domingo, 31 de diciembre de 2017

QUERIDOS REYES...


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22 de abril de 1958
Calle Perry 57
Ciudad de Nueva York
Querido Hume,
Tú pides consejo, ¡ah qué cosa tan humana y tan peligrosa! Pues dar consejo a un hombre que pregunta sobre qué hacer con su vida implica algo muy cercano a la egomanía. Asumir que se puede dirigir a un hombre hacia la meta máxima y correcta, al punto de señalar con un dedo tembloroso la dirección indicada es algo que sólo cometería un tonto.
Yo no soy un tonto, pero respeto tu sinceridad al pedirme mi consejo. Sin embargo te pido que cuando escuches lo que tengo que decir, concuerdes con que todos los consejos son sólo un producto del hombre que los da. Lo que puede ser verdad para uno, puede significar un desastre para otro. No veo la vida a través de tus ojos, ni tú a través de los míos. Si fuera a intentar darte un consejo específico sería como un ciego guiando a otro ciego.
“Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Qué es más noble para el alma: sufrir los golpes y las flechas de la injusta fortuna o tomar las armas contra un mar de adversidades…?”
(Shakespeare)
De hecho esa es la cuestión: si flotar con la corriente o nadar hacia una meta. Es una decisión que todos debemos tomar ya sea consciente o inconscientemente en algún momento de nuestra vidas. Muy pocas personas entienden esto. Piensa en cualquier decisión que hayas hecho y que tuviera una influencia en tu futuro: puede ser equivocada, pero no veo cómo podría ser cualquier cosa excepto una decisión –aunque sea indirecta– entre las dos cosas que he mencionado: flotar o nadar.
Pero ¿por qué no flotar si no tienes una meta? Esa es otra cuestión y es incuestionablemente mejor disfrutar la flotación que nadar en la incertidumbre. Entonces ¿cómo encuentra un hombre una meta? No un castillo en las estrellas, sino una cosa real y tangible. ¿Cómo puede un hombre estar seguro de que no va en pos de una “gran montaña de dulce”, una meta hecha de caramelo y azúcar que tiene poco sabor y nada de sustancia?
La respuesta (que es, en cierto sentido, la tragedia de la vida) es que buscamos entender la meta y no al hombre. Ponemos una meta que demanda de nosotros ciertas cosas: y hacemos estas cosas. Nos ajustamos a las demandas de un concepto que NO PUEDE ser válido. Cuando eras joven, vamos a suponer que querías ser bombero. Me siento razonablemente seguro de decir que ya no quieres ser un bombero. ¿Por qué? Porque tu perspectiva ha cambiado. No es el bombero quien ha cambiado, sino tú. Cada hombre es la suma total de sus reacciones a la experiencia. Como sus experiencias difieren y se multiplican, tú te convertirás en un hombre diferente y por lo tanto tu perspectiva cambia. Esto sigue y sigue. Cada reacción es un proceso de aprendizaje sumamente significativo, que altera tu perspectiva.
Así que parecería tonto ajustar nuestras vida a las demandas de una meta que vemos desde un ángulo diferente cada día ¿o no? ¿Cómo podemos esperar lograr algo más que una neurosis galopante?
La respuesta entonces no debe de tratar de metas en absoluto, o al menos no de metas tangibles en todo caso. Tomaría montones de papel desarrollar este tema a satisfacción. Sólo Dios sabe cuántos libros se han escrito sobre “el sentido del hombre” y ese tipo de cosas, sólo dios sabe cuántas personas han ponderado el tema. (Utilizo el término “sólo Dios sabe” puramente como una expresión”). Hay muy poco sentido en que yo intente dártelo en un proverbial resumen, porque soy el primero en admitir mi absoluta falta de certificaciones para reducir el significado de la vida a uno o dos párrafos.
Voy a alejarme de la palabra “existencialismo”, aunque puedes mantenerla en tu mente como una suerte de clave. Quizá también puedas tratar de leer algo llamado El ser y la nada, de Jean-Paul Sartre, y otra cosita llamada Existencialismo de Dostoyevsky a Sartre. Estas son meras sugerencias. Si te sientes genuinamente satisfecho con quien eres y lo que estás haciendo, entonces puedes olvidarte de esos libros. (Dejar a los perros que duermen acostarse). Pero de vuelta a la pregunta. Como dije, poner tu fe en las metas tangibles, sería, en el mejor de los casos, poco sabio. Así que no aspiramos a ser bomberos, no aspiramos a ser banqueros, ni policías ni doctores. ASPIRAMOS A SER NOSOTROS MISMOS.
Pero no me malentiendas. No quiero decir que no podemos ser bomberos, banqueros o doctores, sino que debemos hacer de la meta conformarnos con el individuo, en lugar de hacer que el individuo se conforme con la meta. En cada hombre, herencia y entorno se han combinado para producir una criatura con ciertas habilidades y deseos, incluyendo una necesidad muy arraigada de funcionar de tal forma que su vida TENGA SIGNIFICADO. Un hombre debe ser algo, debe importar.
Tal y como yo lo veo, la fórmula va más o menos así: un hombre debe escoger un camino que permita a sus HABILIDADES funcionar con un grado de eficiencia máxima hacia la gratificación de sus DESEOS. Al hacer esto, él está satisfaciendo una necesidad (dándose a sí mismo una identidad al funcionar en un rumbo fijo hacia una meta), él evita frustrar su potencial (al escoger un camino que no le pone límites a su desarrollo personal) y evita el terror de ver su meta languidecer o perder su encanto conforme se acerca a ella (en lugar de someterse a las demandas que busca, ha sometido su meta a adaptarse a sus propias habilidades y deseos.
En resumen, no ha dedicado su vida a alcanzar una meta predefinida, sino escogido una forma de vida que SABE que disfrutará. La meta es absolutamente secundaria: lo importante es el mecanismo que lleva a la meta. Y parece casi ridículo decir que un hombre DEBE funcionar en un patrón que él mismo ha elegido, ya que dejar que otro hombre defina tus metas es renunciar a uno de los aspectos más significativos de la vida: el acto definitivo de voluntad que hace a un hombre un individuo.
Vamos a asumir que tú piensas que tienes que decidir entre ocho caminos a seguir (predefinidos, por supuesto). Y vamos a asumir que no puedes ver ningún propósito real detrás de ninguno de los ocho. Entonces –y aquí está la esencia de todo lo que he dicho– DEBES ENCONTRAR UN NOVENO CAMINO.
Naturalmente no es tan fácil como suena. Pues has vivido una vida relativamente estrecha, una existencia más vertical que horizontal. De tal manera que no es muy difícil entender por qué te sientes así. Pero un hombre que procrastina al ELEGIR, inevitablemente verá que esta decisión es tomada por las circunstancias y no por él.
Así que si ahora te cuentas entre los desencantados, entonces no tienes otra opción más que aceptar las cosas como son, o seriamente buscar algo más. Pero cuídate de buscar metas: busca una forma de vida. Decide cómo quieres vivir y luego ve cómo puedes ganarte la vida DENTRO de ese modo de vida. Pero dirás: “No sé por dónde empezar buscar. No sé qué debo buscar”.
Y ese es el punto medular. ¿Vale la pena dejar algo para buscar algo mejor? Yo no lo sé, ¿lo es? ¿Quién puede hacer esa decisión si no tú? Pero aun si DECIDIERAS BUSCAR, has avanzado un gran camino para tomar la decisión.
Si no paro me voy a descubrir a mí mismo escribiendo un libro. Espero que no sea tan confuso como se ve a primera vista. Mantén en mente, por su puesto, que esta es MI FORMA de ver las cosas. Yo pienso que esto es aplicable de manera general, pero quizá tú no. Cada uno de nosotros debe crear su propio credo, éste es meramente el mío.
Si cualquier parte de esto no te hace sentido, por favor señálamelo. No estoy tratando de ponerte “en el camino” en busca del Valhalla, sino simplemente señalando que no es necesario aceptar las opciones que te da la vida tal y como la conoces. Hay más en ello que eso: nadie TIENE QUE hacer algo que no quiere por el resto de su vida. Pero de nuevo, si eso es lo que terminas haciendo, convéncete como sea de que DEBÍAS hacerlo. Entonces tendrás mucha compañía.
Eso es todo por ahora. Hasta que tenga noticias tuyas de nuevo, sigo siendo tu amigo,
Hunter

sábado, 30 de diciembre de 2017

DESDE EL SUEÑO...

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Mi experiencia me dice algo diferente a Hemingway: la fiesta no fue en Paris; fue en Roma. En Roma los dias pasaban como dentro de un sueño y por las noches iba a bolichitos desde los que, con niveles muy bajos de sobriedad, mandaba audios a una amiga en bs. as.
Una de esas noches, dos alemanas (que tomaban con destreza olimpica) me hicieron una pregunta que me dejo pensando: Que tiene de atractivo Bs. As.?. La respuesta no fue diferida justamente por problemas en la traduccion ( comprobe que mi ingles no se devaulo tanto como pensaba antes del viaje) ; de hecho, si me lo hubieran preguntado en uruguay mi reaccion hubiera sido la misma: quedarme en silencio.
Tuve que estar en roma, en un bar, hablando con dos alemanas untadas en cerveza, para darme cuenta de que no tengo ni idea de "que hay de bueno" en Bs. As.
Hace un par de noches, con unas amigas, despedimos el año. Si ellas me hubieran preguntado "que hay de bueno en Roma" les diria que no es algo para responder mientras se esta despierto.

lunes, 25 de diciembre de 2017

LOS DÌAS Y LAS NOCHES...

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Me interesan los contrastes, lo que puede pasar en ciertos lugares en los momentos en los que "nunca pasa nada" , o lo que pasa en un lugar donde " alguna vez pasò algo"
El cuento "La escuela de noche" de Cortàzar es un buen ejemplo. 
Anoche estuve otra vez en la zona de congreso. Esta vez sin manifestantes, ni vallas, ni policías.
Uno se olvida de los incidentes, cierra los ojos y ve la plaza llena, y se pregunta cómo es que esa imagen se disuelve por efecto de la realidad: porque, anoche, la plaza estaba vacía. La plaza, otra vez, vuelta un lugar de tránsito.
Y pienso que el contraste es necesario; todos, de alguna manera, nos vemos obligados a conectar con alguna forma del placer y es difícil encontrar placer en la resistencia.
Lo que recomienda Daniel Link respecto del ámbito universitario: "aprender a entrar y salir" .
Aprender a irse; saber cómo y cuando volver. Volver.
Algo que se aprende al viajar, también. 
Fuimos con M al cine. Después al bar Celta, nuestro refugio nocturno en la ciudad de la furia. Con el correr del vino, compartimos nuestra experiencia del pasado lunes; ella estuvo con su agrupación.. Cuando empezó el desalojo estaban bien ubicados en una de las laterales, por lo que pudieron desconcentrar con bastante facilidad. No fue nuestro caso, que estábamos en el medio. 
Recuerdo haber tenido un mal presentimiento. Ver los proyectiles que volaban, lamentarme y pensar que la situación no se iba a sostener mucho màs. 
El problema con darse cuenta de algo es que te pone en un conflicto: tènes que hacer algo al respecto. Cuando te diste cuenta, de lo que sea que te diste cuenta, lo que no podès hacer en negarlo; negar lo que se te presenta como evidente: fue lo que hice. 
Entonces llega la orden ( se tenìa que sesionar, porque el paquete de las tres reformas "no es negociable" según lo dejò claro en su momento el presidente dialoguista, y sòlo se podìa sesionar en una plaza sin manifestantes). 
Y la policía acata, claro. Y nosotros, en medio de la gente, empezamos a retroceder ante los gases lacrimògenos.
Y de golpe nos encontramos hacinados, contra la pared, con los titanes del orden viril avanzando sobre un oceàno humano que intentaba escapar por un embudo de cocina. En la desesperación algunos cayeron al piso. Yo estuve cerca pero pude mantenerme en pie. En ese momento perdí a mis amigos.
Cuando logrè liberar mi cuerpo, sòlo tuve presente mantenerme caminando dentro de un grupo, no quedarme completamente sòlo hasta que sentir que estaba en zona segura..
Con mis amigos nos volvimos a encontrar al rato, para irnos de ese mundo y volver a casa.
Ir a la oficina al día siguiente, con los ojos todavía ardiendo por los gases, y escuchar charlas larguísimas sobre perfumes me hace pensar que hay cosas mas dolorosas que un piedrazo. Y, al mismo tiempo, entender que el piedrazo resulta muy poco para destruir todo lo que hay que destruir.
Prefiero volver a la recomendación de Link; puede que haya algo de sabiduría en ello. 
Y volver.

sábado, 23 de diciembre de 2017

VIOLENCIA...ES MENTIR?


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Algunas consideraciones sobre la violencia (de los pasados dìas, de los tiempos presentes de espacios "reales" y "virtuales" que se ven atravesados por ella) a la luz de una lectura...
"Ahora bien, y si los humanos superan a los animales en su capacidad para la violencia precisamente por que hablan?" se pregunta en un texto el filósofo Slavoj Zizek.
La violencia aparece, en esta frase, no como la antítesis del pensamiento (que es en la forma en la que se la presenta en películas como "Relatos Salvajes", es decir la violencia que aparece cuando no hay discurso, cuando el discurso se ve desbordado por el impulso) sino como su continuación.
La violencia, ella misma, como forma del discurso: a nivel simbòlico, lo vemos en las redes a diario. A nivel "real", basta pensar en el plan genocida de la dictadura, y en la violencia, tambièn racional, que las organizaciones armadas intentaron oponer.
La violencia, también, en su versión mas banal: como forma de entretenimiento: muchos viendo por tv. un show (político o mainstream) donde personas que bailan por un sueño o políticos que hablan por un sueño (personal o no, en ejercicio de sus funciones o no) le gritan al que està enfrente lo màs hiriente que les venga a la cabeza.
"Tal destroza a tal" es la forma en que se suben videos a youtube, ya sea que se trate de un debate televisivo o un debate parlamentario. Y buena parte de los comentarios que se hacen van en la misma dirección. Quièn derrota a quièn. Dónde està el vencedor y dónde el vencido.
La famosa grieta que falsamente el macrismo le atribuye al kirchenerismo. Y que, falsamente también, dicen venir a suturar..
Encuentro, en el libro "El pais de la guerra" de Martìn Kohan, algunas citas excelentes en esta misma línea de pensamiento.
Las relaciones entre las citas se arman con facilidad. Asì, por ejemplo, el politólogo Bobbio sostiene que el Estado, cualquier estado, no es la eliminación de la violencia sino su institucionalizaciòn. Asì, y si nos remontamos a la generación del 80, Dardo Scavino entiende que civilizarse, para la semántica sarmientina, es someterse a una disciplina militar o, incluso, domesticarse.
Si es asì, si el estado es la continuación de la guerra por otros medios, en ese caso, se trata de pensar hacia qué sectores de la sociedad ejerce mas violencia ese estado, de asumir posiciones y formas de relacionarse con la violencia que ese estado ejerce. Y de ver cómo, en este análisis, cobra sentido la siguiente frase de Carlos Godoy: "la guerra es la única muerte natural". Porque nadie puede sustraerse de esa violencia.

jueves, 21 de diciembre de 2017

DAR LA CARA

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Interesante la cobertura que hace Clarìn de los hechos de ayer.
Al parecer la violencia -el salvajismo- fue la única forma que encontraron los manifestantes para expresarse en la plaza del congreso. Las únicas fotos que muestra el diario son las de policías heridos por las agresiones de los manifestantes. Ni una sola mención a la cantidad de asistentes a la marcha.
No hay fotos o menciones a los miles que estuvimos ahí sin tirar una sola piedra.
Es totalmente lógico, entonces, que tampoco hayan hecho una sola mención a los cacerolazos que se produjeron por la noche en diferentes lugares: el cacerolazo es expresión de protesta de gente "civilizada" (que tanto remarcaron y pusieron en tapa cuando de trataba de cacerolazos en contra del kirchnerismo), y para Clarìn, la única forma de oposición posible a este gobierno debe ser entendida en términos de barbarie; si se es "civilizado" no se puede estar en contra. No tendría sentido: la gente civilizada es la que votò el cambio.
Tirar piedras es de bárbaro; pero si no se tiran piedras te invisibilizan dos veces (primero en la marcha, luego en los cacerolazos)
No hay violencia mayor que la negación del otro. ¿Cómo dialogar con alguien a quien no se reconoce como un otro con el que se pueda dialogar, sino como un bárbaro al que hay que domesticar?
Por eso no dicen nada de la mayoría que se manifestó pacíficamente durante todo el dìa, y por eso no dicen nada de los que salieron con la cacerola por la noche.
Porque la civilidad està de un sòlo lado: del lado de un gobierno en el que un presidente, cuando le toca dar una conferencia de prensa después de lo que pasa, se refiere en estos términos a la nueva ley previsional: "todo cambio genera incomodidad".
"Incomodidad" es la palabra elegida. La que define la jornada de ayer. La violencia empieza en la palabra. En la que se dice; en la que no se permite decir al otro.
Es el mismo hombre al que, hace algunos años, al generarse una polémica por su iniciativa para "prohibir a los trapitos" en la ciudad de Bs As, al ser consultado en una entrevista radial por Nelson Castro (Nelson Castro!) sobre si había evaluado otras medidas de fondo en lugar de la prohibición, el actual presidente contesto: "Y que quiere, que los mate directamente?"
Si hablamos de violencia, cuando Duràn Barba no le sopla al oído, se puede apreciar màs claramente la suya.
Y cuando le sopla, como en las conferencias de prensa que trata de no dar, no hay violencia mas educada, mejor vestida que la suya.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

EL CEPO MAS PELIGROSO...

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"La administracion macrista comenzo liberalizando la economia al tiempo que regulaba la protesta social; le saco el cepo al dolar y se lo puso a los manifestantes.
La recesion, la inflacion, la perdida de puestos de trabajo, la quita de subsidios: en otras palabras, el deterioro de todos los indicadores sociales desde diciembre de 2015, recalento una conflictividad social que caracteriza a la realidad argentina incluso en epocas de bonanza.
Es un tipo de cultura enraizada en los origenes mismos del Estado argentino. Basta recordar la policia de Ramon Falcon en los sucesos de la semana roja de 1909; o, una decada mas tarde, la semana tragica y los sucesos de la patagonia rebelde. Una maquinaria que alcanzo su apogeo con las dictaduras y el terrorismo de estado.
Tenemos un estado, entonces, de una larga, nefasta y brutal tradicion represiva. Hablar entonces de represion macrista es simplemente darle una especificidad temporal, como pudo ser la represion kirchnerista, duhaldista, delarruista, menemista y asi hasta la generacion del 80.
Hasta ahora uno podia pensar que recurrir a palos y gases era el "costo" que un gobierno tenia que pagar de cara a la opinion publica y a los votantes. Pero si el PRO, que vive pendiente del humor social que emana a diario de encuestas y focus groups, recurre a resoluciones violentas cada vez mas seguido, tiene que ver con que cuenta con el beneplacito, con el apoyo mas o menos tacito de una parte importante de la sociedad.
Lo verdaderamente ominoso no es que el estado argentino nos pueda herir o matar por protestar, sino que vivimos rodeados de personas a las que eso les parece bien, o al menos no del todo mal."
Matias Capelli. "Recrudece" (Inrockuptibles, Agosto 2017)

domingo, 10 de diciembre de 2017

EL FUTURO DE LA PALABRA...

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"LA VULGARIDAD"
Por Daniel Link para Perfil

En un antiguo libelo (¿Se puede pensar la política?), Alain Badiou había propuesto una serie de juegos de lenguaje a partir de las premisas: “la derecha miente”, “la izquierda dice la verdad”. Lo primero queda demostrado por la prepotencia de los actuales gestores de políticas públicas en Argentina. 
En los últimos dos años los indicadores correspondientes a las políticas monetaria, cambiaria y financiera han despertado la atención de los más reaccionarios economistas, que reconocen en lo que se está haciendo una variante de lo que ellos hicieron en su momento, para hundir al país en una crisis de la que todavía no hemos conseguido salir del todo. Endeudamiento, atraso cambiario, bicicleta financiera y burbuja hipotecaria (las cuotas de los hipotecados aumentarán a partir de este mes un diez por ciento, y nadie sabe si ese salto no será el primero de una serie que Europa conoció en 2008 y que puso en crisis el sistema bancario internacional). 
La política tarifaria y las políticas sobre salarios y jubilaciones son indicadores suficientes para saber si una gestión se ha comprometido verdaderamente con los “Objetivos de desarrollo sostenible” propuestos por la ONU en septiembre de 2015 o si adhiere a ellos retóricamente. 
En los últimos dos años, el poder adquisitivo de la población en Argentina ha disminuido, tanto por los desorbitados aumentos de tarifas públicas como por la licuación de los aumentos conseguidos en paritarias a través de la inflación. Con eso alcanza para determinar si un gobierno miente o no en la adhesión al “Fin de la pobreza”, el “Hambre cero” y la “Educación de calidad” (ONU). 
En los últimas semanas, dos proyectos suman todavía un predicado más al gobierno nacional y municipal (ciudad de Buenos Aires): la reforma pedagógica llamada “Escuelas del Futuro”, propuesta por el Ministerio de Educación de la Nación y la intervención y clausura de los 29 Institutos Formación Docente de la Ciudad de Buenos Aires (con la excusa de formar una Universidad Pedagógica) son de una vulgaridad que provoca arcadas. 
Los expertos en educación han objetado el proyecto “Escuelas del Futuro” con argumentos intachables (prescinde de un diagnostico integral de la situacion educativa actual, carece de perspectiva historica y promueve una vision de progreso acritica, no elabora un planteo solido desde sus fundamentos pedagogico-didacticos ni epistemologicos; no ha sido discutida con los diferentes actores educativos: docentes, equipos directivos, familias, investigadores e investigadoras; asigna un lugar secundario a los conocimientos disciplinares, etc.). 
Me detengo en la última característica, congruente con la disolución de los Institutos Superiores de Formación Docente de la Ciudad de Buenos Aires: el lugar secundario asignado a los conocimientos disciplinares, que el proyecto “Escuelas del Futuro” licúa en áreas mal diseñadas (Lengua y Literatura, por ejemplo, ocupará la misma que Educación Física), todas ellas al servicio del eje central de la reforma: la digitalización de los aprendizajes y la apuesta a la ingeniería robótica como clave de... ¿desarrollo? 
En la misma dirección, la disolución de los Profesorados liquida de un plumazo la formación de expertos en lectura y escritura, una de las características de las instituciones centenarias que ahora se pretende hacer desaparecer sin aviso previo y sin discusión. 
Ambos proyectos no sólo están preñados de mentiras de derecha sino también de vulgaridad: ¿hay que recordar a los reformadores que el mayor lingüista del siglo XX, Noam Chomsky, realizó su carrera y sus mayores aportes a la disciplina desde el M.I.T. (Instituto Tecnológico de Massachusetts), precisamente porque las autoridades de esa universidad sabían que no se puede desarrollar inteligencia artificial sin investigaciones de punta en el área del lenguaje? 
Si quieren robots, primero necesitamos lingüistas y filólogos. Los mejores de ellos se formaron en el Profesorado “Joaquín V. González”, por ejemplo. 
Que la derecha miente es sabido desde la Revolución Francesa. La vulgaridad de la que está dando muestras entre nosotros es, sin embargo, la revelación del siglo XXI.

martes, 5 de diciembre de 2017

INVENTAR EL FUTURO...


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"La derrota histórica de 1989 hizo que los movimientos sociales actuales quedasen huérfanos. La paradoja d nuestra época es que està obsesionada con la memoria, mientras que sus movimientos contestatarios (los indignados, la "primavera árabe") no pueden inscribirse en una continuidad con los movimientos revolucionarios del siglo XX.
Los movimientos de estos últimos años están en busca de nuevas perspectivas  pero no tienen  una orientación política claramente definida. Aparecieron en distintos países -en Europa, en Estados Unidos, en los países árabes- pero en ninguno lograron generar estructuras políticas permanentes.
El mundo no puede vivir sin utopías, y va a inventarse nuevas. Lo que me parece seguro es que ya no se harán revoluciones en nombre del comunismo, al menos no del comunismo del siglo XX. Éste último fue engendrado por una era de guerras, concibió la revolución según un paradigma militar, y esta época ya concluyò. Se puede formular la hipótesis de que las futuras revoluciones no seràn comunistas, como lo fueron las del siglo XX, pero seguirán siendo anticapitalistas; se harán por los bienes que hay que salvar de la reificaciòn del mercado. Las revoluciones no se decretan, nacen de crisis sociales y políticas; tampoco son producto de alguna ley histórica o causalidad determinista. Se inventan, y su desenlace es siempre incierto. Hoy en dìa debemos asimilar la derrota de las revoluciones del pasado sin por eso plegarnos al orden del presente."


"QUÈ FUE DE LOS INTELECTUALES"? (CONVERSACIONES CON ENZO TRAVERSO)

domingo, 26 de noviembre de 2017

LA ÑATA CONTRA EL VIDRIO


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El deja vu es un fenómeno extraño. Cuando me pasa -no es algo habitual- quedo paralizado.¿Pero acaso el deja vu no implica algún tipo de parálisis? Porque la superposición de lo que està ocurriendo en un momento actual e inmediato con un momento pasado y mediato no puede suceder sin la abolición (momentánea, claro), de ese presente en el que ocurre el deja vu. El último fue un domingo, hace poco, en el bar.
Si me preguntan digo que soy de Boca, pero sòlo por no decir el antipàtico "de nadie". .Me importa muy poco si gana o no. En algún momento me importò; ya no. Me importa cada vez menos ver fùtbol, asì como cada vez me importa menos participar de las discusiones habituales sobre fùtbol (las diferencias entre Messi y Maradona, por ejemplo). Me sigue importando lo que pasa con la selección y jugar con cierta regularidad (y mantener cierta regularidad en mi juego: algùn buen gol, alguna buena asistencia en cada partido). Y nada màs.
Todo esto como para generar el marco de mi deja-vu: habìa ido, despuès del almuerzo, a leer al bar que màs me gusta, cerca del departamento.
En un momento, al levantar la cabeza, vi que todas las mesas estaban ocupadas. No tardè en enterarme porqué: jugaban boca y river.
Encontrarme con el bar lleno y mucha gente agolpándose del otro lado de la ventana, tratando de disfrutar "desde afuera", me remitió a los 90. A finales de esa década
En casa tenìamos cable pero no tenìamos el pay-per-view y a mì, que en ese momento me importaba el fùtbol, no me quedaba otra que empezar una la peregrinación por los bares y estaciones de servicio vecinos, en búsqueda de algún lugar para poder ver el partido de boca.
Todo eso volviò, el otro dìa, en el bar, mientras empezaba el partido.
Ya lo sabemos por Estebitan: no importa el fútbol; importan los lazos sociales que articula: la misma bombilla, las historias compartidas.
Pero en la "articulación" del bar el otro día (los que llegaron primero entran; los que llegan después, que se queden afuera) es una articulación tan perversa como sintomática de los tiempos que vivimos.
El disfrute que sòlo se hace goce cuando hay alguien que queda afuera (¿porqué será que en las publicidades aparece todo el tiempo la palabra exclusivo?. No se supone que un bien o un servicio, ya sea un shampoo o un viaje a paris, se disfruta por cualidades intrínsecas al propio bien o servicio?. ¿Porqué quieren que sepa que ese bien o ese servicio no està al alcance de cualquiera?)
El goce como algo exclusivo del "emprendedor" . El emprendedor como el que le gana de mano al otro, al que no puede entrar; al que mira de afuera.
Tiempos de deja-vu.

sábado, 11 de noviembre de 2017

LOS OPUESTOS...


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"LOS ENAMORADOS" Por Martin Kohan para Perfil
El acoso existe, y es terrible. Funciona a base de hostigamiento, de asfixia, de mortificación. El acoso es una forma de imposición, es la versión fascista del deseo, y ejerce su afán de conquista, al igual que en las conquistas de guerra, al precio de arrasar lo conquistado. El acoso se practica como determinación unilateral, y deja para después (un después indefinido) la eventual aquiescencia del otro. Su imposible utopía es la de Atame, de Pedro Almodóvar. Su antídoto está en Peteribí, de Luis Alberto Spinetta.
El acoso existe, sí. Pero también existe la seducción. Y la seducción es muy otra cosa. La seducción está lejos de reducirse a una sola pregunta (“¿me amás?”) y una sola respuesta (“sí”/“no”); está plagada de “no sabe” y “no contesta”, de “creo que sí”, de “creo que no”, de “sí pero no”, de “me parece”. La seducción se entiende mucho más con los vaivenes y las contradicciones, con las vacilaciones y la suspensión, con eso que Lenin definió como “un paso adelante, dos pasos atrás”. Sólo a veces transcurre entre personas que ya saben lo que quieren y lo saben de una vez.
Por eso el seductor insiste, porque habita esa zona del amor que está hecha más que nada de eso: de insistencias, una zona en la que nada se desluce tanto como una resignación demasiado pronta. Buena parte de los amores más felices y más plenos que existen o han existido no habrían sido posibles sin cierta dosis de insistencia.
Sabemos con qué eficacia opera la represión social de la sentimentalidad: disfraza sus moralinas con gritos de libertad, disfraza de respeto legítimo sus mandatos de indiferencia. Si llegara por desgracia a instalarse cierta incapacidad de diferenciar una seducción de un acoso, o si avanzara, tanto más, la tendencia a identificarlos sin más, quedaría el propio amor puesto en peligro. ¿Y qué sería de nosotros sin el amor? ¿Qué sería de nosotros, los enamorados?

domingo, 22 de octubre de 2017

EL DICTADO DE LA MEMORIA...

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"Proteger la verdad" Por Edgardo Mocca para Pàgina 12.
Proteger la verdad, esa parece ser una clave para defender el régimen democrático, o lo que queda de él en la Argentina. La aparición del cuerpo de Santiago Maldonado ha puesto esta cuestión en un punto crítico. Porque la gran mayoría de los argentinos sabemos que Santiago fue una víctima del estado argentino, de la clase social en la que se sostiene y a la que defiende, del gobierno que lo administra y de un vasto campo de actores políticos institucionales y para-institucionales entre los que sobresalen el poder judicial y la maquinaria mediática. “Sabemos” no quiere decir que todos podamos decirlo con las mismas palabras ni que se trate de una verdad “probada” en términos judiciales. Es una verdad que sabemos por nuestra historia, nos la dicta nuestra memoria. Hacia atrás hemos recuperado muchas verdades. Hemos sabido que en este país en la década del setenta del siglo pasado no hubo una guerra entre dos bandos igualmente violentos. Que fue un operativo de revancha terrorista contra los sectores políticos, sindicales y sociales más activos en la defensa de los intereses populares. Hemos sabido que no hubo “excesos” indeseados en la represión sino prácticas absolutamente liberadas de todo límite moral y jurídico, justificadas por la necesidad de aniquilar un enemigo interno cuidadosamente construido políticamente durante mucho tiempo. Hemos sabido que los movimientos de derechos humanos no eran un antro de locas y de zurdos sino el principal reservorio de los valores democráticos durante los años más oscuros de nuestra historia. Hemos sabido que los desaparecidos no estaban en el exterior -o cortándose las rastas en alguna peluquería- sino que fueron asesinados cruel y sistemáticamente, en la gran mayoría de los casos sin poder ofrecer resistencia alguna.
Esos saberes del pasado son herramientas para pensar los hechos de hoy. Me apuro a decir que no se trata de que quienes los poseen sean mayorías aritméticas deducidas de tal o cual encuesta de opinión. Esas mayorías -fluctuantes e inestables- pueden ignorarlo o, lo que es mucho más frecuente, negarlo, como modo de supuesta defensa psicológica, pero el saber estas cosas es patrimonio de todas las personas que viven aquí y tienen un mínimo de discernimiento. Y estos saberes son y serán en los próximos días interpelados y desafiados por las más inverosímiles construcciones ideológicas, todas ellas dirigidas de uno u otro modo a justificar este aserto: el tatuador no sufrió ningún tipo de violencia, murió ahogado. Es muy difícil imaginar argumentos serios para semejante slogan pero la posverdad no se amilana ante ninguna tarea por problemática que sea. Y porque además la estrategia estará sustentada en la sistemática descarga de culpas hacia “los otros”, hacia los 562 que tendrían que ser exilados en la luna. Ellos son los que agitan, los que buscan politizar. Quieren decir que Bullrich defendió a la Gendarmería y encubrió sus responsabilidades. Que Noceti, el jefe de gabinete de Bullrich, fue el mentor y director de la represión que llevó a la muerte a Santiago. O que el juez Otranto demoró y desvió la información porque, entre otras cosas, él mismo colaboró en la creación de condiciones “legales” para el atropello de los gendarmes. O decir que el problema de los mapuches no es su pertenencia a la guerrilla kurda sino que son gente que defiende derechos: a la tierra, a la naturaleza, a la paz y a la vida digna. Todo eso no es más que un intento del kirchnerismo de “politizar” los hechos. 
La verdad es, ante todo, la que debe revelar cómo sucedieron los hechos que concluyeron en la muerte de Santiago. Aquí la verdad es esencialmente, aunque no únicamente, responsabilidad del poder judicial. Pero como siempre sucede cuando hay una muerte que alcanza significación política no alcanza con reconstruir los hechos inmediatamente vinculados a la muerte, es necesario pensar políticamente los hechos que llevaron a ella. La dilucidación de los hechos materiales conforma un cuadro de las eventuales responsabilidades involucradas en el caso. Pero la responsabilidad política es otra cosa, es algo más grave. Porque nadie puede evitar que haya un desequilibrado o un perverso que provoque una muerte con su conducta. De lo que sí estamos en condiciones como comunidad es de valorar el tipo de acción política que creó condiciones para una muerte. Eso exigiría hacer un riguroso análisis de las políticas desarrolladas durante estos casi dos años en materia de seguridad. Y particularmente en el aspecto  –vital para este gobierno– de despejar las calles y las rutas contra cualquier irrupción de la protesta popular. Y hacerlo de la manera más espectacular posible, de modo de que juegue un rol ejemplarizador y disuasivo. Este es el alfa y el omega del discurso y de la acción de la ministra Bullrich. Antes de conocer cualquier tipo de estrategia en la tan exaltada lucha contra el delito, conocimos el “nuevo protocolo” para la acción de las fuerzas de seguridad dirigido a desalentar y amedrentar cualquier medida dirigida a ocupar la calle, a cortar el tránsito. Es decir a proteger a la “gente de bien” frente al huelguista, a la mujer, al piquetero, al mapuche, al político, a cualquiera de las especies que “causaron el atraso de este país”. La seductora propuesta del orden intentaba esconder el designio más profundo, el de evitar la visibilidad, y con ella la capacidad de articulación de las luchas. La ministra sobreactuó hasta el ridículo su identificación con las fuerzas de seguridad a las que se necesita comprometer incondicionalmente con la política represiva gubernamental: en lo que es de esperar sea el último de los episodios de su lamentable saga dejó escapar la sugestiva frase “a la gendarmería la necesitamos”. La política de represión violenta de la protesta social amenaza con tener una consecuencia agravante del daño que tiene para la paz social: la de alentar un comportamiento corporativo de las fuerzas de seguridad, apoyado en el lugar estratégico que ocupan en el actual contexto político, un lugar que les asigna roles tan diversos como el de “esclarecer” la muerte de Nisman, maniobrar en el terreno electoral, controlar y espiar a los movimientos sociales y montar provocaciones en las movilizaciones populares. La verdad sobre lo sucedido incluye también la averiguación de cómo se gestó este nuevo lugar de la gendarmería como fuerza de choque que no sólo reprime protestas callejeras sino que entra en las universidades violando su autonomía o entra a las radios cuando una ex presidenta está respondiendo un reportaje. La verdad necesaria es, entonces, también la verdad de un rumbo político que se sostiene en tres pilares: la transferencia de ingresos hacia los sectores más poderosos de la sociedad, el desarrollo de una impresionante maquinaria de manipulación psicológica de masas y la neutralización del movimiento popular en sus diferentes cauces. 
La verdad es una responsabilidad colectiva también con la memoria de Santiago Maldonado. Porque desde ahora es un nombre que quiere decir muchas cosas para la Argentina que viene. Algún desaforado periodista, muy reconocido desde el poder,se permitió tratar con ironía su causa, concebida algo así como un “jugar a la revolución” fuera de época, una reviviscencia de los setenta, alentada, claro está, por los Kirchner. Esa banalización de la historia y del presente es una verdadera ideología de época de los sectores poderosos. Por eso fue tan central en el acta de reclamos que Escribano -entonces CEO de La Nación- le hizo llegar a Néstor Kirchner apenas iniciado su mandato la exigencia del final de toda revisión respecto del genocidio. De eso se trata cuando se instala el tema del número de desaparecidos para rebajar el tono de cualquier discusión sobre esa época. Hay toda una necesidad histórica de los grupos dominantes de encerrar bajo siete llaves ese pasado, de convertirlo en una locura de violencia compartida surgida vaya a saberse de dónde que, por alguna causa extraña se apoderó de la sociedad. Santiago es el portador de una verdad muy actual de nuestros días, la verdad que dice que la solidaridad no ha desaparecido entre los escombros de la meritocracia y el emprendedurismo. Que es falso que la única verdad que nos queda es la inexistencia de toda verdad, un relativismo extremo que fundándose en una terrible noción de libertad y pluralismo disimula una práctica profundamente autoritaria y tendencialmente violenta. La verdad sobre Santiago es también una reivindicación de la juventud que lucha, que milita, se organiza y moviliza en paz. Que enfrenta al miedo y a la resignación. Y es por eso una de las bases político-culturales para la recuperación democrática argentina.
Por alguna razón -sobre la que hay muchas hipótesis que van desde la casualidad hasta la ruptura de algún pacto corporativo-estatal de silencio- el desenlace de la desaparición forzada de Santiago se verificó pocos días antes de unas elecciones que tienen una enorme importancia. Durante todos estos días hemos asistido a la obsesión oficial por conocer la eventual influencia del hecho en la conducta electoral de los argentinos, especialmente de los que votan en la provincia de Buenos Aires. La cuestión se dilucida en estas horas. Seguramente los resultados desplazarán desde mañana los hechos terribles del sur y ocupará su lugar la especulación política sobre el futuro político-institucional. Pero convendrá saber que lo ocurrido marcará un antes y un después de esta etapa política argentina. Y los tiempos en que la cuestión se habrá de dirimir no están en los límites de un período electoral sino que regirán tiempos más largos de la política argentina. La protección de la verdad contra la pirotecnia de la distracción y del olvido puede ser lo que separe la perspectiva de un país adormecido y paralizado de una democracia con capacidad de resistir el impulso congénito hacia el totalitarismo propio del dominio neoliberal.

martes, 10 de octubre de 2017

EL 22

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"Esta apropiación particular de la ley, el modo en que cada policía entiende su trabajo, tiene su máxima expresión en la figura de "el loco". No en relación a un problema psiquiátrico sino a un compañero decidido a romper las normas. Esta figura funciona como ejemplo de las practicas que mencionábamos: los "policías locos" llegan al extremo de "suspender la ley para defenderla".
El loco es utilizado: si emprende una acción ilegal ( pero internamente legitima) que resulta exitosa, el "loco" permanece en la institución, sus tácticas individuales son protegidas estrategicamente. En cambio, si adquiere visibilidad publica " le sueltan la mano". Cuando esto ocurre, los "locos" quedan afuera, se convierten en manzanas podridas que manchan a la institución, que queda libre de responsabilidades; la culpa es del "loco".
El Estado usa a las fuerzas de seguridad de la misma manera en que estas utilizan al loco.
Esto fue lo que ocurrió en 2002 con la policía bonaerense y el énfasis puesto sobre el comisario Franchiotti ante los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Dario Santillan: la policía como institucion y el poder político que lo comando lograron evitar la responsabilidad. Y podríamos preguntarnos si no es uno de los cursos abiertos en el tratamiento de la desaparición de Santiago Maldonado"

Fragmento del articulo titulado "La marca de la gorra" (Por Mariana Galvani para Le Monde Argentina, Octubre)

domingo, 24 de septiembre de 2017

LOS TIEMPOS DE LA POLITICA

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Camino al trabajo, escucho hablar en la radio a un hombre (probablemente un padre) sobre la toma de los colegios por parte de los estudiantes.
"Los chicos no son sujetos políticos" dice. 
Razonando la frase, podemos deducir que los chicos son sujetos, claro. Pero no políticos, sino "pre-políticos". Y el solo devenir del tiempo -alcanzar la mayoría de edad- los harìa pasar al estadìo en el que se encuentran sus padres, sus docentes y el gobierno con el que acuerdan y desacuerdan sus padres y sus docentes: volverse sujetos políticos.
La expresión no es del todo clara. Abre la puerta a pensar que todo adulto, en tanto adulto, es un sujeto político y que, por lo tanto, el único habilitado a hablar y actuar "políticamente" (es decir, de hablar y de actuar con el poder suficiente para mantener o modificar aspectos de la vida en común)
En los términos en los que yo lo pienso, el "status" polìtico pasa, en primera instancia, por el acceso al lenguaje. En el lenguaje, en la palabra, està la política.
En tanto que existen adolescentes con un registro amplio del lenguaje (con un registro amplio del mundo que los rodea), no veo porqué negarlos como interlocutores y quitarles su "status polìtico".
Si puertas adentro un padre con hijos adolescentes debe aprender a negociar con ellos cuestiones de la vida doméstica, ¿cómo es que, puertas afuera, ese poder de negociación que da el acceso a la palabra (el "estatus político" de la persona) se torna inexistente?
¿Cómo es que hay gente que considera que no son interlocutores válidos?.
Como si el valor de un discurso estuviera garantizado por el solo hecho de haber venido antes al mundo, por un mero accidente biológico.

EL PARIA Y SU ESTRELLA...


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"La filiaciòn de Yupanqui al PC se extendería hasta 1952. Esencialmente libertario, no podía durar tanto en la estructura verticalista y acatadora de la organización. Además, necesitaba trabajar. Sin dejar de ser opositor, Yupanki establecìo algún tipo de tregua frágil con el gobierno de Peròn, nunca del todo dilucidada, pero a partir de entonces la prohibiciòn se fue descongelando. En el 53 renunciò pùblicamente al PC, que lo acusò de traición, entre otras tantas cosas. Yupanqui volvía a ser el llanero solitario que habìa sido. En su excelente biografía, "En nombre del folclore" (2008), Sergio Pujoj resume el destino de paria del trovador, un caso simbólico del drama político nacional: "Para la derecha siguió siendo "ese viejo comunista"; para los comunistas, un traidor, y para los peronistas, un gorila".Finalmente "ese territorio, el de la soledad, era su verdadero pais".
"Y asì voy por el mundo, sin edad ni destino. Al amparo de un cosmos que camina conmigo. Amo la luz, el rìo, y el silencio y la estrella."
Los poetas no deberían tener una cruz sobre su tumba" dijo diez años antes de morir. "Habría que plantar un árbol, porque algún día las aves harían nido y cada mañana con ellas saldría el espíritu del hombre, el alma, los silencios guardados, las vibraciones del hombre, a tomar sol y a silbar por los campos. Y después volverían, o se irían por esos caminos"
"PRENDIDO A LA MAGIA DE LOS CAMINOS" (REVISTA ROLLING STONE, ARGENTINA (MAYO 2017)

domingo, 10 de septiembre de 2017

LOS ARBOLES EN LA TORMENTA

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Vaucanson (John Ashbery)


Mientras escribía, nevaba.
Se sintió sosegado y singular en la habitación gris.
pero, claro, nunca nadie se fía de estos humores.
Aquello tenía que tener entendimiento.
Pero, ¿por qué? De todos modos, sucede siempre,
y ¿quién se apunta el tanto? Seguramente
no aquello que se comprende,
y nos empequeñece saberlo
como saben los árboles de la tormenta
hasta que pasa y vuelve la luz a caer
desigualmente sobre toda la susurrante parentela:
las cosas con las cosas, las personas con los objetos,
las ideas con las personas o con las ideas.
Duele esta voluntad de proporcionarle a la vida
dimensiones, cuando la vida consiste precisamente en esas
dimensiones.
Somos criaturas, así que caminamos y hablamos
y la gente se nos acerca, o nos escucha
y luego se va.
La música llena los espacios
en los que se estiran las figuras hacia los bordes,
y puede solamente decir algo.
Los tendones se relajan entonces,
la conciencia empieza a albergar buenos pensamientos.
Ah, tiene que ser bueno este sol:
calienta de nuevo,
hace el número, completa su trilogía.
La vida debe de estar ahí detrás. La escondiste
para que nadie la encontrase
y ahora no recuerdas dónde.
Pero si volviera uno a inventarse la infancia
sería casi como volverse una reliquia viva
para librar a esta cosa, librarla del rubor
por el procedimiento de bajar el telón,
y durante unos segundos nadie se daría cuenta.
El final parecería perfecto.
Nada de consternación,
ni sueño trágico alguno del que despertarse sobresaltado
con un ataque de culpa apasionada, sólo la cálida luz del sol
que se desliza con facilidad por los hombros
hasta el corazón blando, derretido.

sábado, 26 de agosto de 2017

LOS PEQUEÑOS NEGOCIOS...


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"El emprendedor de la patria" Por Martin Kohan para Perfil
A mí también me resultó un tanto inadecuada la palabra “emprendedor”, utilizada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para calificar (o descalificar, según cómo se mire) al General José de San Martín. Entiendo que pueda interpretarse esa definición como una suerte de devaluación, tanto simbólica como conceptual, del Padre de la Patria. Y entiendo que puedan haberse ofuscado ante ese hecho los sanmartinianos más sensibles y los patriotas más rotundos (aunque yo francamente no soy ninguna de las dos cosas).
Porque “emprendedor” es una palabra que hoy designa preferentemente a aquellos que asumen alguna iniciativa de tipo comercial o empresarial, ya se trate del que se arma una empresita de algo, con sueños de progreso, o el que pone un negocito en el barrio con lo que le dieron como indemnización cuando lo echaron de su trabajo. Hay en la expresión una carga de neto optimismo, de esa clase de optimismo un poco forzado y un poco forzoso que imparten las doctrinas de la autoayuda, pretendiendo que, quien se lo proponga de veras y con ganas, ha de triunfar en la vida (no depende de nadie más que de ella o él).
La gesta mayúscula que llevó a cabo José de San Martín, hacedor del colosal ejército que consolidó la libertad de un país, el suyo, y la extendió gloriosamente hacia otros dos, Chile y Perú, jaqueando la dominación colonial de España y concretando entretanto la hazaña cuasi impar del cruce de la cordillera de los Andes con tropas y pertrechos y todo, parece verse marcadamente empobrecida, si es que no directamente denigrada, por una designación por lo demás tan magra: “emprendedor” (como si se dijera que le puso onda, que se puso las pilas, que tiró para adelante, que se atrevió a más).
Pero tal vez no tenemos que suponer (lo digo desde la esperanza) que se trató nada más que de un tropiezo semántico, producto de una visión del mundo limitada al espíritu de los mercaderes o al espíritu new age (o peor aun, al de los mercaderes new age). ¿Por qué no plantearnos, mejor, que pudo tratarse en verdad de una intervención netamente ideológica (en el más potente sentido del término) sobre la historia argentina y su orden de sentido? ¿Por qué no dirimir si, al usar esa palabra, “emprendedor”, y al asestársela a San Martín, no se estaba en verdad retomando los severos cuestionamientos que Juan Bautista Alberdi, en El crimen de la guerra, lanzara contra el criterio historiográfico impartido por Bartolomé Mitre?
Alberdi se opuso con argumentos contundentes a la forma en que Bartolomé Mitre remitía a la dimensión militar, esto es a las glorias de los campos de batalla, la función determinante de consagrar una mitología de origen para la definición de la nacionalidad en curso, y de establecer un régimen de valores ejemplares para el diseño de un modelo de ciudadanía. Contra esta historia de soldados por vocación (como San Martín) o por necesidad (como Manuel Belgrano), Alberdi reclamaba una historia que erigiera en cambio sujetos heroicos de otra índole: inventores, científicos, industriales, en fin, por qué no: “emprendedores”.
¿No habrá estado apuntando a esto, en realidad, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? ¿No habrá decidido reabrir y retomar aquellas polémicas mitigadas pero cruciales del final del siglo XIX? ¿Volver sobre esa cuestión insoslayable: la de los modelos de identidad nacional, la de los modelos de sociedad posible, esgrimidos y proyectados, imperantes o relegados, validados o excluidos? ¿No está planteándonos, en cierta forma, si uno se fija, un debate fundamental sobre la relación entre capitalismo y violencia? San Martín, sí; y también Mitre y Alberdi y Sarmiento, claro; y luego Max Weber y Gramsci y Carl Schmitt, por qué no; y finalmente etcétera y etcétera y etcétera.
La historia y la teoría social se ven así convocadas para mejor pensar nuestro presente. ¡Y eso que, por un instante, a punto estuvimos de concluir que se trataba nada más que de una palabra empleada con absoluta torpeza! ¡A punto estuvimos de caer en la desazón frente a lo que parecía ser nada más que una banalidad irremontable!
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