Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
lunes, 24 de marzo de 2014
DELITOS IMPERCEPTIBLES...
"Escuchar a este tipo te hace florecer la cabeza" me dice mi amigo, incrédulo él (y no es el único) al finalizar la exposición del primer teórico de literatura alemana.
Mi amigo, que sigue perseverando en ese instituto de menores que es la facultad de lomas, advierte de inmediato la distancia abismal que hay entre los docentes que ofrece una casa de estudios y la otra. Distancia tan abismal como el pacto que ofrecen a sus alumnos; si hay algo que me seduce de la uba es que, ahí, a nadie le importa en lo más mínimo mi futuro profesional. Las preocupaciones en todo caso -y los alumnos tenemos que estar agradecidos por eso- pasan por otro lado. Mi amigo queda en una encrucijada que deberá resolver.
Mientras tanto, me acerca una proposición que implica una situación delictiva a la que debo responder. Se trata de un hurto menor, un arrebato literario: apropiarnos ilegítimamente del libro "Conversaciones con David Foster Wallace". Nuestro apasionamiento por los libros de conversaciones -muchas veces incluso superior a las obras mismas de los escritores puestos a dialogar- choca contra la repulsión que nos genera el precio actual de la cultura impresa.
Según la Ñ, el precio del libro ronda los $200. Mi recorrida por las librearías de corrientes arrojó un saldo negativo: no figura en catálogo.
Le digo a mi amigo que haga un rastreo en la web. Me contesta a los pocos minutos informado que una librería en caballito lo tiene...a 300 pesos!
Mi amigo me propone comprarlo a medias en caso de que mi formación legal me impida incurrir en un ilícito cultural. Desde hace tiempo que tengo, en efecto, la fantasía de robar libros. Me indigna el precio que tienen. Es verdad, casi no hay precio que no indigne últimamente, pero aún así...
Lo cierto es que no deja de ser una fantasía a la que, creo, nunca voy a abrirle la puerta hacia la realidad. Quedará allí, girando en mi cabeza, hasta el fin de los tiempos.
Fantasías literarias (o delictuales) hasta aquí.
Fantasías eróticas desde aquí: aprovechando que una de mis vecinas (la que no me interesa) se fue a pergamino a visitar familiares, invito a comer a su hermana (viven juntas).
Cena no hubo; alcohol sí. El problema fue la desproporción entre las cantidades que tomábamos. Había comprado vino, cerveza y new age. Por cada vaso que tomaba yo, ella apenas mojaba los labios. Y hablaba. Hablaba mucho. Yo le sacaba temas. Prácticamente todo fue una larga entrevista en la que el entrevistado hablaba largamente frente a un entrevistador que iba coloreando su cara y atrofiando sus gestos al compás del alcohol.
No recuerdo una sola palabra de la última hora de la charla. Sí recuerdo empezar a sentir un cansancio atroz (esa tarde había jugado dos horas al fútbol) potenciado por el alcohol. Al ir al baño miré la hora: las 3 de la mañana! ("pero esta mina no se va más"). Se sentó a las 10 y no paró de hablar...por 5 horas! Con la poca lucidez que me quedaba, llegué a una conclusión que no requería de mayor sutileza: si después de tanto tiempo seguía ahí, seguramente estaba esperando que yo hiciera algo más que escucharla con psicoanalíticos meneos de cabeza mientras vaciaba los vasos que me iba sirviendo sin prisa pero sin pausa.
Si era así, si mi vecina quería algo más que contarme toda su vida, esa noche ya estaba perdida. El cansancio físico no sólo vuelve a mi cuerpo una entidad incapaz de suministrar el más mínimo placer a una dama, sino que además, la ingesta de alcohol hace que mi mente se vuelva una sustancia gaseosa, incapaz de alcanza algún tipo de solidez.
Después de intercambiar varios bostezos, mi vecina me dice "bueno, mañana me levanto temprano, así que voy yendo". Le digo que yo también tengo que hacer cosas temprano (pero no le digo "qué" cosas, porque ir al bar a la leer la Ñ no creo que sea ni una sola "cosa" para esta chica) y la despido. Ella camina dos pasos y entra en su departamento. Antes de cerrar la puerta quedamos en volver a juntarnos; esta vez para comer.
sábado, 15 de marzo de 2014
OBLIGADOS A CELEBRAR...
"NO, QUIERO" (por Martín Kohan para Perfil)
La tiranía de la felicidad se ha cobrado una nueva víctima. Me urge reivindicar, diré incluso que solidariamente, el nombre de Fernando Marengo. El novio que el otro día, el día de su boda, no apareció donde se lo esperaba.
La historia del novio que el día de su casamiento se escapa es tan vieja como incesante, y se presta para la tragedia no menos que para la picaresca, para la comedia romántica no menos que para el thriller, para la fábula del desamor no menos que para el policial de enigma. Esa historia ha vuelto a ocurrir. El día de las nupcias llegó, y de Marengo ni noticias hubo. Se lo vio tomar un taxi en su ciudad, Santa Fe. Y no se supo más de él hasta que un primo lo encontró, por casualidad, lejos de ahí, deambulando por las calles de Rosario. Yo supongo que taciturno, aunque las noticias del caso no lo especifican.
¿Qué le pasó? ¿Tuvo dudas? ¿Tuvo miedo? ¿Tiene a otra? Nada de eso. Fernando Marengo huyó al ver que no podía afrontar el pago de la fiesta de bodas. Sucumbió, hasta desesperarse, a ese mandato implacable y cruel que obliga al que está feliz a expandir esa felicidad; a garantizar, organizar y solventar la alegría, hasta hacerla colectiva y lograr que quepan en ella los amigos, los parientes cercanos y lejanos, los allegados, los conocidos.
El festejo, por lo visto, importa más que lo festejado. La pura celebración, como tal, se impone por sobre el hecho que se celebra. Y llega a ser, según se ha visto, capaz hasta de suprimirlo. La fiesta ya no es consecuencia, sino principio y razón. Para la felicidad impuesta siempre existe alguna excusa: un casorio, por ejemplo, suele funcionar bastante bien. Pero semejante conminación fatalmente cuesta plata: como Marengo no la consiguió, tuvo que darse a la fuga.
La que sufrió de más fue Virginia, novia en vano, que supuso, por error, que él ya no la amaba más. Y la verdad es que la adora.
miércoles, 12 de marzo de 2014
SE ACABÓ LA FIESTA, AMIGOS...
"La última mitad del siglo 20 se verá como una
fiesta salvaje para los niños ricos, comparado con lo que viene ahora. Se acabó
la fiesta, amigos. "
"No hay tal cosa como la paranoia, la realidad es siempre mucho peor de lo
que te imaginas."
"Me volvería loco si tuviera que vivir en medio
de todas las cosas raras que escribo."
"Había días misteriosos - esas tardes calientes en San Juan cuando tenía
treinta años y mi camisa pegada a la espalda húmeda - y mis puntos de vista
fatalistas no eran tanto una condena como una necesidad"
"Una de las pocas maneras en que casi se puede estar seguro que vas a
entender algo es sentarse y escribir sobre ello. Porque al forzarse a escribir
sobre ello y ponerlo en palabras, no se puede evitar que aparezca tu opinión
sobre el tema. Usted podría estar equivocado, pero hay que pensar en ello muy
intensamente para escribir sobre ello. "
"No podemos esperar que la gente tenga respeto por la ley y el orden hasta
que no se les enseñe el respeto y la confianza en los que hacen
cumplir esas leyes."
"¿Quién es el hombre más feliz, el que ha enfrentado la tormenta de la
vida y la vivió, o el que se ha mantenido firmemente en tierra y sólo
existió?"
"Lo que he encontrado durante mi experiencia ciertamente limitada en
información política, es que el poder y la honestidad muy rara vez
coinciden."
"Estamos convirtiéndonos en una nación de esclavos gimiendo de miedo. El miedo a la guerra, el miedo a la pobreza, el miedo al terrorismo, al azar, el miedo de bajar de status o de ser despedidos a causa de una economía que se hunde, el temor de ser desalojados por deudas incobrables o de llegar a estar encerrado en un campo de detención militar por cargos vagos de ser simpatizante del terrorismo. "
"Vamos a visualizar el hombre seguro, y por este término, me refiero a un hombre que ha establecido como meta en su vida la seguridad financiera y personal. En general, es un hombre que ha empujado a un lado la ambición y la iniciativa y se instaló, por así decirlo, en una aburrida rutina, pero seguro y cómodo para el resto de su vida. Su futuro no es más que una extensión de su presente, y él lo acepta como tal con un encogimiento de hombros complaciente. Sus ideas e ideales son los de la sociedad en general y que se acepta como un hombre respetable, pero la media es prosaica. "
Pero, ¿es un hombre? ¿Cualquiera tiene auto-respeto o el orgullo en sí mismo? ¿Cómo puede tenerlo, cuando él no ha arriesgado nada ni ganado nada? ¿Qué piensa cuando ve a sus sueños juveniles de aventuras, logros, viajes, el romance, enterrados bajo el manto de la conformidad? ¿Cómo se siente cuando se da cuenta de que apenas ha probado la comida de la vida, cuando ve la prisión que ha hecho para sí mismo en la búsqueda del todopoderoso dólar?
Si él piensa que esto está muy bien, muy bien, pero el pensar en la tragedia de un hombre que ha sacrificado su libertad en aras de la seguridad, y que desearía poder volver atrás las agujas del tiempo. Un así hombre es digno de lástima si no tuvo el valor de aceptar el desafío de la libertad, salir desde el cojín de seguridad y ver la vida como es, en lugar de vivirla de segunda mano. La vida ha pasado por alto a este hombre y él la ha mirado desde un lugar seguro, con miedo de buscar algo mejor. ¿Qué ha hecho, excepto sentarse y esperar a la mañana que nunca llega?
Las energías frustradas de una mayoría de jóvenes, un electorado desilusionado que hace mucho que abandonó la idea de que todos tenemos el deber de votar.
Esto es como que te digan que tiene la obligación de comprar un coche nuevo, pero usted tiene que elegir inmediatamente entre un Ford o un Chevy ya ".
"Toda mi vida, mi corazón ha buscado una cosa que no puedo nombrar."
"No hay historia a menos que lo hayas escrito."
"No puedes perder lo que nunca has tenido."
"Siempre es importante actuar como loco en primer
lugar, porque siempre se puede parecer normal después."
"La política es el arte de controlar tu entorno."
"La vida se ha vuelto mucho mejor ya que he tenido que dejar de tomarla en serio."
"En una sociedad cerrada donde todo el mundo es culpable, el único crimen es ser atrapado. En un mundo de ladrones, el único pecado definitivo es la estupidez. "
sábado, 1 de marzo de 2014
BAJO EL MISMO SIGNO...
"PERONISTAS Y RADICALES" (por Martín Kohan para Perfil)
Dos de las novelas de David Viñas, En la semana trágica y Los dueños de la tierra, escritas en correlato con su proyecto crítico de articulación de literatura argentina y realidad política, se remiten a dos célebres matanzas perpetradas por el radicalismo mediante el aparato de represión estatal: la doble masacre de obreros en enero de 1919 y las ejecuciones en la Patagonia rebelde de 1921. El nombre de Hipólito Yrigoyen, y aun el de la UCR, quedan manchados por esa sangre que ordenaron derramar (es decir, que derramaron).
No obstante, y curiosamente, la memoria social de las gestiones del radicalismo no siempre le achaca estas oprobiosas violencias. Parece de hecho existir una especie de reparto en la historia política nacional bipartidista, según la cual al peronismo le tocan los capítulos de la virulencia, los desbordes, lo salvaje; los radicales, en cambio, se quedan con la mesura, con el atildamiento, con la razonabilidad. Se abrazan con Jürgen Habermas, o se agarran de Jürgen Habermas, y a los peronistas les dejan a Carl Schmitt, a Gustave Le Bon, pensamientos de esa estirpe. Los peronistas atropellan, los radicales argumentan; los peronistas patotean, los radicales dialogan; los peronistas prepotean, los radicales persuaden.
Es llamativa la eficacia que esta versión de la política nacional ha tenido. Amén de la violencia padecida por el peronismo (bombardeos aéreos, fusilamientos ilegales, detenciones clandestinas, torturas), no hace falta refrescarle a nadie la memoria respecto de la violencia que el peronismo a su vez ejerció (quema de iglesias y casas del pueblo, matanzas mutuas, detenciones clandestinas, torturas): todo el mundo las tiene presentes.
Pero, ¿por qué no carga con igual notoriedad el radicalismo violencias como las referidas, tragedias como las mencionadas: semana trágica, Patagonia trágica? Su tan perfecto prestigio de equilibrio y moderación funciona si queda exento del recuerdo de estas ferocidades: como si les hubiesen pasado a otros, como si las hubiesen cometido otros. Entre sus pecados políticos pueden contarse la inepcia, la parsimonia, la inoperancia o la lentitud; pero de alguna manera se las fue arreglando para escurrir con frecuencia del legajo de la memoria colectiva los datos duros del uso y abuso de la violencia represiva desde el poder.
Lo menciono porque, en estos días, justamente, comenzó el juicio por los asesinatos cometidos en el país en diciembre de 2001, bajo directa responsabilidad de dirigentes de la UCR. Esa máquina de fabricar pobres que se llamó “uno a uno” llegaba de tal manera a su fin. Su mentor y ejecutor, Domingo Cavallo, fue ministro del radical De la Rúa, como antes lo fue del peronista Menem. Pero antes había sido funcionario de la dictadura militar. Porque la sangre no corre solamente durante el desenlace de estas políticas, sino también, y sobre todo, durante su instauración.
jueves, 27 de febrero de 2014
UNA VIUDA DE MADERA...
¿Cómo enfrenta esas enormes manifestaciones de cariño?
Cariño es lo que todos vamos buscando. Si trato de pasarme tantas horas en el estudio dándole tantas vueltas a un disco para que lo disfrute la gente, es porque busco cariño.
Esta es una frase suya: "Yo me alejo de todo lo que me haga recordar a Paco de Lucía. Yo reivindico para mí a Francisco Sánchez" ¿Cómo vive esa relación con su personaje?
Es algo complicado. Paco de Lucía es el personaje que se sube al escenario y muestra lo que mejor sabe hacer. Y Francisco Sánchez es el hombre al que le gusta emborracharse con los amigos, que se ríe en la calle, el que quiere ser uno más del grupo.
¿Qué no le gusta de Paco de Lucía?
No poder estar tranquilo en un sitio, porque inmediatamente te miran, te piden autógrafos. Ahora que están de moda las fotos con los iPhones, por donde vayas es una foto tras otra. Es incómodo. Siempre he tratado de vivir dentro de Francisco Sánchez. Es más auténtico. Lo otro es superficial.
Pero Francisco sabe cuánto le debe a Paco de Lucía. Al final, es él quien paga las cuentas...
[Ríe] Es cierto. Es una suerte tener a Paco de Lucía a mi lado. Me saca de muchos atolladeros y de muchos problemas. Me hace la vida más fácil.
Usted ha dicho que se metió a guitarrista para esconderse detrás de una guitarra. ¿Es realmente tan tímido?
Por desgracia es verdad. He sufrido tanto siendo un niño gordito, que no me apetece para nada presumir de eso. Lo que pasa es que uno aprende a no parecerlo. La experiencia es la gran ventaja de hacerse mayor. Ahora parezco hasta extrovertido, pero hay una gran carga de inseguridad que viene de la niñez.
Muchos rasgos de su genio vienen de la infancia. Y de su infancia viene también el recuerdo del hambre. ¿Fue un estímulo para convertirse en guitarrista?
Es el mayor estímulo que puede tener un niño. Hay mucha gente que presume de lo que ha sufrido, que, a pesar del hambre, han conseguido ser grandes en la vida. ¡Es todo lo contrario! Gracias al hambre es que uno llega a ser grande. Siempre y cuando el hambre no te aniquile.
¿Hay que recordar siempre el hambre sufrida?
Hay que tenerla presente siempre. Sobre todo pensando en quiénes la están pasando ahora. Si tú sabes qué es pasar hambre, entiendes el sufrimiento de los demás. Aquellas lágrimas de mi madre porque no había para comer fueron para mí el estímulo más grande. Cuando crecí y empecé a ganar dinero, me dije: "¿Y ahora qué? ¿Cuál es el estímulo?". Entonces decidí tratar de ser un músico de verdad. Ya el estímulo no era la barriga, algo que se llena rápido. Era tratar de contentar tu espíritu con el arte, algo ya más difícil. Y allí sigo.
AQUEL PRIMER CAJÓN
Hace mucho que no recorría Latinoamérica en una gira. ¿Por qué?
Hace como 15 años! Ya empiezan a cansarme los viajes tan largos. En Europa, los teatros eran maravillosos, la organización increíble y el sonido perfecto, pero yo me aburría como una ostra. Estaba loco por irme a Latinoamérica, a pesar de todo el caos en la organización de aquellos primeros conciertos. El sonido podía ser precario, pero yo era el más feliz del mundo. En Latinoamérica siento la alegría de estar vivo.
¿Qué recuerda del viaje al Perú cuando descubrió el cajón?
Eso fue decisivo. No solo para mí sino para la música en general. Siempre le llamo "el cajón peruano". Hay mucha gente que no sabe de dónde es el cajón, y yo siempre lo estoy reivindicando. Siempre hablo de Caitro Soto, que fue quien me lo vendió. Lo vi por primera vez en una fiesta en la Em de España en Lima, donde estaba con Chabuca Granda. Y tocó el cajón. Allí me dije: "Este es el instrumento que necesita el flamenco". Hasta entonces, usábamos los bongós y las congas, pero aquello era más caribeño, no sonaba a flamenco. Advertí que el cajón tenía el sonido grave de la planta del pie de un bailaor y también el agudo de su tacón. Imaginé al músico gitano tocando su cajón sentadito, llevando el instrumento bajo el brazo a cualquier fiesta. ¡Incluso lo podía usar de mesita en cualquier rincón de la casa! Era perfecto. Sé que hay mucha gente en el Perú que dice que los flamencos nos hemos robado el cajón, pero no es así. Yo siempre, a mucha honra, hablo del cajón del Perú. Estaré siempre agradecido por aquel viaje y aquella noche puntual en la que pude descubrir ese instrumento que ya no solo tocan los flamencos. Ahora cualquier grupo de rock, pop o de la música que sea tiene un cajonero.
Su famosa rumba "Entre dos aguas" (1973) era una novedosa versión del flamenco con bajo y bongós. ¿El cajón desplazó a esos instrumentos entonces?
Totalmente. Ya no hay casa flamenca en España donde no haya dos cajones. Como si llevase siglos en el flamenco. ¡La gente se volvió loca cuando volví de aquella gira! Toqué en Madrid en un parque muy grande lleno de gitanos. Era de día y podía verlos con sus hijos. Todos esos gitanitos de cinco años ahora son los cajoneros profesionales que enseñaron a los que vinieron detrás. Es algo imparable, lo hemos hecho nuestro.
EL RICO CEBICHE
Pocos saben que, además de ser un experto en la caza submarina, usted es un gran consumidor de pescado. ¿Sabe de nuestra obsesión por el cebiche?
Yo soy un loco del cebiche! He sido pescador toda la vida. En mi casita en Yucatán (México) salía a pescar regularmente. Siempre tengo en el frigorífico un bol grande de pescado cortadito con limón, cebolla y culantro, que le da mucho sabor. Siempre lo he comido y lo hago en mi casa. Me acostumbré al cebiche de pescado muy fresco, si no es del día, ya no me fío.
EL GUITARRISTA EXÓTICO
Usted ha colaborado con los grandes genios de jazz. Ahora que todos los músicos hacen fusiones, ¿cómo ve ese camino abierto por usted?
Yo siempre lo he tenido muy claro: nunca me creí lo de la fusión. Me iba a tocar con músicos de jazz porque siempre fui autodidacta, sigo sin saber música.
¿No sabe leer música? ¿Incluso luego de su extraordinaria versión del "Concierto de Aranjuez"?
Así es. Recuerdo que el "Concierto de Aranjuez" lo aprendí solo, en mi casa de Yucatán. Me encerré un mes con todos los discos, el libro del concierto y el pentagrama con el nombre de cada nota. Entonces, yo no sabía ni el valor de las notas; si una blanca era un compás entero, no sabía nada. Pero con el disco, con las notas y mirando en mis papeles, me saqué el concierto entero. Un 80% fue puro oído. Y el otro 20%, mirando las notas del pentagrama.
¿Qué le comentó el compositor Joaquín Rodrigo sobre su interpretación tan flamenca?
Cuando toqué en Madrid ese concierto, él subió al escenario. Entonces ya estaba ciego. Luego llegó al camerino y me dijo: "¡Qué exótico! ¡Qué exótico! ¡Qué exótico!" [ríe].
¿Cómo tomó el comentario del maestro?
No me sonó muy bien! Los clásicos son muy racistas [ríe]. Ese concierto está tocado como debe hacerlo un español. Los clásicos tienen un sonido muy bonito, pero no tienen idea del ritmo.
Si le pidiera escoger tres discos de los que se siente especialmente orgulloso, ¿cuáles serían?
Es difícil ser objetivo con uno mismo. Pero a lo mejor, "Siroco" o "Zyryab". El último en directo también creo que es un buen disco. Acabo de terminar uno ahora, que lo mezclé hace una semana. Es el disco que quise hacer desde que era niño, cuando en casa solo oíamos la radio. En esa época había música que se ha ido perdiendo, lo que me entristece. La canción española, que es también canción andaluza, era lo que más nos representaba. Cantantes como Marifé de Triana o Conchita Piquet dejaron verdaderas joyas. Siempre quise hacer un disco con esas canciones y no era fácil trasladarlas a una guitarra. Yo quería mucho a Marifé, que acaba de morir sin tener el reconocimiento que merecía. La lloré mucho.
¿Ya tiene nombre el disco?
Creo que le voy a poner "Canción andaluza". Se le llama canción española, pero como en mi país están todos los independentistas tirando para su lado, de pronto ya no quiero ser generoso. ¡Yo también voy a tirar para la casa! Me parece ridículo ser independentista, pero también me da rabia que nos desprecien por ser más pobres que ellos.
¿Qué piensa del peligro de que España pueda desmembrarse?
Son los políticos que van envenenando a la gente y les hacen creer cosas que no son. Cosas de la historia y de la economía. Yo detesto a los políticos por eso y por muchas cosas. Me apena mucho que el país se vaya a desmembrar, pues es el más antiguo de Europa luego de la reunificación en los tiempos de los Reyes Católicos. De pronto, ahora se quieren separar por cuestiones miserables de dinero. ¡Cabrones de los políticos! Ponlo en letra grande: ¡Cabrones de los políticos!
jueves, 20 de febrero de 2014
DESDE EL NUEVO MUNDO...
"La terraza es para descanso, no para hacer fiestas", me dice la dueña del departamento (una señora mayor que, al parecer, y tal vez con razón, tiene cierto temor a la gente joven) antes de pasar por la inmobiliaria a firmar el contrato.
Estoy en otro mundo. En un mundo que empieza a cobrar vida. Se lo digo a mi amante (sospecho que no viene cuando la llamo por mis dotes sexuales, sino por haberse aburrido de las novelas de la tv y el contacto hueco con los amigos del facebook) la noche que se quedó a dormir.
¿"A qué les tenés más miedo?" me pregunta una vez finalizada la batalla. Siento un frío en la espalda. Nuestra desnudez se intensifica. Me causa gracia su pregunta, es la última pregunta que imaginaba que una mujer le podría llegar a hacer a un hombre inmediatamente después de acabar.
No sé qué decirle. Podría hacer una lista enorme de miedos (porque podría hacer una lista enorme de deseos). Le nombro dos. Los dos más recurrentes en los último tiempos: recibir algún día una carta como la que yo envié y trabajar toda la vida rodeado de gente a la que no me interese escuchar más de cinco minutos.
Le pregunto por su mayor miedo. Me dice que teme que la consideren una mediocre. No recibirse.
Descubro que mi amante me ayuda a pensar. Hablando con ella, por ejemplo, descubrí -por ejemplo- porqué jamás pude internalizar la épica del sacrificio que tanto trató de inculcarnos mamá a mi hermano y a mi; por la simple razón que la mejor forma de transmitir algo -una actividad, un compromiso, un gusto, lo que sea- es mostrando un goce efectivo en el hecho que se quiere transmitir. Al día de hoy jamás sentí que mamá disfrutara de vivir bajo el yugo del sacrificio, el trabajo a corazón abierto de sol a sol. Toda la vida lo viví como algo que "había que hacer". Como un mandato sobre el que la propia subjetividad no tenía más remedio que disciplinarse. Que rendirse. La desidia paterna, en cambio, -jugando con el plus de la identificación de género- siempre me resultó una actitud tan desinteresada por el mundo como gozosa por ello.
La tensión vivida entre esos dos modelos fue más que evidente. Resulta difícil internalizar algo que no fue experimentado con placer por la persona que pretende transmitirlo; resulta asimismo difícil desprenderse de aquello que -sabiéndolo perjudicial para nuestras propias relaciones en el mundo- fue incorporado con la certeza de que el goce reside allí mismo y no en otro lugar.
Vuelvo a pensar los términos. Y pienso que, tal vez, donde parece haber extrema libertad no hay tal cosa, y donde parece haber un encadenamiento involuntario, puede llegar a haber un disfrute insospechado.
Seguiré revisando la bibliografía que me acompaña, entre batalla y batalla, en mi nueva casa.
sábado, 8 de febrero de 2014
CARAS Y CARETAS...
"UN MUNDO FELIZ"
Por Daniel Link para Perfil
No soy paciente, más bien todo lo contrario: la espera me arroja a los brazos de lo que más temo (el “vacío de sentido”) y me sume en un humor más munchiano que beckettiano.
Inútil es el consejo sensato de que aproveche la espera para hacer otra cosa (leer, corregir tesis, escribir mensajes desesperanzados a mis contactos de whatsapp): la espera, en mi horizonte, lo llena todo y me transforma en un átomo de tiempo paralizado.
“Esperar, esperar: ¿acaso no estamos siempre esperando a la muerte?”.
Aunque trato de no someterme al régimen de la espera, a veces no me queda más remedio que aceptarlo, por ejemplo, en la peluquería (no puedo pedir turno, por razones que nunca me quedaron claras).
En esa situación única, no me privo de hojear revistas que nunca leo (que nunca leería), porque me dejan entrever mundos desconocidos y repugnantes, como si la detención del tiempo abriera al mismo tiempo rajaduras en el espacio hacia realidades alternativas aberrantes, habitadas por seres monstruosos, donde el lenguaje es completamente otro (Yanina Screpante: "Soy una mujer conservadora"). Esperar, en ese caso, se parece para mí a un viaje vertiginoso a través de un agujero de gusano que me deposita por un rato en un universo de pesadilla y asco.
Miro la revista Hola, con sus páginas repletas de palacios, aristócratas, faranduleros ordenados todos en relación familiar (si muestran tal mujer es porque espera un hijo, si la reina abre su casa es para mostrar el ajuar de su nieta, si aparece una pintora es porque es la hija de... ¿Tinelli?).
Leo palabras que me suenan como piedras lanzadas por armas enemigas destinadas a destruir la poca confianza que me tengo en situación de espera: Blaquier, José Ignacio, Jesusita Bordeu, Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo: ¿Por qué me atacan?
Paso a otra revista todavía peor, gerenciada por una alcohólica septuagenaria célebre que aparece fotografiada cada tres páginas de su revista. Pero no es ella: el cuerpo es evidentemente de otra mujer más joven y su cara está tan digitalizada que parece un dibujo japonés (pero además feo). En esta revista no importa tanto la cosa familiar, y hay muchos más avisos (todas las caras tienen el mismo efecto de careta descompuesta).
Como esta revista es más plebeya todavía que Hola (que supone un público plebeyo, pero que habla desde una distinción que me provoca calambres estomacales), cada tanto se ve una teta, aparece un chongo, se dice una huevada.
En Hola, en cambio, todo es importante, felicidad en estado puro, los fotografiados están impecables y festejan sus cumpleaños rodeados de su familia. Nadie se droga, nadie se emborracha, nadie mete cuernos, a nadie le parece vulgar que Wanda Nara pase por Ikea para amueblar su nueva casa milanesa, y nadie parece darse cuenta de que los espera la muerte.
Casi a sopapos me sacan del horror: “¿Lo de siempre? ¿Lo de siempre?”. "No", digo: "cortame las venas".
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