martes, 31 de diciembre de 2019

EL TRABAJO DE LA ALEGRÍA

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Al borde de finalizar el año, el "mandato clásico" que invade nuestras conciencias es el del balance de lo vivido. Lo que se hizo y lo que no se hizo, lo que estuvo bien y lo que no.
Pero en lugar de hacer listados, me interesa compartir dos cosas que me dijo Hebe Uhart, que no reemplazan el debe y el haber del año que se va, pero que pueden llegar a servir como almohada para acostarse a descansar después del brindis de esta noche: 1) que hay que ser tiernos y feroces a la vez, y 2) que la alegría es un trabajo como cualquier otro.
No se me ocurre que lo segundo pueda pasar (ni en el 2020 ni en ningún otro año) si olvidamos lo primero.

martes, 24 de diciembre de 2019

NI MONSTRUOS NI ANIMALES...

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Hablar de "violación en manada" (en lugar de violación grupal) resulta tan contraproducente como llamar "monstruos" a los militares. Poner a ese que hace algo aberrante en un lugar de exterioridad a lo social (o es un animal o es un monstruo) no ayuda, justamente, a hacer lo que resulta tan imperioso: pensar cuáles son las condiciones de posibilidad en una sociedad para que lo aberrante suceda.
En su libro "Panfleto, erótica y feminismo" María Moreno nos propone (a través de Rita Segato) pensar en la existencia de un mandato de violación: "la violación no sería ni una patología ni un pasaje al acto de la dominación masculina sino, más allá de los períodos históricos y las sociedades que no la consideraron un delito sino parte de rituales colectivos reglados y ordenados en determinadas circunstancias, un elemento fundamental para la reproducción de la economía simbólica patriarcal.
En el fantasma de la violación es fundamental la presencia imaginaria o real del otro hombre o los otros hombres en calidad de testigos de una suerte de demostración de virilidad.
En rigor de verdad, no se trata de que el hombre puede violar, sino de una inversión de esta hipótesis: debe violar, si no por las vías del hecho, sí al menos de manera alegórica, metafórica o en la fantasía.
El violador no actúa porque tiene poder, sino porque debe obtenerlo."

martes, 17 de diciembre de 2019

LO QUE VENDRÁ...(QUÉ VENDRÁ?)

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Si nos posicionamos en el plano de los discursos, las diferencias entre uno y otro son notables; mientras que en Fernández las palabras parecen surgir de su interior, en Macri, por el contrario, su enunciación política siempre fue construida en el exterior. No le pertenece; le resulta ajena. Con Macri el problema mayor nunca fue su dicción, su relación tortuosa con el lenguaje, sino más bien lo ajenas que le resultaban sus propias palabras; de allí que cuando apelaba a la " emoción" solo podía transmitir comicidad.
Si el discurso presidencial en estos últimos cuatro años fue una construcción externa, cabe preguntarse cuál fue el "discurso interno", la necesidad personal. A riesgo de caer en psicología barata, Martín Kohan postula la necesidad imperiosa de toda vida pública de Macri, de Boca a la Rosada, de demostrarle a su padre que no era un inútil y que podía desarrollarse profesionalmente fuera del bolsillo paterno.
Si adherimos a esta hipótesis, deberíamos pensar en esta forma de la locura: la de reducir la realidad toda ( la política es " la realidad toda") a la persecución de un capricho personal: el reconocimiento paternal. El hecho de que Macri haya confesado , después de muerto su padre, que el viejo Franco no estuvo exento de hechos de corrupción en su larga vida empresarial, nos da un indicio de la impresión que se quedó el ex-presidente sobre haber obtenido o no la aprobación de su progenitor.
Otro nunca más para agregar a los dichos ayer en el discurso presidencial: nunca más votar a los que hablan con palabras ajenas. Nunca más votar a los que hacen padecer a la mayoría de las familias por el hecho de intentar saldar las deudas con los fantasmas que habitan en la propia.

lunes, 9 de diciembre de 2019

EL CONQUISTADOR...

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"Tal vez el mejor consejo que puedo darles a quienes desean incursionar en el mundo del cine es que, siempre y cuando tengan un buen estado físico, siempre y cuando sepan cómo ganarse la vida, no busquen trabajo de oficina para pagar el alquiler. También tomaría  muchos recaudos antes de aceptar trabajos secretariales terriblemente inútiles que son el último eslabón de la cadena en las productoras cinematográficas. Salgan a vivir en el mundo real, vayan a trabajar de patovicas en un club nocturno, de guardianes en un manicomio o de matarifes en un matadero. Caminen, aprendan idiomas, aprendan un arte o un oficio que no tenga absolutamente nada que ver con el cine. Filmar películas debe tener como fundamento alguna experiencia de vida. Yo sé que gran parte de lo que aparece en mis películas no es sólo invención: es la vida misma, mi propia vida"

"A decir verdad, desde hace un tiempo vengo pensando en abrir una escuela de cine. Pero si la fundara, los aspirantes sólo tendrían permitido llenar el formulario de inscripción después de haber recorrido solos a pie una distancia de unos 5.000 km, digamos de Madrid a Kiev. Y mientras caminan, tendrán que escribir. Deberán escribir sobre sus experiencias y luego entregarme sus cuadernos y libretas de anotaciones. Así sabré quiénes caminaron realmente esa distancia y quienes no. Caminando se aprende más sobre filmar películas que asistiendo a clase. Durante ese viaje a pie usted aprenderá mucho más sobre lo que le depara el futuro que durante cinco años metido en la escuela de cine. Sus experiencias serán lo opuesto del conocimiento académico, porque la academia es la muerte del cine. Es exactamente lo contrario de la pasión."

"¿Puedo proponer una máxima herzogiana? Los que leen se adueñan del mundo; los que ven televisión, lo pierden"

"El tiempo que pasé en el desierto es parte de una búsqueda que aún no ha terminado para mí. Y aunque viajamos en auto, el espíritu de nuestro viaje fue el de un viaje a pie."

"Nunca me puse a pensar si tengo una ideología, pero entiendo de dónde puede venir su pregunta. Por lo general, la gente percibe que soy un tipo centrado, bien orientado,  y que sé de dónde vengo, dónde estoy ahora y hacia dónde voy. Pero eso no es una ideología en el sentido más común del término. Sólo que entiendo el mundo a mi manera y soy capaz de articular eso que entiendo en narraciones e imágenes que les resultan coherentes a otros. Después de ver mis películas. algunas personas se sienten molestas porque no pueden dar en el clavo con mi ideología. Mi única ideología son mis películas y mi capacidad de hacerlas."

"Tengo la impresión de que las imágenes que hoy nos rodean están gastadas; hemos abusado de ellas y han quedado inútiles y exhaustas. Renguean y se arrastran detrás del resto de nuestra evolución cultural. Cuando miro las postales en las tiendas para turistas y las imágenes y las publicidades que nos bombardean desde las revistas o la televisión. El mayor peligro, a mi entender, es la televisión, porque hasta cierto grado arruina nuestra visión y nos vuelve tristes y solitarios. La televisión mata nuestra imaginación y terminamos atiborrados de imágenes gastadas debido a la incapacidad de demasiadas personas para buscar imágenes nuevas, frescas."

"No soy de esos intelectuales que tienen en mente una filosofía o una estructura social que orienta la película desde el comienzo. Nunca me propuse imbuir mis películas de referencias literarias o filosóficas. Hay que poder ver las películas directamente, sin rodeos; el cine no es un arte de eruditos, sino de iletrados. Hice todas mis películas sin recurrir a esa clase de contemplación. La contemplación siempre viene después de la película."

"La cámara que usamos (en "Aguirre, la ira de Dios") era la misma que había robado en la Escuela de Cine de Munich. Pedí que me prestaran una, pero tuve que soportar una negativa arrogante. Para mí era una necesidad. Quería hacer películas y necesitaba una cámara; tenía una especia de derecho natural a esa herramienta. Si uno necesita aire para respirar y lo encierran en un cuarto, debe tomar cincel y martillo y abrir un agujero en la pared. Es su derecho absoluto"

"Muchas veces, mientras estoy filmando, tengo que preguntar qué escenas ya hemos filmado y cuáles nos faltan todavía. Yo me encuentro en un estado de casi inconsciencia y quedo perplejo cuando me dicen que ya estamos en la tercera semana de filmación. Me siento como si viniera de una fiesta de borrachos y hubiera llegado a mi casa sin saber cómo. Como si la policía asomara al borde de mi cama a la mañana siguiente y me acusara de haber matado a alguien durante la noche."

"En lo que respecta a la influencia de la obra de otros puedo decirle  que uno experimenta, quizás sólo cinco o seis veces en su vida, esa increíble sensación que ilumina y enriquece la propia existencia. Puede ocurrir leyendo un libro, escuchando música, mirando una película o contemplando una pintura. Y a veces - aunque haya una brecha de siglos- uno encuentra un hermano, un alma gemela, e instantáneamente sabe que ya no está solo."

"En una oportunidad, un avión que traía seis personas al lugar donde estábamos filmando cayó en la selva. Afortunadamente sobrevivieron todos,pero algunos resultaron gravemente heridos. Llegaban mensajes confusos e incoherentes por radio y Kinski, viendo que nadie le prestaba ya atención, armó una batahola diciendo que esa mañana le habían servido el café tibio. Pasó varias horas gritándome, a pocos centímetros de mi cara. Yo no sabía cómo calmarlo porque necesitábamos escuchar la radio para saber si tendríamos que enviar una expedición de rescate a la selva. 
Cuando el rodaje estaba por terminar, los indígenas ofrecieron matarlo. Rechacé el ofrecimiento diciendo: "No, por el amor de Dios! Todavía lo necesito para seguir filmando. Déjenmelo a mí!, Pero ellos hablaban muy en serio y, con sólo haber asentido, los habrían hecho."


"HERZOG POR HERZOG. "

jueves, 5 de diciembre de 2019

UN TROPEZÓN...NO ES CAÍDA?

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Si bien estimo haber visto menos de la mitad de la gigantesca filmografía de Woody Allen, tenía como verdad para mí la imposibilidad de que tenga un bodrio en su haber. Incluso en las películas menos logradas ( pienso en este momento en "A Roma con amor") encontraba una escena, un diálogo, un personaje, algo que me pareciera ocurrente, divertido, inesperado y que, de algún modo, compensara las debilidades del guión; pero nada de eso pasa en "Un día lluvioso en Nueva York". La película es mala. Malísima. Uno la pueda dar vuelta, sacudir un buen rato y nada va a caer. Sin gracia y sin alma, con un final más que previsible, lo único que podemos agradecer a Woody es que haya respetado la duración promedio de sus películas: una hora y media.
El tipo es humano, por lo que ( con su última producción) ha patinado sobre las veredas mojadas de Nueva York y, teniendo en cuenta su avanzada edad, solo podemos esperar que los brazos que rodean a sus películas desde hace décadas sean lo suficientemente fuertes como para ayudar a poner al viejo zorro otra vez de pie.