sábado, 30 de mayo de 2015

COSAS MUY FEAS...




Algunas escenas de la vida cotidiana nos obligan a desarrollar un sentido de la tolerancia que cuesta mucho apuntalar pero que, democracia mediante, es absolutamente necesario hacerlo.
Sucede que hay personas que nos resultan tóxicas y que -por cuestiones de distinta índole- no les podemos poner distancia, por lo que hay que aprender a lidiar con ellas a pesar de ser altamente contaminantes para nuestro organismo.
Mi compañera de oficina está indignada. Vive en palermo (donde, según Esteban Schmid, se registran los mayores índices de felicidad)  y, según me cuenta, tuvo problemas para movilizarse el pasado lunes debido a la masiva concentración que se produjo en plaza de mayo con motivo del acto por el 25 de Mayo. 
Me dice algo que se escucha todo el tiempo:  que le parece una vergüenza que se movilice a gente en micros, a cambio del famoso "chori + coca". Hace un juicio de valor; me dice: "eso está mal". Entiende que está "mal" comprar una voluntad y, antes que yo pueda decir algo al respecto, pasa a otro tema, a los temas que verdaderamente le importan a ella; es decir, ella misma. 
Le pensaba decir que la plaza no se llena sólo de supuesta gente "cooptada" (los pobres) ni "alienada" (los militantes), y  que pensar eso es no pensar que también hay mucha gente  que va no por temor a que le corten un plan o por una cuestión de "obediencia debida partidaria", sino porque cree -equivocada o no- que algo cambió en estos años, y que además reducir un proceso político a una práctica absolutamente criticable desde lo moral me parece un reduccionismo que se debería esquivar (lo digo despuès de haber estado durante mucho tiempo empantado en las aguas del dogmatismo, que no hace otra cosa que alejarte del mundo de los otros, que no es otra cosa que el mundo real). 
Pero no dije nada, No hizo falta; ella sòlo querìa que yo escuchara su queja. Y ya.
Al día siguiente, con la noticia de las coimas en la FIFA, mi compañera (ah, me olvidaba, el sueño de su vida es vivir en un country), hace un comentario al respecto. Dice que escucha "en todos lados" la indignación que generó el caso, pero su comentario resultó interesante: "si te ponen todos esos millones arriba de la mesa y tenès la garantía de que no te va a pasar nada si salta el tema, qué vas a hacer? no los agarràs? 
Lo interesante no es que diga eso, sino ponerlo en relaciòn con su comentario sobre el acto en plaza de mayo. Vale decir que, para mi compañera, hay ciertas "compras de voluntades" que se pueden permitir y otras que no. Parece ser que, en su razonamiento, el problema no es la cooptaciòn, sino las cantidades. Claro, como el pobre tiene poco, se lo compra con poco; para cooptar, en cambio, a una persona de clase media, o de clase media-alta o alta, se necesita más (tanto más según el lugar que ocupe la persona en el escalafón social).
A lo mejor a mi compañera no le molesta la cooptaciòn, sino los pobres.
Algo más: me parece que habría que ser cuidadosos antes de hacer una relación directamente proporcional entre el lugar que ocupa una persona en el escalafón social y su capacidad de ser un libre-pensador.


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