domingo, 29 de junio de 2025

HISTORIA DE UN AMOR...

 



"Amo la música. Sé de su profundo poder sobre las personas. De los que la inventamos, la interpretamos y la escuchamos. De los efectos positivos de la musicoterapia en la recuperación y sanación en pacientes de todo tipo, de la fuente de acompañamiento que representa en infinidad de personas desde tiempos inmemoriales, de la profunda alegría que despierta en los cuerpos y en los espíritus. La música sí que libera. A menos que te hayas olvidado que sos una persona irrepetible, hay que saber que la música viene a recordártelo todo el tiempo. Aquí su carácter único y desalienante. De la misma manera que cuando se nombra que si hace mal no es amor, podemos afirmar que cuando hace mal, no es música. Lo que sale intoxicado de los parlantes va al aire. En el aire se mueve la energía. Energía muchas veces intoxicada de desidia y desamor por la música. Que daña. Lo desnaturalizado de la creación amorosa nunca hace bien. La música incluso en sus momentos alegóricos, tristes o de extrañamiento de nuestra existencia posee el don de la liberación de esos sentimientos a través del llanto o alguna emoción profunda que termina por exorcizarlos o manifestarlos de una u otra manera.

La música es positiva. Ayuda, acompaña, enseña, cura y transforma. Es una materia mística y alquímica por fuera de sus perfectas formas matemáticas. Ayuda al baile. Le da ritmo a la poesía y a la prosa. Armoniza los colores de los artistas plásticos. Le da sensualidad a la escultura. Templa la mirada. Enrarece el confort. Este elogio de la música tiene una finalidad poética. Restauradora. La música como arma contra todos los males de este mundo."


"ELOGIO DE LA MÙSICA" (FITO PÀEZ)

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