Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
lunes, 30 de enero de 2017
EL PELO DEL MEDIO...
"La historia que aquí se narra es la de todos los que habitan el suelo argentino, independientemente de su condición social. Porque se trata no sòlo de la clase media, sino de una identidad que se confunde con la nación toda. Argentina ha aprendido a pensarse como un país "de clase media" y, por ello, diferente de otros países latinoamericanos."
"Cualquiera sea la explicación del fracaso nacional que uno elija, el papel de la clase media como hacedora del progreso en la época de la gran inmigración rara vez es cuestionado. Las "culpas" se buscan por arriba -en la oligarquía ganadera, en la burguesía industrial, o en el "imperialismo" - o por debajo- el movimiento popular peronista, o las dificultades de la clase obrera para asumir su papel histórico- pero rara vez se mira "entre medio". De hecho, resulta sintomático que, entre los cientos de libros de historia publicados en nuestro país, no hay hasta hoy ni siquiera uno que se ocupe de la clase media (aunque sì hay decenas que tratan sobre los obreros, los empresarios, los ganaderos, etc). En efecto, èsta es la primera historia de la clase media argentina. La tardanza es tanto màs curiosa si uno considera la importancia que se asigna a esa clase como protagonista de la historia nacional."
"¿Qué es la clase media y desde cuándo existe una en Argentina? La respuesta a estas preguntas es màs complicada de lo que parece. La expresión "clase media", a diferencia de otras que usamos para designar a grupos sociales, no refiere a ninguna otra cosa directamente observable. Si alguien dice "clase obrera" o "clase empresaria", sabemos que se està refiriendo a grupos de personas que trabajan como obreros o se desempeñan como empresarios. Alguien podría discutir que entre cada grupo formen una "clase", pero es indudable que los obreros y los empresarios están allí, podemos verlos y tocarlos. Pero si alguien dice "clase media" las cosas son màs complicadas. Podemos ver y tocar a médicos, docentes, comerciantes o empleados, pero no es en sì mismo evidente que estén "en el medio".
"Lo que llamamos "sociedad" no tiene volumen o extensión; se trata simplemente de un conjunto de relaciones entre las personas. No se puede "ver" el medio de una sociedad, porque no tiene ninguno."
La pregunta adecuada, entonces, no es "qué es la clase media", sino cuándo y porqué determinados grupos de personas adquieren esa identidad y no otra.
En los países donde surgió por primera vez la expresión "clase media", fue introducida por sectores de la élite que sentían sus privilegios amenazados por la ola revolucionaria. Concibieron entonces el proyecto de dividir a la masa revolucionaria ganándose al apoyo de una parte del pueblo, para debilitar asì su poder. A esta parte comenzaron a llamarla "clase media", como para incitar un sentido de orgullo social que la "despegara" del resto de la masa popular "baja". Esperaban que adoptara esa nueva identidad y, con ella, un programa político màs "moderado" que el que propiciaban los representantes del pueblo llano."
"¿Cuàndo comenzó a hablarse de una "clase media" en Argentina; quiénes y con qué objetivo fueron los primeros en hacerlo? ¿Cuàndo encarnò en una identidad social extendida y què sectores fueron los que la adoptaron? ¿Porquè en Argentina, a diferencia de otros casos, la identidad de la clase media se confundiò con la de la naciòn misma? ¿Còmo afectò esta identidad sobre la polìtica nacional? ¿Porquè existe hoy tanta gente que se siente "de clase media" aunque ni su ocupaciòn ni su nivel de ingresos los respalde "objetivamente"?
EZEQUIEL ADAMOVSKY ("HISTORIA DE LA CLASE MEDIA ARGENTINA", INTRODUCCIÒN)
domingo, 29 de enero de 2017
DIARIO DE UN DESEO
"No estoy seguro de cuàl fue exactamente el origen, el impulso inicial que me llevò a intentar escribir la novela luminosa, aunque el principio del primer capìtulo dice expresamente que este impulso procede de una imagen obsesiva, y la imagen es suficientemente explicita como para que el lector pueda creer en esa declaraciòn inicial. Yo mismo deberìa creerla sin ningun tipo de vacilaciones, pues recuerdo muy bien tanto la imagen como su condiciòn de obsesiva, o al menos de recurrente durante un lapso lo bastante prolongado como para que hubiera sugerido la idea de obsesión"
" El impulso inicial fue dado por una conversaciòn con un amigo.Yo habìa narrado a este amigo una experiencia personal que para mì habìa sido de gran trascendencia, y le explicaba lo dificil que me resultarìa hacer con ella un relato. De acuerdo con mi teorìa, ciertas experiencias extraordinarias no pueden ser narradas sin que se desnaturalicen; es imposible llevarlas al papel"
"De inmediato me di cuenta de que serà una novela, quiera o no quiera, porque una novela, actualmente, es casi cualquier cosa que se ponga entre tapa y contratapa."
" Es posible que la muerte asuste porque se la percibe como un nuevo nacimiento, y ante la idea de un nuevo nacimiento uno se agarra la cabeza y exclama "oh, no! otra vez no!. Esto no quiere decir que tenga grandes quejas contra la vida; al contrario. Solo lamento haber estado siempre tan angustiado por el temor a lo imprevisto, a lo desconocido, todo el tiempo, incluso en momentos en que no hay mayores motivos para pensar en alguna irrupciòn desagradable."
"Leìa los cuestionarios y mientras los iba formulando mentalmente las respuestas. Las preguntas abarcaban multitud de aspectos personales y referìan a la historia personal desde el nacimiento a la fecha. Cada una tenìa un espacio limitado para responder, y sn embargo cada una merecìa una respuesta casi infinita, o por lo menos uno o màs tomos y no de los delgaditos. Por ejemplo: la pareja y sus problemas. ¿Cuàl pareja? ¿Todas?
Describa usted en cinco lìneas sus problemas con todas las parejas que haya tenido. Tambièn se preguntaba sobre cuestiones laborales: còmo me llevo con mis patrones, con mis subordinados, etc. ¿Patrones? ¿Y subordinados? Dios no lo permita. O sea que ya vi còmo venìa la cosa: terapia para albañiles, oficinistas y ejecutivos. Si usted no encaja en alguna de estas categorìas es porque està loco. Algo no anda bien con usted si usted es una persona libre. "
"Tendrìa que acostumbrar a mis visitas a reuniones con otra gente. Aunque creo que yo mismo no me acostumbrarìa. Si somos tres, y no dos, se pierde toda profundidad. Es lògico. Y allì donde no hay profundidad me siento incòmodo. Salvo con Chl, quien la mayorìa de las veces produce una charla trivial. Lo hace deliberadamente, porque opina que no se debe ser tan profundo todo el tiempo, que no hace bien. Tiene razòn. Entonces me habla de trivialidades y yo la escucho atentamente, con fascinado, porque ella me gusta mucho, haga lo que haga y diga lo que diga. Y tambièn me pongo a hablar de cosas triviales y, efectivamente, es un descanso.Claro que despuès debo meterme con algùn programa complicado en la computadora, porque mi mente tambalea si no està metida en algo complicado. La mente es como una dentadura que necesita masticar todo el tiempo."
"LA NOVELA LUMINOSA" (MARIO LEVRERO)
sábado, 14 de enero de 2017
LA VOZ Y LAS VOCES...
"El diablo metiò la cola" Por Daniel Link para Perfil
Después de escuchar el discurso de Meryl Streep, mira una y otra vez el video de Donald Trump imitando a un entrevistador adverso y piensa que el presidente electo tiene razón: la máxima autoridad política del mundo no se está burlando de un discapacitado. Aunque el periodista no hubiera sido discapacitado, él lo hubiera mimado del mismo modo. Por ejemplo, si hubiera sido homosexual, si hablara mal el inglés o si fuera una mujer o se identificara con una minoría racial (el republicano hispano Ted Cruz fue objeto de la misma burla).
La astucia de Meryl Streep consistió en encontrar el momento justo en que la relación de poder se revela en toda su violencia. El poder es un tipo específico de relaciones de fuerzas que han sido institucionalizado, cristalizado e inmovilizado para beneficio de algunos y perjuicio de otros. Donald Trump podría haber sido más políticamente correcto, pero de todos modos la relación de poder en la que se coloca implica el perjuicio de muchos “otros”, tantos que, precisamente por eso mismo, encontrar el momento justo en que la relación de poder se vuelve intolerable es casi como buscar una aguja en un pajar.
Hay que ser perspicaz, hay que ser capaz de ver lo evidente (Viola Davis subrayó esa capacidad de Meryl Streep) para desbaratar una relación de poder o, al menos, denunciarla en toda su iniquidad. El momento elegido es paradigmático porque es incontestable: usted está burlándose de una persona ejerciendo una violencia que aniquila al otro como tal (sea éste un discapacitado, una mujer, una minoría racial, un disidente sexual o un migrante: outsiders, dijo Meryl Streep, lo que se llama queer); usted es hablado por “ese instinto para humillar que le da permiso a otras personas a hacer lo mismo. La falta de respeto invita a la falta de respeto, la violencia invita a la violencia”.
Pero el discurso mismo de Meryl Streep dice otra cosa. No dice sólo que el ejercicio violento del poder invita a la violencia social (lo que es cierto y, a esta altura del partido, probablemente inevitable). Dice, además, que donde hay poder hay resistencia y que la resistencia llama a la solidaridad.
Por supuesto, ni Hollywood es la sede de la revolución ni Meryl Streep es Rosa Luxemburgo, pero como lo que adviene tiene la forma de una guerra civil difusa, sus palabras se leyeron estratégicamente como la marcación una línea divisoria y una demanda de solidaridad.
Trump se sintió obligado a contestar, y las palabras que usó, una vez más, subrayaron lo evidente: en su twitter puso a la actriz en el lugar de “Hillary flunky”, una relación de servidumbre y desigualdad (“lacayo”) que constituye la base de su imaginación de las relaciones sociales y políticas. A Hillary Clinton nunca la llamó lacaya de Wall Street (en todo caso “crooked”, torcida, deshonesta) porque ambos forman parte del mismo círculo.
De todos modos, al responder a un lacayo, el lugar de soberanía desde el cual se mima burlonamente cualquier comportamiento que se aparte de la imaginación regia queda minado, como si se tratara de un lugar ocupado por el muñeco de un ventrílocuo cuya gracia está en decir precisamente aquello que el ventrílocuo nunca diría.
¿Por qué contestarle a Meryl Streep? ¿Por qué incitar a quienes no hubieron visto su show de ventriloquía a hacerlo y a compartir con Maryl Streep la sensación de corazón deshecho y congelado? ¿Sobrevalorada, Meryl Streep? ¿Acaso no interpeló al poder y lo obligó a contestarle? ¿Y acaso el poder no le contestó en términos tales que subrayó la línea divisoria?: Ustedes, los lacayos, están allí para que podamos insultarlos y burlarnos de ustedes, ¿qué les resulta escandaloso en esa relación de poder en la que están involucrados?
Lo que subrayó Meryl Streep es que el poder ejercido con violenta desinhibición es, a la vez que mímesis de la desinhibición social (finalmente, a través de Trump hablan sus votantes) sino la apología de la violencia (como lo son los deportes y las artes marciales).
Contra eso, la advertencia de que la violencia genera violencia, deberá entenderse también como una llamada a la profundización de los vínculos solidarios.
sábado, 7 de enero de 2017
HASTA PRONTO...
Ricardo Piglia
Años de formación (fragmento)
" Recordé de pronto aquel cine amplio con un largo pasillo lateral que desembocaba en los baños, con los ruidos de la calle que se filtraban a pesar de los pesados cortinados de la entrada, las funciones de la tarde en las que yo veía, una tras otra, la serie de películas de Tarzán. Era el cine Brown y yo tenía entonces siete u ocho años y me enorgullecía el hecho de ir solo al cine.
Lo que mantengo de aquel tiempo tan lejano es la ilusión de que cada día valga por sí mismo y se justifique como si fuera el único. La niñez es un tiempo sin tiempo en el que sólo vale el instante de felicidad que uno busca repetir en medio de la serie inconcebible de obligaciones a las que se ve sometido un chico (la escuela en primer lugar, los ritmos cotidianos en la casa como unidad indiscutible). Formalmente no cambia nada cuando uno madura: se trata siempre de una combinación de momentos personales y de obligaciones impuestas.
Escribir la historia de Pavese, ligada a la vida de un pianista de cabaret que toca todas las noches tangos y milongas hasta que, sorpresivamente, una mañana se suicida.
Recién, en la esquina, en el momento de bajar las escaleras del subterráneo en la estación Medrano para ir al centro y perderme entre la gente, decidí regresar, sin querer, como quien ha olvidado algo y vuelve a buscarlo. Y ahora estoy aquí otra vez en el cuarto, contra la mesa, y puedo imaginar vagamente lo que habría pasado si efectivamente hubiera tomado el subte y me hubiera bajado en Callao y Corrientes.
Otra vez la sensación de estar bajo un estado letárgico, el mundo se opaca y se aleja de mí. Pierdo la noción del espacio (primera cuestión), lo que es lejano está cerca y lo que está cerca es peligroso y se vuelve casi íntimo (segunda cuestión), por ejemplo ahora la taza de café, que, casi en el mismo momento en que siento su proximidad, cae al suelo del bar y se rompe. A veces tengo que inventar una razón para justificar el estado hipnótico, por ejemplo, la tardanza mínima de Inés. La vi llegar, saludarme e ir hacia el teléfono público, de inmediato pensé –entre todas las alternativas posibles–: está llamando a alguien y se cita con él. De ese modo, aunque parezca raro, al encontrar una explicación a mi estado caótico, me tranquilizo. Luego Inés viene, se sienta conmigo, se ríe con la historia de la taza rota en el piso y me dice que habló por teléfono con Alicia para que vayamos juntos a cenar con ella. Por supuesto yo pienso que ésas son las coartadas que las chicas construyen con sus amigas. Convino antes con Alicia esa explicación y habló en realidad con un hombre. Alicia, por otro lado, es perfecta en este asunto dado que ella está casada con un músico pero mantiene una relación clandestina con un poeta surrealista de hace años. Desde luego no le revelo mis pensamientos a Inés para que no sospeche que me he dado cuenta de sus andanzas. "
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