciones humanas que debería existir en la sociedad del futuro. Eso significa organizarnos sin autoridad centralizada, sin liderazgo carismático, de una forma que escenifiquemos en miniatura el ideal de la sociedad igualitaria del futuro. De esta manera se podría hacer una representación de cómo debería ser la sociedad del futuro y se crearía una satisfacción inmediata, aunque no hayamos logrado el fin último.

ZV: ¿Qué opina de los distintos intentos de probar científicamente la presunción ontológica de Bakunin, según la cual los seres humanos poseen un “instinto de libertad”, no sólo el deseo sino una necesidad biológica?

HZ: Pues yo creo en esta idea, pero creo que no puede obtenerse una prueba biológica de su existencia. ¿Habría que encontrar el gen de la libertad? No. Me parece que otra forma de comprobarlo es revisando la historia del comportamiento humano. La historia del comportamiento humano demuestra que los pueblos siempre se han rebelado en contra de las tiranías que los han oprimido.

martes, 3 de septiembre de 2013

EL QUE TIENE SED...




Minutos antes que terminara el seminario advertí el error que estaba por cometer. Pero también advertí que el error había sido preparado (un poco a las apuradas, es verdad) y esa preparación, aún defectuosa, aún desprolija, merecía su mínima chance.
En esos minutos finales, mientras la voz de Damián Tabarovsky se iba apagando en la sala ( apagando, a su vez, a la voz póstuma de Fogwill) reduje las chances de mis cuentos. Di por sentado que no le iban a gustar nada. La fantasía de recibir un mail del tipo: "che está bueno esto, si tenés más material podrías pulirlo un poco y se podría llegar a editar", desapareció antes de entregarle la carpeta. Fui sincero cuando lo encaré: "prefiero que vos me digas que no te gustan a que me digan que soy un fenómeno en un taller literario para viejas".
Esa expectativa, pensándolo ahora, una semana después, también empieza a diluirse. No leí nada de Tabarovsky, pero -después de escucharlo en este seminario- me di cuenta que los cuentos y relatos que escribí no es que no le van a gustar porque les falte trabajo y les sobre algún que otro error del orden sintáctico/ortográfico. Ese no sería el problema; el problema es que son "textos de derecha". Sin haber leído su "Literatura de Izquierda", tan sólo con haberlo escuchado en el seminario, queda claro lo que es, para él, la literatura de derecha: la literatura que busca un efecto concreto en el otro, la que busca una emoción en el lector y para ello se vale de artificios cuyo efecto ya fue probado: generar cierta tensión, alguna vuelta de tuerca en la trama, algún juego de la imaginación, etc.
Tabarovsky carga las tintas especialmente contra Cortázar y Abelardo Castillo. Es justamente por esos dos escritores (que fueron mi puerta de entrada a la literatura cuando terminé el secundario) que empecé a escribir. Recuerdo la misma emoción  al leer "El que tiene sed" como la que tuve al leer "Bestiario": desesperación por llamar a mis amigos para obligarlos a leer esos libros. La novela de Castillo, de hecho, es (junto con "La virgen de los sicarios" de Vallejo) el libro que más veces regalé.
Si no me escribís, Damián, ya sé por qué es. Debería haber entendido que mis textos son hijos de textos en los que vos no reconocés más que una obturación en el campo literario (y el campo literario es el campo desde el cual se diseñan los sueños que se distribuyen en la cultura), por lo que elegí mal a mi crítico.
A quien sí reconoce Tabarovsky es a Fogwill, desde ya. También a Libertella, a quien nunca leí. Entonces pienso mi relación con Fogwill y me doy cuenta que lo admiro pero que no puedo -no ahora y probablemente nunca- escribir ese tipo de textos. La diferencia con Castillo y Cortázar es evidente; mi admiración por ellos me llevó a escribir, a decir "yo puedo hacer algo así." Mi admiración por Fogwill es superior; ahí digo "yo no puedo hacer algo así".
Cuando leo a Fogwill me doy cuenta que me faltan varios años de formación para poder entenderlo realmente.
Lo cierto es que a la edad en que un jugador de fútbol ya está pensando en un futuro retiro, la vida creativa está jugando sus primeros partidos (diferencia salvadora entre el cuerpo y el alma)
Por lo tanto, espero que mi próxima década -la que irá de mis 30 a mis 40- sea mi década ganada.
Ganada a la derecha o a la izquierda de Tabarovsky.