Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
sábado, 16 de marzo de 2013
HABEMUS CAMBIUS?
A la muerte de Guillermo Nimo y el Facha Martel (pérdidas locales de misma magnitud que la que tuvo la muerte de Chávez para los venezolanos), le sucede -como gran noticia- el nombramiento de Bergoglio como primer papa argentino.
"Se van a generar grandes cambios" me dice un compañero de trabajo. "Tuvo gestos de austeridad muy importantes" me dice mi mamá, subida -tal vez- al mismo tren esperanzador.
Yo prefiero no confundir la sorpresa en la designación con la esperanza en grandes cambios. En relación a los cambios, podemos distinguir posibles cambios en el orden institucional de la Iglesia como "corporación de la fe" y de cambios en el orden mundial (diseñado por corporaciones sobre las que la Iglesia hace tiempo que tiene nula injerencia).
Con respecto al orden institucional de la iglesia católica, me gustaría pensar que el cambio de papa no sea -una vez más- como cambiar un árbitro en medio de un partido de fútbol; es decir que me gustaría pensar que no va a ser seguir jugando con las mismas reglas. Que podrá modificar algunos puntos del reglamento: celibato, trato igualitario a las mujeres, aceptación de los métodos anticonceptivos y del matrimonio entre personas de un mismo sexo, etc.
Con respecto al orden mundial, tengo menos esperanzas. Hay gente que se entusiasma como si estuviéramos en la edad media, cuando la realidad es que -con el transcurso de los siglos- la Iglesia es una institución que fue corriéndose del centro de la escena para dar lugar primero a la nobleza y luego a los grandes capitales concentrados y -en el mejor de los casos- comenzó a funcionar no ya como articuladora del tejido social, sino como una máquina de emparchar los agujeros sociales (la "ONG" a la que se refiere Bergoglio) y -en el peor de los casos- como una palabra de aliento para aquellos que -succionados por el agujero negro de la historia- pudieran "irse en paz".
¿Es Dios un mal invento de los hombres o somos los hombres un mal invento de Dios?
¿El no saber hacer...supo hacer un Dios?
La iglesia no es Dios. De allí la diferencia entre ateos y agnósticos. Personalmente, pienso en el mundo y en los seres humanos y me resulta tan asombrosa la idea de la existencia de un Dios como la idea de la inexistencia del mismo.
Pero si Dios existe, si existe en los términos que lo propone la religión (como una entidad infinita y todopoderosa), entonces para Dios la justicia no existe, porque no existe el tiempo.
La justicia, me parece, hay que pensarla siempre en el terreno de los humanos, no en el terreno divino. Porque el tiempo corre para nosotros, no para él.
Fui a un colegio católico, y puedo decir que si alguna vez sentí la presencia de Dios, no fue estando en un misa, ni tomando la comunión. No fue "compartiendo la presencia de Dios" en los lugares y bajo los términos establecidos por una comunidad. En esas situaciones sólo sentí tedio.
Pero sentí algo parecido a la presencia de Dios en situaciones de la vida cotidiana; en esas casualidades que agitan una brisa metafísica que nos genera un frio leve en el pecho: viajando en colectivo, mientras pensaba en que hacía tiempo que no veía un tipo que subía a vender cremas para los dolores musculares, y en la parada siguiente subía el tipo, y -de todos los pasajeros- al que dedicaba su primer mirada buscando un potencial cliente, era a mí.
Ese tipo de guiños se repiten. Y los siento como algo más de meras "casualidades" (lo que diría un escéptico puro y duro). Lo siento como casualidades untadas de algo más...
Se me ocurre que el arte tiene algo divino.
Para los que no creemos en que algún día iremos al cielo, ahora -en la tierra- la música es, tal vez, esa cosa incomprensible que nos hace pensar en la posibilidad de algún tipo de existencia divina, expresándose de un modo tan hermoso como indescifrable.
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