sábado, 5 de abril de 2014

MATANDO ENANOS A GARROTAZOS...


Pienso, angustiado como todos, en los linchamientos de delincuentes que tuvieron lugar en los últimos días. Pienso, entonces, en el tema que puso a pensar incluso a gente que no suele pensar en nada (y que, como nunca suele pensar en nada, demuestra lo que puede producir cuando "las circunstancias" los empujan a hacer eso, es decir a pensar, algo que "en condiciones normales" nunca hacen).
En principio hay algo que, creo, no merece discusión. Una realidad que, en mayor o menor medida, afecta a la población: se vive con inseguridad, esa inseguridad responde a múltiples factores (políticos, históricos, culturales) y el Estado no da las respuestas que debería al respecto. Los medios repiten todo el día la misma noticia, eso es verdad, alimentando la idea de que -para estar prevenido- uno tiene que salir a al calle con una granada, pero si su discurso (y fundamentalmente ciertas imágenes desgarradoras) hacen mella en la gente, es porque son cosas que se pueden comprobar - al igual que la inflación- sin prestar atención a un solo medio; basta ir al supermercado o hablar un rato con un grupo de personas para comprobar la existencia de ambos fenómenos. Los medios se montan sobre esa realidad, la hiperbolizan, la potencian. Pero la realidad está ahí, dando vueltas...
 Planteo el tema en el trabajo. Los argumentos se repiten. Que no está bien, que no es lo "ideal", pero que si el Estado mira para otro lado...
Pragmatismo puro y duro frente a lo "real". El problema es que a lo "real" también hay que imaginárselo...
El hecho de que la delincuencia sea algo de todos los días y que la justicia deje en libertad a las pocas horas a los delincuentes (algo que mucha gente da por sentado que ocurre en el 100 % de los casos) justificaría la golpiza que, si no pone fin a la vida delictiva del ladrón (o a su vida en sí misma), al menos lo mantendrá  "inoperativo" por un buen tiempo.
Esa justificación pretende funcionar a nivel "objetivo". Porque pone de relieve un manifiesto acerca de como son las cosas en al realidad que nos toca vivir. Y merece discutirse con buenos argumentos.
La justificación que me preocupa más es la que funciona en el plano subjetivo. "A vos esto te parece una barbaridad porque en tu vida te robaron muy pocas veces, pero tenés que ponerte en lugar de la gente que la pasó realmente mal con el tema de la inseguridad" me dice una compañera de trabajo.
Es verdad que la inseguridad, a nivel personal, me tocó muy pocas veces en mi vida, y -gracias a dios- nunca en una forma que implicara un gran menoscabo ni en mis bienes ni en mi psiquis. También es verdad que los pensamientos que se forman en una cabeza no son totalmente independientes de la vida que le toca vivir al cuerpo que los produce. De acuerdo. Pero el punto no es ese; el punto es si una conciencia atormentada y dolida por lo que le tocó vivir tiene la conciencia mejor preparada para pensar una problemática social de semejante envergadura. No es que no merece ser escuchada su palabra (basta recordar el caso Blumberg); pero así como debe ser escuchado lo que tiene para decir, no es menos cierto que esa carga de dolor insoportable no le puede dar un plus de privilegio a la hora de diseñar políticas de Estado.
No sólo a la hora de diseñar políticas de Estado, sino a la hora de justificar - o no- los linchamientos de los últimos días.
Y es que, en la justificación de los linchamientos, opera en forma paradójica un tipo argumentación frente a un hecho aberrante.
Del mismo modo que no se puede justificar -y con justificar quiero decir absolver de culpa y cargo- al delincuente (más allá del delito que cometió) por las condiciones sociales en las que vive, tampoco se puede absolver a la gente que lo mata a patadas por las condiciones sociales en las que vive (es decir sufriendo la inseguridad frente a un estado ciego, sordo y mudo). O hay estado para todos o no hay estado para nadie...lo peligroso -hoy como ayer- es que el Estado funcione para unos pocos (algo que vio Marx mejor que nadie)
En el mejor de los casos, un juez podría considerar un atenuante las condiciones sociales en las que vive un delincuente a la hora de cometer un delito, pero nunca declararlo inimputable. Del mismo modo -y en el mejor de los casos- se podría atenuar la pena de un ciudadano de clase media que participa en la golpiza que da muerte a un ladrón, teniendo en cuenta las condiciones sociales que vive este ciudadano de clase media -es decir, asediado por la inseguridad- pero nunca NUNCA absolverlo de culpa y cargo. (¿O acaso tendríamos que pensar que el delito es delito según quien lo comete?)
Me vino a la mente la imagen de un tipo pisándole la cabeza al ladrón desmayado y  tratando de justificar su accionar no ya con los argumentos que mencioné anteriormente, sino con uno más patético: "yo pago mis impuestos". Me aterra pensar que esa situación pueda llegar a existir fuera de mi imaginación.
De lo que se trata, me parece, es de reconocer las condiciones objetivas que nos toca vivir, y de hacer el esfuerzo -muy grande a veces- de ponerse por encima de esas condiciones, no por debajo.
No es sólo que la justicia por mano propia no sea justicia; es también, como dijo Borges, que con un caníbal se pueden hacer muchas cosas, salvo...










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