jueves, 30 de mayo de 2019

LOS CAMINOS Y LOS MAESTROS...

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Alguna vez lo leí: o se sigue a los maestros o se sigue las enseñanzas de los maestros. 
En una entrevista reciente, Beatriz Sarlo dice que ella no vota "al menos malo", y que llegado el caso (y el "caso" llega en pocos meses y, al parecer, con final muy ajustado) votaría en blanco. Que sólo vota por un candidato cuando está convencida.
En un debate (también reciente) en la facultad de letras entre dos profesores reconocidos por su trayectoria académica ( Kohan en letras y Sartelli en historia) al ser consultados por su voto, los dos dijeron lo mismo: que van a votar en blanco.
A los 18 años (en las legislativas del 2001, es decir, en pleno fervor del voto bronca y en forma previa al estallido y al qsvt) sin conocer ni a Sarlo ni a Kohan ni a Sartelli, voté como lo van a hacer ellos este año. Aunque no exactamente, porque no dejé el sobre vacío en la urna, sino que escribí un texto de varias páginas en el que expresaba lo que me generaba votar por primera vez: desconcierto absoluto. Y explicaba que, en la desconfianza, no podía votar por nadie.
Viendo la película para atrás, puedo decir que, en ese momento, seguí a mis futuros maestros; a esos que todavía no conocía.
Hoy, por el contrario, prefiero seguir sus enseñanzas. En el peor de los casos, estaré equivocado con mis amigos, algo que (muchas veces) resulta más reconfortante que tener la razón solo.

lunes, 20 de mayo de 2019

LA SORPRESA DEL EGO

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"NESTORIZAR" Por Eduardo Aliverti para Página 12 (20/05/2019)
Esta columna es escrita con la relativa comodidad de no tener que salir al toro, apenas producida la noticia.
Con disculpas por usar primera persona en un artículo periodístico y autorreferenciarse, vayan dos impresiones que tuve, el sábado a la mañana, cuando como el común de los mortales excepto Fernández y Fernández, creo saber que Máximo y no más que un puñado estrechísimo de íntimos, quedé con la boca abierta y pensé que la voz del “renunciamiento” era de una imitadora fenomenal.
Con el correr de los minutos, sin embargo, me convencí de dos aspectos que pasadas las horas ratifico a pleno.
El primero es la nestorización de la campaña, como lo dije en la salida al toro ése en Marca de Radio. Muchos verbos e imágenes precipitados, todos de lugar común: consensuar, audacia, sorprender, movió la dama y jaque, practicidad. 
El segundo aspecto es lo que escribí en la nota de este diario, la semana pasada, bajo el título de “Apurados, abstenerse”. Sobre el cierre de esa nota, hubo el resaltado de que hay la Cristina que sus adeptos y enemigos necesitan para conmoverse y herirla. La Cristina como vector de emociones inalterables a favor o en contra.
Y que hay la Cristina que se necesita para ganar.
Como se leerá dentro de unas líneas, corrijo en alguna medida que “ganar” vaya en primer término.
Aunque lo dicen en potencial, la mayoría de analistas leídos y escuchados hasta acá señalan que Fernández-Fernández es una fórmula, en principio acertada, para triunfar en las elecciones.
Esa posibilidad es reconocida, con estricto pedido de anonimato, por varios de los propios cambiemitas del equipazo gubernamental.
Un funcionario del entorno más cercano a la gobernadora bonaerense señaló que, si Sergio Massa se suma al armado de CFK, antes o después de las primarias, Cambiemos está “liquidado sin más vueltas”. 
Si el binomio es favorito y amplía las chances de vencer, incluso en primera vuelta evitando el ballottage, efectivamente habrá que comprobarlo en las urnas. 
Es elemental, pero se lo subraya porque hay mucha gente tentada por comerse la cena en el almuerzo.
No hay antecedentes, ni aquí ni, es probable, en proceso electivo de parte alguna, por los cuales se haya decidido una fórmula presidencial sin chequeo mínimo de la repercusión que tendrá.
La cuenta fácil, también posiblemente certera, es que Cristina no perderá un solo voto de su núcleo incondicional y que Alberto le sumaría una cifra, quizá decisiva, no de alérgicos a ella y al peronismo –irrecuperables– pero sí de perezosos.
Tal cálculo requiere igualmente de demostrarlo. El tercio electoral sin otra convicción que lo que le parezca a último momento quedará repartido entre lo que se sufra y lo que quiera creerse del estadio económico generalizado. En eso sí que los antecedentes sobran, a partir de lo que ahora se llama “construcción de subjetividad”.
La inflación bajó unas décimas, bien que por conducto recesivo. La cotización del dólar, gracias los desembolsos usables de un FMI que quemó sus manuales como nunca en la historia, podría no escaparse hasta las elecciones.
Con esos dos elementos ilusorios pero eventualmente eficaces, más la artillería de no volver al pasado, nadie debería asegurar que lo que quede de la alianza oficialista no podrá mantenerse a flote.
Suena raro. No inverosímil.
A hoy, sí parece complicado porque Macri es incapaz de remontar su caída. 
Porque no se ve espacio para los operativos Heidi y Lavagna.
Porque la ancha avenida del medio está cada vez más angosta, para no decir extinta.
Porque, en todo caso, lo que reste de ella quedaría cubierto por Alberto postulado a la cabeza. 
Porque la quimera de extender Cambiemos no tiene con quién ser ampliada. 
Ningún radical sabe responder cuál figura realmente existente supondría agrandarse, salvo por el alcance acotado de Martín Lousteau y por un Roberto Lavagna que el macrismo descarta. Sin perder de vista que esto es la Argentina, y que el volumen de asombro no se agota jamás.
El desafío opositor, como sea, es unidad en la acción y no la acción de sentarse a ver pasar el cadáver del enemigo, amparándose en aquello de que no debe interrumpírselo mientras está equivocándose.
Retrocediendo, o avanzando, en lo cronológico es cierto que primero hay que ganar. 
Conceptualmente, en cambio, F y F es una decisión para gobernar.
El arco de pactos que se requerirá, para preparar antes de diciembre y ejecutar después, es policlasista, en consecuencia multisectorial y de un porte inédito.
Entre 2001 y 2003, este país se reconstruyó desde sus ruinas gracias a que confluyeron dos cosas de importancia semejante. 
Una fue la decisión política de Néstor, que leyó como nadie preveía los emergentes del estallido. 
Y la otra, un escenario mundial inmejorable para las materias primas que Argentina exporta más unos vecinos, latinoamericanos, políticamente amigables.
Por las dudas: en ese orden. Los vientos de cola pueden ser aprovechados para beneficio popular o para festín de las élites.
Ahora, además de no acontecer ese mundo “disponible”, las ruinas que deja esta oligarquía diversificada tan venal como inepta son, aunque parezca mentira, peores que aquellas. 
Se debe en dólares mucho más que entonces, el corsé del Fondo Monetario es descomunal, el aparato productivo requiere de una inyección reactivadora que estará en soledad regional e internacional.
¿Con quiénes se encara una epopeya reformista de ese tamaño, quitadas las ensoñaciones perpetuas de que basta con un sujeto social movilizado?
Hasta que alguien explique lo contrario con más seriedad que romanticismo vacuo; con más pragmatismo distributivo que con consignas cómodas; con más efectividades conducentes que con infantilismos falsamente izquierdistas, esto es rosca a dos manos. Con una se trabaja el desarrollo de una economía popular que satisfaga necesidades inmediatas y prospectivas. Con la otra se dirige con firmeza a un empresariado cuya vocación patriótica no existe. 
Para esa rosca, que es palabra tan antipática como imprescindible, hacía falta que la líder indiscutida cediera espacio a un articulador. Solamente la berretada de los medios oficialistas –estupefactos– se anima a definirlo como un títere.
Lo de Cristina nunca fue ni será el barro cotidiano, agotador, de tejer a varias puntas. Está por encima de eso, pero sería una irresponsabilidad que lo ignorara.
La decisión, entonces, ha sido nestorizar.
No hay ningún quiebre ideológico.
Quienes deseen pasarle esa factura deberán esperar a que traicione.
No es lo suyo.

miércoles, 15 de mayo de 2019

LAS SONRISAS DEMOLIDAS POR LA SANGRE

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Pablo Neruda 

El general Franco en los infiernos

"Desventurado, ni el fuego ni el vinagre caliente
en un nido de brujas volcánicas, ni el hielo devorante,
ni la tortuga pútrida que ladrando y llorando con voz de mujer muerta te escarbe la barriga.
buscando una sortija nupcial y un juguete de niño degollado,
serán para ti una puerta oscura,
arrasada.

En efecto.
De infierno a infierno, ¿qué hay? 
En el aullido de tus legiones, en la santa leche
de las madres de España, en la leche y los senos pisoteados
por los caminos, hay una aldea más, un silencio más
una puerta rota.

Aquí estás. Triste párpado, estiércol
de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra
de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres,
oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh mal nacida palidez de sombra.

Retrocede la llama sin ceniza,
la sed salina del infierno, los círculos
del dolor palidecen.

Maldito, que solo lo humano 
te persiga, que dentro del absoluto fuego de las cosas,
no te consumas, que no te pierdas
en la escala del tiempo, y que no te taladre el vidrio ardiendo ni la feroz espuma.

Solo, solo, para las lágrimas
todas reunidas, para una eternidad de manos muertas
y ojos podridos, solo una cueva
de tu infierno, comiendo silenciosa pus y sangre
por una eternidad maldita y sola.

No mereces dormir
aunque sea clavados de alfileres los ojos: debes estar
despierto, general, despierto eternamente
entre la podredumbre de las recién paridas,
ametralladas en Otoño. Todas, todos los tristes niños
descuartizados,
tiesos, están colgados, esperando en tu infierno
ese día de fiesta fría: tu llegada.

Niños negros por la explosión,
trozos rojos de seso, corredores
de dulces intestinos, te esperan todos, todos, en la 
misma actitud
de atravesar la calle, de patear la pelota,
de tragar una fruta, de sonreír o nacer.

Sonreír. Hay sonrisas
ya demolidas por la sangre
que esperan con dispersos dientes exterminados
y máscaras de confusa materia, rostros huecos
de pólvora perpetua, y los fantasmas
sin nombre, los oscuros
escondidos, los que nunca salieron
de su cama de escombros. Todos te esperan

para pasar la noche.
Llenan los corredores como algas corrompidas.
Son nuestros, fueron nuestra
carne, nuestra salud, nuestra
paz de herrerías, nuestro océano
de aire y pulmones. A través de ellos
las secas tierras florecían. Ahora, más allá de la tierra,
hechos substancia
destruida, materia asesinada, harina muerta,
te esperan en tu infierno.

Como el agudo espanto o el dolor se consumen,
ni espanto ni dolor te aguardan. Solo y maldito seas,
solo y despierto seas entre todos los muertos,
y que la sangre caiga en ti como la lluvia,
y que un agonizante río de ojos cortados
te resbale y recorra mirándote sin término. "

martes, 7 de mayo de 2019

EL SUCESOR...

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Si hablamos de fútbol todavía no sabemos quién será el sucesor de Messi; si hablamos de cine podemos arriesgar quién será el sucesor de Lars Von Trier: el griego Lanthimos. Me falta ver un par de películas para completar su filmografía, pero después de haber visto "El sacrificio de un ciervo sagrado", "La langosta" "La favorita" y "Canino", puedo decir que son todas joyas. 
Todas son fascinantes y perturbadoras a la vez (como lo son las películas de Von Trier). 
En todas uno se pregunta, por lo menos una vez, "Qué es esto que estoy viendo?"
En todas hay por lo menos una escena en la que nos resulta difícil no desviar la mirada de la pantalla. Y en todas quedamos sorprendidos por su inteligencia y su originalidad para construir mundos que funcionan con su propia lógica.
No sé si Von Trier salió de su depresión; tal vez el hecho de ver que encontró en Lanthimos a un excelente continuador pueda ayudarlo a ofrecer una nueva lección de cine. O no.