Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
martes, 11 de agosto de 2015
IDEAS EN FUGA...
Se sabe: todo político en campaña (y algunos parece que vivieran eternamente en una) hablan con frases hechas y con palabras que, de tan gastadas, nos provocan convulsiones apenas las escuchamos; de ideas poco y nada. Como se trata de palabras huecas, es uno -finalmente- el que debe rellenarlas.
En lo personal, me hace ruido la fórmula que propone Macri para sacar al país del infierno en el que (según él) nos ha sumergido el gobierno en todos estos años: "tener reglas claras"... (¿se puede ser más ambiguo que eso?) En una sociedad fracturada históricamente como la concha de la lora, Macri pretende, siguiendo su discurso, ocupar el lugar de la Sra. Legrand y sentar a su gran mesa nacional a piqueteros, desocupados, jubilados, amas de casa, docentes y comerciantes con los gerentes de Monsanto y Techint para que todos hagan un uso equitativo de la palabra, teniéndolo a él como moderador y después, gracias a una luz divina que se abrirá desde los cielos, llegará la solución final que los hará felices a todos. Nadie impondrá su postura. El acuerdo será unánime.
Y colorín colorado...
. Macri no aclara cuáles son las reglas "oscuras" que impuso el kirchnerismo a las que habría que pasar por agua para que adquieran un carácter cristalino.
Si a lo que el líder del pro se refiere es, en realidad, a que debe haber "reglas estables" (en el sentido de que el Kirchnerismo dice primero a y después b), aparece una contradicción entre este postulado y otro de los caballitos de batalla del pro: "el diálogo compulsivo".
No hay regla más clara que la que no acepta la intervención del otro al momento de su creación ni tampoco al momento de discutir acerca los efectos que se puedan generar con la aplicación de la misma. La "pureza" estaría, justamente, en la no consideración del otro.
En los 90 había reglas claras. Y a Macri le gustaron. Y le siguen gustando, a pesar de que (ahorcado por los números) ahora salga a pasarse una mano de pintura peronista.
No es la "claridad" (en el sentido de su estabilidad en el tiempo) el aspecto que más me interesa de una norma, sino a qué sector de la sociedad busca favorecer.
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