"El príncipe besa a Blancanieves sin su consentimiento; otro príncipe persigue a las mujeres del reino hasta encajar el zapato. Cancelados.
Joyce Maynard, antigua novia de Salinger, dice que él la manipulaba. Salinger cancelado.
Tintín estigmatiza a los africanos. Cancelado.
Lo que Pablo Neruda había contado era un violación. Cancelado con retroactividad.
Philip Roth trataba mal a sus mujeres. Cancelado, también su biógrafo por no condenarlo.
Lolita cuenta la relación de un hombre con una menor. Cancelada.
Pasado y presente son escudriñados por un escáner moralizador que se va calibrando de acuerdo con los estándares siempre cambiantes de la corrección política.
Y así nos convertiremos en canceladores de cabotaje, a favor de todo lo bueno y en contra de todo lo malo.
Si cada uno hace su parte, en un tiempo prudencial habrá desaparecido todo lo que nos genera incomodidad. Las series tendrán un adecuado equilibrio de representación de géneros, colores de piel, discapacidades y orientaciones sexuales. En las películas no veremos animales, para prevenir el especismo; los ciegos harán de ciegos, para evitar apropiaciones; las protagonistas de Disney serán latinas, negras, enanas, no binarias, lesbianas, esquimales, y las mismas actrices, cuando crezcan, podrán ser James Bond. No habrá imágenes de mujeres desnudas en los museos y Carmen tomará venganza al final de la ópera. No habrá rapto de Helena ni guerra de Troya, y Julieta no clavará su daga porque no necesita un hombre para vivir. Los artistas harán sus obras una vez que hayan podido demostrar sus identidades no hegemónicas, la adhesión a las causas correctas y un perfecto acoplamiento a los nuevos tiempos.
Y entonces, el arte ya no será un gesto completamente inútil y se convertirá en un programa funcional y descafeinado al servicio de otra cosa."
"CONTRA LA CANCELACIÒN" (A. CALAMARI, DE "EL LIBRO DE LAS DIATRIBAS")
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