Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
sábado, 16 de abril de 2011
LO PRIMERO ES LA FAMILIA...
Ir al teatro a ver "La familia argentina", obra de Alberto Ure, me tienta sobremanera; no tanto por su argumento (una obra acerca de la conflictividad que implica ser parte de una familia, o sobre la funcionalidad o no de la misma en base a las relaciones entre sus miembros, es algo que me tiene un poco cansado), sino por ver en escena, una vez más, al gran Luis Machín.
Y el actor rosarino cumple con mis expectativas. Todo su personaje se encuentra tramado por la potencia de sus rasgos; el cinismo, la locura, el deseo y sus limitaciones. Todo ello, y más, fluye naturalmente, en una modulación precisa, durante la hora que dura la obra, entre el cuerpo y la voz del actor y la butaca que me tiene como testigo.
"La familia argentina" es, entonces, un nuevo ensayo sobre la problemática que implica la cohabitación y la consanguinidad (los problemas de estar vivos, tal vez?), en el que Luis Machín, con toda su maestría, tensa estas cuestiones hasta el límite.
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