jueves, 29 de octubre de 2015

EN ESTADO DE GUERRA...



DEL LIBRO "EL ´PAÍS DE LA GUERRA" DE MARTÍN KOHAN

"La guerra es el padre de todas las cosas" (Elvira Orphee, Aire tan dulce)

"Desde que Dios ha muerto, sólo nos queda la guerra" (Michel Seres, El contrato natural)

"La guerra es la única muerte natural" (Carlos Godoy, La temporada de vizcachas)

"Vinculado por sus raíces a esta pasión por la eternidad, el amor por la patria solo se manifiesta  plenamente en la prueba de la guerra" (Rachel Bespaloff, De la Illíada)

"La unidad de la nación y su diferenciación del resto de América son ambas hijas de la guerra. La guerra es la violencia fundacional de la república" (Esteban Buch, O juremos con gloria morir)

"El modo más común de justificación de la guerra como mal necesario ha sido vincularla a la idea de progreso. No se puede concebir progreso sin guerras" (Norberto Bobbio, El problema de la guerra y las vías de la paz)

"En el sistema sarmientino, la guerra hace de contrapeso a la educación de modo que el discurso se construye en la tensión entre ambas." (Adriana Rodríguez Pérsico, Relatos de época)

"El estado -cualquier estado- no es la eliminación de la violencia sino su institucionalización" (Norberto Bobbio, El problema de la guerra y las vías de la paz)

"Estoy en guerra, me digo: no debería creer en nadie (Pablo Katchadjian, Qué hacer)

"Ahora bien, ¿y si los humanos superan a los animales en su capacidad para la violencia precisamente porque hablan? (Slavoj Zizek, Sobre la violencia)

"No se advirtió, durante la guerra, que la gente volvía muda del campo de batalla? No más rica en experiencias transmisibles sino más pobre" (Walter Benjamin, "El narrador")

"El estado moderno, que pretende poner fin a la guerra civil, es más bien su continuación por otros medios" (Tiqqun, Introducción a la guerra civil)


"La guerra civil no solo está implícita en la revolución, sino que salva a la revolución" (Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la pampa)


En la expresión "guerra sucia", el vocablo alternativo es guerra, contrariamente a lo que quisieron hacernos creer. Guerra mitiga suciedad; y no, como se pretende, "sucia" describe guerra. (Juan José Saer, papeles de Trabajo II)

"Se hace la guerra para ganarla, no porque sea justa" (Michel Foucault, La naturaleza humana, justicia vs.  poder)


"El soldado se queda pensando, al rato nos dice: estamos muy nerviosos no porque estamos en guerra sino que estamos en guerra porque estamos muy nerviosos. Yo intervengo y digo: no, las dos cosas son lo mismo: la guerra es estar nervioso." (Pablo Katchadjian, Qué hacer)

lunes, 26 de octubre de 2015

DE HOMBRES, CUCARACHAS Y CIUDADES...

 


"KAFKALANDIA" Por RODRIGO FRESÁN (DEL LIBRO "MEJOR QUE FICCIÓN" .-CRÓNICAS EJEMPLARES. ED JORGE CARRIÓN)

"Al despertar Gregorio Samsa  una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto, anuncia uno de los principios más justamente célebres y celebrados en toda la historia de la literatura. La primera línea de la "metamorfosis", de Franz Kafka, el texto que hizo por las cucarachas lo que Moby Dick hizo por las ballenas: les dio estatura mítica, las convirtió en algo inmenso y poderoso y capaz de simbolizar casi todas las cosas de este mundo."

"Es facil sentirse una cucaracha kafkiana cualquier mañana que uno se dispone a tomar un avión
En la ventanilla del avión veo como Praga se acerca y, con ella, Kafka que está en todas partes, que pronto conquistará Marte:"

"Praga, para Kafka, era un sentimiento y, como los sentimientos, posible de confusiones, malentendidos, alternativas emocionales. Para mí, Praga -en mi desconocimiento puntual del territorio- era un sitio al que siempre imaginé más como laboratorio que como ciudad. "

 "Esa noche, mi última noche en Praga, tengo un sueño definitivamente kafkiano que, seguro, estuve incubando en la oscuridad de mi inconsciente, como una fiebre, durante toda esta semana. Ahora, por fin, me sale: en mi sueño, al principio, apaecen una sucesión de imágenes desordenadas, paisajes de la ciudad, nieve y sol, Big Macs, muñecas rusas, música esférica  descendiendo desde balcones sostenidos por titanes de piedra. De uno de esos balcones sale una columna de humo blanco y negro y, ahí dentro, Max Brod obedece la voluntad de su amigo de toda la vida recién muerto. Max Brod quema la obra de Franz Kafka y, con la última página hecha cenizas, Praga desaparece. Entonces, en algún lugar de los rojos canales de Marte, todas las hermosas cucarachas se despiertan para descubrir que se han convertido en horribles hombres."

sábado, 17 de octubre de 2015

ADIOS QUERIDA LUNA...

 

"LOS ASUNTOS PENDIENTES" Por RAFAEL SPREGELBURD para PERFIL.

En mi universo teatral es impensable que se haya ido Pavlovsky. Su teatro ha gravitado directa o indirectamente sobre toda escena que se produzca en nuestra cultura. El teatro de Tato –rabiosamente anticultural, encantadoramente intelectual, abstractamente físico y corpóreo– está ligado a las razones del hacer teatro en la Argentina: es denuncia, es delirio y es reflexión escrita en los bordes.
La noticia de su muerte me parece poco menos que increíble. Temo que con él muera una parte fundamental de mi propia historia: sus estrenos en aquel pequeño gran bastión del teatro Babilonia; sus visitas desinteresadas y generosas al Sportivo Teatral, donde yo me formaba como actor y donde nos encandilaba con sus funciones íntimas de Potestad; su manera luminosa de pensar el teatro sustraído de los vulgares presupuestos del poder y de las modas; su presencia elegante y temible en cuanto debate lo involucrara; su mítico pasado como campeón de natación; su cuerpo fortachón y desbaratado, soporte irreemplazable de sus obras más icónicas.
Su último texto, Asuntos pendientes, no es ni una despedida ni un balance: parece abrir la puerta de una dramaturgia siempre fiel a sus preceptos (el teatro como ceremonia y nunca como simulacro) y al mismo tiempo novedosamente directa y molesta: sus asuntos pendientes (el maltrato infantil, las mil miserias de la marginalidad, el turismo sexual, la hipocresía política) dejan un tendal de imágenes de un mundo escabroso y violentamente cómico.
La última vez que nos vimos fue rodando una película. “Me llaman para hacer de viejo”, me dijo, entre risitas sarcásticas, y era evidente que él jamás se creyó viejo. Es lógico. ¿Cómo habrán jamás de envejecer estas obras sin edad y que perturban en cualquiera de las muchas etapas de su producción? ¿Cómo podrá nunca jamás morirse Tato Pavlovsky, si el teatro de Pavlovsky es inmortal?

TAN ELEMENTAL COMO NECESARIO, WATSON...

 

"LAS DIFERENCIAS"  Por Martín Kohan para Perfil

 Tengo la impresión de que aquella idea de que todos los políticos son iguales, que antes se oía casi por todas partes, ahora ha caído felizmente en desuso. Siempre me pareció que tamaña generalización, potenciada en el lugar común, no era tanto la expresión de una supuesta homogeneidad en la dirigencia política argentina como la expresión de una profunda pereza política nuestra, de los votantes, de los ciudadanos, para ocuparnos de matizar y discernir. Durante los terribles días de finales de 2001, pese a que otros percibieron ahí la emergencia de un alto grado de concientización política, la tara generalizadora llegó a mi entender a su punto más alto con la consigna torpe (y prontamente olvidada) de que se fueran todos.
¿Todos? ¿Todos por igual? Nuestra perspectiva política adopta en la actualidad un criterio bastante más elaborado. Escuchamos, leemos, sopesamos, dirimimos; al menos yo no escucho que se diga que Macri y Nicolás del Caño son iguales, que Scioli y Margarita Stolbizer son lo mismo. Nos disponemos a detectar sus diferencias, para mejor razonar y elegir.
Estos años de tan álgidas discusiones políticas fueron los que propiciaron este enfoque más agudo por parte de todos nosotros. La práctica cotidiana del desacuerdo y el debate nos fue habituando a esa evidencia: que los políticos no son todos iguales; y que nosotros, los ciudadanos, no pensamos todos lo mismo ni anhelamos todos un mismo modelo de país. Según parece, hay ciertas personas a las que esos disensos y esas diferencias se les han acabado volviendo una grieta. Eso habría que asignarlo, sin embargo, a la intolerancia o la irritabilidad, a la prepotencia o la agresividad de algunos temperamentos: los que se han dejado agrietar. Los políticos no son todos iguales, y nosotros tampoco. Saberlo y convivir es mejor que habitar, indiferentes, en el reino de lo indiferenciado.