ENTREVISTA A ESTEBAN SCHMIDT
-¿Cómo fue la llegada al periodismo desde la política? ¿Con qué periodismo te encontraste?
-Yo pienso que hay una doble pista: una pista que es la de la política, mi interés genuino por los asuntos públicos, y una pista más íntima relacionada con los términos aceptables de alzar la cabeza para ir realizándote como adulto. El cambio entre militar y hacer periodismo fue un cambio encadenado, no un corte sino una imagen fundiendo con la otra. Mientras me mantenía cerca de los asuntos públicos, mejoraba mi jerarquía social, pasando de militante a periodista.
-¿Por qué dejaste de militar?
-No resistía más la sociabilidad que se daba dentro de la política. Una cosa totalmente viscosa, mediocre, berreta y el periodismo tenía que ver con lo simbólico, con las palabras, con las representaciones, era más moderno y menos loser. Cuando me encontraba con la gente de la política cotizaba mucho más alto siendo periodista de lo que cotizaba cuando estaba dentro de la política.
-¿Qué época fue? ¿Sos hijo de qué desilusiones?
-Los radicales lo que recordamos son las internas. Mi última interna fue en el `91 y ganó De la Rúa. A mí ya no me divertía estar en un partido donde la ilusión era De la Rúa. Vos veías, además, cómo un montón de gente había hecho guita o había podido progresar más que vos patrimonialmente. Entrás en un mundo horrendo que tiene que ver con si tenés la categoría 9 de Congreso, el otro tiene la categoría 7, el otro es Director. Te comparás. Eso acumulado se vuelve una suerte de infierno personal donde mezclás sentimientos como loco, pensás mal la política, la pensás muchas veces con un odio enfermo. En fin, tenía margen, me daba el calendario y podía hacer otra cosa, así que me fui a algo en lo yo también estaba. Yo en el centro de estudiantes de la escuela ya hacía la revistita.
-¿Y no podrías volver? ¿Lo ves como un horizonte posible?
-Sí, totalmente, yo pienso todo el tiempo que estoy en la política, nunca creí que estuviera en el periodismo. Pienso que el periodismo es la continuación de la política por otros medios, es otro espacio. Efectivamente mi capacidad de intervención política mejoró enormemente cuando empecé a escribir, algo que no pasaba cuando estaba en el comité de la calle Calasanz, totalmente improductivo, un hecho fatal, agónico. (RISAS)
-¿Qué opinás de las posturas que creen que hay que disociar necesariamente militancia de periodismo?
-Que es ideología, eso. Son indisociables la política y el periodismo. El periodismo no existe en sí mismo. Vos tenés la habilidad de ir, mirar, volver y contar lo que pasa del otro lado del río. Sos el narrador, el cronista, el juglar, el periodista, el escritor, el poeta. El que tiene más habilidad para preparar los alimentos con lo que hay dando vuelta será el cocinero. Cualquier otro agregado de profesionalismo liberal es falsear las cosas para engrupir a las masas.
-Vos hiciste la bisagra entre los `80 y los `90, donde en los `80 un político era más prestigioso, todavía se esperaban muchas cosas de los políticos en los `80.
-La licuación esa yo la vi bastante rápido, para mí el 2001 tardó como 15 años en llegar. Para mí socialmente el político como bestia negra ya estaba configurado en el `87. Ponele que el paradigma del dirigente radical era una suerte de tipo que estaba el domingo a la mañana lavando el auto en la vereda, eso era un dirigente radical en el 83. En el 87 ya había dejado de serlo porque había cambiado el auto.
-¿Y ahora cómo ves el panorama con respecto a eso?
-Yo creo que los políticos son impresentables, creo que se han armado unas elites de personas egoístas y venales. Se podría hacer un país más interesante y justo, es cierto, pero con esta elite creo que vamos por una perpetuación del drama. Algo vivible, finalmente, hoy estamos hasta felices, ¿no?
-¿Cómo es este país?
-Es un país injusto, racista, los negros trabajan, el resto no. Fracturado como la concha de su madre.
¿El kirchnerismo no retuerce un poco esta lógica del político como hijo de puta útil? Que a la vez reproduce su desprestigio de feo, sucio y malo porque la sociedad “necesita” que los laureles se los lleve –por ejemplo el “periodismo independiente”.
-Me parece que es como la frase de Mao sobre la Revolución Francesa: “Demasiado pronto para opinar”. A lo mejor es demasiado pronto para opinar qué es lo que ha significado el kirchnerismo para este tiempo. La discontinuidad más grande que veo es que ha roto el mito de que vos no podés meterte con los poderes de forma más o menos persistente y duradera. Los términos en que Alfonsín interpeló al poder fue plantarse, decir discursos muy buenos, de gran coraje, pero que no fueron tan consistentes como parece ser esto de Kirchner con Clarín. Hay que decirlo. Aunque Alfonsín fuera mucho más gente que Kirchner. Creo que la Argentina no es un problema que se vaya a resolver ya a esta altura en términos institucionalistas, republicanos, después de lo destruido que ha quedado por los años `90. De lo que se trata es de una administración sabia del caos. Creo que Kirchner es un buen administrador del caos y el próximo político que gobierne la Argentina tendrá que ser alguien que esté en esa liga, con lo cual creo que ahí los nombres realmente se reducen. Tiene que ser alguien que tenga ese bilingüismo jugar la liga nacional de poker con empresarios y líderes extranjeros y al mismo tiempo sepa cómo hablarle a Depetris y a D´Elía. Y tiene que ser alguien que regule muy bien y diariamente un conjunto de amoralidades.
-Volviendo un poco a tu itinerario, ¿Cómo fue el paso en los `90 por Página12?
-Yo trabaje en Página 12 tres años: del 96 al 98. Después me fui a la revista de Lanata (21, en aquella época) y duré un año y meses. El periodismo policial que hacían ahí era inaguantable.
-¿Por qué policial?
-El periodismo policial consiste en que la agenda del periodista es ver la lista de deudores del Banco Central y pedir el Veraz de cualquier boludo, una cosa monstruosa. Se la pasaban botoneando gente. “El diputado Alessandro cambió el auto”, “nombró al hijo en el Ministerio de Economía”, pero si el chico trabajaba en Coca Cola, lo reventaban también: “el hijo del diputado trabaja en Coca Cola”. Entonces siempre estaba mal. Nunca podían interpretar los hechos.
-¿Página12 estaba dentro de esa lógica?
-No, Página era mucho mejor, yo me arrepiento de haberme ido de ahí, no lo pude ver en ese momento. Pasa que se daba una cosa muy cínica en el diario: por un lado una patronal muy inmoral que venía de una cosa dolorosa que tenía que ver con el hecho de que algunos de ellos habían estado presos todo el Proceso y cuando salieron fueron por la venganza total, pero venganza total no era matar a los carceleros sino encarcelar empleados. Entonces donde atendían ellos, en la planta alta, estaba todo hermoso, después la parte de los periodistas una cosa monstruosa, como un pabellón de Caseros, no había jabón en el baño. No entiendo cómo se puede ser de izquierda y no tener jabón en el baño. Se te acumulan 200 de esas, ¿entendés? Me tocó tener de jefa a Cerutti, tal vez muy frívola para encarar noticias, me tocó estar con Tenembaum, muy cínico. Yo también soy un jodido, eh, me gusta la gente ideal, no la que existe. Y eso no va a pasar nunca. Pero tenía todos los días siete mil caracteres en un diario de circulación nacional, podría haber aprovechado más. El diario estaba muy jugado con la Alianza, eso fue incómodo también. Yo sabía bien que esos chocaban la estancia. Conocía a los radicales de memoria y el Frepaso era un hospital de día. Eso yo lo sabía, más o menos lo iba escribiendo. Y ese tema que generó algunos problemas que minaron mi amor al diario. Ellos creían que estaban armando un presidente, que Chacho Alvarez era “su” dirigente político. Y Chacho quería ser el dirigente de Clarín, como finalmente lo fue. Yo ahora disculparía muchas cosas por tener esos 7 mil caracteres diarios. En términos de periodismo no era un periodismo botón, era un periodismo que defendía siempre la interpretación y la valoración de los hechos y Página en ese momento no tenía nada del tinte amarillo de Lanata, era más serio, sin ser más interesante.
-En la última nota de la Rolling Stone, sobre 678, decís que ver de cerca el periodismo es más o menos descubrir cómo se hacen las salchichas, hace difícil que uno después quiera consumir eso.
-Lo que vale es la interpretación de cuál es la intervención que hace el periodismo. 678 ayuda como ningún otro programa existente en la televisión a decodificar la basura que durante todo el día produce TN, ponele. Lo mismo con la política si la mirás de cerca ¿no? Si estás en un despacho en el Congreso y escuchás el conjunto de amoralidades y el estado de mangueo permanente que hay sufrís como un perro. Cuando lo ves de cerca te incomoda. El club de la solidaridad tiene que ser un hecho racional y pactado, no tiene que ser una cosa voluntarista y arbitraria, siempre dependiendo de la manipulación.
-La sensación es: vos estuviste en la política y te fuiste harto y diciendo “esto es una mierda”. El periodismo es una mierda. ¿Todo es una mierda?
-Yo me dedico a la educación. El 95 por ciento de mis ingresos y buena parte del tiempo mío, me dedico a trabajar con personas que exploran su faceta creadora y expresiva, me dedico a eso y lo hago con gran amor y convicción.
-¿Ahí está “la huella” que querés dejar?
-Pienso que sí, aunque no me gusta tanto la cosa megalómana de “la huella”, me gusta la educación pero tampoco me gusta “el maestro, el chaman, el gurú”, trato de que sea una práctica. Cuando uno escribe interviene en los demás y siempre hay un corazón que se va a ver interpelado y al que se le va a dar coraje. A mí me gusta la escritura porque puedo tomar lo que para otros serían riesgos por el simple hecho de que yo vivo de otra cosa y por el hecho de que no tengo mucho que perder, no tengo familia por ahora, entonces si un mes me va mal, comeré arroz con huevo, si un mes me va bien comeré maracujá en todos los desayunos.
-¿Hay esperanza?
-Yo pienso que sí, no me parece una conversación “si hay esperanza o no hay esperanza”. Pienso que las personas desempeñamos actividades profesionales, oficios y creo que ellos son variables independientes de los resultados de urna dentro de 40 años para ver cómo nos fue como país. Yo todos los días hago mi trabajo docente con la misma convicción y con la misma neurosis. Cuánto me está gustando o cuánto no me está gustando enseñar, o cuánto me gusta escribir o cuánto no me gusta escribir, muy pocas veces tiene que ver con lo que pasa con el país. No hay relación con si la AFIP está recaudando bien o mal. La vida privada no está todo el tiempo relacionada con la política, aunque sea vea afectada, claro está. Después hay cosas que son detalles: a Hugo Moyano lo reemplaza Pablo Moyano, o sea cuando Hugo muera lo que viene es Pablo Moyano, por el lado de la representación sindical lo que vos tenés es eso, después de D`Elia no sé quién viene… Sector donde mires… Lo que viene después de Lanata es Informe Klipphan. Es tremendo, es duro, si vos lo ves así, es duro. No puedo decir “qué lindo que va a ser”.
-¿Te parece un signo de época que haya un poco más de interés por la cuestión pública? Eso que plantea todo el tiempo 678 sobre la vuelta del debate.
-Yo pienso que no, los promedios deben ser iguales que siempre, la población es más grande ahora, entonces hay mucha más gente, muchas más voces y muchos más canales, los blogs, facebook, twitter. Los panelistas de 678 empezaron a debatir ahora, hay miles que lo hacíamos desde mucho antes. No sé qué debate volvió.
Puede ser, pero no era lo mismo debatir en los `90, que era tirarle piedras a un tanque que te iba a aplastar, que ahora cuando empezás a ver que cambian algunas correlaciones… Lo que no significa que aquellos que participan del debate sean los verdaderos sujetos que tuercen esa fuerza.
-Puede ser que sí, que eso que decís venga entonces con un toque más de romanticismo en la militancia, que venía más burocratizada en los últimos años. Entonces suena la misma canción, pero suena mejor. Capaz que en las oficinas públicas en vez de estar muerrrtos detrás de la computadora jugando al solitario, puede ser que estén más entusiasmados, haciendo llamaditos, ojalá dure y ojalá sirva para hacer más cosas. Con la cantidad de injusticias que hay en este país, todos los días se puede hacer algo para repararlas. También hay un contexto global, Argentina no está sola, ¿no?, si te toca la mejor dirigencia política con años de crecimiento económico espectacular como fue en la década del ‘80 estás sonado, pero si te toca la peor dirigencia política con tasas chinas estás mucho mejor.
-¿A que le decís Ni A Palos?
-Nunca me tiraría en paracaídas.
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