Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
sábado, 11 de septiembre de 2010
LA INTERPRETACIÒN DE LOS SUEÑOS...
Llego corriendo a la parada. Mucha gente espera su colectivo. Dormido o soñando, estoy desesperado. Se me hace tarde para mi clase en la facultad de letras (¿tengo parcial?, ¿cómo no puedo saber si tengo parcial?). El calor es insoportable. Luego hay un vacío, hay sábanas pastosas, húmedas de realidad, de amanecer de sábado caluroso de septiembre. De pronto una pileta, grande, limpia, para mí sólo. Estoy en malla (¿qué hago en malla, si voy a la facultad de letras?), y tengo en la mano un tubito de plástico. Ese tubito contiene mi título de abogado (en el sueño pero en la humedad de este sábado también). Saco el título y lo desenrollo. Entro al agua lentamente. Extiendo el diploma con los brazos en alto y voy sumergiéndome cada vez más. Llego a mojar parte del título, entonces me detengo y salgo. No encuentro el aula. No estoy en la facultad. Sólo hay una pileta, sólo agua, calor, un título húmedo y nada alrededor. La angustia crece, el sueño se desvanece. Los ojos se abren con la luz potente que atraviesa la ventana. Pongo los pies en el suelo: mojado. Un gran charco de agua se extiende por debajo de la puerta de la habitación, llegando hasta el pie de la cama, cercando mis pies desprevenidos, desesperados por volver a la vida, a la eterna realidad.
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