sábado, 28 de febrero de 2015

GRACIAS M.F

 



En su artìculo sobre 678, Esteban Schmidt hace una comparaciòn entre la elaboraciòn de una salchicha y un programa de tv. y nos dice que, si estuvièramos presentes al momento de su preparaciòn, terminarìamos siendo muy pocos los consumidores. Es verdad, no  podemos saber  "de què estàn hechos" (la salchicha y el programa), pero sì podemos sentir su olor, su sabor, al consumirlos. Y ver què tipo de reacciones generan en nuestro organismo.
Algo parecido puedo decir de mi experiencia en el poder judicial. Deberìa importar màs que cualquier otra cosa, màs que las internas  que -inevitablemente- se dan en todo grupo, que el servicio de administraciòn de justicia resulte eficiente. Pero en muchas dependencias judiciales pareciera que no es asì.
La estructura judicial funciona con caracterìsticas propias de la estructura militar. Si para muestra basta un botòn, vale decir entonces la denominaciòn de mi cargo: soy un oficial. Un oficial que no tiene la suficiente obediencia debida, y que, a partir de la lectura de ciertos textos, empezò a ver las cosas de una determinada manera. Como bien dice Martìn Kohan, hay lecturas que nos gratifican y hay lecturas a travès de las cuales empezamos a organizar una visiòn del mundo. Esas segundas lecturas (bàsicamente Foucault) generan un estado alucinatorio cuando las vemos plasmadas en la realidad. Efectivamente las relaciones de poder lo atraviesan todo. Y, tristemente en mi caso, puedo ver como, en el afàn de marcar quièn tiene el poder y quièn no lo tiene, quien puede fijar posiciones y quièn no, son los mismos jueces los que permiten que el trabajo se acumule: vale decir, que la justicia se atasque.
Del otro lado del mostrador, la gente espera respuestas que se dilatan y no llegan, o llegan tarde. Trabajo en el fuero laboral, pero las cosas no resultarìan muy diferentes si se tratara de un fuero en el que las papas queman (el fuero penal, o el de familia).
Es triste.

lunes, 23 de febrero de 2015

IMPRESIONES...


 

"Sucesos Argentinos" Por Martìn Kohan para Perfil.


¿Me equivoco en mi impresión o el punto nodal del atentado a la AMIA, es decir, determinar quiénes lo cometieron y quiénes lo ordenaron, ya no estaba para nada entre las preocupaciones principales de los argentinos? ¿Me equivoco en mi impresión o la necesidad de dar con los responsables de ese acto criminal dejó de ser un afán imperioso para la sociedad en general, para caer en ese vasto agujero negro del típico escepticismo nacional, adonde va a parar todo lo que no tiene arreglo y se sabe que va a quedar así? ¿Me equivoco en mi impresión o la desgarrada exigencia de verdad y de justicia fue convirtiéndose progresivamente en la consigna de un grupo inclaudicable, mientras para los demás se fue vaciando o se fue ahuecando, se fue haciendo pura abstracción, palabras dichas sin esperar resultados concretos?
Los noticieros argentinos, a los que estamos permanentemente expuestos, nos han acostumbrado a la idea de que la realidad en general tiene apenas dos facetas: la política local y los hechos policiales. Y es que constan, por lo general, casi tan sólo de esas dos secciones fijas; una dedicada a los dimes y diretes de la política criolla (tan a menudo reducida a eso: a dimes y diretes) y otra dedicada a los robos, los hurtos, los asesinatos, las violaciones. Para el resto de las cosas del mundo (la política internacional entera, las crisis económicas de otras latitudes, las guerras un tanto remotas, el terrorismo de tinte exótico, los procesos sociales distintos de los propios, etc.) suele bastar con una consideración más bien somera, un resumen presuroso o lisa y llanamente un flash, a menos que haya argentinos involucrados en los hechos o a menos que se trate de acontecimientos extremadamente graves y ocurran en París o en Madrid o en Nueva York. Esos restos de la realidad del mundo suelen merecer menos espacio y menos atención incluso que los avatares del deporte o que otros hechos en principio menos relevantes, como por ejemplo que empezó la primavera y los parques rebosaron de jóvenes, o que se puso de moda andar en bicicleta, o que es verano y hace calor, o que es invierno y hace frío.

En ese recorrido ligerísimo, el derrocamiento de un presidente en Egipto y una revista teatral que baja de cartel en Carlos Paz, los aprestos de combate en una frontera de Asia y la torcedura de tobillo de una bailarina en la televisión, se despachan casi de un mismo modo. Con lo cual se va produciendo ese efecto, acaso buscado, de que las cosas verdaderamente consistentes no pertenecen sino a uno de esos dos órdenes primordiales: la política vernácula o la esfera del delito. Viendo eso parece que vemos todo, que no existe nada más. Ni qué decir de la agitación que se produce cuando esas dos dimensiones confluyen superpuestas, cuando lo político y lo policial, como obedeciendo una indicación etimológica, se confunden como una misma cosa (entonces descuella, y con justicia, Elisa Carrió, verdadera especialista en el rubro).
El atentado a la AMIA en 1994 pudo narrarse y pudo pensarse más firmemente mientras se mantuvo dentro de alguno de los dos encuadres habituales: la política local (la inserción de la Argentina en el Primer Mundo, que Carlos Menem prometió y pretendió haber conseguido) o la página policial (las turbias ocupaciones de Telleldín, el armado y desarmado de una Trafic). No bien la tragedia fue remitiendo a otros niveles (la pista siria, la pista iraní, la política israelí en Medio Oriente, las operaciones de inteligencia en cualquier parte, la guerra del Golfo de Bush), el asunto empezó a diluirse (o a diluirse como cosa argentina, para pasar a percibirse, según se le escapa cada tanto a alguno, como un problema de los judíos y nada más).
Ahora apareció muerto Nisman. La cobertura se activó como de costumbre: los dimes y diretes de la política local, reducidos a los drásticos binarismos tan usuales, y un fervor de crónica policial en el que todo el mundo se siente un Columbo pero nadie en definitiva lo es. Yo no sé si Nisman es, como se ha dicho, el muerto número ochenta y seis de la AMIA. Lo que es de desear es que no quede hundido en el mismo mar de incógnitas en el que permanecen hasta hoy los anteriores ochenta y cinco.

domingo, 8 de febrero de 2015

PARA COMPARTIR EN LA MESA DEL DOMINGO...



"VIDA Y SUJETO" (FRAGMENTO DE LA NOVELA "LA FAMILIA" DE GUSTAVO FERREYRA)


"El mayor escollo para la Vida es el Sujeto. La Vida es un artilugio, un artefacto de la materia, otra forma indiferente de la organizaciòn material, sin ningùn sentido en particular.

El Sujeto es una excepciòn que se niega a entregarse a la Vida porque la vida lo niega como excepciòn y porque el Sujeto hace lo que la Vida no: interpreta rabiosamente, interpreta voluntariosamente, interpreta voluntariosamente. El Sujeto se divorcia del hombre y se vale de èl. Por milenios el Hombre se valiò del Sujeto, de aquì en adelante el Sujeto se valdrà del Hombre.

El Sujeto no tiene màs destino que enfrentarse a la Vida. La subjetividad humana, el Sujeto en constituciòn, batalla cada vez màs fieramente contra la Vida. Y en el futuro la batalla entre el Sujeto y la Vida va a ser feroz, incluso tal vez apocalìptica.

La pregunta es: ¿cuàl es el potencial del Sujeto? ¿Cuàl es el potencial de la Vida? 

Cuanto màs de Sujeto hay en un individuo, màs iracundo e insatisfecho; cuanto màs imbuido estè por la Vida, cuanto màs imbricado a la Vida, màs sereno y aquiescente.

Històricamente considerada, la exasperaciòn del inviduo, su deseo de Sujeto (que con el capitalismo mercantil da un salto cualitativo), extrema la tensiòn y la llevarà con las centurias hasta la eclosiòn. El individuo en tanto sujeto (que para sì mismo es una realidad) se enfrenta al todo.

La paradoja es que el Sujeto aspira a la eternidad y a la pureza pero, todavìa, cuando los sujetos se acercan al estado de pureza mental, desconectados del cuerpo, sòlo quieren aniquilarse. La pura mente sin cuerpo es el mayor horror que pueda imaginarse. El Sujeto quiere divorciarse del cuerpo pero por ahora necesita horrorosamente del èl. 

La simple persistencia es la meta teleològica del Vida. Y la misma persistencia no tiene mayor sentido màs que el deambular de la materia segùn ciertas formas de organizarse. La Vida tambièn responde a las leyes de la Fìsica. 

El Sujeto muerde porque su impotencia lo hace rabiar. Y muerde las ùnicas carnes que puede morder. La impotencia es algo que preocupa al Sujeto desde que surgiò en la cabeza de un simio que se parò en dos patas. Y cada vez lo preocupa màs.

La Vida necesita de esos errores. Necesita de millones de seres profundamente equivocados.

Los servidores de la Vida justamente no tienen convicciones. Son maleables para volcarse al devenir y para subsistir en medio de las fuerzas que moldean el devenir. Los servidores del Sujeto sì tienen convicciones. Las convicciones del sujeto van de la mano de su ìnfulas. La vida del sujeto no puede sino herirlo como sujeto, herirlo hasta la moribundez, herirlo finalmente hasta la muerte.

Matar a la Vida en el fondo no es distinto de desarmar una màquina. Sòlo es indignante en tanto que suponemos Sujeto dentro de la màquina.

En cada Sujeto se desarrolla la batalla entre Vida y Sujeto. Es la batalla que agota al humano. Es la batalla que lo enferma. Cuanto màs haya de Sujeto en nosotros mayor serà la rebeldìa del cuerpo. La enfermedad misma va a ser uno de los campos de batalla màs importantes en la guerra entre Sujeto y Vida. La enfermedad va a ser quizà la excusa final para que el Sujeto aniquile la Vida.

La familia no es màs que una  forma de organizaciòn de la Vida, vale decir que, en ùltima instancia, no es màs que una forma de organizaciòn de la materia.
La familia es un lazo entre cuerpos que se ha interpretado como lazo entre sujetos. La familia es un fetiche entre fetiches. La familia es un mero artefacto de la Vida. La familia es servidora de la Vida. Los sujetos surgen en el seno de la familia pero a pesar de ella. La familia, como artefacto de la Vida, iguala, el Sujeto diferencia. La Vida, la familia y el comunismo son vagones de un mismo tren. Son los grandes igualadores. El Sujeto basa su ser en la exclusividad.


La familia forma al sujeto, pero lo forma como cèdula de sì misma y como cèdula de la Vida. La familia construye al sujeto como un artilugio màs de la vida. Pero la familia no tolera al Sujeto mismo. La familia tambièn ha necesitado del Sujeto tanto como el Sujeto de la familia. Es un juego de necesidades històricas o de azares evolutivos. el Sujeto surgiò en el devenir de la Vida y ahora se enfrenta a ella. De la misma manera la familia ha sido formadora de sujetos pero ahora se ve enfrentada por el Sujeto. El Sujeto no habrìa surgido por supuesto sin la Vida pero avizora que puede vivir sin ella. El Sujeto se enfrentarà primero a la Familia. El Sujeto querrà ser èl mismo cada vez màs. Surgido de la familia la rechazarà. El Sujeto querrà ser una estructura en sì mismo. Ir hacia su centro y que su periferia sea su sistema.

El Sujeto aspira a ser totalidad y no parte. El Sujeto tiene que empezar por destruir a la Familia si quiere subordinar a la Vida y luego eliminarla."



La familia forma al sujeto, pero lo forma como cèdula de sì misma y como cèdula de la Vida. La familia construye al sujeto como un artilugio màs de la vida. Pero la familia no tolera al Sujeto mismo. La familia tambièn ha necesitado del Sujeto tanto como el Sujeto de la familia. Es un juego de necesidades històricas o de azares evolutivos. el Sujeto surgiò en el devenir de la Vida y ahora se enfrenta a ella. De la misma manera la familia ha sido formadora de sujetos pero ahora se ve enfrentada por el Sujeto. El Sujeto no habrìa surgido por supuesto sin la Vida pero avizora que puede vivir sin ella. El Sujeto se enfrentarà primero a la Familia. El Sujeto querrà ser èl mismo cada vez màs. Surgido de la familia la rechazarà. El Sujeto querrà ser una estructura en sì mismo. Ir hacia su centro y que su periferia sea su sistema.

El Sujeto aspira a ser totalidad y no parte. El Sujeto tiene que empezar por destruir a la Familia si quiere subordinar a la Vida y luego eliminarla."


miércoles, 4 de febrero de 2015

PERVERSA INTELIGENCIA...

 

 

Rienda corta para los espías argentinos

 Por Horacio Verbitsky para Pàgina 12


El 14 de enero el fiscal Alberto Nisman acusó a la presidente Cristina Fernández de Kirchner y a su ministro de Relaciones Exteriores Héctor Timerman de encubrir la denunciada participación de Irán en un ataque terrorista de 1994.
Nisman fue hallado muerto cuatro días después, horas antes de su programada presentación para exponer sobre sus hallazgos ante el Congreso. Los títulos de los diarios en todo el mundo sugirieron que el gobierno tenía alguna responsabilidad en una de esas tragedias, o en ambas. Yo no lo creo.
Antes de que lo encontraran con una bala en la cabeza, Nisman había investigado durante casi una década el peor ataque terrorista en la historia argentina, la voladura del centro comunitario judío de Buenos Aires, que mató a 85 personas en julio de 1994. Su muerte conmovió al país y distrajo la atención de su escrito acusatorio de 290 fojas. La oposición veía la audiencia en el Congreso como un arma contra el gobierno mientras el partido gobernante se preparaba para señalar los puntos más débiles del escrito.
Los medios están filtrando fragmentos de 5.000 horas de grabaciones telefónicas de Inteligencia, en las cuales no se escucha a la presidente ni a su canciller. Además sobran los rumores acerca de si Nisman fue asesinado o se suicidó. La señora Kirchner osciló entre suponer que fue un suicido y sugerir que no lo fue. En un año electoral, aunque ella no puede postularse para un nuevo mandato, estas vacilaciones no favorecen a su partido.
Especulaciones a un lado, es importante cuestionar la exactitud de los cargos contenidos en la denuncia, que señala en dirección a Irán. El documento, que fue publicado on line, es autocontradictorio.
Primero, acusa a Timerman (quien es judío y fue víctima de la dictadura antisemita que secuestró y torturó a su padre) de buscar la anulación de las Alertas Rojas u órdenes de captura de INTERPOL contra los iraníes acusados. Luego cita una grabación en la que un presunto agente iraní denuncia a Timerman con un insulto antisemita, por no anular las alertas rojas.
Nisman fue criticado por el mismo hombre a quien elogiaba, el ex secretario general de INTERPOL, Ronald K. Noble. La acusación repite 96 veces que Kirchner y Timerman trataron de conseguir que INTERPOL levantara las alertas rojas contra los acusados iraníes. Pero Noble, que era el responsable de las alertas rojas, lo negó y dijo que los gobernantes argentinos fueron consistentes en el sentido contrario.
En una entrevista publicada el 18 de enero, Noble declaró que “lo que Nisman dice es falso”. El mismo día Nisman fue hallado muerto.
Es extraño que un fiscal con la experiencia de Nisman haya preparado un documento tan débil para formular tan serios cargos contra la presidente y el canciller. De las 290 fojas del documento, sólo dos dicen qué delitos se habrían cometido, sin mención alguna ni a doctrina ni a jurisprudencia. Por esto mucha gente cree que el documento no fue escrito por un abogado y que Nisman fue engañado y usado.
Es más posible encontrar la clave de esta historia en el gobierno del ex presidente Carlos Menem que en el actual. Menem es de origen sirio y antes de las elecciones presidenciales de 1989 se reunió en Damasco con el presidente Hafez al Assad, que le brindó apoyo financiero. La participación argentina en la Operación Tormenta en el Desierto contra el aliado de Siria, Irak, en 1991, arruinó ese romance. En 1992 fue demolida la embajada de Israel en la Argentina y en 1994 voló la mutual judía.
Documentos secretos desclasificados en 2003 revelaron que el primer ministro israelí Yitzhak Rabin mandó a la Argentina un enviado personal apenas horas después del ataque de 1994 con el propósito de concertar una versión común de los hechos para comunicar a la prensa. En ese momento, Rabin enfrentaba la presión política de los opositores a las conversaciones de paz con los palestinos en Oslo, que por primera vez contaban con la aprobación siria.
Después de reunirse con Menem, el enviado de Rabin acusó por el ataque a Irán. La misma semana, un vocero del Departamento de Estado de Washington fue más allá y excluyó a Siria de la lista de sospechosos.
A Menem también le pareció políticamente conveniente apartar la mirada de Siria e hizo todo lo posible para impedir que se investigara la pista siria, debido a su relación previa con el gobierno de Assad y sus promesas incumplidas de apoyo diplomático y cooperación en tecnología nuclear y misilística.
Hoy Menem está procesado junto con algunos miembros de su gabinete, con el juez y con dos de los fiscales, acusados de obstruir la justicia y encubrir evidencias sobre el atentado de 1994.
La organización que presido, el Centro de Estudios Legales y Sociales, representa a un grupo de víctimas del atentado. En 2005, el entonces presidente Néstor Kirchner reconoció la responsabilidad del Estado por no haber prevenido el atentado ni resolverlo después.
Se firmó un acuerdo en el que el Estado se comprometió a modificar la ley de inteligencia para impedir cualquier interferencia con la justicia. Llevó casi una década que la viuda de Kirchner, que ahora conduce el país, comenzara a cumplir ese compromiso.
En diciembre, la señora de Kirchner pareció actuar sobre la promesa de su difunto marido al descabezar la conducción superior de la Secretaría de Inteligencia en un retrasado intento de limpiar la casa.
La muerte de Nisman puede haber sido un gol en contra; muchos creen que el destituido jefe de operaciones de inteligencia, Antonio Stiuso, alimentó el escrito de Nisman y podría estar involucrado en su muerte.
De acuerdo con la denuncia, el Memorando de Entendimiento que la Argentina e Irán firmaron en enero de 2013 facilitó el encubrimiento, cuyo objetivo secreto era permitir la adquisición de petróleo iraní, algo altamente improbable debido a su alto contenido de azufre, seis veces mayor al que admiten las refinerías argentinas. Pero el propósito explícito del Memorando era permitir que el juez interrogara a los acusados iraníes y que se estableciera una Comisión Internacional de la Verdad, formada por prestigiosos juristas de otros países.
Firmar un memorandum con la ingenua ilusión de que algún día permitiera llevar a los acusados ante un tribunal, como ocurrió con los acusados libios por el avión derribado sobre Lockerbie en 1988, no constituye delito. El gobierno argentino ignora quiénes son los culpables pero quiere permitir que la justicia los descubra.
La muerte de Nisman y la incertidumbre que se prolonga sobre el atentado de 1994 pusieron en evidencia las fallas del sistema judicial argentino y su relación promiscua con los servicios de inteligencia.
Las prometidas reformas no pueden postergarse. La Argentina necesita más transparencia, más control sobre los servicios de Inteligencia y la interrupción de los lazos inapropiados entre espías, jueces y fiscales.
La señora de Kirchner anunció esta semana la disolución de la Secretaría de Inteligencia y la creación de una Agencia Federal de Inteligencia. Este es sólo el primer paso para conseguir justicia para las víctimas del atentado de 1994 y la familia de Nisman.