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viernes, 27 de enero de 2023

LA PREGUNTA POR LA JUSTICIA...

 



Algunas consideraciones en relación al caso Báez Sosa.

1) Respecto a los medios.
A diferencia de la causa "vialidad" ( donde, curiosamente, frente al mismo expediente judicial, de un lado se decía que "las pruebas eran contundentes" , y del otro lado que "no había una sola prueba" y que todo se reduce a la conspiración del entramado político/mediático/judicial), en este caso ( donde, en principio, no está en juego ningún interés que afecte "directamente" a los dueños de los medios) parece haber unanimidad: justicia es perpetua. Es verdad, también hay que decir que en los diferentes programas dieron la palabra a abogados que marcaron diferentes escenarios y marcos legales posibles a los fines de resolver el caso. Pero, en definitiva, los que terminan dando el "veredicto " son los conductores, o los panelistas, o incluso los noteros de los programas, y, en ese sentido, la idea que se busca instalar es la mencionada: justicia es perpetua y solo perpetua. Como en tantas cosas , el personaje "Claudio Tepongo" del gran Capusotto, da en la tecla: "vas a decir lo que quiero que digas"
La siguiente pregunta sería " por qué los medios necesitan que se diga que sólo hay justicia si se aplica la pena máxima.?" Y la respuesta, creo, está en que los medios suelen construir su relato ( entendiendo por relato no una sumatoria de mentiras descaradas, sino un conjunto de razonamientos que pretenden dar cuenta de la realidad que nos rodea) valiéndose de los arquetipos ficcionales con los que fuimos educados todos estos años. Así, aprendimos en nuestra cultura que los malos no son solo malos: son lo peor , y por lo tanto merecen lo peor. Frente a esta postura previa, cualquier argumento legal que marque algún tipo de disidencia, resulta una molestia que hay que despejar del camino.
No es que , entonces, todos seamos iguales; es que ninguna simplificación ayuda a pensar.
Me parece interesante considerar estas cuestiones, sobre todo en un contexto en el que tanta gente da por sentado que la justicia ( así en su conjunto: LA JUSTICIA), es lisa y llanamente una basura. Una especie de diagnóstico objetivo, cuando lo único objetivo ( y que merece discutirse) es que en la justicia existen ciertos privilegios que otro trabajador no tiene.
Respecto a los medios, entonces, se me actualizan las palabras que el sociólogo Pablo Alabarces dice a sus alumnos: "olviden la idea de reflejo".
Por último, en relación a los medios, parece evidente que si la familia de Fernando consiguió la representación del estudio de Burlando, es justamente por la relación ( "contractual") que este abogado tiene con los medios ( o con alguno de ellos al menos) que oficia como nexo entre la familia y el estudio jurídico. Nada para objetar a la familia que, en su dolor , busca hacerse representar por un profesional reconocido que pueda llevar adelante una causa muy delicada y conducirla a buen puerto. Los medios consiguen minutos de aire de su abogado estrella, y la estrella feliz por seguir brillando.
2) Respecto a los imputados: lo que impresiona es pensar que su víctima perfectamente pudo haber sido cualquier otra persona . Si tu odio hacia alguien que no conocías previamente se puede generar en tan poco tiempo ( y por una causa tan insignificante como puede ser un empujón o un trago derramando sobre una camisa ) eso quiere decir que tu odio, entonces, no era hacia alguien concreto: así como la víctima fue Fernando, pudo haber sido cualquiera. Eso carga al crimen de una connotación profundamente social, que implica pensar, en este caso, no solo las cuestiones de clases sociales ( que no aparecen tan marcadas en este caso) sino la construcción de la masculinidad. Cómo un hombre ( o un joven en vías de serlo) cree que se valida como tal frente a sus pares?
3) Respecto a la eventual sentencia: me inclino a pensar que no habrá condenas a perpetua para ninguno de los imputados. Que la calificación legal no será ni la pedida por la querella y la fiscalía ( "homicidio calificado") ni la solicitada por la defensa ( "homicidio en riña), sino que será una solución "intermedia", la de "homicidio simple" ( con penas de 8 a 25 años, aplicando las condenas a cada uno de los imputados según el grado de participación en el hecho).
4) Respecto a los padres de Fernando: rescatar que, estando en condiciones emocionales de pedir venganza, pidan justicia, algo que no suele verse en muchos comentarios en las redes sociales, escritos por personas que, muchas veces, son las primeras en rasgarse las vestiduras en resguardo de las "instituciones" y el "estado de derecho".

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sábado, 5 de abril de 2014

MATANDO ENANOS A GARROTAZOS...


Pienso, angustiado como todos, en los linchamientos de delincuentes que tuvieron lugar en los últimos días. Pienso, entonces, en el tema que puso a pensar incluso a gente que no suele pensar en nada (y que, como nunca suele pensar en nada, demuestra lo que puede producir cuando "las circunstancias" los empujan a hacer eso, es decir a pensar, algo que "en condiciones normales" nunca hacen).
En principio hay algo que, creo, no merece discusión. Una realidad que, en mayor o menor medida, afecta a la población: se vive con inseguridad, esa inseguridad responde a múltiples factores (políticos, históricos, culturales) y el Estado no da las respuestas que debería al respecto. Los medios repiten todo el día la misma noticia, eso es verdad, alimentando la idea de que -para estar prevenido- uno tiene que salir a al calle con una granada, pero si su discurso (y fundamentalmente ciertas imágenes desgarradoras) hacen mella en la gente, es porque son cosas que se pueden comprobar - al igual que la inflación- sin prestar atención a un solo medio; basta ir al supermercado o hablar un rato con un grupo de personas para comprobar la existencia de ambos fenómenos. Los medios se montan sobre esa realidad, la hiperbolizan, la potencian. Pero la realidad está ahí, dando vueltas...
 Planteo el tema en el trabajo. Los argumentos se repiten. Que no está bien, que no es lo "ideal", pero que si el Estado mira para otro lado...
Pragmatismo puro y duro frente a lo "real". El problema es que a lo "real" también hay que imaginárselo...
El hecho de que la delincuencia sea algo de todos los días y que la justicia deje en libertad a las pocas horas a los delincuentes (algo que mucha gente da por sentado que ocurre en el 100 % de los casos) justificaría la golpiza que, si no pone fin a la vida delictiva del ladrón (o a su vida en sí misma), al menos lo mantendrá  "inoperativo" por un buen tiempo.
Esa justificación pretende funcionar a nivel "objetivo". Porque pone de relieve un manifiesto acerca de como son las cosas en al realidad que nos toca vivir. Y merece discutirse con buenos argumentos.
La justificación que me preocupa más es la que funciona en el plano subjetivo. "A vos esto te parece una barbaridad porque en tu vida te robaron muy pocas veces, pero tenés que ponerte en lugar de la gente que la pasó realmente mal con el tema de la inseguridad" me dice una compañera de trabajo.
Es verdad que la inseguridad, a nivel personal, me tocó muy pocas veces en mi vida, y -gracias a dios- nunca en una forma que implicara un gran menoscabo ni en mis bienes ni en mi psiquis. También es verdad que los pensamientos que se forman en una cabeza no son totalmente independientes de la vida que le toca vivir al cuerpo que los produce. De acuerdo. Pero el punto no es ese; el punto es si una conciencia atormentada y dolida por lo que le tocó vivir tiene la conciencia mejor preparada para pensar una problemática social de semejante envergadura. No es que no merece ser escuchada su palabra (basta recordar el caso Blumberg); pero así como debe ser escuchado lo que tiene para decir, no es menos cierto que esa carga de dolor insoportable no le puede dar un plus de privilegio a la hora de diseñar políticas de Estado.
No sólo a la hora de diseñar políticas de Estado, sino a la hora de justificar - o no- los linchamientos de los últimos días.
Y es que, en la justificación de los linchamientos, opera en forma paradójica un tipo argumentación frente a un hecho aberrante.
Del mismo modo que no se puede justificar -y con justificar quiero decir absolver de culpa y cargo- al delincuente (más allá del delito que cometió) por las condiciones sociales en las que vive, tampoco se puede absolver a la gente que lo mata a patadas por las condiciones sociales en las que vive (es decir sufriendo la inseguridad frente a un estado ciego, sordo y mudo). O hay estado para todos o no hay estado para nadie...lo peligroso -hoy como ayer- es que el Estado funcione para unos pocos (algo que vio Marx mejor que nadie)
En el mejor de los casos, un juez podría considerar un atenuante las condiciones sociales en las que vive un delincuente a la hora de cometer un delito, pero nunca declararlo inimputable. Del mismo modo -y en el mejor de los casos- se podría atenuar la pena de un ciudadano de clase media que participa en la golpiza que da muerte a un ladrón, teniendo en cuenta las condiciones sociales que vive este ciudadano de clase media -es decir, asediado por la inseguridad- pero nunca NUNCA absolverlo de culpa y cargo. (¿O acaso tendríamos que pensar que el delito es delito según quien lo comete?)
Me vino a la mente la imagen de un tipo pisándole la cabeza al ladrón desmayado y  tratando de justificar su accionar no ya con los argumentos que mencioné anteriormente, sino con uno más patético: "yo pago mis impuestos". Me aterra pensar que esa situación pueda llegar a existir fuera de mi imaginación.
De lo que se trata, me parece, es de reconocer las condiciones objetivas que nos toca vivir, y de hacer el esfuerzo -muy grande a veces- de ponerse por encima de esas condiciones, no por debajo.
No es sólo que la justicia por mano propia no sea justicia; es también, como dijo Borges, que con un caníbal se pueden hacer muchas cosas, salvo...










sábado, 29 de mayo de 2010

EL MAR EN PRIMAVERA...





"El sueño de un sol y de un mar...
y una vida peligrosa...
cambiando lo amargo por miel...
y la gris ciudad por rosas...
te hace bien, tanto como hace mal...
te hace odiar, tanto como querer y más...
Y cierras los ojos y ves todo el mar en primavera..."

Su objetivo era concreto y brutal: matar a todos, limpiar al mundo de sus propios desechos humanos y conservar, inmaculada, su inocencia. Lo primero que hizo fue buscar el arma, guardada en el último bajón del placard. Solía dejarla sobre la mesa de luz, pero era peligroso; alguien de su familia la vería, y entraría en crisis al darse cuenta del monstruo que habitaba en la casa. En sus sueños, en cambio, rara vez aparecía algún familiar; sí aparecían, con ferocidad, monstruos de todo tipo. Lo perseguían a través de ese magma espeso que son los sueños, y él, incapaz de encontrar su arma, tan sólo podía evitar que lo atraparan saliendo del sueño; escapando, sudoroso y conmovido, a la realidad. Mientras contaba las balas, imaginó, una a una, a su futuras víctimas suplicando, pidiendo perdón (¿perdón por qué?, tratando de evitar lo inevitable. Al pensar en toda la gente que iba a matar se iluminaba su mirada. Seguro disfrutaría de ese momento. Su necesidad de matar era muy fuerte; lo desbordaba por completo.
Al cargar el arma, se vio invadido por una hermosa sensación de poder, que lo hizo reír silenciosamente. Estaba listo. Sólo restaba elegir a la primera víctima, apuntar y disparar. Y es que, lo sabía, la única forma de vencer es aplastando al enemigo. Y él estaba dispuesto a hacerlo.
Salió a la calle. De pronto reconoció a un enemigo. Le apuntó y disparó sin pensarlo. Tan fácil como eso. Se trataba de su primera víctima. Después de todo, quizá matar no sea algo tan grave como parece. Vemos muertes todos los días, y el mundo sigue girando como si nada hubiera pasado. Los diarios y la televisión nos ofrecen sangre fresca todos los días, y nosotros la consumimos con absoluta tranquilidad y hasta con un dejo de placer. ¿Por qué no experimentar ese placer en carne propia?
Mucho se habla de la experiencia única que significa dar vida a un ser humano. ¿Por qué no se habla de la experiencia igualmente placentera (aunque diametralmente opuesta) de terminar con esa vida, con ese ser?
Dar vida, más allá de ser algo hermoso, es un acto sublime de poder. Es un acto poderoso; y dar muerte lo mismo: es una expresión de poder, del poder que se tiene para decidir sobre a vida de los demás.
Debía seguir adelante con el plan. Eligió una nueva víctima. Esta vez tampoco le tembló el pulso. Hizo fuego. Una, dos, tres veces.
Al caer la noche, volvió a su casa. Guardó el arma en el placard, se desvistió, y se metió en la cama. Tenía en mente a su próxima víctima; quería vivir una emoción distinta. Quería saber qué se sentía matar a un ser querido; decidió matar a su madre. La imagen del crimen dio vueltas por su cabeza toda la noche. La escena se repetía una y otra vez, una y otra vez.
Amaneció. Se levantó de un salto, tomó el arma y bajó las escaleras sin hacer ruido. La madre estaba sentada en la cocina, tomando te, de espaldas a él. Se acercó lentamente hasta apoyar la punta del arma en la cabeza de la mujer. Ella quedó petrificada. Temió lo peor. Sólo al escuchar la voz que le anunciaba su muerte, sintió como el alma le volvía al cuerpo. Entonces se dio vuelta, respiró aliviada, y miró fijamente al supuesto asesino para decirle:
-Gastón, ¡que hacès con eso! No hay caso con vos. ¿No hay forma de que entiendas que no me tenès que dar estos sustos? ¿Te olvidaste de lo que le pasó a papá?-
-Yo sé lo que le pasó a papá.-
-Bueno, entonces nunca más hagas esto.-
-Está bien mamá, perdoname.-
-Te perdono. Ahora apurate a tomar el café con leche, que se me hace tarde y vas a llegar tarde al colegio.-
El chico tomó asiento, dejó su arma sobre la mesa, bajó la cabeza y tomó un sorbo del café con leche tibio que lo esperaba junto al pan con manteca.
Estaba compungido. Ya no podía seguir matando........................................................................................................................................................................................................................................................
(13 de Julio de 1993:"¡Qué algún maldito quiera oírme! Se necesita sinceridad, coraje para afrontar a la muerte. Una muerte que se avecina cada vez más y más profundo. Entonces el mundo es economía. La codicia y el dinero están en un primer plano en esta desagradable vida. Y la ignorancia se precipita sobre este tema. Todos disimulan, auque realmente los come el pánico y, sobre todo, la angustia. Una angustia que se queda en el corazón de todos para siempre. Sangre, muerte, son sin dudas palabras estremecedoras. Son humanas, duelen, pero son reales. Este relato muestra casos de muerte reales, muestra la vida humana. Una vida con un rey llamado Verdugo y una reina llamada Sangre. Nos estamos envolviendo en un mundo sin paz ni felicidad, sino en un infierno de crueldad y traición. Discúlpenme; una inspiración tan honda en tan sólo un chico de 10 años, de verdad perdón por ser vinculado a descifrar unos acontecimientos escalofriantes, que ni siquiera los adultos quieren expresarse correctamente")...........................................................................................................................................................
Yo era un chico de diez años entonces. Un chico de diez años como cualquier otro, que iba al colegio, que jugaba a la pelota, que miraba televisión, que relataba historias de monstruos a su tío abuelo antes de la hora de la siesta, que iba de vacaciones a Mar del Plata, y que, cada tanto, se iba de su casa, a dar vueltas por ahí, para después volver, varias horas después, pensando (sin pensarlo) que el plan había funcionado, y que el mar azul estaba màs cerca.