Isaac Asimov
Los ojos hacen algo más que ver (fragmento)"Por un momento había luchado por no estallar en carcajadas. ¿Cómo podía llamarla huésped encantadora? Según su concepción de la belleza, ella debía ser un horror, una monstruosidad con escasez de miembros y cuya cara aparecía excesivamente estrecha.
Sin embargo, en el momento en que el hawkinsita se permitía aquella muestra insignificante de cortesía, Drake se puso pálido. Por un momento, los ojos de Drake reflejaron algo que se parecía al terror.
Que ella supiera, Drake jamás había manifestado el menor terror por nada, y la imagen de aquel instante sobrecargado de pánico quedó impresa en su mente hasta que sus pensamientos fueron adormeciéndose a los embates del sueño.
Hasta el mediodía no pudo Rose acomodarse ante su escritorio. Había esperado deliberadamente a que Drake y el hawkinsita se marcharan, y sólo entonces pudo retirar la pequeña grabadora que colocara previamente la tarde anterior bajo el brazo del sillón de Drake. No había tenido originariamente la intención de ocultar su presencia a Drake. Pero había regresado a casa tan tarde que no hubo ocasión de comunicárselo con el hawkinsita delante. Más tarde, naturalmente, las cosas cambiaron…
Emplazar la grabadora había sido tan sólo una maniobra rutinaria. Las declaraciones y tonalidades del hawkinsita necesitaban ser preservadas para intensivos estudios en el futuro, a cargo de varios especialistas del Instituto. El porqué de su ocultamiento radicaba en el deseo de evitar las distorsiones que la presencia del aparato podría traer consigo, pero ahora no sería mostrada a los miembros del Instituto. Estaba destinada a una función diferente. Una función más bien desagradable.
Simplemente, intentaba espiar a Drake.
Acarició la pequeña caja con los dedos y se preguntó cómo se las estaría apañando Drake. Los intercambios sociales entre mundos habitados no habían llegado a ser todavía tan frecuentes que la presencia de un hawkinsita en las calles de la ciudad evitara algunos apiñamientos de gente. Pero Drake se las arreglarla, de ello no cabía duda. Drake siempre se las arreglaba.
Rose escuchó otra vez los sonidos acaecidos en la última tarde y repitió los momentos más interesantes. Se encontraba a disgusto con lo que Drake le había dicho. ¿Por qué tenía que haberse interesado el hawkinsita en ellos dos de manera especial? Pero Drake no podía mentir. Ella podía ir muy bien a investigar por su cuenta en la Comisión de Seguridad, aunque sabía que no lo haría. Además, tal pensamiento le hacía sentirse desleal. Definitivamente, Drake no tenía por qué mentir.
Por otra parte, ¿por qué no tenía que haber investigado Harg Tholan? Sin duda había inquirido sobre las familias de todos los biólogos del Instituto. Nada más natural que elegir la casa que reuniera las condiciones más propicias para su bienestar.
Y si así había sido —aun en el caso de que sólo hubiera investigado el entorno de los Smollett—, ¿dónde se encontraba la razón de que Drake cambiara desde la más intensa repulsa al más infrecuente de los intereses? Sin duda, Drake tenía conocimiento de algo que se estaba reservando para sí solo. Sólo el cielo sabía de qué se trataba.
Sus pensamientos divagaron hacia la posibilidad de una intriga interestelar. Intriga en exceso sutil, pues ninguna señal de hostilidad se había cruzado entre ninguna de las cinco razas conocidas de la Galaxia. Más aún, las distancias entre los mundos eran tan considerables que no resultaba rentable la enemistad. Incluso el más mínimo contacto entre ellas era de todo punto imposible. Ni los intereses políticos ni los económicos aconsejaban romper hostilidades. "
No hay comentarios:
Publicar un comentario