Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
jueves, 30 de mayo de 2019
LOS CAMINOS Y LOS MAESTROS...
Alguna vez lo leí: o se sigue a los maestros o se sigue las enseñanzas de los maestros.
En una entrevista reciente, Beatriz Sarlo dice que ella no vota "al menos malo", y que llegado el caso (y el "caso" llega en pocos meses y, al parecer, con final muy ajustado) votaría en blanco. Que sólo vota por un candidato cuando está convencida.
En un debate (también reciente) en la facultad de letras entre dos profesores reconocidos por su trayectoria académica ( Kohan en letras y Sartelli en historia) al ser consultados por su voto, los dos dijeron lo mismo: que van a votar en blanco.
A los 18 años (en las legislativas del 2001, es decir, en pleno fervor del voto bronca y en forma previa al estallido y al qsvt) sin conocer ni a Sarlo ni a Kohan ni a Sartelli, voté como lo van a hacer ellos este año. Aunque no exactamente, porque no dejé el sobre vacío en la urna, sino que escribí un texto de varias páginas en el que expresaba lo que me generaba votar por primera vez: desconcierto absoluto. Y explicaba que, en la desconfianza, no podía votar por nadie.
Viendo la película para atrás, puedo decir que, en ese momento, seguí a mis futuros maestros; a esos que todavía no conocía.
Hoy, por el contrario, prefiero seguir sus enseñanzas. En el peor de los casos, estaré equivocado con mis amigos, algo que (muchas veces) resulta más reconfortante que tener la razón solo.
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