martes, 31 de agosto de 2010

AL GRAN JULIO, ARGENTINO, SALUD...




Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984)

Poema, de Último round...

" Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y
cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese
pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre en
una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío. "

lunes, 30 de agosto de 2010

LUCES AL ATARDECER...




Domingo por la tarde....el arteplex me llama. "Luz Silenciosa" tiene, a priori, todos los condimentos para moverme de casa, pasearme por el roca y el subte, y depositarme a metros del obelisco, bajo un sol tremendo.
Gente grande (muy grande) por todos lados. Y yo. Me divierte la situación. Me imagino contando la experiencia en el trabajo.
En ese cine-geriátrico, encuentro, en "Luz" lo que estaba esperando: soltar mi globo de felicidad. Una combinación armoniosa con elementos de Tarkovski, Terrence Malick, Carl Dreyer ("La palabra") y de... Lucrecia Martel! (¿cómo no pensar en La Ciénaga?)
Las palabras pueden resultar innecesarias. Sólo pueden hacer daño. Con esta grata premisa, Carlos Reygadas nos toma de la mano y nos conduce, a pie, a través de paisajes y silencios.
Disfrutemos de este silencio luminoso entonces…

domingo, 29 de agosto de 2010

LAS COSAS QUE HACE...




Viernes por la noche. Voy al teatro Coliseo a ver Baraka. Desde el año pasado tenía ganas de ver la obra. Jorge Marrale y Darío Grandinetti son dos de los actores que tenía pendiente ver sobre el escenario. La obra me gustó, pero esperaba más. Cuatro amigos que se reencuentran y comparten recuerdos de tiempos pretéritos y alegrías y amarguras del presente. Un abogado drogón recién salido de un instituto psiquiátrico (un brillante Marrale), un homosexual enredado en su fragilidad de artista existencial (Grandinetti), un empresario teatral cínico y misógino (Arana) y un político corrupto y egocéntrico (Leyrado) se reencuentran en el departamento de uno de ellos para compartir una noche (la última seguramente) más. Sobre ese eje temático giran los personajes durante las dos horas que dura la función.
La obra se mueve entre la comedia y el drama, haciendo mucho mas hincapié en el primero de los registros.
Mi atención, la mayor parte de la obra, hace foco en Marrale. Y es que hay que ver la cosas que ese tipo hace sobre el escenario...pasajes de una comicidad absoluta, hilarante, seguidos de silencios cargados de un dramatismo intenso. Marrale conmueve, no así Baraka, que entretiene, sí, pero sin llegar a tocar ninguna fibra íntima.
Habrá que estar atentos, entonces, a la próxima experiencia teatral que sea capaz de movilizar, de interpelar aquello que reposa en nosotros.

sábado, 28 de agosto de 2010

"NO PREGUNTO QUIÈN ERES..."




Walt Whitman (EEUU, 1819-1892)


Hojas de hierba (fragmento)
" Creo que una brizna de hierba no es inferior a la jornada de los astros
y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena...
y que el escuerzo es una obra de arte para los gustos más exigentes...
y que la articulación más pequeña de mi mano es un escarnio para todas las máquinas.
Quédate conmigo este día y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas.
Creo en tí alma mía, el otro que soy no debe humillarse ante tí
ni tú debes humillarte ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba, quita el freno de tu garganta.
(...)
Creo que podría retornar y vivir con los animales, son tan plácidos y autónomos.
Me detengo y los observo largamente.
Ellos no se impacientan, ni se lamentan de su situación.
No lloran sus pecados en la oscuridad del cuarto.
No me fastidian con sus discusiones sobre sus deberes hacia Dios.
Ninguno está descontento. Ninguno padece la manía de poseer objetos.
Ninguno se arrodilla ante otro ni ante los antepasados que vivieron hace milenios.
Ninguno es respetable o desdichado en toda la faz de la tierra.
Así me muestran su relación conmigo y yo la acepto.
(...)
No pregunto quién eres, eso carece de importancia para mí.
No puedes hacer ni ser más que aquello que yo te inculco

CIENCIAS MORALES...





Vuelvo, una vez más, al cinematógrafo con mi amigo. Vamos a ver "La mirada invisible", adaptación de la (excelente) novela "Ciencias Morales" de Martín Kohan. Salimos decepcionados. La película es discreta hasta desenlace. Una vez llegado ese momento, Diego Lerman se encarga, con el giro del guión, de tirar por la borda toda la riqueza que hay en la novela de Kohan, que se puede resumir en una sola palabra: ambigüedad. Una ambigüedad con olor a brutalidad. En la película no hay "olor a brutalidad", sino brutalidad lisa y llana.
Pienso en la necesidad de algunas escenas. La escena de la fiesta por ejemplo. ¿Qué papel cumple? Me doy cuenta: esa escena es necesaria para saber que María Teresa es virgen, algo que en la novela queda absolutamente en evidencia a través de la maestría narrativa de Kohan, y que en la película no había otra forma de poner en evidencia que a través de una pregunta directa que le hacen a la protagonista: "¿Sos, virgen no?". Y esta escena es necesaria dado que María Teresa, al espectador que llega al cine sin haber leído la novela, se le presenta como un ser inasible, por momentos parece una chica tímida descubriendo torpemente su sexualidad y por momentos una perversa a punto de abusar de los adolescentes que tiene a su cargo. Es necesario que nos aclaren esta situación, que sepamos que es virgen antes de su violación (la mayor falta de coherencia con el libro) para odiar más a Biasuto al momento de consumar la vejación.
Como apunta muy bien mi amigo, "la protagonista de la película es una persona que no tiene nada que ver con la protagonista del libro"
En la novela, las relaciones de poder que construyen la moralidad ("las ciencias morales"), entre el Estado represor y el Colegio emblema de Bs. As, entre el jefe de preceptores y la joven preceptora, y entre esta última y los alumnos adolescentes, se encuentran todo el tiempo atemperadas, mostradas pero al mismo tiempo invisibilizadas, confrontadas por deseos que no tienen nada que ver con normas, disciplina o instituciones. En este juego dual, se encuentra la riqueza de la novela de Kohan. En la película de Lerman, en cambio, las relaciones de poder se evidencian, no hay dualidad, no hay ambigüedad, el final es brutal, lo pone al espectador, una vez más, en la posición de aborrecer con toda su alma el accionar de los agentes represores. El problema es que estamos un poco cansados de ver lo malo que eran estos tipos. Kohan se corre de mostrar a Biasuto como, simplemente, la peor de las basuras. Nos hace sentir eso, pero no lo pone en evidencia. Nos hace sentir la presencia del poder, pero también nos hace sentir la presencia del deseo, y allí donde hay deseo, donde hay deseo compartido, no hay brutalidad.

domingo, 22 de agosto de 2010

A MILÌMETROS DE VOS...



"FUGU". (PEDRO AZNAR)

A milímetros de Dios
A milímetros del odio
A milímetros de vos
A milímetros del rojo
A milímetros del sol
A milímetros del polvo
Cortar, cortar, cortar lo que no da
Soltar tu globo de felicidad

Pálidas rosas de hospital
entre la niebla
Cálidas cosas a olvidar
En boca de un titán
las rimas que invocan el mal
Gritando la verdad
incómoda y brutal

A milímetros de Dios...

Células blandas de habitar
Tiempo de siembra
Píldoras blancas de aguantar
En boca de un titán
las rimas que invocan el mal
Gritando la verdad
incómoda y brutal

A milímetros de Dios
A milímetros del odio
A milímetros de vos
A milímetros del rojo
A milímetros del sol
A milímetros del polvo
Cortar, cortar, cortar lo que no da
Soltar tu globo de felicidad.


Viernes por la noche. Pedro Aznar toca, en el marco de la presentación de su disco "Quebrado", en la biblioteca Mentruyt.
El show es intimista. Breve pero, al mismo tiempo, intenso y cautivador. Azar sobre el escenario está solo pero vale por 3 o 4 músicos. Guitarra eléctrica y acústica, bajo, percusión y teclados pasan, con igual virtuosismo, por sus manos.
Salgo del show y pienso que el Indio, como siempre, tiene razón: la música es lo más parecido que puede haber a la poesía: pura forma, puro goce estético.
Viéndolo a Pedro Aznar, estando sentado de frente a sus acordes, a sus melodías, y a sus armonías vocales, uno parece estar presenciando una explosión de vida.

VIVIR AFUERA...




"Quién es Azara?! Ah, vos pibe?...Sabès que hoy me pasaron a buscar en una kangoo, viste las kangoo?, esas que subìs de costado, bueno y salì apurado, y me olvide el ipod, las drogas y tu libro."

"Los talleres literarios no sirven para un carajo. Si sos bueno, sos bueno. Me parece que los que van al taller son gente que está al pedo y dice "bueno, qué hago, voy al taller o me quedo en casa haciéndome la paja?", y al final dicen, "bueno voy, total la paja me la puedo hacer mañana”.


Un amigo me da la noticia, vía msn, ayer por la tarde. Hoy abro hotmail y me encuentro un correo electrónico de mi primo con el link de la noticia de La Nación. Murió Fogwill señores. Se fue uno de mi "trío tutelar nacional". Al único que tuve la posibilidad de conocer personalmente. No puedo hacer otra cosa que pensar en ese día. En los mails que intercambiamos, en el poema que me dedicó delante de la clase, en la explicación desopilante que me dio sobre su olvido del libro que me había prometido ("para Azara este poema, que olvidé su libro").
Me quedan sus libros, leídos y por leer, y el inevitable desafío de escribir algo, lo que sea, tan bueno como a lo que me acostumbró el viejo Quique.
Quique escribì lo que quieras, pero por favor no me dejes...




¿Cómo estás?

Fogwill: Creo que bien, hoy es un día malo, pero estoy bien.

¿Por qué malo? La próxima pregunta era: "¿qué tal tu día?".

Fogwill: Me levanté a las seis y media…

Fotógrafo: igual que yo.

Yo a las diez, me hacen dar culpa.

Fogwill: Y me fui a nadar, al gimnasio... y cuando salgo del gimnasio veo que en el bolsillo me habían quedado cinco pesos. Fui al auto, donde tenía la plata y la tarjeta y todo, y estaba la llave del auto adentro. Entonces tuve que hacer una colecta para ir a casa a buscar la otra llave. Y esa ida a casa, más la pasada por el banco para sacar plata para el taxi, me robó la siesta. Y al mediodía tenía una cosa infernal…

Un diálogo con los lectores del diario El País.
Fogwill: Respondí en una hora y media SESENTA preguntas. Están publicadas en la página. Algunas respuestas no las pusieron, porque las preguntas eran medio pesadas.

¿Si? ¿Sin identificarse?

Todos anónimos. Pero fue bien. Lo que pasa es que también me iban a hacer otro reportaje, pero a la portera la llamaron del colegio de la hija porque tenía fiebre, así que tuvo que ir a buscarla. Y entonces no tenía quien les abriera abajo a las periodistas que venían a hacerme la nota, y yo estaba respondiendo lo de El País.

O sea que ésta es la tercera nota que das en el día. Me siento pésimo. ¿A vos no te cansa?

Está bien… Cada vez que salía un libro mío en España con Mondadori era igual. Mondadori tiene uno de esos jefes de prensa eficaces que te hacen “ruedas de prensa”, así que hice 23 periodistas en un día en un hotel. Aparte venían todos: La Razón de Extremadura… la radio bilingüe de Cataluña… el periódico de las Baleares… yo que sé. Ninguno, por supuesto, sabía quién era yo.

¿Y qué preguntan?

"¿En qué se inspira?". Es bastante incómodo.

¿En qué te inspirás?

(Se ríe). Y además tuve otra complicación hoy. Ahora me acuerdo, porque tenía una siesta programada para las cinco de la tarde, y cuando me estoy por ir a la cama suena el teléfono y me agarra un tipo, Joaquín Pichón Riviere, con un laaargo quilombo de marketing…. entonces rebobiné y pasé a mi otro papel.

Y fue la siesta. ¿Y ahora en qué estás?

Yo trabajo mucho, tengo muchas novelas, muchos cuentos, que ninguno me sale. Perdí la facultad de escribir cuentos, la perdí.

¿Cómo se pierde la facultad de escribir cuentos?

Puede ser que la novela se vaya morfando la bronca que uno carga en los cuentos. La vas descargando en la novela y cuando llegás al cuento parece como si fuera un “tema la vaca”. ¿Entendés?

Más o menos.
O autoplagio.

¿Y disfrutás de escribir? ¿O te cuesta sentarte a escribir? ¿Dónde está el placer de escribir? ¿Existe? ¿O el placer está en leer después?

Yo no entiendo a los pescadores. Es como los cazadores, que tampoco los entiendo. Yo nunca cacé, ni voy a cazar.

Justo en ese momento, JUSTO en ese momento, pasan por la calle unas chicas. Van apareciendo intermitentemente por las ventanas que dan a Guatemala, y luego doblan en Oro, así que las seguimos viendo. Ellas miran hacia adentro y sonríen.

“¿Qué les pasa, chicas?” dice Fogwill. “Pasaron dos veces ya, y miran”.

“Se ríen…”
Si vuelven a pasar… te aviso que salgo.

Ok, pero yo lo cuento en la nota. Sigamos mientras con los cazadores.
Es como en la caza… El placer es atrapar la cosa que está en estado naciente. Es muy difícil de explicar.

¿Y en cuanto a la disciplina de escribir?

Pará pará pará… yo no tengo disciplina. Tengo “rituales” en la vida. Hace ya años que, salvo cuando estoy viajando, que viajo mucho, mucho más de lo que debiera y que me gustaría, voy todas las mañanas a la misma hora a nadar. Voy al gimnasio un rato antes, tomo un poquito de sol, si hay sol. Y nado. Y después me como todo, ¿no? Tengo hábitos establecidos.

Claro, pero con respecto a la escritura digo.

No, ninguno. Solamente sé que hay un momento, por la mañana, en el que yo cuando me instalo en mi escritorio, me pongo ahí, leo los diarios, en media hora nomás...

¿Diarios de acá o de afuera?

De afuera leo El Mercurio, La Tercera, y recibo el resumen del New York Times. Y de El País leo la parte de cultura. Y después de eso me busco en Google.

¿Todos los días?

Claro, porque lo tengo cargado en el Google, en “búsqueda avanzada”. Fogwill en las últimas 24 horas.

¿Y qué encontrás?

De cincuenta menciones veinte son de blogs boludos de Argentina, cuatro son de blogs boludos de España, y el resto son todos los demás Fogwill del mundo que descollan en alguna boludez.

¿Y te has encontrado con cosas desagradables?

Las desagradables me encantan. Hay una que se puso de moda: “Viagra Fogwill”. Me llaman “Viagra”. A mí me indigna. Nunca usé ni voy a usar Viagra. Si yo no lo necesito. Si no se me para no cojo, y listo. Si me divierto igual, ¿no?

Ajá, pero digamos que son cosas más bien en tono de joda.

Como agresión. Que soy un escritor en decadencia, que estoy terminado, etc. Lo lanzó un tarado argentino, Omar Genovese, que es un mediocre que tiene un blog. El blog no es mediocre, él es mediocre.

Bueno pero sigamos en la rutina.

Después de todo eso miro el correo, que no lo contesto hasta la tarde, y me queda más o menos una hora y media para escribir. Así que abro, y agarro lo último que estuve escribiendo y lo miro. Si me da ganas sigo escribiendo arriba de eso, o corrijo eso. Generalmente no me da ganas, me da ganas de quemar todo.

(Llega el vino).

Fogwil dice: "No sé juzgar vino blanco".

Yo menos, sirva nomás. Pero entonces hay cierta disciplina

No, no es disciplina. Es un recurso económico. Para poder producir elijo lo que tengo mejor. Y listo. Todo eso lo hago tomando té verde. Y ahí me preparo mi desayuno, que depende de si están o no los chicos en casa.

¿Cuántos hijos tenés?

Cinco. Pero chiquitos dos.

¿Qué edades?

Bah, chiquitos. Tremendo pelotudo de trece y tremenda conchuda de once... es una mina ya. Si no están los chicos me hago el desayuno. Si están los chicos, primero les hago el desayuno a ellos. Es que son muy exigentes... tengo que calarles los pomelos.

Ah, pero es un laburazo.

Hasta tengo un cuchillo especial. Y después hago el huevo frito “a la Quique”.

¿Eso todo de desayuno?

Es el desayuno de los chicos. Mi desayuno es algún fiambre que sobre, si no hay fiambre pesceto de anoche o asado de antes de ayer, y una fuentecita de granola. Hecha por mí. Mi granola.

Bien. Saludable. Y al gimnasio y la pileta vas todos los días.

Todos los putos días.

Pero volviendo al tema de la escritura… una disciplina ¿no puede ser útil?
No, no sirve para nada. Mata la voz interior. Hay que dejar que aparezca la voz interior.

Y esta frase que siempre dicen, que escribir es 95% laburo y 5% inspiración… ¿dónde queda?

Lo importante es que uno pueda captar la cosa.

¿Y corregís mucho?

Sí. Corrijo, corrijo, corrijo. Miles de veces. Yo escribo muy rápido.

¿Sí?

Este librito chiquitito que te di está escrito en seis horas, ocho.

Así que confiás mucho en ese impulso, pero después hacés un trabajo de corrección importante…

El ideal es tener una jornada de dos horas sin interrupciones en la que no te deje de sonar la voz, la voz que te dicta el texto.

Claro, ahí entiendo.
Hay técnicas.

¿Sí? ¿Cuáles por ejemplo?
¿Por ejemplo? Caminar.

¿Pero caminás y estás con el cuadernito, o con el grabador?
No. Con el iPod, pero no graba. Yo antes iba a caminar y luego escribía, entonces llegaba a escribir con el ritmo de la caminata. Pero ahora voy al gimnasio, y la música del gimnasio y el ruido y el chungui chungui...

La música de los gimnasios es horrible, justo me acuerdo que charlamos eso con Soledad Villamil.


Es un atentado. Viene la foto, vamos a fingir que le miro el busto…

Por favor… me da vergüenza. Sigamos con los métodos.
Caminar es un buen método. Otro es la meditación, alguna forma de meditación trascendental o algo así... yoga, eso también.

Pero, ¿por qué? ¿porque te conecta con esa voz que decías?
Limpia toda la boludez del mundo. “¿Se murió tu mamá? Bueno, no importa, más tarde vas al velorio. Ahora escribí”.

O sea que a vos lo que te sirve es tener esas ocho, doce horas, sacarlo todo, y luego corregir mucho.
Sí, pero ahora condenso todo en una hora matutina. No tengo más tiempo libre a la tarde ni a la noche. Porque a la tarde empieza mi vida de reparto de chicos, de trabajo, a veces tengo una reunión. Hoy por ejemplo me llamó este chico Joaquín Pichón Rivere, por un lío que hay en una empresa, para que nos reunamos. Cuando me dijo de la reunión ya me cayó una bomba.

Y esos días que no avanzás, ¿qué es lo que te para?
El estrés pelotudo.

Porque vos decís una hora, pero quizás en esa hora no te sale nada, o si tenés reuniones a la tarde, o si estás pensando que tenés que ir a buscar a tu pibe al colegio...
La miseria. Cuando te quedás cero guita te ponés. Voy al banco, saco algo, vendo los últimos dólares...

(Llega la comida).

Hablemos de comida ya que vino la comida, ¿qué te gusta comer habitualmente?
Soy totalmente aburrido para comer.

¿Aburrido?
El 80 por ciento de mis calorías viene de cuatro o cinco cosas.

¿Qué son?
Yo virtualmente todos los días, en el almuerzo, o en la cena, como los “fideos Quique”. A mí me llaman Quique. Son los mismos fideos que uso hace 29 años. Todos los días la misma marca de fideos: los Creizy de morrón. Son secos. Se vendían en dos o tres lugares a los cuales yo me habitué, después los tipos dejaron de distribuir. Ahora los compro en la fábrica, en la calle Venezuela de Villa Martelli.

¿Y qué es lo que te gusta tanto de esos fideos?
Son fideos de gluten de morrón. Estuve en la fábrica y vi como los hacen. No me interesó. Pero me encanta el color de esos fideos. Me compro 75 paquetes cada vez que voy. Pago 3 pesos el paquete, un paquete es una comida para mí y los chicos.

¿Y esos fideos cómo los preparás? ¿con una salsita?
Siempre lo mismo. A veces hago una salsa de tres generaciones de tomate, cada diez días la hago, y me guardo mucha en el congelador. Hago primero un filetto denso, después quemo esa salsa de tomates con azúcar, y después le agrego tomates cherry, de modo que queden levemente chamuscados.

¿Te gusta cocinar?
No tengo lugar. Mi cocina es muy chica, no caben más cosas. El otro día quería comprarme una cazuela de barro para hacer pollo, pero ¿dónde la meto? Bueno también mucha ensalada, que tiene su metodología.

¿Por qué?
Estoy con una tragedia con las ensaladas, porque desapareció del mercado mi aceto.

Estás con mucho problema para conseguir productos veo.
Sí, tendría que escribir una carta a La Nación. Desapareció del mercado el aceto que me salvaba las ensaladas. El aceto Mutti. Es un aceto italiano. No sabés lo que es, te salva los tomates de mierda que hay ahora en Buenos Aires, ¿viste? Y la lechuga chota. Después de eso yo consumo mucho chocolate por mes, seis veces más que el suizo promedio.

¿Cuánto es eso?
200 gramos diarios. De un solo chocolate además: Águila Costa de Marfil. Cuando se enteró la gerenta de Águila me mandó 444 chocolates. Ahora se me están acabando. No digiero si no tengo chocolate.

Es bueno el Águila.
Tiene un problema de manufactura. Si hay burbujeo mientras se hace después eso produce un cosquilleo en la boca, se siente algo áspero. Si vos ves el chocolate Lindt con el microscopio no ves nada, es el mar Caribe un día sin viento. Y en otros ves la luna, están llenos de cráteres.

¿Y cómo sabés tanto de chocolate?
Porque yo trabajé 20 años en la industria de golosinas.

¿Vos fumabas, no?
Yo fumo, no puedo parar. Soy adicto y tengo enfisema pulmonar. Si me agarra la gripe del chancho me muero.

Y no podés parar, ¿cuánto fumás por día?
Seis, siete, pero ya está. Equivale a fumar 60. Soy como los alcohólicos terminales, que huelen un corcho y se maman.

Yo lo dejé para siempre. Sé que agarro un solo Marlboro y vuelvo.
Vas a caer, ya vas a caer, vas a ver. Con una angustia, una emoción, un quilombo. Hay una predisposición. El tabaco es una planta que no es tonta. Igual que la coca, trabaja sobre ciertos recursos químicos del cerebro, los opera muy bien. Igual que el chocolate, que tiene un alcaloide que opera en el centro justo del placer. Hace bien.

Algunos dicen que el chocolate es un buen sustituto del sexo.
(Pone cara). Teobromina de llama ese alcaloide. Viene de "teo brotos", comida de los dioses. Así llamaron al cacao los primeros botánicos que lo analizaron. Tiene un efecto impresionante.

¿Y trataste de dejar?
Seis meses. Ahora no fumo delante de mis hijos. Igual saben que fumo, te revisan si tenés marihuana, si tenés cocaína. Y el tabaco también lo ven, pero no se habla del tema.

Yo cuando dejé estaba imbancable.
Uh… la agresividad. Yo perdía las cosas.

¿Y me decías que estás en contra del alcohol?
Sí, totalmente. Pero el alcohol de este nivel de precio no es problema. El problema es el Fernet de 6 pesos. La cerveza. Eso está matando pibes. Los destroza. Además... es la manera de tomar. Yo aprendí a beber. Me emborraché muchas veces en mi vida. Yo era un chico raro, y mis amigos eran todos muy grandes, de 35 años. Yo tenía 12, ó 13…

¿Pero por qué se daba esa situación?
Porque tenía algunas ideas políticas compartidas con esas personas que eran artistas anarquistas. Y nos juntábamos a comer una vez por semana. Y la comida se interrumpía para tomar.

¿Y dónde era eso? ¿Acá en Argentina?
Sí, en Quilmes.

¿Vos te criaste en Quilmes?
Sí. Los alemanes de Quilmes también hacían lo mismo: cantaban y tomaban cerveza, y alguna copita de alguna otra cosa fuerte. Entonces éramos 20 ponele en la mesa, en una cantina.

Y se cantaba:
“Y esta es la costumbre del roto chileno, empinar el codo y tomarse el vaso lleno”.
Eso lo cantábamos todos. Y después uno solo cantaba:
“Que lo beba compañero, si no lo mataremos”.
Y con una mano lo amenazaba, y con la otra servía el vino.
Y el otro respondía:
“no me mate compañero, que todo lo he de beber”.
Y cuando el tipo se ponía el vaso en la boca el coro entero le cantaba:
“la bomba va, la bomba va, la bomba va, la bomba fueee…”.
Y él tenía que pararse y cantar:
“me lo he bebido todo y no me hace mal”.
Y el grupo le dice:
“el agua hace mal”
Y él responde:
“¡¡el vino hace cantar!!”.
Y sigue la ronda:
“y esta es la costumbre…”

Pero ese tipo de consumo ritual no genera alcoholismo. Al día siguiente nadie quiere tomar vino. Los pibes de ahora, especialmente las pibas, se matan, están buscando el síncope blanco.

El otro día escuché a Lanata decir esto: “la vida duele menos cuando estás drogado o borracho”.
La droga es diferente, es otra cosa. Pero también pasa con la droga barata.

Bueno, sigamos con la comida. Fideos, ensaladas, chocolates...
Eso es el 90 por ciento de mis calorías.

¿Y luego?
La granola que yo mismo me preparo, que fui sacando por ensayo y error. Una vez me tomé el trabajo de desparramar la granola en una fuente y separar sus componentes con una tarjeta de crédito. Lo que me indigna es el precio absurdo que tiene, porque el grueso de la granola es avena, que es la cosa más barata que hay.

Estás súper atento al producto.
Es que es básico. Una granola muy buena es la que hace Granix, que los falsos negocios naturistas refaccionan y venden como "de la casa". Yo me tomé el trabajo de desparramarla en una fuente. Debe estar en Internet. Tres notas publiqué en Perfil. Una no la querían publicar porque decía: “yo me la hago tres veces por semana”.

Ja ja ja ja ja ja
Mentira… me la hago una vez cada quince días… la granola.

Ja ja ja ja ja
Lo que me indigna es el precio absurdo, porque el grueso de la granola, en las buenas, es avena, que es la cosa más barata que existe, 30 centavos el kilo.

Claro, tirada.
Me tomé el trabajo en una fuente de separar los componentes con una tarjeta de crédito.

Un laburo chino.
Más que chino napolitano, porque lo hacía con odio. Decía: “¡cómo me están garchando!”. Y ahora encima le están agregando de todo, una cosa que parece cagadita de canario.

Ah sí, ya sé: el All Bran.
Es horrible. Aparte esos soretitos son industriales, los hacen con las máquinas que procesan los restos de la molienda del trigo. Y después dos veces por semana hago asado para los chicos, y voy comiendo algo, y me guardo lo que sobra y por tres días me lo voy comiendo. Yo pago el asado al triple de lo que vale en Disco.

En qué carnicería.
Antonito, una que es muy linda. Es del año 1898, queda en Soler y Serrano. A la mañana los tipos sacan una bañera y arman ahí un bouquet de frutas y verduras hermosísima. Ahora sí: te rompen el culo.

¿Qué lugar del mundo te gusta para ir a comer, ya que has viajado tanto?
Yo nunca aprendí a comer fuera de la Argentina. Los editores españoles, cuando quieren que les firmes el contrato al precio que ellos fijan, te llevan a comer a los mejores lugares de Barcelona o de Madrid. Y la verdad no los distingo, no me parecen buenos. La comida es buena, pero no tiene el nivel de los dos que para mí son los mejores: el Oviedo y el Museo Renault.

El Oviedo es mi prefe también.
Ah cierto: en Londres de los setenta me llevaban a comer a suburbios del culo del mundo... que después se volvían manejando mamados, y yo cagado de miedo. Quedaban por las montañitas, las colinas que rodean Londres, y había un señor, que parece un lord, que es un forro, que te atiende, y una familia, que ves a la mujer y a los hijos cocinando… muy rico. Pero no llega al nivel de Oviedo ni por casualidad.

Es un gran lugar.
Además tiene una dignidad Oviedo, que es que vos podés ir a comer y nadie te mira a ver quién sos. A mí me gusta comer árabe por ejemplo, pero el caos que hay en Sarkis entonces me voy a... ¿conocés Chef Iusef?

Sí sí, ahí en Malabia...
Es la misma cocina, 40 por ciento más barato, y no hay pelotudos de cine. Mi nene de 13 tiene un gusto excepcional para la comida. A los once quería ser sushi man. ¿Conocés La huella, en José Ignacio?

No.
Ahí hay buen sushi también. La sushi man, que es mujer, cosa que está prohibida en Japón.

Terrible… ¿me lo decís en serio?
Es lo peor que puede haber, una mujer que haga sushi.

¿Pero por qué?????
Porque el japonés sabe, yo no lo sabía eso, que la mujer tiene la mano mucho más caliente que el hombre. Y dicen que la mano caliente descomponía el pescado.

Mirá, jamás había escuchado ese dato.
Y bueno esta suhi man se llama Cocó Waserman. Es buenísima. Y mi hijo se quedaba horas mirándola. Y se hizo amigo, le enseñaron algunas cosas elementales.

En síntesis: comida simple, pero apuntando al buen producto.
Digámoslo en música: uno puede reconocer la capacidad sinfónica de Mahler, pero yo prefiero Bach en clave, o Bethoven en cuarteto. Una sinfonía ya me rompe las pelotas. Aparte siempre algún hijo de puta desafina.

El tema de las drogas… ¿no?... y la literatura. ¿Sirven para escribir las drogas?
Yo a vos como mujer te preguntaría. Sexo y drogas: ¿inspiran para coger las drogas?

Digamos que desinhiben.
¿Viste? Exactamente.

Bueno… pero esa desinhibición…
Bueno, no para escribir… pero para leerse. ¿Conocés el cuento del jefe de ventas?

No.
Era el mejor jefe de ventas de la compañía, se daba con todo. Entonces el gerente le dice “mire Martínez, me han dado la noticia, me voy a hacer cargo de la sucursal nuestra en Francia, así que mi puesto queda vacante. Quiero decirle que hemos acordado acá con los compañeros que si usted deja de tomar cocaína lo nombramos gerente comercial de la empresa”. Y el tipo le responde: “¿Y a mí qué mierda me importa, si yo cuando tomo dos gramos de cocaína me siento presidente del directorio?”. ¿Entendés? Es para leerse, para gustarse.

Es famosa tu frase de los 12 gramos de merca para escribir Los Pichiciegos….
Hubiera necesitado un poco más, porque a mitad del libro me falló el dealer y no apareció nunca más. Se fue con mi guita.

Pero volviendo al tema, ¿la droga no te desbloquea, no te conecta con esa voz de la que hablábamos al principio?
Lo que pasa que te desconecta de la otra voz, que es la voz de tu control, que es la voz que maneja la ecuanimidad. Y al desconectarte de esa voz quedan muchos más liberadas las otras, pero adulteradas completamente. Para escribir hay drogas mejores que la cocaína.

¿Por ejemplo?
La morfina.

¿Por qué?
Porque la morfina no te cambia las percepciones salvo en una cosa: anula la percepción del dolor. Por eso no hay que probar nunca la morfina. Yo compré en Londres un maletín de emergencia para el barco y tenía dos o tres cápsulas de morfina: venían con la jeringa. Pero el tipo que me la dio me dijo que nunca la probara. La segunda vez quedás pegado. La vez que te picás por deseo de picarte… ya al día siguiente saliste a buscar y no pensás en otra cosa que en la morfina. Porque la primera vez desaparece todo el dolor, y entonces aprendés algo espantoso. ¿Vos viste por ejemplo tu camisa, que tiene una manga con un botón? Bueno, te vas a enterar que ese botón te estaba doliendo toda la vida. Porque desapareció ese dolor, y tu brazo se transformó en una estatua. Y el culo… no sabés como duele el culo de estar sentado. Y también desaparece el dolor del culo. La garganta, que te dolía de tragar saliva, no te duele más. Y quedás en disponibilidad de hacer cualquier cosa. Eso al principio, pero el morfinómano ya no puede, porque se va debilitando. Además no podés comer, y si comés algo lo vomitás inmediatamente. Es una mierda.

Pero para escribir…
Sería súper ideal. Muchos escritores eran morfinómanos. Horacio Quiroga era morfinómano, este chico Poe era morfinómano, Cocteau, muchos. Gran morfinómano Jünger, a pesar de su longevidad.

¿Vos has usado a la cocaína para escribir?
Yo la he usado para todo. Cuando empecé a tomar cocaína tomaba con cierto cuidado, cuando te agarra la depresión del fumador, a las cuatro o cinco de la tarde que estás palmado en el trabajo... ahí tomaba un poquito, y después seguía tomando hasta las siete u ocho de la noche, y después no tomaba más. Y nunca la mezclé con alcohol ni nada. Bueh. Pero ahí viene el crescendo, y llegaba a tomar 3 gramos diarios, ya perdiste el control de todo, se va a la mierda todo...

¿Y cómo hiciste para dejarla?
Es muy fácil dejar la cocaína. Ya dejé como diez veces. El primer aterrizaje fue el nacimiento de mi hijo, que ahora tiene 22 años. Que entonces un periodista, Miguel Briante, dijo: “Fogwill tuvo otro huerfanito”. Fue así.

Puf, durísimo.
Y yo estaba para morirme. Ahí pegué una primera bajada. Bajé de la cantidad infernal al medio gramo diario. Y después empecé a laburar, empecé a poner las cosas en orden, me normalicé y me mantuve y cuando nació mi última nena dije: “nunca más”. Estaba para morirme. Ya muchas veces me había pasado de pararme y caerme al suelo porque no sentía las piernas. O dormirme y despertarme con la pierna toda acalambrada, las piernas duras como una piedra y un dolor infernal.

¿Y la marihuana?
Dejé de fumar en el 71, ni me acuerdo. Me gustaba el hash. Porque cuando yo empecé a fumar no había marihuana, no se conseguía, había hash. Y el hash no se vendía eh. Ningún tipo que fumaba hash te vendía, se regalaba. Un poronguito así me duró como dos meses. Yo me di cuenta que raspándolo y haciéndolo un coso como un grano de sal gruesa armaba dos cigarrillos con ese grano. Hacía un cigarrillo finito y largo con mucho tabaco. Qué lindo. Y fumaba laburando. Era asesor del directorio de una empresa de tabaco, y fumaba, y “¿qué es eso?”, me preguntaban, y yo decía que eran unos cigarrillos suizos. “¿Tenés uno?”. "No, no, se me acabaron". Pero el perfume no es como el de la marihuana.

No es baranda: es perfume.
Yo sentía que los muslos iban para arriba, flotaban. Pero en el 71 lo dejé. Aparte me empezó a hacer mal. A veces duermo con alguien que fuma marihuana y tengo unos sueños de colores… pero me dormí una hora y me da un ataque de hambre.

El bajón.
Y voy derecho a la cocina al frasco de miel. Y me quedo todo empalagoso, y después agarro todo el jamón crudo que había.

No me sirve una sola línea de esto para mi nota.
Y otro tema es que chupo además. Me dan ganas de tomar vino. Porque el vino lo distinguís…

Eso, hablemos de vino, eso se puede.
Vino en el que distinguís cuatro capas. Cuatro capas de sabor… con marihuana. ¿No sentís eso vos?

¿Capas?
Yo lo descubrí con el ketchup en una fumada. La dueña de casa, muy hacendosa, trajo una fuente de ketchup, con esas cucharas chinas de porcelana, y yo agarré una cucharada y empecé: "mmm, tomate, mmm, ají…mmm azúcar". Y me tomé toda la fuente.

¿De ketchup? ¿Toda la fuente de ketchup?
Como si fuera una sopa rusa, como el borsch. Después me pasé una semana cagando fuego.

Y esta costumbre actual de comer así, tan ordenadito, ¿viene de hace mucho? ¿antes comías cualquier cosa?
Antes comía cualquier cosa. Pero cocinaba también, aunque muy chanchamente. Y en una época, carrera de cocainómano, me quedé sin nada. Se llevaron hasta la última casa que tenía, que era donde vivía. Me quedé en bolas. Me fui a vivir a la pieza de servicio de la casa de un amigo, y tenía una novia rica. Año ’81. Ahí por Santa Fe y Pueyrredón. Y me invitó a vivir con ella. Y ella era saibábica. Había sido drogadicta total -por supuesto, si no no le hubiera dado bola yo- y me enseñó a cocinar su arroz, sus lentejas, sus salsitas de cebolla y berenjena, y me ordenó el sistema alimentario. Nos levantábamos a las seis de la mañana y poníamos esa música de Sai Baba…

Para bajar un cambio total.
Es hermosísima. Y aprendí todo y fui vegetariano hasta el invierno siguiente, más de un año. Yo pesaba 84 kilos y bajé a 65. Y era una luz, corría como una gacela, había dejado la droga, una de mis dejadas. No hacía nada, era un perfecto vegetal. Me llamaban de un trabajo y decía “bueno, no sé si voy a ir…”. Había perdido la voluntad de todo. Estaba feliz. Pero cuando empezó el invierno, sería al año de eso... ¡el frío!, mamá. Porque yo había ido adelgazando, y entonces me moría, no había abrigo posible. Lo cuento en Vivir afuera, en un personaje. Me acuerdo que el primer día me tomé un café con leche con submarino, pero doble.

Te vuelve el alma al cuerpo.
Y al día siguiente empecé a comer carne, ¡que mal me hacía! El primer medio bife me mató.

Cambiando de tema: de la camada nueva de escritores argentinos, ¿te interesa alguno?
Bueno, se murió Rafael Pinedo. Pero este año salieron dos libros interesantísimos: Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued, y En la pausa, de este pibe Diego Meret. También me interesa mucho Pablo Ramos, me parece que es de lo mejor que hay. Es muy salvaje, pero está bien. Tampoco lo quiero para ganar el Nobel, lo quiero para leerlo. Y en poesía está lleno.

Es más difícil editar poesía, ¿no?
No, es muy barato. Escuchame una cosa: cualquier minita de veinte años que se dedique a la gimnasia deportiva, entre la cuota de la federación, las mallas, los yoguins, los abrigos, los viajes y la cuota de su propio club, tiene no menos de diez mil pesos por año. Una poetisa con cuatro mil mangos se edita un libro lindo de ver. Entonces no me vengan a hinchar las pelotas.

Los poetas se quejan.
Eligieron ser poetas para poder quejarse de algo, y no de ellos mismos que tendrían que ser su principal motivo de queja.

Vos empezaste a publicar a los 40, ¿pero antes escribías?
Todo el mundo escribe.

Todo el mundo no escribe.
Sí, más o menos.

¿Y la primera novela cómo salió?
Si uno tiene ganas de escribir una novela escribe una novela. No es necesario escribir novelas. Si uno es un gran poeta no necesita escribir novelas. Es un tema industrial, un tema de formato. Yo soy un caso raro. Soy un mediocre en los tres géneros: novela, poesía y cuento.

Vos pensás que sos mediocre.
Si me comparo con los que quiero compararme. No me quiero comparar con Rodrigo Fresán, ni con Abelardo Castillo. Me quiero comparar en poesía con Nicanor Parra, en cuento con Borges y en novela con Vargas Llosa. Cagué. Soy un mediocre absoluto. Paráaaaa.

Fotógrafo: yo tengo que hacer mi laburo, después de la editorial me dicen: "¿qué onda?". Después viene cualquier boludo con la digital y te hace fotos. Hay que hacer un buen laburo. Igual ya termino.

¿Qué tenés en ese iPod?
Schubert, Schumann, Bethoven. Tengo Bach, mucho Bach. Canzoneta napolitana. Chamamé, acá hay más chamamé que en cualquier radio de la Argentina. Tengo poesía: Shakespeare, Budelaire, Mallarmé, Pessoa. Marta Argerich tocando Ginastera. Todo Gardel. Ada Falcón. Cuartetos de Beethoven. Música rusa, brasilero. Cartola, casi todo Cartola. Tengo los valses por Rubinstein. Tengo música antigua inglesa, músicos japoneses, mucho de Marlene Dietrich.

Y estás todo el día con ese aparato de acá para allá.
Tengo otro igual replicado y otro chiquitito, más barato. Muchas cosas de las que hay acá son de mi vieja discoteca y fueron copiadas analógicamente con un micrófono desde el parlante. A cinta primero, de esa cinta pasó a casette y del casette a digital. Y suena eh. Todavía suena bien.

(Terminamos la nota, pero el grabador queda prendido y sobró en la botella un culo de vino, así que lo compartimos).

Cómo está este tema de la gripe.
Y vos que no sos riesgo, yo que soy riesgo, imaginate.

(Tose)

¿Estás preocupado?
Yo me voy a morir igual. Tengo motivos mayores de preocupación. Que me mate un marido, un novio... Además tengo muchas pálidas de salud que mejor ni contar para no dar tanta pena.

¿Y no te da miedo eso?
No miedo. Miedo de haber vivido mal… sí. Pero bueno: la cagada está hecha, ¿no?

domingo, 15 de agosto de 2010

EL RESUMEN CRÌTICO DE LOS MEDIOS...





Lo prometido es deuda, y las deudas, se sabe, no las debe pagar dios; 6,7,8, entonces, es la propuesta para mis primeras 50 entradas.
No puedo arrancar sin dejar en claro que el programa me parece lo mejor de la televisión vernácula del 2010. Un programa necesario. No hay, en la pantalla chica al menos, otro espacio en el que se pongan a circular ideas. Ahora bien, lo interesante es pensar qué tipo de ideas, de qué forma circulan, y qué efecto generan del otro lado de la pantalla.
El programa cumple al pie de la letra la vieja consigna futbolera/guerrera que reza lo siguiente: "no hay mejor defensa que un buen ataque". Se defiende una gestión, la de los k, atacando a los que, desde diferentes sectores, la atacan (el grupo Clarín, básicamente, pero también la oposición, el campo, la iglesia, los militares).
Como un "resumen crítico" de los medios. De esa forma Luciano Gallende, su conductor, presenta el ciclo cada noche.
¿Qué tipos de ideas circulan? Que 6,7,8 es el programa que viene a echar luz sobre todo aquello que pretenda echar sombras sobre el oficialismo. Que 6,7,8 se ubica, en el espectro político, dentro de una centro-izquierda que apoya todas las causas progresistas-populares que impulsa el actual gobierno (el matrimonio igualitario, la ley de medios, la redistribución de la renta del agro, la asignación universal por hijo, la condena a todos los militares que participaron del proceso, el esclarecimiento de la causa noble, y siguen las firmas).
La circulación de estas ideas tiene varios soportes: el archivo (conjunto de imágenes de ayer y hoy) y la palabra presente, viva. La palabra circula a través de los panelistas, teniendo asignadas formas de uso según cuál de ellos haga uso de la misma; de este modo, podemos decir que: a Gallende le corresponde la redistribución de los tiempos del habla y los comentarios de analista terapéutico, a Barone la reflexión histórica así como también la metáfora y las analogías, a Cabito el chiste fácil ante del corte, a Barragán sus canciones hiperofensivas (especialmente contra Macri) y sus pomposas ironías, a Carla los lugares comunes del que sabe poco de mucho y mucho de nada y a Sandra Russo, seguramente la màs interesante, la reflexión inteligente, elaborada. Este soporte, en sí mismo, sería insuficiente para instalarse como lugar de oposición a la oposición. La fuerza la consiguen, entonces, a través de lo que ellos mismos llaman el "efecto multiplicador de voces". Multiplicar es la tarea, por lo que, en cada envio, participa no solo pùblico en vivo, sino también, y fundamentalmente, personalidades, muchas veces destacadas, de diferentes ámbitos (actores, políticos, intelectuales, artistas, periodistas, deportistas) que refuerzan el relato crítico de los medios. La otra pata sobre la que se para el programa es su facebook, desde el cual la "gente común" sube sus fotos con "buena onda", con lo cual vemos que la "gente común" tiene buena onda con su presente, con el programa, y, en consecuencia, con la actual gestión de gobierno.
¿Cuál es el problema con 6,7,8? Concentra demasiado tiempo en atacar a los anti-k y poco, muy poco, en resaltar logros del gobierno. Basta ver, cuando arranca el programa, el cartel que dice "otro día con muy buenas noticias" y luego enumera: 1)- "disminuyo el trabajo en negro" 2)- "Hoy Nalbandian hizo un gran partido"
Dedican tanto tiempo a Clarìn, escondidos bajo del ropaje de su consigna de que son, simplemente, "un resumen crítico de lo que pasa en los medios", que pasan por alto lo siguiente: qué pasa con aquellas noticias que Clarín o La Nación publican sobre le gobierno y que en el programa no se encargan de desmentir: tendríamos que pensar que son ciertas. Lo que hace 6,7,8, lo que pretende crear su relato nocturno en la consciencia de los espectadores, es que ellos solo seleccionan las mentiras mas groseras de los grandes medios, pero dejan en claro, implícitamente, que no podemos creer absolutamente nada de los mismos. No les haría falta contestar todas y cada una de las falsedades de Clarín o La Nación, simplemente eligen muestras, significativas, de un todo "podrido".
EL odio que genera en mucha gente, es saludable. Es un odio que surge de poner en jaque aquellas cosas que dábamos por sabidas, por "dadas", por entendidas y asumidas de un modo y no de otro (¿el mismo odio que genera el analista, tal vez?)
Un programa valioso entonces, con aciertos en la medida que nos pone en jaque y nos obliga a confrontar hechos y discursos, pero que también nos patotea y nos subestima muchas veces, irritando hasta el hartazgo con sus repeticiones insufribles de archivos, y omitiendo el màs mìnimo anàlisis crìtico del gobierno.

sábado, 14 de agosto de 2010

CUCURUCHOS EN LA FRENTE...





Viernes por la noche. La ronda de zapping me detiene en un especial de Telefè. Se trata de la vida de Fernando Peña. Periodistas de espectáculos, pero también amigos y compañeros de radio (la negra Vernaci, Sebastiàn Wainraich, Diego Ripoll), lo recuerdan como un talento fuera de serie.
Con Peña me pasa algo particular: nunca pude llegar a armar, con su figura, una lectura que me pareciera comprensiva e integradora. Siempre me resultó un ser inasible, odioso y fascinante al mismo tiempo.
Recuerdo, hace ya varios años, mientras mi estructura familiar se desmoronaba, haber quedado impresionado al descubrir, en la noche de la Rock & Pop, su programa "Cucuruchos en la frente". Y es que la negra Vernaci tiene razón: nunca más alguien podrá hacer lo que hizo Peña en la radio.
Es al día de hoy que sigo escuchando grabaciones que tengo de esa época, esos diálogos entre Peña que era, a la vez, Dick Alfredo, Palito, La Mega, Mario Modesto Savino y tantos otros.
Peña en la radio, Guinzburg en la tele, y Fontanarrosa en la literatura (esa abstracción que me interpela todo el tiempo) y el humor gráfico, fueron las muertes que, en los últimos tres años, sentí como verdaderas pérdidas. Gente talentosa, creativa.
Lo que pido al mundo es lo que quiero ofrecerle, lo que estas personas vinieron a ofrecer: hacer pensar y hacer reír. Como mínimo, una cosa o la otra, pero mucho mejor si las podemos hacer convivir (la experiencia Dolina).
Pérdidas, entonces, que nos sitúan de frente a estados de la imaginación; a la imaginación como piedra angular para posicionarse en la realidad que se nos presenta, muchas veces, como inevitable.

martes, 10 de agosto de 2010

EL CUADRO QUE CAE SOBRE LA NIEVE...



Un ruido seco me despierta en plena noche. Prendo la luz y miro, con los ojos apenas entreabiertos, los objetos a mi alrededor: todo en su lugar, excepto el cuadro de la foto del viaje de egresados.
Obsesivo de las fechas, neurótico de pura cepa, entiendo el llamado del cuadro en la fría madrugada. Y es que esa foto me reclama, me interpela, me sustrae, me toma de la mano y me lleva diez años atrás, exactamente 10 años atrás. Un 10 de Agosto de 2000. Un eco que retumba, unas voces inaudibles que convocan mi presencia en un pasado inmortal.
¿Cómo regresar? ¿Para qué hacerlo? El cuadro no responde, solo me observa a través de decenas de ojos y cuerpos adolescentes, me seduce y me atrapa con su fondo de nieve.
¿Qué hay en ese cuadro que no haya en esta pieza? ¿Dónde están todos?
Necesito, esta noche, saber que están todos. Los necesito. Pienso en ustedes, en que no quiero que me dejen solo ("no me dejen solo, hijos de puta"), y en que la única forma de no sentirme solo, esta noche, es pensando que ustedes están bien.
Necesito pensar que sus cuadros duermen en silencio, que no los llaman de madrugada para pedirles lo imposible; lo que todos queremos: volver a estar otra vez ahí, radiantemente estùpidos, felices e inmortales.

domingo, 8 de agosto de 2010

LAS MUJERES QUE (¿AMAN?) A LOS HOMBRES...




"La voz humana" (fragmento)
Jean Cocteau (Francia, 1889-1963)

"¿Sabes? Alguna vez, cuando estábamos acostados y apoyaba mi cabeza en tu pecho, oía tu voz exactamente igual que esta noche en el teléfono.
¿Oiga? Oigo música... Digo que estoy oyendo música... Pues deberías dar golpes en la pared e impedir que tus vecinos pongan el gramófono a estas horas... Es inútil. Además, el médico de Marta volverá mañana... No te preocupes... Por supuesto. Ella te dará noticias mías. ¿Qué? ¡Oh, sí, mil veces mejor! Si no hubieses llamado, yo ya estaría muerta. (...) Perdóname. Sé que esta escena es intolerable y que tienes mucha paciencia, pero, entiéndeme, sufro, estoy muy mal. Este hilo es el último que nos sigue uniendo... ¿Antes de ayer por la noche? Dormí. Me dormí junto al teléfono... No, no. En mi cama... Sí, lo sé. Resulto ridícula, es cierto, pero tenía el teléfono metido en la cama; a pesar de todo estamos unidos por él. Porque tú me hablas. Hace ya cinco años que vivo de ti, que eres el único aire que respiro, que paso mi vida esperándote, creyéndote muerto si llegas tarde, muriendo por creerte muerto, volviendo a la vida cuando entras y estás aquí, muriéndome por miedo a que te marches... Ahora respiro porque me estás hablando..."

LOS HOMBRES QUE NO AMAN A LAS MUJERES...



Encuentro a mi ex en el msn y, después de algunos meses de silencio mutuo, la saludo. "Me defraudaste y mucho" me dice, y con esa frase clausura toda posibilidad de tener una trato más ameno en los momentos en que, por cuestiones laborales, nos tenemos que ver. Luego pasó a enumerar las barbaridades de las que fue víctima en nuestra relación. Cuando la enumeración ya era considerable hago una intervención. Le digo que me parece llamativo que, siendo como soy el Astiz de tribunales, no sólo no me cortó, sino que además se quedó muy dolida cuando decidí que no podíamos seguir juntos.
"Por suerte mi chico es un sol" me dice, y al decirme esto, pienso en dos cosas: por un lado en que no tengo que empezar un trabajo sobre los sentimientos de personas que no van a llegar a tocar realmente mis propios sentimientos, y, por otro lado, que "Enjoy the silence" de Depeche Mode es mi gran descubrimiento del 2010, y la canción que mejor define mi estado emocional actual. Y, como escribí en algún momento, que cada ángel haga con su cielo lo que buenamente pueda.
Disfrutando el silencio, así me encuentro. Pensando en los hombres que no pueden amar a las mujeres (mi viejo, claro), en los hombres que sí pueden (mi hermano) y en las mujeres que no creen en el amor de los hombres (mi vieja). Pensando, también, en una sesión con Carlos, hablando de las etapas en la relación hombre-mujer -conocimiento-enamoramiento (¿o al revés?)-permanencia-crisis-infidelidad-ruptura- eterno retorno-eterna disolución. ("mi mujer actual tiene 27, creo que la próxima va a ser una del secundario").
Recuerdo, también, una lectura apasionada de "La virgen de los sicarios" de Fernando Vallejo, en donde dice que la homosexualidad es la elección de aquellos que encuentran, en las mujeres, seres sin alma.
Sin embargo, mis pulsiones amorosas son barthianas. La potencia de los fragmentos de discursos amorosos, ahora disuelta, pronto tomará forma y verá la luz en una nueva forma de relación (¿sin alma, otra vez?).

Un gran remedio para un gran mal...
amores como flechas van...
cruzando el sueño y te acribillarán...

miércoles, 4 de agosto de 2010

LA INDUSTRIA CULTURAL...





Vuelvo al cinematógrafo con mi amigo y sra. Vemos "El origen"; su director, el caballero de la noche Nolan, se tomó 10 años para escribir un guión que, adelanto veredicto, resulta un desperdicio. Vamos al grano: la forma de la película, la temática, es lo que me empuja al cine a verla. Y es que todo gira en torno a los sueños, territorio sensible si los hay, sea que se trate de los sueños de un grupo de jóvenes anodinos ("pesadilla en elm street") o, como es el caso que nos ocupa, de los sueños de un empresario y del grupo de "expertos" que deben implantar una idea en su "inconsciente militarizado" (la mejor frase de la película, lejos!)
Militarizada, yankirizada, resulta la película. Y con eso, mis queridos, no hay sueño que se mantenga en pie. La tensión que tenía al comenzar la proyección se fue diluyendo minuto a minuto. Al llegar a la media hora ya estaba completamente relajado, con atención flotante, desarmado el método crítico-paranoico de interpretación.
Después de verla, camino a casa en el auto, me cierra un poco más todo. ¿Qué pasa en la película? Un experto en robar secretos del inconsciente (Di Caprio), debe, esta vez, implantar una idea (deberíamos hablar de una impresión en el mejor de los casos caso) que haga que el heredero de una empresa desista de seguir adelante con la misma. ¿Suena interesante, no?...
¿Pero qué pasa con la película? Pasa que la produce la Warner, con un presupuesto de 200 millones de dólares, y que, obvio, a nadie le gusta empapelar el aire con plata. Hay que recaudar. No hay dudas de que Di Caprio (un buen actor, vamos a decirlo) es uno de los hombres de la industria más indicado para hacerlo. ¿Cuál sería el problema del guión? Resulta extremadamente complejo, arduo de seguir, lleno de recovecos, dado que, básicamente, la película es un cúmulo de sueños que se entrelazan.
¿Qué haría David Lynch con esa masa?: Una obra de arte surrealista ("El camino de los sueños", "Imperio"); ¿qué hace, en cambio, nuestro amigo Nolan, teniendo en cuenta los 200 millones de la Warner que le soplan en la nuca?: una obra de entretenimiento de la industria cultural capitalista. La masa de sueños entrelazados puede abrumar hasta el hartazgo al espectador, hasta hacerlo abandonar su butaca. ¿Qué hacemos entonces? Lo mejor que se puede hacer: efectos especiales, choques de autos, tiroteos, peleas al estilo "matrix". Puro dinamismo visual.
Bajo un soporte hiperintelectual, aparece lo que Adorno y Horkheimer llamaron "la eterna reproducción de lo mismo"; cambiar algo para que nada cambie. Parece ser, según vemos en el film, que nuestros sueños son los sueños que nos quieren vender como reproducción de la realidad en el prototipo de película yanki.
Los integrantes del panel de notables comandados por Di Caprio no fallan en su misión; la película de Nolan con el espectador atento sí.
La forma entusiasma; el fondo aplasta.
Y es que el lobo, por más que se disfrace de cordero...