martes, 29 de diciembre de 2015

MÙSICA PARA DESPEDIR EL AÑO...

 

"LA MÙSICA DE UNA VIDA" (FRAGMENTO)

"Se alejó del Kremlin y se zambulló entre las ramas de los bulevares, cargadas de lluvia. La historia del violín, el terror nocturno, sus años de soledad de apestado le volvían de vez en cuando a la mente, pero sobre todo para intensificar la felicidad que estaba viviendo en ese momento. El murmullo de sus padres durante la noche y el acre olor del barniz quemado eran los únicos recuerdos de esos tres años negros: 1937, 1938 y 1939. Nada en comparación con los variados placeres que colmaban su vida desde entonces. Y ahora, esa camisa mojada pegada a su pecho, el mero placer de sentir su cuerpo joven, ágil y musculoso, hacían desaparecer la angustia de los años de cuarentena. Sobre todo su concierto, dentro de una semana. Imaginaba a sus padres sentados al fondo de la sala (les rogó encarecidamente que fueran de incógnito) y, en primera fila, una de las chicas con quien había bailado La mirada de terciopelo en la fiesta de fin de año. Lera.
De nuevo pensó en la calcomanía. El mundo entero se asemejaba a ese juego de colores: bastaba con retirar la hoja de papel fina y sombría de los malos recuerdos para que la felicidad resplandeciese. Como resplandecía, a principios de mayo, la desnudez de Lera bajo un vestido de color marrón que juntos arrancaban en la precipitación de unos besos aún clandestinos, con el oído puesto en los ruidos del pasillo de la dacha: el padre, físico de profesión, ya retirado, se encontraba trabajando en la terraza y de vez en cuando reclamaba una taza de té o un cojín. De una sana desnudez, su cuerpo era como los que se veían participar en esa época, vestidos con camiseta ajustada, en los desfiles en honor de la juventud. Las palabras de Lera también eran muy sanas. Hablaban de familia, de su futura casa, de hijos. Alexei presentía que su matrimonio con Lera le convertiría definitivamente en alguien como los demás, borraría la silueta del adolescente que espiaba los sonidos de las cuerdas consumidas por el fuego. Pero más que con el hogar familiar de recién casado, soñaba en realidad con el coche de su padre, un enorme Emka negro, tan confortable como el camarote de lujo de un transatlántico, que ya sabía conducir. Para deshacerse de una vez por todas del adolescente asustado, le bastaba con imaginarse el coche, a él, a Lera y la franja azulada del bosque en el horizonte. "

sábado, 19 de diciembre de 2015

SIEMPRE IGUAL, TODO IGUAL, TODO LO MISMO...?


 

"Autobiografìa peronista" Por Martìn Kohan para Perfil

A mediados de los años 80, a lo largo de tres meses o de cuatro, practiqué el justicialismo (lo practiqué o lo ejercí, no sé cómo expresarlo. Debería decir así, sin más: “fui peronista”; pero, por lo visto, no me sale). Fueron semanas plenas de enjundias y efervescencias, de mitos y de taxatividad. Mi papá, con impaciencia, intentaba disuadirme, y dedicamos unas cuantas noches al hábito, hoy desprestigiado, del debate político en familia, con acaloramientos y mutuo desdén. Me atraía ese peronismo en la oposición, firme en apariencia al contrastar con los vaivenes tan típicos del radicalismo.
Vociferé la marcha en algún acto vespertino, y cánticos al tono en la bandeja media de la tribuna de Casa Amarilla. Tiempo después, sin embargo, decliné este pero-nismo. Las lecturas de la universidad, las clases con David Viñas y con Beatriz Sarlo, me fueron apartando del General y de Eva, de Cafiero y de Manzano. Progresista nunca he sido, es cosa que me resultó siempre ajena; pero me fui haciendo de izquierda con los libros de Lukács y de Gramsci, de Althusser y de Theodor W. Adorno, de Sartre y de Bertolt Brecht; con lo que Marx y Engels dijeron de Balzac; con lo que Lenin escribió sobre Tolstoi, y Pierre Macherey sobre Lenin; con lo que Trotsky les señaló a los formalistas rusos, lo que intentó hacer con André Breton.
De aquella experiencia juvenil justicialista, breve pero intensa, me ha quedado, hasta hoy, esta fuerte huella: la del rechazo del antiperonismo visceral. Esa clase de ciego fanatismo me es menos soportable que aquel otro fanatismo, al que se opone en simetría y del que, no sé por qué, se cree mejor o más sensato. El odio antiperonista me apabulla; nos consta que puede llevar al delirio o a la discriminación artera incluso a figuras que admiramos (a Borges, que felicitó a Videla, o a Cortázar, que vio monstruos en los pobres).
¿Cómo modular una crítica certera de los límites ideológicos del peronismo sin deslizarse penosamente hacia las taras del antiperonismo ciego? Intenté encontrar una respuesta a esta pregunta entre los brillantes integrantes de la revista Contorno, que se plantearon con limpidez la cuestión en el número doble (7-8) de la revista, publicado en julio de 1956. Leí esos textos críticos entrando ya en los años 90, es decir, en el menemismo, esa etapa en la que el peronismo se integraba con lo otro de sí (con el almirante Rojas, con Alsogaray, con el sucesor de Braden, con el tilinguerismo).
En estos días de fin de ciclo, creo notar que se fue activando entre nosotros un imaginario made in ’55: el imaginario de una épica de civismo republicano en lucha contra el fascismo imperante; el de la restauración de un orden estrictamente regulado contra los desbordes del populismo demagógico; la fantasía abolicionista de borrar de la faz de la tierra al régimen recién acabado, su lenguaje, sus nombres, su recuerdo; la fantasía correspondiente de entrar en una era de resistencia, años de esperar y de soportar, con la consigna latente de un “volveremos”.
Todas estas semejanzas puede que sean, en última instancia, menos reales que imaginadas. Pero, ¿de qué está hecha la realidad política, en buena medida, sino de eso que se imagina: de los miedos, los deseos, de los modos de figurarse el mundo? De esas mismas semejanzas brotan, en cualquier caso, insoslayables, las evidentes diferencias. No es igual que el ’55: se acaba, en efecto, una era, pero esta vez sin bombardeo aéreo ni cañoneras apuntando desde el río hacia acá; hay afán de deshacer y revertir, pero esta vez sin censuras ni persecuciones; hay una ilusión de retorno, pero esta vez sin clandestinidad ni proscripción.
No son diferencias menores, por supuesto: son mayúsculas. Pero definen, en lo que tienen de distinto, un hueco histórico imaginario. ¿Cómo pasar de una cosa a la otra? ¿Cómo enlazar una etapa con la siguiente? Acaso todo el sainete del traspaso de mando podría estar expresando esa diferencia cualitativa con la historia. Diferencia positiva, alentadora, por más que haya asumido la forma neta del papelón; histeria de Balcarce 50 o de Rivadavia y Callao, vaivén de banda y de bastón en vilo, despechos de allá no voy y acá te espero.

sábado, 12 de diciembre de 2015

BLANCA Y RADIANTE VA LA NOVIA...


 

"Usureros de la felicidad" Por Daniel Link para Perfil

Antes de la boda, mi hija entregaba sobres repletos de dinero: a los proveedores de mobiliario, a los de la cocina, a los siniestros inspectores de CAPIF y SADAIC (curiosamente, esas asociaciones de buitres cobran en efectivo, como los vendedores de droga y probablemente por la misma razón). La novia estaba de blanco, ellos blanquearán después. Dije en su momento (la emoción no me dejaba hablar): “No vengo acá a cumplir con la obligación milenaria del padre que entrega a su hija a un clan extraño para garantizar la supervivencia de la cultura. Vengo aquí, junto con ustedes, como testigo privilegiado de un amor que hoy se transforma en instituto matrimonial.
¿Cuantos amores se pueden tener a lo largo de una vida? Dejo de lado los arrebatamientos, que nunca sabemos exactamente como interpretar: amores frustrados, sin historia y, por lo tanto, sin destino y, sobre todo, sin Tiempo. La diferencia radical entre el amor y el arrebatamiento tiene que ver con esa perspectiva temporal: no tanto que el amor va a durar muchos anos, todos los anos (mientras que el arrebatamiento es instantáneo), sino que el amor ya ha durado demasiado y en cada uno de sus instantes existe su historia entera. Todos sabemos, porque el amor no es sólo una intensidad interior, sino algo que sucede en círculos de sociabilidad, cuánto amor hay entre Eugenia y Guillermo. Él la necesita a ella como la luna necesita de la poesía para brillar en la noche, y ella lo necesita a él como el viento necesita de los árboles para soplar suavemente su música. Eugenia es carne de mi carne y sangre de mi sangre. Guillermo, no. Pero hoy no sabría decir cuál es más propio y cuál es más ajeno, porque juntos armaron una unidad indestructible.
Yo no sería yo, sin embargo, si no les lanzara a los dos esta amenaza: sean fieles y verdaderos el uno con el otro, crezcan juntos, trátense bien, cuídense, usen la imaginación para salvarse del tedio matrimonial porque, de lo contrario, mi espectro se les aparecerá como humo negro, como un gigante demente, y les arrancará nervio tras nervio. No dejen de sostener el amor que se tienen hasta el fin de los Tiempos, porque ésa es la única inmortalidad que ustedes y yo podemos compartir, queridos míos”.
Después de la boda, subí un videíto muy casero a youtube, para poder mandarlo a mis amigos. De inmediato se me advirtió que infringía no sé qué reglas de copyright, porque se escucha un tema musical mientras ella baila.
Mi hija ya está de viaje y no puedo pedirle el recibo de CAPIF y SADAIC (si acaso se lo dieron), para demostrar que pagamos los derechos correspondientes a esa propalación de basura industrial y vigilada. Una pena que un acto de puro amor se transformara tan de repente en una miserable extorsión. Pero a lo mejor es una advertencia: Lasciate ogni speranza.

sábado, 5 de diciembre de 2015

OJOS QUE NO VEN...



 

Mientras esperaba en el bar de la clínica el turno para entrar a conocer a mi sobrina (nacida en la tarde del día de hoy, bajo el nombre de Belén, mediante parto natural y pesando casi 4 kilos), la tv puso frente a mis ojos una noticia que -como todas las noticias- sonaba repetida: que hubo una matanza en Estados Unidos. De allí en más (mientras subía a la habitación 105, mientras tenía a mi sobrina en brazos, mientras manejaba de vuelta al departamento) muchas cosas se cruzaron en mi cabeza. Me acordé de Urdapilleta por ejemplo, cuando -en tumberos- le preguntaba a un militar si era capaz de escuchar el sonido de los niños ("¿escucha el sonido de los niños? quieren salir a jugar.."). Pensé, también, es una definición que se me ocurrió de lo que puede ser la sabiduría, que se me ocurrió hace varios años, y que trato de aferrarme a ella cuando no se bien qué hacer; se me ocurrió -y al día de hoy no tengo motivos para oponerme a mi invento- que la sabiduría no tiene que ver con un determinado bagaje cultural, sino con darse cuenta -A TIEMPO- qué es lo que hay que defender.
Y pensé en mi sobrina, en que todo lo que ella y sus pensamientos necesitan para crecer. Y en los (pequeños) milagros que van a estar de su lado cuando comience a leer...

viernes, 27 de noviembre de 2015

DAR LA CARA...



"Hacerse cargo" Por Eduardo Aliverti para Pàgina 12.

No tiene sentido alguno ocultar la desazón, pero queden establecidos sus límites.
Este diario siempre dejó claro el lugar ideológico y político desde el que se expresa, jamás cambió su línea editorial y es un orgullo pertenecer a él. Desde allí se escribe esta columna porque nada de eso se modifica por la caída, dolorosa, de quienes representaban mal o bien a un modelo que les cambió la vida para mejor a una considerable o gran mayoría de los argentinos. Es el momento, aun bajo el análisis en caliente de las horas en que se conoció el resultado, para reivindicar ese orgullo y esas convicciones. El dictamen de unos comicios, por más importantes que fueren, puede y debe servir para repasar errores, lamentar decisiones, preguntarse qué habría ocurrido si tácticas y estrategia hubiesen sido otras. Pero de ninguna manera esos cuestionamientos tienen que alcanzar a las seguridades profundas. Se lo aclara porque ahora, como ya pasó al cabo de la primera vuelta, aparecerán los sabios del diario del lunes –no éste, se reitera– a decir que habían avisado todo y que debe comprenderse el hartazgo popular por unos modos oficialistas que condujeron a la derrota. Bienvenido sea lo que pueda haberse aprendido, pero montar el eje exclusivamente ahí será más propio de resentidos que de gente con claridad sobre las cosas trascendentes. No es lo mismo aprender que renunciar.
La distancia obtenida por Macri es estimable y la ola de cambio se acentuó en las provincias y ciudades de mayor peso, en unas elecciones ejemplares ratificatorias de que las denuncias de fraude son a gusto de si los denunciantes seriales ganan o pierden. Pero cuando pase el triunfalismo de estos momentos se aceptará que no es un triunfo aplastante y que la sociedad argentina quedó profundamente dividida. Las dos cosas son ciertas. Sin entrar ahora a la consideración distrito por distrito (sí destella el resultado macrista en la provincia de Buenos Aires y en sectores del conurbano, que fueron clave para que el oficialismo no pudiera descontar la diferencia en las provincias más voluminosas), el Frente para la Victoria estuvo en línea con los votos de Cristina en 2007, unos ocho puntos por debajo de la circunstancia excepcional de 2011 y, hoy, de vuelta a grandes rasgos a las cifras de 2007. Vaya potencia electoral después de tres gestiones seguidas. Y junto con ello la mayoría en el Senado y el cabeza a cabeza en Diputados. Pero sobre todo, el hecho de que es una fortaleza con capacidad de movilización, con un fuerte componente de convicciones ideológicas que la mayoría adversaria no tendrá ni de lejos a la hora de sus dificultades. La lista de causas veraces o verosímiles que llevaron al fracaso kirchnerista en estas urnas las conocemos todos. El desgaste lógico de doce años de gestión consecutivos, claro. Y luego, en orden más o menos cronológico, empieza porque no se supo, pudo o quiso generar un postulante mejor. Esto, también vale aclararlo, no va en desmedro de la firmeza con que Daniel Scioli demostró su lealtad, así sea considerando que hace dos años –según lo no desmentido ni por él ni por sus filas, nunca– estuvo a un tris de acordar con Sergio Massa. Lo cabal es que se quedó y la peleó, y cómo, desde adentro, consciente de que para el denominado kirchnerismo “duro”, y colindantes, no era digerible. Todas las escaseces del candidato, como su falta de carisma, su imagen pimpinelesca visto con paladar negro, la ausencia de estatura intelectual y los etcéteras que se recitan de memoria, llevaron a que desde el palo propio hubiera más energías para cuestionarlo que a fin de concentrarle apoyo unificado. Así y todo, quizás y justamente por esos deméritos progres que a los sectores populares y a una buena parte de la clase media le importan un pito, lo ungieron elegido después de intentar marcarle la cancha con un Florencio Randazzo a cuya fidelidad ideológico-política sólo le cabe, de piso, un severo cuestionamiento. Mucha progresía lo adoptó como el aspirante más idóneo del proyecto pero, al momento de comprobarlo, se refugió en un individualismo remarcado, capaz de tornar insólito que no haya habido hipótesis b) ante su negativa al baño de humildad. Lo que siguió también se recita de corrido. Una interna desgastante; la traición de los capataces pejotistas del conurbano a Aníbal Fernández, más allá o más acá de su figura perjudicada por una opereta periodística atroz; enfrente un marketing sin fisuras apto para mostrarse no como una derecha que será despiadada, sino cual un simpático manual de autoayuda y, para no agotar, esa decisión de un Scioli “ideologizado” (esto es, no un “más Scioli que nunca”) que habría restado todos los votos que eran probables por fuera del universo K. Dudoso: hasta el 25 de octubre, el gobernador bonaerense fue todo lo moderado –todo lo Scioli– que le reclamaban los medios de la oposición, pero resulta que con ese diseño o autenticidad no le sumó votos al Frente para la Victoria. Ni con la imagen moderada ni con la combativa. Y luego la tierna sonrisa de María Eugenia Vidal, y que la campaña K se fagocitó en actos cerrados mientras la chica y su jefe anduvieron a puro timbre y contacto físico, y lo insufrible de las cadenas nacionales y todo eso que unas líneas arriba dijimos que no sirve porque agota y es conocido. Cabe agregar o poner en primer término, como uno de los datos que pueden hacer comprensible la derrota, el tema de la gestión sciolista en la provincia de Buenos Aires o, más preciso, en el conurbano. Traiciones aparte, se perdieron Lanús, Morón, Quilmes, su ruta. Está claro que algo se hizo muy mal, y/o que el imaginario popular en esos bolsones no dimensionó (de vuelta: comprensiblemente) que la alternativa será peor. Mucho peor.
Hecho el recorrido, rápido, se pregunta cuánto de todos esos aspectos sirven para justificar que una mayoría de la sociedad se haya volcado hacia el instrumento ganador. Instrumento. Esa es la palabra. Mauricio Macri es el vector del poder económico de siempre. Él será simplemente quien administre el apetito voraz de ese polo. Y el pueblo estaba avisado, con pelos y señales. Para reiterar conceptos que quien escribe ya volcó hace pocas horas en su programa de radio, ningún voto podrá ampararse en que se le escapó la tortuga. Tras campañas anodinas en primarias y primera vuelta, se terminó exponiendo y discutiendo en cantidades y calidades que pueden exhibir pocas sociedades en el mundo. Hubo el debate presidencial que tanto se reclamaba, en virtual cadena nacional y con una audiencia inédita. Los archivos sobre ambos candidatos circularon hasta el cansancio, al igual que los modelos que encarnaban. Que nadie diga que no estaba advertido. Ayer hubo, de sobra, con qué hacerse cargo. No había subterfugios. Estaba todo claro. Los que votaron por más Estado; los que lo hicieron por más mercado; los que están mejor pero se cansaron de las costumbres oficialistas y fijaron eso como elemento decisorio; los que están hablados por los medios; los que están hablados por sí mismos; los cabeza lavadas y los cabeza rapadas, como señaló Luis Bruschtein en su columna del sábado en este diario; los que priorizan la corrupción como ingrediente sustantivo; los que la entienden como inevitable en cualquier gobierno de todo tiempo y sitio, y que nunca la extienden al mundo de los negocios privados y con el Estado. Los que entendieron que las conquistas laborales y otra cuantas ya son irreversibles. Los que saben que siempre se puede ir para atrás. Lo que se haya votado fue a plena conciencia de realidad o imaginario. Con toda la información a cuestas. Peor que cuando se salió de la explosión de 2001/2002 no hay ningún argentino, eso seguro. De modo que lo que se votó fue tomando plena responsabilidad de cuáles riesgos quieren asumirse. Y eso también involucra a los jóvenes que no vivieron el infierno de hace de tan poco tiempo, porque a esta altura de la circulación informativa, bien que tantas veces desinformante, no hay excusas para hacerse el desentendido. La gente adversa al oficialismo jugó lo anti en primerísimo lugar. No fue el bolsillo, esta vez. No hay una Argentina incendiada ni a punto de. Los niveles de consumo de franjas medias y populares están intocados en lo sustancial, genéricamente descripto, por fuera de escenarios problemáticos como el de las economías regionales. La transición es normal y hasta ejemplar, si se coteja con los antecedentes del final de Alfonsín, de Menem, de De la Rúa. Ha quedado clarísimo que las fuerzas populistas, en la acepción más favorable del término, en esa que describía como los dioses Nicolás Casullo, acaban teniendo problemas serios con la gente a la que le mejoraron la vida. ¿Deben enojarse con esa gente? ¿O en esencia entender que el inconformismo es inherente a las grandes masas incorporadas al circuito de inclusión social y posibilidades de progreso?
Igualmente, es de subrayar que no hacía falta esperar al resultado de ayer para corroborar que el modelo o la energía construidos en estos años corrían peligro. Si ganaba, bien. Pero aun con su derrota es inmodificable que será una corpulenta minoría de alta intensidad, mientras que el poder contrario no se asienta en una “ciudadanía” susceptible de ganar activamente las calles en defensa del egoísmo dolarizado, o del odio de clase, sino en unos sectores del privilegio que harán su agosto y, después, hasta más ver. Porque ellos nunca pierden en el volumen de sus negocios. Nunca. Ayer –otra insistencia– confrontaron los dos proyectos de toda la vida de este país, desde que se constituyó en Estado nacional, a fines del siglo XIX.
No hubo, para votar, nada que nuestra historia ya no haya explicado.

lunes, 16 de noviembre de 2015

NUESTRAS PATRIAS...


 

 "EL ÙLTIMO HINCHA SOBRE LA TIERRA" Por FABIÀN CASAS para Perfil

Hace poco la maestra de mi hija le comentó a mi mujer que Anita “inventaba” cosas, como que el padre le decía que la Patria no servía para nada o que el Himno Nacional no le interesaba. Guadalupe me lo contó al pasar en una cena y yo me quedé callado. Suelo llevar y traer a mi hija del colegio y ella es una máquina de preguntar cosas : “¿Quién se va a ir al cielo primero? ¿Vos o mamá?” “Papá, si la Patria no existiera, ¿nos dominarían los realistas?”. Yo, según mi ánimo, mientras manejo le contesto lo que venga. Es un peloteo intenso y soy un mal tenista. Un día le dije que para mí la Patria era San Lorenzo y ella me dijo, muy precisa: “San Lorenzo es tu club, no la Patria”. Una noche de hace mucho tiempo mi viejo me dijo: “¿Vamos a ver una película de ciencia ficción donde mueren todos y el único que se salva es un hincha de San Lorenzo?”. La película era La carretera, basada en una novela notable del norteamericano Cormac McCarthy, y el protagonista, “el hincha que se salvaba”, era Viggo Mortensen. Me reí, me llamó la atención la peculiar manera cuérvica de ver el mundo que tiene mi viejo. Mucho tiempo después, hablando con Mortensen, él me preguntó: “¿Te diste cuenta de que en el final de la película, cuando mi personaje muere, se ve que las medias que usa son de San Lorenzo?”. No, no me había dado cuenta. Y después me dije: este tipo está chalado, igual que yo.
¿Qué es lo que hace grande a un club? Grande no de una manera pesada, capitalista, sino intensa, vertical, espiritual? Hay clubes que no ganaron, como diría Chilavert, nada o muy poco y sin embargo, son inmensos. Porque desarrollan una mística que se convierte en un combustible difícil de conseguir. Acabo de ver un cortometraje que se llama Boedo 2108, protagonizado por Martín Cutino. Me produjo una emoción épica. El argumento también –como la peli de Mortensen que quería ver mi viejo– es post apocalíptico. Queda vagando por un Boedo devastado –¿por un virus? ¿por un terremoto? ¿por una guerra? ¿por un error dirigencial?– un hincha solitario. Este encuentra entre los escombros primero alimento material, para comer, unas latas de conservas. Y después alimento espiritual: una valija donde adentro alguien dejó envueltas camisetas del Casla, diarios con efemérides del club y una pelota desinflada. En medio de esa desolación el último hincha cuervo toma una decisión afirmativa: cuelga las remeras de unos palos –parecen espantapájaros– y patea un penal contra un arco herrumbrado. El grita gol, yo grito gol en mi casa con los ojos húmedos y me abrazo con todos los hinchas del mundo mientras el protagonista se abraza a las remeras vacías que flamean en la desolación del futuro. Como el corto es muy bueno, dice más de que lo que se propuso. Por un lado, es un documental: eso que estamos viendo, para muchos, es el presente, no el futuro. Para los desclasados, los caídos del sistema social, los pobres que recorren la polis buscando comida en los tachos de basura, el fin del mundo ya empezó hace rato. Por otro lado, el fútbol no puede ni debe ser nunca algo solitario, individual; es una fuerza colectiva que tendría que tensar a toda la sociedad hacia un lugar más justo y más digno. Utilizar su innegable fuerza de penetración social para dar amor y gozo. La AFA, por ejemplo, debería ser cerrada por una larga temporada de desinfección.
En la terraza al sol de este domingo, mi padre mira hacia la calle vacía. En su cerebro azulgrana de mala transmisión, producto de los años y el cansancio, se producen pequeños estertores de recuerdos implantados: la Oveja Telch corriendo el medio campo con su calma zen o la potencia feroz de un zapatazo de Héctor Scotta, los carnavales de avenida La Plata, Santana tocando en el Gasómetro, la vista puesta en los tablones ascendentes de la tribuna local, los amigos que le abren los brazos y lo esperan, frescos, guardados en las bajas temperaturas del inconsciente, para cantar las canciones que nos salvan la tarde, la repetición mántrica de la formación del Casla del ’45, los sucesos de aquella tarde inolvidable del ’72: nuestra patria.

sábado, 14 de noviembre de 2015

TODO QUEDA EN FAMILIA...




"LA GALAXIA Y LA NUBE" Por Daniel Link para Perfil

Ya es tarde para suspender el casamiento de mi hija, pero durante la ceremonia voy a hacer un escándalo. Acabamos de descubrir que su novio nunca vio ninguna de las películas de la saga La guerra de las galaxias. Me subleva que mi hija quiera hacer ingresar a la familia a un individuo tan ajeno a nuestra sensibilidad. Mi hijo está de acuerdo conmigo: vamos a arruinar la boda, salvo que el novio acepte someterse a una maratón que lo rescate de la absoluta ignominia.
El fin de semana pasado, un canal de cable programó la saga entera. Pero el novio prefirió entregarse a los excesos propios de las despedidas de soltero. Habrá que atarlo frente a la pantalla. Ya está todo planeado.

Volví a mirar la primera de las películas buenas. Me di cuenta (con la misma melancolía de siempre) de los fallos de la imaginación futurista: la princesa Leia viaja, cargada de planos de la Estrella de la Muerte, al cuartel de la resistencia. Descubierta, aloja esos documentos en un robot parecido a un secarropas centrífugo y lo manda al planeta donde, casualmente, vive su mellizo (que ella no sabe que tiene): ¿por qué no los mandó por mail y se ahorraba un par de disgustos?
Nadie imaginó el mail. Lo que es peor, en esa sociedad imperial no hay siquiera sistemas de correo puerta a puerta. O a lo mejor los hay, pero no sirven para los propósitos del sabotaje y la resistencia al Estado. Sea.

Imagino la secuencia: la princesa Leia entra a su cuenta clandestina de Gmail, el programa le dice que los archivos adjuntos son muy pesados, los sube a la nube y adjunta un vínculo para que el destinatario los recupere a través de Google Drive.
Mi marido, en cambio, sostiene tercamente que Leia manda los archivos por WeTransfer.
No entiendo cómo mi futuro yerno se priva de participar de estas discusiones importantísimas.

jueves, 29 de octubre de 2015

EN ESTADO DE GUERRA...



DEL LIBRO "EL ´PAÍS DE LA GUERRA" DE MARTÍN KOHAN

"La guerra es el padre de todas las cosas" (Elvira Orphee, Aire tan dulce)

"Desde que Dios ha muerto, sólo nos queda la guerra" (Michel Seres, El contrato natural)

"La guerra es la única muerte natural" (Carlos Godoy, La temporada de vizcachas)

"Vinculado por sus raíces a esta pasión por la eternidad, el amor por la patria solo se manifiesta  plenamente en la prueba de la guerra" (Rachel Bespaloff, De la Illíada)

"La unidad de la nación y su diferenciación del resto de América son ambas hijas de la guerra. La guerra es la violencia fundacional de la república" (Esteban Buch, O juremos con gloria morir)

"El modo más común de justificación de la guerra como mal necesario ha sido vincularla a la idea de progreso. No se puede concebir progreso sin guerras" (Norberto Bobbio, El problema de la guerra y las vías de la paz)

"En el sistema sarmientino, la guerra hace de contrapeso a la educación de modo que el discurso se construye en la tensión entre ambas." (Adriana Rodríguez Pérsico, Relatos de época)

"El estado -cualquier estado- no es la eliminación de la violencia sino su institucionalización" (Norberto Bobbio, El problema de la guerra y las vías de la paz)

"Estoy en guerra, me digo: no debería creer en nadie (Pablo Katchadjian, Qué hacer)

"Ahora bien, ¿y si los humanos superan a los animales en su capacidad para la violencia precisamente porque hablan? (Slavoj Zizek, Sobre la violencia)

"No se advirtió, durante la guerra, que la gente volvía muda del campo de batalla? No más rica en experiencias transmisibles sino más pobre" (Walter Benjamin, "El narrador")

"El estado moderno, que pretende poner fin a la guerra civil, es más bien su continuación por otros medios" (Tiqqun, Introducción a la guerra civil)


"La guerra civil no solo está implícita en la revolución, sino que salva a la revolución" (Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la pampa)


En la expresión "guerra sucia", el vocablo alternativo es guerra, contrariamente a lo que quisieron hacernos creer. Guerra mitiga suciedad; y no, como se pretende, "sucia" describe guerra. (Juan José Saer, papeles de Trabajo II)

"Se hace la guerra para ganarla, no porque sea justa" (Michel Foucault, La naturaleza humana, justicia vs.  poder)


"El soldado se queda pensando, al rato nos dice: estamos muy nerviosos no porque estamos en guerra sino que estamos en guerra porque estamos muy nerviosos. Yo intervengo y digo: no, las dos cosas son lo mismo: la guerra es estar nervioso." (Pablo Katchadjian, Qué hacer)

lunes, 26 de octubre de 2015

DE HOMBRES, CUCARACHAS Y CIUDADES...

 


"KAFKALANDIA" Por RODRIGO FRESÁN (DEL LIBRO "MEJOR QUE FICCIÓN" .-CRÓNICAS EJEMPLARES. ED JORGE CARRIÓN)

"Al despertar Gregorio Samsa  una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto, anuncia uno de los principios más justamente célebres y celebrados en toda la historia de la literatura. La primera línea de la "metamorfosis", de Franz Kafka, el texto que hizo por las cucarachas lo que Moby Dick hizo por las ballenas: les dio estatura mítica, las convirtió en algo inmenso y poderoso y capaz de simbolizar casi todas las cosas de este mundo."

"Es facil sentirse una cucaracha kafkiana cualquier mañana que uno se dispone a tomar un avión
En la ventanilla del avión veo como Praga se acerca y, con ella, Kafka que está en todas partes, que pronto conquistará Marte:"

"Praga, para Kafka, era un sentimiento y, como los sentimientos, posible de confusiones, malentendidos, alternativas emocionales. Para mí, Praga -en mi desconocimiento puntual del territorio- era un sitio al que siempre imaginé más como laboratorio que como ciudad. "

 "Esa noche, mi última noche en Praga, tengo un sueño definitivamente kafkiano que, seguro, estuve incubando en la oscuridad de mi inconsciente, como una fiebre, durante toda esta semana. Ahora, por fin, me sale: en mi sueño, al principio, apaecen una sucesión de imágenes desordenadas, paisajes de la ciudad, nieve y sol, Big Macs, muñecas rusas, música esférica  descendiendo desde balcones sostenidos por titanes de piedra. De uno de esos balcones sale una columna de humo blanco y negro y, ahí dentro, Max Brod obedece la voluntad de su amigo de toda la vida recién muerto. Max Brod quema la obra de Franz Kafka y, con la última página hecha cenizas, Praga desaparece. Entonces, en algún lugar de los rojos canales de Marte, todas las hermosas cucarachas se despiertan para descubrir que se han convertido en horribles hombres."

sábado, 17 de octubre de 2015

ADIOS QUERIDA LUNA...

 

"LOS ASUNTOS PENDIENTES" Por RAFAEL SPREGELBURD para PERFIL.

En mi universo teatral es impensable que se haya ido Pavlovsky. Su teatro ha gravitado directa o indirectamente sobre toda escena que se produzca en nuestra cultura. El teatro de Tato –rabiosamente anticultural, encantadoramente intelectual, abstractamente físico y corpóreo– está ligado a las razones del hacer teatro en la Argentina: es denuncia, es delirio y es reflexión escrita en los bordes.
La noticia de su muerte me parece poco menos que increíble. Temo que con él muera una parte fundamental de mi propia historia: sus estrenos en aquel pequeño gran bastión del teatro Babilonia; sus visitas desinteresadas y generosas al Sportivo Teatral, donde yo me formaba como actor y donde nos encandilaba con sus funciones íntimas de Potestad; su manera luminosa de pensar el teatro sustraído de los vulgares presupuestos del poder y de las modas; su presencia elegante y temible en cuanto debate lo involucrara; su mítico pasado como campeón de natación; su cuerpo fortachón y desbaratado, soporte irreemplazable de sus obras más icónicas.
Su último texto, Asuntos pendientes, no es ni una despedida ni un balance: parece abrir la puerta de una dramaturgia siempre fiel a sus preceptos (el teatro como ceremonia y nunca como simulacro) y al mismo tiempo novedosamente directa y molesta: sus asuntos pendientes (el maltrato infantil, las mil miserias de la marginalidad, el turismo sexual, la hipocresía política) dejan un tendal de imágenes de un mundo escabroso y violentamente cómico.
La última vez que nos vimos fue rodando una película. “Me llaman para hacer de viejo”, me dijo, entre risitas sarcásticas, y era evidente que él jamás se creyó viejo. Es lógico. ¿Cómo habrán jamás de envejecer estas obras sin edad y que perturban en cualquiera de las muchas etapas de su producción? ¿Cómo podrá nunca jamás morirse Tato Pavlovsky, si el teatro de Pavlovsky es inmortal?

TAN ELEMENTAL COMO NECESARIO, WATSON...

 

"LAS DIFERENCIAS"  Por Martín Kohan para Perfil

 Tengo la impresión de que aquella idea de que todos los políticos son iguales, que antes se oía casi por todas partes, ahora ha caído felizmente en desuso. Siempre me pareció que tamaña generalización, potenciada en el lugar común, no era tanto la expresión de una supuesta homogeneidad en la dirigencia política argentina como la expresión de una profunda pereza política nuestra, de los votantes, de los ciudadanos, para ocuparnos de matizar y discernir. Durante los terribles días de finales de 2001, pese a que otros percibieron ahí la emergencia de un alto grado de concientización política, la tara generalizadora llegó a mi entender a su punto más alto con la consigna torpe (y prontamente olvidada) de que se fueran todos.
¿Todos? ¿Todos por igual? Nuestra perspectiva política adopta en la actualidad un criterio bastante más elaborado. Escuchamos, leemos, sopesamos, dirimimos; al menos yo no escucho que se diga que Macri y Nicolás del Caño son iguales, que Scioli y Margarita Stolbizer son lo mismo. Nos disponemos a detectar sus diferencias, para mejor razonar y elegir.
Estos años de tan álgidas discusiones políticas fueron los que propiciaron este enfoque más agudo por parte de todos nosotros. La práctica cotidiana del desacuerdo y el debate nos fue habituando a esa evidencia: que los políticos no son todos iguales; y que nosotros, los ciudadanos, no pensamos todos lo mismo ni anhelamos todos un mismo modelo de país. Según parece, hay ciertas personas a las que esos disensos y esas diferencias se les han acabado volviendo una grieta. Eso habría que asignarlo, sin embargo, a la intolerancia o la irritabilidad, a la prepotencia o la agresividad de algunos temperamentos: los que se han dejado agrietar. Los políticos no son todos iguales, y nosotros tampoco. Saberlo y convivir es mejor que habitar, indiferentes, en el reino de lo indiferenciado.

martes, 29 de septiembre de 2015

EL BUSCADOR...




"Mi trabajo es muy limitado. De manera muy esquemática, consiste en esto: tratar de recuperar en la historia de la ciencia, de los conocimientos y del saber humano, algo que se asemeje a su inconsciente. Si se quiere, la hipótesis de trabajo es, a grandes rasgos, la siguiente: la historia de la ciencia, la historia de los conocimientos, no obedece simplemente a la ley general del progreso de la razón; en cierto modo, no son la conciencia humana, la razón humana, las poseedora...s de las leyes de su historia. Por debajo de lo que la ciencia conoce por sí misma hay algo que no conoce; y su historia, su devenir, sus episodios, sus accidentes, obedecen a una serie de leyes y determinaciones. Esas leyes y determinaciones son las que he tratado de sacar a la luz. He intentado poner de relieve un ámbito autónomo que sería el del inconsciente del saber, que tendría sus propias reglas, como el inconsciente del individuo humano también tiene sus reglas y sus determinaciones...y la idea de que consagrarse, como ahora hacemos nosotros, a actividades propiamente teóricas y especulativas significa apartarse de la política, es una idea, creo, falsa por completo. No es que al apartarnos de la política nos ocupemos de problemas teóricos tan restringidos y meticulosos; sino que ahora nos damos cuenta de que cualquier forma de acción política sólo puede articularse de la manera más estrecha con una reflexión teórica rigurosa"


DEL LIBRO "¿QUÉ ES USTED, PROFESOR FOUCAULT?"

domingo, 27 de septiembre de 2015

¿QUÉ HACER?




ENTREVISTA AL HISTORIADOR Y FILÓSOFO HAYDEN WHITE PARA CLARÍN.

¿Cuándo empezaron a formarse las ideas que se demostrarían en su gran obra teórica, “Metahistoria”?

Creo que tiene que ver con mi descubrimiento de Marx. Una vez que uno comienza a tomar conciencia de que en las ciencias sociales, en la filosofía y en la religión lo que estás tratando son varios tipos de ideologías, entonces lo que quieres ir a buscar es la iluminación, la clarificación, desmitificación. Creo que ese es el motivo por cual yo me interesé en las ciencias sociales y la historia. Gente como Max Weber parecían ofrecer puntos de vista desmitificados sobre el mundo. Y creo que todos queremos la iluminación. No queremos vivir en una fantasía; no se puede vivir en la fantasía. La fantasía es necesaria para alimentar al espíritu, pero no es suficiente para manejarte en el mundo.

En su larga historia como profesor, ¿cómo evalúa los cambios del joven estadounidense?

El mundo digital ha cambiado todo. Antes intentábamos enseñar a la gente joven a pensar conceptualmente. Pero hoy el montaje y el collage de las imágenes dan una forma diferente de pensar y relacionar los signos con las cosas.  Y esto crea una sensación diferente del tiempo y la temporalidad. Por lo tanto pienso que la generación actual de alumnos no experimenta el pasado como algo arcaico o remoto. Es simplemente otra dimensión exótica que se puede tornar presente con imágenes con gran facilidad.

¿Y cómo se siente frente de estos cambios?

Las cosas cambian. Todo cambia. Desesperarse por el cambio no tiene sentido.

¿Considera que este libro que se publica ahora en Argentina es una buena introducción a su obra en general?

Un escritor no es el mejor crítico de su propio trabajo. Mi punto de vista siempre ha sido: lo escribes, lo publicas y la gente lo puede usar como le parezca. No me molesta ser interpretado o mal interpretado.

No es común oírle a un teórico esa opinión.

Creo que toda comunicación es comunicación fallida y que los errores creativos son válidos. La interpretación nunca es objetiva. A mí no me interesa la polémica. Mi punto de vista es que hago lo mejor que puedo; si usted piensa que lo puede hacer mejor, hágalo mejor.

Estamos en un momento donde se promueven visiones contradictorias: la humanidad oscila entre la salvación tecnológica y un cataclismo que amenaza  borrar la raza humana de la Tierra.

¡Bueno, claro! Eso es por el capitalismo. El capitalismo extraerá todo lo que pueda de la tierra para poder producir bienes y promoverá el consumo como un bien en sí mismo. A ellos no les importa el calentamiento global. Ellos asumen que la tecnología traerá una solución. A las corporaciones no les importa. A Mobil Oil no le importa el calentamiento global. Destruirían el universo entero para lograr una ganancia. Este es nuestro problema, no la tecnología. La tecnología es solamente un medio, se puede usar con fines buenos o malos. Pero, desafortunadamente, el capitalismo es suicida porque presume de una expansión infinita en una situación donde hay recursos limitados. No puedes tener expansión infinita y recursos limitados. El sueño es entonces que colonizaremos la Luna, colonizaremos el planeta Marte. No creo que eso vaya a suceder. Hasta que logremos regular las corporaciones capitalistas, estamos condenados.

Más de una década después de haber entrado en el siglo XXI, ¿cuál sería su primer boceto de la historia del siglo XX?

Es una serie de catástrofes. Hay un comentarista inglés que lo designa: “El podrido siglo XX.” Cuando lo piensas: comienza con la Primera Guerra Mundial; la Gran Depresión; la Segunda Guerra Mundial; la Guerra Fría; después toda una seguidilla de guerras. Los Estados Unidos estuvieron en guerra por 56 años. Es el primer país capitalista y el capitalismo significa guerra. Esa es la forma más rápida de consumir los bienes y de crear demanda. El siglo XX fue el triunfo del capitalismo, la destrucción de la Tierra y el uso de la tecnología para generar ganancias en vez de proveer las necesidades de los seres humanos y los demás animales y plantas sobre la Tierra.

Dado ese sentimiento, ¿cómo se siente viviendo en el corazón de la bestia?

Es exactamente eso. Los Estados Unidos son el gran villano de este cuento, porque han empujado el proyecto capitalista hasta su máxima expresión. Ahora es una sociedad que se dedica nada más que a la producción de desechos. Produce más basura, más desechos atómicos y orgánicos. ¡A tal punto que ya no saben dónde ponerlos! Han estado tirándolos en Africa –¿sabía eso?– ¿Qué van a hacer con los desechos atómicos? Los están enterrando en cuevas del sudoeste del país, en Nuevo México y Arizona: pero esta cosa no se desintegra por 10.000 años. Va a estar allí envenenando el agua potable y la tierra. O lo tiran al mar. Destruyen ríos… Sin pensarlo. ¡Y lo saben! ¡Saben lo que están haciendo! Esto es una de las razones de que el marxismo sea más fuerte entre los intelectuales de los Estados Unidos que en cualquier otro lugar del mundo. Vemos los efectos del capitalismo. ¡También nos beneficiamos! ¡Mírame a mí! Soy sano. Y eso es porque los ricos siempre se protegen a ellos mismos. ¡No les importa el calentamiento global! Se compran otra casa en un lugar donde estarán a salvo.

Hay muchas personas que afirman que el marxismo ya no sirve para explicar el mundo.

La reciente catástrofe financiera demuestra lo contrario. Todo el mundo decia: “¿Cómo pasó esto? ¡Cómo puede ser!” ¡Que lean a Marx! El les contará cómo sucedió. Cualquier persona de la izquierda vio claramente y de antemano lo que estaba sucediendo con la creación de las deudas hipotecarias. Los ejecutivos de Goldman Sachs o cualquier otra casa financiera, si les preguntas te responden: “El juego es así.” Y el Estado es cómplice. El gobierno de los EE.UU. no está haciendo nada para la gente sin trabajo o para las personas que perdieron sus hogares. Han salvado los bancos y las instituciones financieras. A hora la brecha entre los ricos y los pobres en los EE.UU. es así: un 1% de la población controla más del 90% de la riqueza del país. Esta es la distribución de riqueza más desbalanceada en la historia del capitalismo. Antes la idea era que el libre mercado permitía que cualquiera pudiera jugar; pero, obviamente sabemos que no puedes jugar sin los recursos. Si yo juego en el mercado bursátil con cinco mil millones de dólares no es lo mismo que si lo hago con mis ahorros de unos miles de dólares.

¿Es posible que esta desigualdad lleve a una revolucion popular como hemos visto en los países del norte de Africa al comienzo de este año?

No. Es imposible. Porque el Estado tiene todo el poder, tiene todas las armas. Ya no puede haber más revoluciones populares. Salvo en el Tercer Mundo, en Ruanda o Namibia. Mira, antes que nada: imagínate que quieres hacer una revolución y quieres destruir a General Motors. ¡General Motors es una empresa internacional! ¿Dónde voy para destruir a General Motors? La ataco en Detroit, pero eso no haría gran daño a la empresa. Esta todo terciarizado por todo el mundo. Y lo mismo vale para el Estado. El Estado está donde sea que el poder del Estado reside. El Estado es Mobil Oil, por ejemplo. Y uno sabe perfectamente qué pasa cuando hay una amenaza terrorista en Washington: ¡el gobierno se va! Tiene búnkers subterráneos… Se ve sano, tanto en cuerpo como en mente. Parece feliz. Pero esa imagen es totalmente contradictoria con lo que piensa sobre la realidad del mundo.

¿Cómo sobrelleva esa tensión?

Imagínese que el calentamiento global lleva a la destrucción de la raza humana. ¡Sería bueno para la Tierra! La gente me pregunta, ¿Por qué eres tan pesimista? Y yo respondo: No soy pesimista. Soy optimista. ¡Creo que la raza humana por fin se morirá! ¡Será muy bueno para el planeta! Es la especie humana la que está destruyendo el planeta. ¡No son los perros los que lo están destruyendo! Desde el punto de vista de la evolución darwiniana, es bueno que las especies se extingan. Es algo necesario para que siga en marcha el proceso evolutivo.

¿Se considera usted un nihilista?

Sí. Un nihilista en la ontología, un anarquista en la política. No tengo nada de esperanza o fe en el sistema político o el sistema económico.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Y LARGAMENTE REÍMOS...




Uno de los parámetros para saber si tuve un buen día siempre fue si me reí mucho; si hice reír o si me hicieron reír. Lo risa; algo que no se cuestiona, algo tan necesario para vivir como el aire que respiramos. Pero me encuentro, en el prólogo de un libro de Moliere, con un enfoque de lo cómico tan interesante como polémico: "hay algo de impúdico en ese desahogo meramente físico de la carcajada, que se agrava cuando las carcajadas se repiten. Y el rostro mismo del que ríe se... vuelve fácilmente grotesco, por poco que ayuden la desproporción o el desacuerdo originario de las facciones. Una faz inundada por el llanto , forzada por la queja, incendiada o empalidecida por la cólera, puede adquirir una belleza toda ella de expresión que toque en lo fascinante y lo sublime. Pero la cara congestionada por la risa, descompuesta y tironeada por el juego desordenado de los músculos, no es más que una caricatura que usurpa momentáneamente la faz verdadera, oculta bajo la máscara de sus gesticulaciones. Y DEBIDO A SU INDIGNIDAD FUNDAMENTAL, LA RISA ESTÁ DESTERRADA DE TODOS LOS FUNDAMENTALES MOMENTOS DEL SER: EL NACIMIENTO, LA MUERTE, LA TRANSMISIÓN DE LA VIDA, Y LA CREACIÓN DEL ORDEN INTELECTUAL."