"José Luis Mangieri fue mucho más que un profesor. Mucho más que una guía bibliográfica. Mucho más que un orientador académico. Fue un maestro. Con sus propios recuerdos y con sus consejos, con su amistad y con su compañerismo, con su amor por los libros, las colecciones y las bibliotecas pero también con sus lecciones y actitudes prácticas, nos enseñó que la mera lectura de textos marxistas no alcanza para llegar a ser alguna vez un intelectual de verdad, como tampoco alcanza el loable "compromiso" sartreano (aunque él le tenía un respeto mayúsculo a Sartre). La lectura crítica y el compromiso intelectual no alcanzan ni llegan a superar el vacío de la mediocridad mercantil ni la sumisión académica si no se prolongan en la militancia orgánica. José Luis Mangieri fue exactamente eso: un militante de la cultura crítica, un partisano de la tradición contrahegemónica. Así queremos recordarlo. Un militante. Además de ser un poeta, un editor, un gran amigo, un padre, un hombre de barrio, un habitúe de los cafés literarios, un amante, un compañero, José Luis fue un militante. Toda su vida. Con partido o sin partido. Él nos enseñó que el compromiso debe prolongarse en la militancia orgánica y que el intelectual orgánico en países como los nuestros, debe convertirse en un militante, en un cuadro revolucionario, y llegado el caso, en un combatiente."
"Mate o ginebra de por medio, se acordaba siempre del pasado (no había vez que nos encontráramos que no hablara de Raúl González Tuñón, la guerra civil española, Robi Santucho, John William Cooke, Aricó, Paris, su viaje a China, la guerra de Vietnam, el Che, los tiempos de la clandestinidad...), pero pensaba irremediablemente en el futuro. Nostálgico, tierno, cálido, irónico, entrañable. Invariablemente memorioso. Siempre amable y atento a los detalles de la vida cotidiana. Nunca dejó de preguntar: "¿seguís saliendo con esa piba?", "¿cómo estás de laburo?", "pibe, ¿tenés guita para vivir?" "¿Cuándo venís a casa, nos comemos un asado y tomamos un vino?" Ese era José Luis. Le importaba la gente de carne y hueso, no solo "los grandes ideales". Creía de verdad en el humanismo socialista y comunista sobre el cual tantos libros y artículos publicó. Lo vivía día a día, minuto a minuto. "
"Había nacido en un conventillo anarquista del barrio de Parque Patricios. No se acomodó. No transó con el poder. Murió pobre en su casa de la calle Mercedes , en el barrio de Floresta, cerca del colectivo 85. Él, uno de los más grandes de la cultura argentina, te salía a abrir la puerta en alpargatas, saludaba al peluquero de la esquina y a cuanto vecino pasaba cerca. Lo quería todo el mundo. Un maestro."
"TRADICIÒN Y CULTURA CRÌTICA EN EL MARXISMO ARGENTINO" (NÈSTOR KOHAN)
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