Horacio González decía que había que aprender a desarrollar cierta tolerancia hacia las paradojas. El peronismo, muy probablemente, lo sea; Cristina también. Nosotros, todos los mortales, tampoco escapamos a la regla general.
El cuerpo nos pertenece y, a la vez, nos resulta ajeno; lo mismo nuestro pensamiento. Querer dormir y no poder apagar la cabeza. Nos poseemos y, a la vez, resultamos ajenos a nuestra propia voluntad; el cuerpo se nos escapa, la mente se nos escapa. Las mismas zonas del cuerpo que son objeto de deseo y de placer son, también, las zonas que repugnan y dan asco.
Las paradojas nos atraviesan pero no nos igualan, porque ello implicaría negar la existencia de grandes hombres y mujeres en la historia. Sin embargo, en nuestra educación, se escatimaron las paradojas: el bien y el mal siempre fueron los patronales absolutos que guiaron nuestros pasos. Los buenos y los malos. Ambos puros, en un caso en su bondad; en el otro, en su maldad.
Para los que aman a Cristina, no hay "juicio justo" si hay condena (sea con fiscales y jueces que jugaron a la pelota con Macri o no). Su juicio es anterior y completamente ajeno a lo que diga la justicia. Para los que la odian, el camino es inverso: hay condena con o sin juicio, porque ellos tampoco les interesa lo que diga la justicia; su propio juicio se forjó antes del expediente judicial y no admite prueba en contrario.
Existe una tercera posición, paradójicamente ya que hablamos de peronismo. Existe la posibilidad de que haya una persecución político/ideológica sobre la base de un delito. Una cosa no necesariamente excluye a la otra. Pero, para los que la aman, sería reconocer que el líder no es puro (y cuando uno se enamora purifica al ser amado); para los que la odian, sería reconocer que el castigo "mayor" no es por el delito en sí, sino por una serie de acciones que llevó a cabo ese líder en su gobierno, y que mejor no revisar, porque revisar esas acciones implica revisar la propia posición ante esas acciones del líder y el efecto de las mismas en la sociedad (es decir, en este caso, la propia posición ante la posibilidad de que una sociedad sea más justa).
Si la democracia implica la ampliación de derechos básicos para las mayorías (educación, salud, vivienda, trabajo, esparcimiento) ella convive con la tensión de los grupos que no ven con buenos ojos el acceso de las mayorías a los bienes y servicios que brinden cierto bienestar. Para captar esto basta con prestar atención a las publicidades: en casi todas ellas se menciona la palabra "exclusivo"; nos indican que el disfrute de comprar un bien o adquirir un servicio se disfrutaría más no por el bien o el servicio en sí mismo, sino por el hecho de que haya muchos otros que no puedan acceder a él.
La historia no es exactamente igual a sí misma, pero tampoco completamente diferente, así como nosotros nos somos exactamente igual a nuestros abuelos, pero tampoco completamente diferentes. Los bombardeos del 55 o el caso de Lula en Brasil tienen que servir para empezar a pensar el presente; no para no tener que pensarlo. La historia, si es que sirve para algo, es para dosificar las sorpresas, nos dice el historiador francés Patrick Boucheron. Dosificar las sorpresas, de eso se trata.
En estos tiempos, cuando pareciera que los que hablan más fuerte son los más locos y los más crueles, los que escuchamos debemos ser doblemente cuerdos.
Seguir al líder o seguir las enseñanzas del líder? Desde mañana comenzaremos a respondernos ese interrogante.
Cómo salir del laberinto cuando no toleramos esa paradoja que nos deja estupefactos, detenidos como un venado cuando lo encandila el cazador con su reflector, y de la que queremos escapar para no recibir el tiro de gracia?
Los que no podemos salir del laberinto por nuestra falta de amor al líder, quizá podamos hacerlo por nuestro amor a los que aman al líder. Después de todo, en épocas de inteligencia artificial (en las que el error humano busca ser suprimido), quizá equivocarse (si es que todo esto es un error) acompañando a los que queremos resulte un cierto ejercicio de inteligencia emocional.
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