La marcha de ayer pensada como un viaje. Algo fundamental a la hora de manejar (el auto, pero también la vida): mirar con atención
para adelante, pero también para atrás y para los costados.
Miro adelante: esos chicos son como deliciosas bombas pequeñitas, a punto de explotar en las manos de ese tipo que duerme con perros pero que huele a tigre.
Miro atrás: tengo 18 años y empiezo a estudiar derecho en la UBA. Miro atrás y lo veo a Ciuro Caldani, profesor de la materia "Bases Culturales del Derecho Argentino", y recuerdo, como si fuera hoy, cuando nos dijo: "el que sabe sólo de normas no entiende nada de esas normas de las que sabe". Miro atrás y lo veo a Felipe Fucito, profesor de la materia "Sociología del Derecho", cuando, al finalizar una clase, nos preguntó: "¿a ustedes les gusta el teatro?" Miro atrás y me veo recibiendo el título de abogado por la mañana, para ir -ese mismo día- a rendir mi primer parcial en la carrera de letras, de la materia "Teoría Literaria".
Miro a los costados: libros de Eduardo Galeano, de Oscar Terán. El mío es "Bestiario", de Cortázar; porque a la realidad también hay que imaginarla, porque no hay democracia sin educación, porque no hay educación sin imaginación y porque Cortázar fue, de alguna manera, la puerta de entrada a todo eso. Pasado, presente y futuro, condensados en un mismo lugar, bajo un mismo cielo.
Termina la marcha y vuelvo a mirar para adelante mientras volvemos caminando por Avenida de Mayo rumbo a la 9 de Julio, con JI-JI-JI sonando de fondo, sin policías a la vista (¿acaso hay imagen más bella que esa?), miro para adelante y no puedo dejar de sentir una sensación muy potente de agradecimiento, y de pensar, o de soñar: "jamoncito, ya pronto una sombra serás"
No hay comentarios:
Publicar un comentario