Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
viernes, 27 de enero de 2012
LAS COSAS POR SU NOMBRE...(3ra. ENTREGA)
SEGURISMO
"El segurismo pretende que las respuestas no deben enfrentar el deterioro social sino sus consecuencias, por vía de mayor represión. No siempre desemboca en gobiernos más autoritarios, pero puede suceder. Cuando no, produce una intensificación de la represión y el control social dentro de los límites del mismo sistema político. El segurismo, que no analiza las razones y causas del problema, tiende a creer, con el mismo mecanismo, en soluciones mágicas, y en la aparición de líderes salvadores capaces de aplicarlas: la famosa mano dura del hombre fuerte. El segurismo y sus slogans sustituyen -o intentan sustituir- el resto de los debates políticos y sociales que esa situación parece precisar."
LAGENTE
El segurismo tiene un sujeto por excelencia: lagente. Lagente es otro argentinismo que se podría definir como un conjunto amplio y voluntariamente vago de personas que deberían compartir intereses y opiniones. El sustantivo colectivo lagente es un concepto nuevo, que da cuenta de la falta de definiciones de nuestra sociedad. Lagente apareció durante el peronismo de los noventa para reemplazar a otra palabra -pueblo- que resultaba conflictiva. Aunque, a su vez, pueblo fue la respuesta populista a otra -trabajadores- más definida y conflictiva todavía. Que, a su vez, era la respuesta a otra que más aún: clase obrera.
El concepto lagente intenta postular que la pertenencia de clase no es un dato decisivo, porque hay un "sentido común", que está por encima de esa pertenencia. Postula, en síntesis, que hay cosas que todos, más allá de su posición social, deberían pensar y apetecer. Lagente, entonces, no tiene ideología; tiene, por supuesto, ideas: en sentido común.
Quienes usan el concepto lagente pretenden que incluye a -casi- todos: lagente puede ser el dueño de una petrolera, su secretaria, su chofer, el médico que lo atiende, la suegra de ese médico, la peluquera de la suegra y tantos otros millones. Los únicos que en principio no son lagente son los villeros, faltaba más. Por lo cual se podría decir que lagente es, pese a su aparente indefición, un grupo censitario: para integrarlo se necesita cierto nivel de plata.
Lagente resulta, desde ya, un instrumento para achatar cualquier análisis, para no decir quién se beneficia o no con ciertas cosas. Y es, también, la palabra que usa mucha gente para no decir yo: yo pienso, yo creo, yo quiero. Porque si su enunciado se sujeta en lagente se transforma en el sentido común de una supuesta mayoría."
CAMPO
En la Argentina, el campo se postula como lo inmutable: lo esencial, pura ontología. Si la argentina es algo, es el campo.
Esta construcción fue sostenida por el poder económico y el poder político: muchas décadas en las que el campo fue la principal producción argentina, y sus dueños los dueños de la patria.
La pelea entre los capitalistas volcados a la exportación y capitalistas interesados en el mercado interno es la historia de nuestros últimos cien años. En los setenta, los ricos argentinos se desesperaron y decidieron que tanta industria requería demasiados obreros y que esos obreros no eran buenos para su salud y que lo mejor sería acabar con ambos problemas con un solo golpe. El golpe de 1976, queda dicho, fue sobre todo un intento -exitosísimo- de devolver la Argentina a su papel de país agroexportador.
Actualmente, con la soja el campo ha vuelto a convertirse en el sector económicamente más significativo, con la soja se están modificando las formas de explotación agrícola, con la soja se concentró la propiedad de las tierras, con la soja cambió la vida de miles de pequeños productores, con la soja se está armando una explotación agraria casi sin mano de obra, con la soja peligran los suelos por generaciones, con la soja se ha roto la hegemonía del puerto de Buenos Aires, con la soja la Argentina está volviendo a ser la que planearon los padres fundadores.
Si hay formas de producir mucho más alimento tiene sentido que se usen, aunque ocupen menos gente; allí es donde debería intervenir el Estado para garantizar que con esas ganancias multiplicadas se creen otras fuentes de trabajo que permitan incorporar a los expulsados por las nuevas tecnologías. Es una de las formas más leves de lo que suele llamarse redistribución de la riqueza: que el beneficio de los avances técnicos no sea sólo para los propietarios sino para todos.
Lo que más impresiona es que todo esto nos cambia la vidaa, y nunca lo decidimos. La invasión de soja nos sucede -a cuarenta millones de argentinos nos sucede- porque algunos ricos y el mercado resolvieron que así iban a ganar más. Es la democracia que tenemos: así se toman las grandes decisiones. Las que definen nuestras vidas y futuros mucho más que si fulano es diputado, zutano gobernador, perengano presidente...esas cosas que todavía nos dejan decidir."
El problema de este gobierno no fue que trataran de sacarle modestas sumas a los ricos; fue que también trataron de sacarle ricas sumas a los modestos, y así se consiguieron un enemigo que no debería haber sido tal. Lo que consiguió el gobierno con sus errores fue que esa idea de campo como patria se ampliara hasta límites impensados. Y consiguió perder, sin proponérselo, su alianza con ciertos grupos económicos, con su base agropecuaria, como el grupo Clarín."
PROGRESISMO
Progresismo es, más que nada, el nombre de la desorientación contemporánea: de la imposibilidad de definirse, de la dificultad de tomar posiciones claras en medio de tanta confusión generalizada. Decir progresista es decir tan poco que, en estos días, el lider boquipapa Mauricio Macri se definió como tal y definió el asunto con verba paratí: ser progresista es crecer, y crecer es cambiar de problemas.
El progresismo es una conciencia mínima entre sujetos muy diversos, que no están lo bastante convencidos de nada como para busca algo más que coincidencias mínimas - y que, si se pusieran a discutir, podrían estar en bruto desacuerdo sobre tantas cosas. Decirse progresista es decir me gustaría saber qué soy o qué apoyo pero no lo tengo demasiado claro aunque de pronto sí se me ocurren dos o tres cosas; decirse progresista es querer decir algo sin saber realmente qué, y -de algún modo- preferir ignoralo.
Lo progre empieza por ser una identidad cultural: ciertas conductas, músicas, lecturas, películas, ropas compartidas que funcionan como marcas de reconocimiento. Pero, si fuera necesario definirlo más allá de esas marcas, más allá de diferencias y matices, se podría decir que lo común del progresismo es una sensibilidad leve a ciertos problemas sociales, que impulsa a sus portadores sanos a buscarles leves soluciones que no excedan los límites del orden establecido. Por eso algunos dicen que el progresismo es una forma contemporánea del gatopardismo: el ejercicio de cambiar un poco para que nada cambie."
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