Escuchar en el auto unos quince o veinte minutos (el tiempo que me toma llegar a la oficina) del programa "No somos nadie" era un disfrute.
Me entero que ya no sigue este año. En la primera mañana de metro está, ahora, el programa de María O´Donnell. Le voy a dar una oportunidad, aunque va a ser difícil el reemplazo.
En "No somos nadie" Juan Pablo Varsky cocinaba un plato con dosis justas de humor (imitar a Bonelli, delirar a "Lila" Carrió) y análisis deportivos y políticos con agudeza y sin solemnidad.
Algunas de sus editoriales (la que le dedica a Ginobili y a la generación dorada, por ejemplo) merecen ser guardadas en el gran archivo de la vida.
En mi archivo personal Varsky va a estar con las viejas noches de Dolina y -especialmente- con las largas introducciones que hacía Boby Flores en su programa "No es extraño que estés loca por mí", que salió al aire por la rock & pop hace unos veinte años. Muchas noches, en mi adolescencia, demoré en ir a un bar o a un boliche un viernes por terminar de escuchar lo que Boby tenía para decir.
Me gusta la idea de una voz sin cuerpo; por eso me gusta la radio.
Y me gusta, especialmente, cuando creo que me están hablando a mí y que el resto de los oyentes se disuelven en el éter.
El año pasado, cuando estaba llegando a la oficina, Varsky comentaba una película ("Out of the furnace" con C. Bale) y pide que pongan de fondo la canción de la película. La canción es "Release" de Pearl Jam.
Tengo para mi que "Release" tiene la fuerza emocional suficiente para detener a una horda de karatecas enloquecidos.
Varsky termina su comentario y pide que dejen la canción hasta el final: "si estás manejando y escuchar esta canción no te hace tener que parar, si esta canción no te genera nada, entonces algo muy malo pasa con vos".
Voy a extrañar esos quince o veinte minutos desde que salgo del departamento hasta que llego a la oficina.
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