miércoles, 4 de enero de 2012

DE AHÍ (TAMBIÉN) SOY YO...





Como siempre, mi año no empieza el 1 de enero, sino el día (el 4 o el 5) en el que viajo a mar del plata. Los primeros días del año siempre son algo borroso, ilegible. Como, duermo, entro a internet, leo y pienso bajo un estado de aturdimiento emocional absoluto. Sólo los momentos en la pileta me llevan hacia un estado de bienestar transitorio.
Mañana, bien temprano por la mañana, trataré, mientras subo al micro y me alejo lentamente de la ciudad de la furia, de comenzar mi año. Viajo con pocas prerrogativas; las de siempre: playa, mucha lectura, amigos y poca vida nocturna (estas vacaciones están patrocinadas por personas a las, al volver, deberé algo más que las gracias, por lo que las condiciones de oportunidad y conveniencia en el uso de cada billete con la cara de roca será evaluado hasta la locura)
Y es que, estoy convencido, el tiempo de vacaciones no es tal si uno no viaja. No se trata solo del intercambio del tiempo de trabajo por tiempo de ocio, sino -fundamentalmente- de la renovación del espacio y de las personas que lo componen. Lo que se llama "cambiar el aire".
Y si hablamos de "aires", puedo decir que -desde la infancia- respiro el aire marplatense. Lo respiro incluso estando bajo otros aires, los "buenos" que me enloquecen durante todo el año.
Será que cuestión de encontrarse con esa persona que vive y respira ese otro aire y que -seguramente- me resultará familiar su aspecto y odioso su carácter.
Allá voy.

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