Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
jueves, 31 de enero de 2013
AL FINAL...
NEIL GAIMAN (INGLATERRA, 1960)
Un cuento de invierno (fragmento)
"Me molestaba. Cuando era joven... Bueno, sigo siendo joven, pero ya sabéis a qué me refiero...
En fin, hace mucho tiempo, pensaba que tenía el trabajo más duro de toda mi familia.
Al principio estaba bien. Al principio, la vida y la muerte eran cosas nueva, y la gente las hacía con el entusiasmo que aportan las cosas nuevas.
Se alegraban de verme, al principio y al final. Me lo contaban todo. Toda su vida.
Y entonces, tras un tiempo, se hizo más duro.
La única gente que me recibía con alivio lo hacía para escapar de algo malo o intolerable.
El resto solo deseaba que me marchara, como si morir fuera admitir un fracaso.
Eso me entristecía. Ya sabéis. Estaba triste la mayor parte del tiempo. Pensé en abandonar... En dejarlo. Y un día lo hice. Eso fue hace mucho tiempo, y mucho antes de este mundo.
Me negué a seguir haciéndolo. Dejé de quitar vidas. Gente y animales, pájaros y bacterias, peces e ideas. Nada moría.
El caos y el dolor se hicieron malos, y luego empeoraron. Como he dicho, nada moría.
Enviaron a un joven a verme. Hizo un largo camino, y al final terminó encontrándome, y me suplicó. Yo fui a ver lo que había hecho.
Y entonces volví al trabajo. ¿Sabéis? Así de simple. Porque sabía cuál era la alternativa. Y no era agradable.
Entonces algún tiempo después, hubo un momento en el que me hice dura, fría y frágil por dentro. Empezó a afectarme. O sea, la gente se siente satisfecha de haber nacido, como si lo hubieran hecho ellos solos. Pero muchas veces no es así.
Y se enfadan y se sienten dolidos cuando mueren, aunque lo hayan hecho ellos mismos. Y a veces es así.
Y un día una niña pequeña me miró mientras me la llevaba. Estaba gélida, distante y altiva, y me dijo: "¿Te gustaría que te pasara a tí?". Sólo me dijo eso, pero me dolió y me hizo pensar.
Y decidí que cada 100 años, me tomaría un día para vivir, ver si me gustaba y ver si podía aprender algo.
Y tras el primer día que estuve viva, cuando me encontré a mi misma, me di la vuelta y me dije que era una zorra frígida, estirada y sin corazón... Aunque no lo dije de forma tan amable.
Y capté el mensaje.
Veréis, cuando alguien muere, suele estar aturdido, dolido, enfadado o algo peor. Y lo único que necesita es una palabra amable y un rostro amistoso.
Puede que la gente no esté lista para mi don, pero lo recibe de todos modos. Las tierras sin Sol están muy lejos y el viaje es duro. A la mayoría de vosotros os gustará tener la compañía de una amiga.
Al final todos nos quedamos desnudos.
Al final todos nos quedamos solos."
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