Entramos al bar y la imagen en la pantalla me tomó por
asalto: multitudinario cacerolazo en el centro porteño y en varios puntos del
interior. La convocatoria se había hecho a través de las redes sociales
(básicamente facebook y twitter), por lo que jamás me llegó la propuesta para
participar de la movilización.
"Recién salgo de la conferencia de Vallejo, estoy en un
bar viendo la tele y me persigue una duda: ¿hay que preocuparse?" fue el
mensaje de texto que envié -con urgencia- a algunos amigos.
Enseguida vinieron a mi mente las palabras de María Pía
López, cuando -durante el debate con la izquierda en la facultad de sociales-
dijo que en sus días pesimistas teme que los pasitos emancipatorios que se
consiguieron durante el kirchnerismo se transformen en un saldo a liquidar en
futuros no tan lejanos.
Me pregunto, entonces, si la manifestación de hace unos días
fue un forma incipiente de actualización de ese futuro al que se refiere la
socióloga.
Trato de entender la posición de la gente que participó de
la manifestación. Difícilmente alguien que tiene críticas al gobierno pero que aun
así sostiene al kirchnerismo (entusiasmado o resignado en la teoría "del
mal menor") pueda tomar una cacerola y salir a las calles. Por el
contrario, tiendo a pensar que los que efectivamente salen no quieren
"mejorar" al gobierno, sino que quieren -directamente- borrarlo del
mapa político. Así nacieron los cacerolazos del 2001: para borrar del mapa el
presente político. La pregunta -obvia- es si las condiciones de posibilidad
para tal manifestación son las mismas ayer y hoy, es decir si no se movieron
fichas en el juego. Si se movieron fichas del tablero -como efectivamente creo
que se movieron en estos diez años- la pregunta que sigue es si esos
movimientos fueron suficientes para justificar un futuro con el mismo signo
político. También podemos preguntar aquello que apunta al corazón individual de
cada manifestaste: ¿suficientes para quién o para quiénes? Y en caso de que
-argumentada la insuficiencia en relación al tiempo transcurrido (en definitiva
todo tiene que ver con eso)- vale una pregunta estratégica: saben que no
quieren al kirchnerismo...pero saben qué quieren?
Historizar y contextualizar. Dos palabras que también implican una relación de la subjetividad con el tiempo (el tiempo pasado pero también el tiempo presente que nos toca vivir y que le toca vivir al mundo del cual somos parte).
Tal vez no se sepa bien qué se quiere, y tal vez por eso tn (principal
organizador del evento), se dedicó a cubrir largamente la marcha pero sin
acercar nunca un micrófono a los manifestantes. Del otro lado, Duro de Domar
mandó a su notero, reiterando la actitud que le valió la agresión a los
cronistas de 678, pero esta vez sin consecuencias mayores. Se sabe: en la
batalla cultural, bien vale la posibilidad de un compañero caído en combate si
justifica sumar puntos mostrando la barbarie ajena (desde este blog vuelvo a
condenar la provocación, que es una forma cínica pero "civilizada" de
ejercer la violencia).
Finalmente llega un mensaje a mi celular en respuesta a la
duda: "parece que hay que preocuparse", me dice un amigo.
Y le hago caso.
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