Lo que debemos decir es que hay, con todo, tantas perezas como oficios, y tal vez como clases sociales. Y si el domingo es el casillero institucional de la pereza, es evidente que el domingo de un profesor no es el mismo que el domingo de un obrero, de un burócrata o de un médico.
Pero, fuera de ese problema sociológico, se planea el problema histórico del papel del día semanal, sea el domingo, el sábado o el viernes, según las religiones...es decir el problema de la "pereza" ritualizada.
El rito viene al encuentro de ese deseo de "no hacer nada" o de "hacer nada". Pero, desdichadamente, parece que desde el momento en que las personas están obligadas a someterse a ese rito de interdicción, sufren por el "hacer nada"
La pereza, porque viene del exterior, porque es impuesta, se convierte en un suplicio. Ese suplicio se llama aburrimiento.
Schopenhauer dijo: "el aburrimiento tiene su representación social en el domingo"
Cuando yo era chico, el domingo era más bien un día aburrido. No sé muy bien por qué, pero pienso que muchas veces los niños lo conciben así. No hay escuela ese día. La escuela, incluso si es ambigua para el niño, es un medio social y afectivo...bastante entretenido.
Ahora que ya no soy un niño, el domingo se convirtió nuevamente en un día festivo. Un día que suspende esa demanda social que es mi fatiga de la semana. Un día feliz, porque es un día en blanco, silencioso, en el que puedo ser perezoso, es decir, ser libre. Porque al fin y al cabo la forma volitiva de la pereza moderna es finalmente la libertad."
ROLAND BARTHES ("EL GRANO DE LA VOZ")
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