"En los debates académicos la categoría "populismo" adquirió tantos sentidos diferentes que llevò a que muchos cuestionaran su utilidad. Pero al volverse de uso común en los medios de comunicación y en los debates políticos, especialmente en las últimas dos décadas, se terminò de descontrolar completamente. Hoy casi cualquier cosa puede ser llamada "populismo" en la prensa internacional. "Populista" se ha vuelto una especie de acusación banal que se lanza para desacreditar a cualquier cosa o adversario, buscando asociarlo con algo ilegal, corrupto, autoritario, demagògico, vulgar o peligroso.
En los debates actuales, "populismo" significa no mucho màs que ser amistoso con la clase baja -sea en términos de políticas concretas o simplemente de manera discursiva- o tomar medidas (o tener estilos) que desagradan a las elites políticas, económicas o culturales. Porque, supongamos por un momento que manifestar cercanía hacia la clase baja fuera algo que se aparta de los ideales de las democracias "normales", esto es, de las que supuestamente dejan que el "pluralismo" oriente una negociación cordial de todos los intereses sociales, sin preferencia por ninguno. Y supongamos que tal desviación fuera tan importante que requiriera todo un concepto para nombrarla: no es "democracia", sino "populismo". Aceptemos todo eso por un momento. ¿Cómo es entonces que no hay un concepto especifico para nombrar la desviación opuesta, es decir, las ideas, actitudes, estilos o políticas que manifiestan cercanía con las clases altas y producen desagrado a las clases bajas? ¿Cómo es que tal apartamiento del ideal de pluralismo es simplemente una de las variables aceptables de la democracia y no reclama una etiqueta especial que nos advierta sobre el peligro que implican?
En la ausencia de la respuesta a esas preguntas, la pretensión normativa del concepto "populismo" queda perfectamente clara."
En los debates actuales, "populismo" significa no mucho màs que ser amistoso con la clase baja -sea en términos de políticas concretas o simplemente de manera discursiva- o tomar medidas (o tener estilos) que desagradan a las elites políticas, económicas o culturales. Porque, supongamos por un momento que manifestar cercanía hacia la clase baja fuera algo que se aparta de los ideales de las democracias "normales", esto es, de las que supuestamente dejan que el "pluralismo" oriente una negociación cordial de todos los intereses sociales, sin preferencia por ninguno. Y supongamos que tal desviación fuera tan importante que requiriera todo un concepto para nombrarla: no es "democracia", sino "populismo". Aceptemos todo eso por un momento. ¿Cómo es entonces que no hay un concepto especifico para nombrar la desviación opuesta, es decir, las ideas, actitudes, estilos o políticas que manifiestan cercanía con las clases altas y producen desagrado a las clases bajas? ¿Cómo es que tal apartamiento del ideal de pluralismo es simplemente una de las variables aceptables de la democracia y no reclama una etiqueta especial que nos advierta sobre el peligro que implican?
En la ausencia de la respuesta a esas preguntas, la pretensión normativa del concepto "populismo" queda perfectamente clara."
EZEQUIEL ADAMOVSKY: "EL CAMBIO Y LA IMPOSTURA".