Ph. S: "Quisiera decir que la fidelidad es una suerte de infancia compartida, una forma de inocencia. Es eso, en el fondo: uno es un niño. Si deja de serlo, es infiel. Lo demás - los encuentros, las pasiones- para mí no tiene demasiada importancia. La verdadera infidelidad reside en el anquilosamiento de la relación de pareja, en la pesadez, la seriedad convertida en un resentimiento. Es, antes que nada, una traición intelectual. A propósito de esto, además, suelo decir que estoy en contra de toda transparencia. Me opongo, por ejemplo, al tipo de contrato que existía entre Sartre y Beauvoir. Estoy a favor del secreto."
J.K: "Hay que poner las cosas en claro: el ser femenino no tiene los mismos intereses, sexuales y afectivos, que el ser masculino. El goce de los hombres y el de las mujeres son distintos, como lo son sus vínculos con el poder, la sociedad, los niños. Nosotros somos una pareja formada por dos personas de países distintos. Nuestra diferencia de nacionalidad resalta aún más algo evidente que suele disimularse: el hombre y la mujer son dos extranjeros, dos extraños entre sí. Ahora bien, la pareja que asume la libertad de dos extraños puede convertirse en un campo de batalla. De ahí la necesidad de armonizar. La fidelidad es una suerte de armonización de la extrañeza."
"DEL MATRIMONIO COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES" (JULIA KRISTEVA/PHILIPPE SOLLERS)