sábado, 23 de abril de 2016

PODER JUDICIAL


 


Los judiciales de la provincia de Buenos Aires seguimos en conflicto con el gobierno de Vidal por haber rechazado de plano la oferta salarial y no haber obtenido, por el momento, una oferta superadora para analizar.
Algunas consideraciones sobre el conflicto:
1) el poder judicial de la provincia de Bs. As viene siendo històricamente ninguneado por los distintos gobiernos de turno (no es algo nuevo) y - de hecho- es una de las provincias que peores sueldos paga a sus empleados judiciales, ganando incluso la mitad de los que gana un par que trabaja en el poder judicial de la naciòn.
2)- De eso se desprende que, año a año, a la hora de discutir la pauta salarial y las condiciones de trabajo, se plantea un conflicto.
Teniendo en cuenta que todo conflicto implica una deliberaciòn (¿què hacer?), y que esa deliberaciòn se lleva a cabo entre los empleados y los delegados gremiales de las diferentes departamentales (en la provincia hay 18 dptos judiciaes), es incomprensible que, a esta altura del partido- no se haya establecido un reglamento interno para ordenar las asambleas. Esto implica cosas bàsicas: lista de expositores, temas a tratar, tiempo de exposiciòn, y disponer un cuarto intermedio para votar. 
Esta falta de organizaciòn genera una parajoda: 20 personas (las que aguantan hasta el final) terminan votando lo que no votaron 200, que se fueron bajando de la asamblea por ver que no se conducía a ningùn lado).
Con respecto a los discursos que circulan en las asambleas; existen, bàsicamente, dos tipos, y acà tambièn hay una paradoja: por un lado estàn los discursos efusivos, vehementes, incendiarios, que uno, tal vez, envidia en voz baja, que apuntan directo al corazòn (y suelen acertar) de los interlocutores. Hay que tener cuidado con esos discursos, tomar distancia de ellos. Con ellos vemos que la distancia entre corazòn y cabeza (muy clara a la hora de hablar de un enamoramiento) se hace visible en su faz ciudadana, polìtica.
Y estàn los discursos frìos, analìticos, que sopesan los pro y los contra de las posibles medidas, que entienden que la polìtica es un partido de ajedrez que jugamos con un sòlo ojo y que, por eso, implica dosis parejas de prudencia y audacia (ya la necesaria inteligencia para leer el tablero de forma tal que podamos saber cuàndo actuar con una y cuando con otra)
Esos discursos. -de los que me siento màs cerca- tienen, tambièn, un gran problema: invitan a pensar, no a hacer. El problema es que, mientras tanto, la que no piensa es la inflación; ella sì actùa.
De allì que un gran dirigente es aquèl capaz de articular los dos registros de discurso, que invita a pensar sin dejar de arengar a hacer. Que toca, al hablar, el cerebro y el corazòn.
Como pasa con los messi en el fùtbol, pueden pasar camadas de dirigentes sin que surja ninguno que cumpla con ambos requisitos.
Los judiciales de provincia carecemos de una conducciòn de tales caracterìsticas.
Asì las cosas, el conflicto sigue en pie. Contra la indiferencia o la bronca de muchos de nuestros propios jueces incluso, que no nos ven como compañeros que reclaman algo justo sino como sùbditos desagradecidos que no aceptan "las cosas como son" y dan vueltas porque en realidad no quieren prestar tareas.
Lo cierto es que, al dìa de hoy, la Corte no està descontando los dìas de paro, no por buenos, sino porque de esa forma presionan al ejecutivo o para que les saque la ley de autarquìa, que duplica el presupuesto que la provincia destina a su justicia y que pone esa partida presupuestaria en manos de la corte, o bien para que, en lo inmediato, les ofrezca un aumento sustancioso a los jueces, para que queden conformes con sus nuevos ingresos y nos manden a trabajar a los empleados, no tan conformes con los nuestros.

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