Por un lado está el hartazgo, eso está claro, pero -por otro lado- más preocupante aún, la falta de argumentación. La disolución de los legados históricos. El presente inmediato de las frases huecas en las redes sociales. Milei creció al calor de la pandemia y del encierro obligado con las pantallas encendidas. Al calor, fundamentalmente, del empobrecimiento (mental/material) que se profundizó durante esos tiempos aciagos .
Dos errores comunes en lo que sería, por ser generosos, un esbozo de fundamentación en quienes lo votaron: 1) que las cosas no pueden estar peor. Claro que podrían estar peor, incluso para los que hoy creen haber tocado fondo.
. 2) Que la solución a lo que está mal (o muy mal) no puede venir de los partidos tradicionales, por lo que hay que apostar por alguien que desprecie con todo su corazòn a los integrantes de los partidos tradicionales.
Ahí lo que aparece es la tiranía de la inmediatez. Cualquiera que se tome el trabajo de seguir el breve recorrido político de Milei, sabe que el libertario reivindica abiertamente a Cavallo como el mejor ministro de economía de la historia. Más aún, sostienen los libertarios que las necesidades básicas de las personas no implican -por parte del estado- la obligación de garantizar derechos. Lo que están diciendo claramente es: si no podés cubrir tus necesidades básicas, es un problema tuyo; tenés que resolverlo vos. Y si no lo podés resolver, tenés la libertad de, por ejemplo, morirte de hambre. O vender un órgano, si te hace falta. Vender un riñón, para comer riñón.
Lo que nunca aclararon Milei y los suyos: la libertad de quiénes se proclama? Para hacer qué? Y a costa de quién? No necesitaron aclararlo. Es triste. Y, seguramente, tampoco tendrán que aclararlo para octubre. Pero la receta de la libertad funcionó. Les alcanzó con tocar solo una parte de la realidad ( todos sabemos que en el Estado hay gente que cobra por no trabajar y que hay privilegios que tienen los políticos y no el pueblo al que representan), insultar a viva voz -en forma sobreactuada- sobre esa parcela (y así lograr la identificación de una parte del electorado), jugar fuerte en las redes, y prometer respuestas fáciles a problemas estructurales muy complejos: "tus pesos no valen por la inflación, pero conmigo vas a ganar en dólares". "Estás harto de los piqueteros y los delincuentes?" (en el espacio libertario esas palabras son sinónimos), libre acción a la policía (y eventualmente para el ciudadano común) para reprimir y -llegado el caso- también matar.
Lo que impresiona: en su matriz discursiva, esa es la libertad que más fuerte resuena: la de matar.
La deuda más grande que, quizá, evidencian estas PASO: la del Estado con la educación que brinda a su población.
No hay comentarios:
Publicar un comentario