martes, 6 de enero de 2015

TODOS LOS PAISAJES EN UN MISMO PUNTO, AL MISMO TIEMPO...


Diario de viajes: Día 1. Existen hoteles 5 estrellas. 4 estrellas. 3 estrellas, 2 estrellas. 1 estrella. Y existe, en Mar del Plata, en el barrio sureño de "Playa Serena" un hotel que llegó al universo cuando la repartición de estrellas ya había terminado: el hotel "Selyrox" (googlen y se darán cuenta que la mítica pregunta de Víctor Hugo, "¿de dónde saliste, barrilete cósmico?", se puede hacer extensiva a esta suerte de instituto de menores). Si este hotel tiene alguna est...rella, está mas vencida que la garrapiñada que comí en año nuevo.
Nobleza obliga: si este hotel es un instituto de menores, o una dependencia descentralizada de la cárcel de batán (espero no una que albergue a presos de máxima seguridad) debo aclarar que soy reincidente: hace dos años, en mi última estadía en la ciudad feliz, paré en esta posada que, hoy, dos años después, tan gentilmente me vuelve a abrir sus puertas. (¿en qué momento me tomé tan a pecho la frase "el lujo es vulgaridad"? tan a pecho me la tomé?). Si este hotel tenía alguna estrella, insisto, se apagó en este tiempo.
Para los que no tienen el gusto, les comento que el lugar es una casa vieja de dos pisos. Lo primo que hice anoche, una vez ubicado en la habitación, fue darme una ducha. Tenía pensado salir a comer con amigos, así que nada mejor que un baño reparador del viaje que, por falta de costumbre, me resultó cansador. No hay bañera, por lo que la ducha cubre la totalidad del baño. Bañarse es mojarlo todo: pileta, bidet, inodoro, puerta, paredes. Una gran cascada salpica a todos lados, por lo que tuve que apresurarme a cerrar bien la puerta para que el agua no pasara la habitación. Después de varios minutos en los que me puse en penitencia contra un rincón para evitar el contacto con el agua fría, finalmente (cuando la temperatura del agua estuvo acorde a las exigencias del frío de la noche marplatense), me pude duchar.
El hotel lo "maneja" una familia de tanos. Los padres, ya grandes, le gritan a las hijas a toda hora. Mientras esperaba mi desayuno esta mañana, haciendo uso del "servicio exclusivo de wifi", escucho a una de las hijas gritar "papá no rompas masl as pelotas porque te llevo al geriátrico". A lo que el viejo contesta "ni se te ocurra la gran puta!. Mientras terminaba de esuchar estras palabras, la hija -una cuarentona podrida de todo- me alcanzaba con una sonrisa esforzada la bandeja de café con leche y medialunas.
Mi comentario para aliviar el ambiente fue bien básico: "estará para playa hoy?"
Pero no.. No estuvo para paya. Estuvo para leer y para arrancar el diario de viajes, haciendo uso del "servicio exclusivo de wifi" (no sabe esta gente que hasta en las verdulerías tienen wifi?)
Me acaba de escribir un amigo para ir a comer.
Me voy preparando para el ritual de la ducha.
Continuará...


Diario de Viajes (continuación)

Me invita a comer Edu con su familia. Edu es ingeniero en electrónica e ingeniero en seguridad e higiene. Por trabajo, hace varios años dejó su Mar del Plata natal para ir a vivir a la ciudad de la furia. No ve la hora de volver a sus pagos, por lo que, en cada viaje que hace, trae CV para que sus conocidos lo presenten en las empresas marplatenses. Le digo que me dé uno para presentar en el hotel Selyrox, porque si dos cosas hacen falta en est...e lugar son, justamente, la seguridad y la higiene.
De mi amigo tengo sospechas de que, tal vez, no sea humano. Tal vez sea un alienígena. Es el pupi zanetti de mi historial de vínculos veraniegos. Nunca una queja, nunca una pizca de cinismo o de doble sentido en sus palabras, nunca algo jodido en su personalidad. Nunca un resentimiento sostenido contra algo o alguien. Una bondad que abruma. Si en la farmacia se vendiera su personalidad en pastillas, a la enorme mayoría de los mortales nos vendría bien una dosis diaria.
Una fuerza de la naturaleza este tipo. Una de esas personas ante las que uno, que se sabe pecador, no puede más que decir "si el cielo no puede ser para mí, que sea para otros".
Ayer estuvo ventoso, bajé a la playa y subí al rato. Me fui a dormir temprano y me desperté a las...4 de la mañana! El colchón es casi tan grueso como una feta de salame. La buena nueva: está llegando la señal de wifi hasta la habitación, por lo que, en caso de insomnio, puedo webear un rato y descubrir, por ejemplo, que Gustavo Ferreyra está terminando su saga de novelas de "Piquito de Oro". Gran noticia.
Hoy me despertó, hace una hora, un llamado telefónico. Una voz femenina me avisaba que el cuento que mandé al concurso quedó seleccionado entre los ganadores, por lo que me pedía que le mandara nuevamente el texto para la edición del libro.
"No está mal para empezar el día" me dije, sobre todo teniendo en cuenta que necesitaba algo de coraje para meterme a la ducha

Diario de viajes (tercera entrega)

No deja de sorprenderme la capacidad de grito que tiene esta familia de locos. Es gente en la que uno descubre el enojo no por el tono de la voz, sino por las palabras que emplean para dirigirse al otro. El tono es siempre el mismo.
Anoche no salí. Fue un día tremendo de playa (el primero desde mi llegada) y me encontré con Alejandra, mi amor imposible de la infancia. Palabras textuales que le dije a su amiga (una futura lacaniana deseosa, ...tal vez, de un poco de psicoanálisis playero): "ella fue mi amor de la infancia" le confieso apenas me pongo a hablar. Yo tenía unos 8 años y ella 13. Ahora tenemos 32 y 37. Para que no se agrande, le digo a mi amiga que no fue la única mujer que me haya hecho sufrir en mis veranos marplatenses, pero el primer sufrimiento es el que nunca se olvida.
Como no los encontré en la playa, a la noche pasé a visitar a mis primos (¿mis primos no eran más?, ¿cómo fue que quedó un primo sólo?). Empiezo a pensar en cada uno y digo sí: hay uno solo. Del mismo modo que ya no soy ese chico de 8 años, ellos tampoco son esos chicos que iban a estar eternamente dando vueltas por el chalet, bajo la custodia atenta de mi tío o de mi mamá. Pequeña verdad revelada: el tiempo no discrimina.
Volví al hotel cerca de la medianoche. Tuve que golpear varias veces porque el "¿portero?", "¿sereno?", o como fuere que se llama al tipo que se queda toda la noche en vela abriendo y cerrando la puerta a los huéspedes que entran y salen, estaba durmiendo en el sillón de la recepción. Gorrita de nike en la cabeza (la debe tener muy caliente de escuchar tanto griterío) roncaba abriendo la boca como un león hambriento , dejando ver sus dos dientes afilados a cualquiera que se asomase a la puerta de entrada del hotel. (prometo foto en caso de repetirse la situación)
Hoy me levanté temprano para ir hasta el puerto (no hay cajeros más cercanos)
Anoche soñé con mi primo (no el que vi a la tarde, que es más chico, sino al que no veo hace mucho y que es más grande). Si no me equivoco con las cuentas, en menos de un año llevo contabilizados 4 sueños con él. En todos pasaban cosas diferentes. En el de anoche, estábamos caminando -esta vez no recuerdo si por San Telmo o por París- y yo le recomendaba el libro que ando llevando de acá para allá desde que lo leí: "escolástica peronista ilustrada". (¿Será que en la tarde de ayer estuve en la playa con dos futuras psicoanalistas y que él es psicoanalista y -por sobre todas las cosas- peronista, lo que me hizo soñar con él?)
Esta mañana, mientras manejaba por la costa, pensaba que la gente que puede ir y venir, trabajar, estudiar, hacer las cosas que todo el mundo hace -o intenta hacer- para vivir, teniendo de vecino al mar, debe estar muy agradecida.

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