domingo, 26 de octubre de 2014

PEQUEÑAS VENGANZAS HECHAS CON PALABRAS...



Escribir es, para mí, sinónimo de salud mental. Sólo escribiendo puedo pensar en otra cosa, o puedo pensar en la misma cosa que pienso mientras no escribo (es decir mientras me baño, como, miro televisión o escucho a mi jefa) pero con mayor potencia, con mayor precisión. Escribir es hablar conmigo mismo. Al leerme me escucho, y es una escucha virtuosa, porque me permite un cierto distanciamiento, como si fuera que la persona que escribe y lee eso que escribe no fuera una sola y la misma, sino dos; una que escribe, otra que lee.
Si un partido de ajedrez es pensamiento puesto en marcha (y puesto en marcha contra otro pensamiento al que debe superar), escribir es poner en marcha un pensamiento que -en caso de no escribir- actuaría como un perro que se muerde la cola. Escribir es, también, jugar al ajedrez contra uno mismo. Sólo escribiendo puedo pensar, imaginar, abrir puertas hacia adentro. Y algo más; escribir es, también, una forma de vengar lo que nos pasa en la vida.
Vengar el fin de semana de mi cumpleaños, por ejemplo. Vengar el hecho de que no hay nada peor que diseñar algo para que salga bien y que salga mal.
Y ese "salir mal" hace pensar que hay personas que, tal vez, por más que cueste, hay que dejarlas ir, porque cada vez nos hacen reír menos y cada vez nos preocupan mas. Y nos fastidian mas.
Entiendo que hay dos formas de cortar un vinculo; una es sacarle dosis de interés de nuestra parte, sin prisa pero sin pausa evidenciar, con toda naturalidad, nuestra indiferencia,  hasta que esas mismas dosis se retiren del otro lado, y el vinculo quede -así- disuelto por causales "objetivas" (el paso del tiempo). La otra forma es la violenta, la confrontativa. Es la que evidencia que allí hubo algo fuerte puesto en juego -por lo menos por alguna de las partes- y que ese algo no encontrò un respuesta del otro lado.
Me pregunto si todavìa es tiempo de buscar respuestas para evitar la despedida, o si la respuesta ya la sè hace rato y entonces es tiempo de continuar el viaje que empecè, dejando a pie a la gente que no me puede acompañar.

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