Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
sábado, 29 de septiembre de 2012
PERONISMO SIN PERÓN...
Ricardo Sidicaro se recibió de licenciado en sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y tiene un doctorado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Es profesor universitario e investigador principal del Conicet en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Estuvo exiliado en Francia durante la última dictadura.
-Algo obvio pero necesario porque usted es un experto: ¿qué es hoy el peronismo?
-Al igual que todas las fuerzas políticas, es una fuerza fragmentada, pero tiene una ventaja: su fragmentación es más antigua y prácticamente es constitutiva. Hoy es una federación de dirigentes provinciales o municipales que tienen un conjunto de recuerdos en común y que, como bien demostró el menemismo, pueden aceptar ideologías o políticas económicas distintas.
-En alguna entrevista usted había dicho que el peronismo no existía más.
-El peronismo, tal como fue, no tiene existencia. Lo que hay son peronistas, pero al peronismo como ideología nacional y popular lo disolvió Menem y lo disolvió la propia experiencia de quienes participaron del menemismo.
-¿Esa fue la muerte del peronismo?
-No se pueden negar todas las propuestas históricas de una fuerza política de esta manera, pero con Menem hubo una idea de que el desastre de la Argentina había sido Perón, y todo lo que Menem hizo fue deshacer la Argentina peronista.
-Algunos analistas consideran que este kirchnerismo tiene mucho del peronismo de los primeros tiempos. ¿Es así?
-No, el peronismo originario era básicamente la construcción de una ideología estatista, de un aparato de Estado que organizaba la sociedad y una propuesta que era "la comunidad organizada", es decir, evitar crispar los conflictos, aunque Perón los crispó... Pero el peronismo era una idea de construcción y de fortalecimiento del Estado-nación. En la época de la globalización ese tipo de proyectos ya no corresponden, pero, además, ya no da la estructura estatal para generar dirigentes que puedan estar unificados en torno de un proyecto: hoy tendrían que tener discusiones ideológicas para adecuar el peronismo, como alguna vez lo trataron de hacer los peronistas renovadores. Si el kirchnerismo hubiese tomado la vía de la llamada "comunidad organizada", habría tenido más éxito electoral.
-¿Qué implicaba eso?
-Sentarse a conversar con todos los sectores y preguntar sobre sus problemas. No pensar que se puede conducir sin deliberación.
-Usted actualizó su libro Los tres peronismos, pero no cree que hoy exista un cuarto.
-No lo hay. Menem ya demostró que no había condiciones sociohistóricas para hacer peronismo. Y ahora, después de que él terminó de desorganizar el aparato peronista creando estas estructuras clientelares, menos. Lo que hay son muchos pequeños empresarios del peronismo no subordinables a la política y, por otro lado, hay un Estado que es débil. El peronismo fue una cuestión vertical que luchó contra los intereses provinciales para subordinarlos y que tuvo un criterio de deliberación: si uno revisa las discusiones que tuvo el peronismo original descubre una masa crítica importante, una élite estatal fuerte.
-Dentro de ese esquema, ¿cuál es el futuro inmediato del peronismo?
-Con esto hay un problema: el peronismo tiene una visión muy pragmática de la política. La dispersión que está provocando el peronismo disidente va a debilitar al kirchnerismo.Uno puede decir que ya no tienen un proyecto en común, valores en común, pero constituyen una asociación con capacidad de sentarse a organizar intereses. Muchos de ellos son capaces para manejar provincias o municipios, pero perdieron lo que tenía el peronismo que era la idea de un proyecto nacional, la construcción de una Nación. Eso no lo encuentro en ningún lado en el peronismo, aunque tampoco en el resto de los partidos políticos.
-¿Por qué los Kirchner no avanzaron en esa idea de "comunidad organizada"? ¿Influyó la experiencia tan cerrada de Santa Cruz?
-Ahí había poca tradición de negociación. La idea de la crispación es más bien el resultado de muchos años de ser un pequeño grupo político que no negociaba con nadie. Kirchner maltrató siempre a los dirigentes peronistas. Ocupaba una posición muy secundaria dentro del peronismo y tenía una posición muy dura.
-Un peronista como Eduardo Duhalde habla críticamente de un mito: que sólo el peronismo puede gobernar este país. ¿Qué opina?
-No se podría hacer una coalición opositora que no tenga un componente peronista. Pero no un componente cualquiera: tendría que tener a alguien que conociera la cultura política peronista. Si la conoce, van a saber conversar con los sindicatos, con los intendentes. La política es un problema muy complicado porque no sólo se trata de intereses económicos: tenés que saber sumar sensibilidades, gente interesada en defender la clientela. Esa es la política real. El problema que han tenido a su favor siempre los peronistas es que creen menos en el ciudadano. El radicalismo cree más y eso le crea dudas sobre cómo se gobierna. El peronismo tiene la eficacia de creer que no es del pueblo el que está en contra de sus políticas. Eso le da una autonomía muy grande.
-¿Ese tipo de mitos políticos pesan en la sociedad o no definen el voto?
-La mayor parte de las personas que tendrían que votar hoy no lo haría por los peronistas. Pero a la pregunta clave de a quién no votaría nunca, va creciendo no votar a los peronistas. Porque ellos tampoco ofrecen garantías.
-Otro mito: el peronismo representa como nadie la idiosincrasia de los argentinos.
-El peronismo expresó bien una sociedad más integrada. Con la fragmentación social, la sociedad es poco representable por los partidos. Los que más se perjudicaron fueron los radicales porque se desactualizaron más con respecto a su electorado. Los vasos comunicantes del peronismo con la sociedad son muchos y eso les permite no tener más representación, pero sí más apoyos electorales. Ninguna sociedad se parece a lo que era hace 40 años. Difícilmente exista la idea de representación de otros momentos. Para eso harían falta sectores sociales más sólidos: por ejemplo, que a quienes represento les hable de los salarios y la mayoría trabaje en blanco. Si hoy hablo de los salarios, pero tengo un 40% que trabaja en negro, ese lenguaje mucho no me sirve.
-¿Ha hecho trabajo de campo? ¿Participó en algún acto del peronismo?
-Sí, pero lo más interesante son las entrevistas. Hicimos muchas a gente de todas las tradiciones políticas. Encontramos lo mismo que sale en las mejores encuestas. El 80 o 90 por ciento no cree en el voto que está poniendo en la urna. El voto sigue funcionando como una obligación: nada más que el 13 o 14 por ciento piensa que va a ser eficaz y podrá influir sobre la sociedad. Comparado con otros países de América latina, la Argentina es el país de menor participación política. En las encuestas que hace Latinobarómetro hay una pregunta que dice: ¿trató de influir sobre alguna persona con su voto? En la Argentina, nada más que el 9 por ciento contesta que trató de influir sobre alguien, igual que en El Salvador.
-¿Y eso qué significa?
-Una desconfianza abismal ante la política.
-En los años 70 era distinto.
-La sociedad estaba más partida y era de pleno empleo, una sociedad donde la gente asociaba su posición política con su modo de vivir, con su existencia. La gente de clase media era muy homogénea, se sentía muy representada por el partido radical. Antes una persona te decía que era de clase media y sabías cómo era, sabías qué pensaba, que se iba a casar y que era para toda la vida (risas). Pero la heterogeneidad actual de la clase media, con la modernización de los últimos treinta años, hace que una persona te diga hoy que es de clase media y con eso no te dijo absolutamente nada. Las transformaciones propias de esta etapa de la modernidad tienen como característica lo que se llaman procesos de individualización y de flexibilidad social. En los años 60 vos le preguntabas a un tipo por quién iba a votar y te contestaba: "Yo soy". "No, le pregunto por quién va a votar. Votar es una acción, no me hable del ser". Y el tipo insistía. "No, yo soy". Hoy nadie te dice eso. Hoy hacen cálculos. Eso es lo que hace que las encuestas tengan tantos indecisos hasta último momento.
-Y aun las que no tienen tantos indecisos a veces no coinciden con la realidad. ¿Tiene que ver con la degradación de la política?
-La relación que se establece con la política ha dejado de tener esa idea de que podría cambiar tu vida. Durante mucho tiempo eso fue así. Ahora más bien tenés miedo porque te puede cambiar, pero para abajo. No creés que tu partido te pueda representar. Para eso necesitás tener una cierta homogeneidad en el mundo en el que vivís. Si vos antes ibas a un banco, había ocho trabajos de bancarios. Ese mundo está fragmentado. Hoy hay ochenta. Hay tipos que no te dicen que son bancarios, sino analistas de sistemas, promotores, free lance . Antes, el mundo del trabajo homogeneizaba. Y al homogeneizar el mundo del trabajo también se homogeneizaban las ideas.
-Hay otro problema: se siguen planificando reformas políticas que consolidan el esquema actual y no abren el juego a la gente.
-Acá se ha naturalizado la no participación. La gente cree que no se puede participar. ¿Cómo harías si querés participar en cualquier partido? En otra época uno tenía unidades básicas, comités, una cierta forma de encontrarte. En mi barrio, el diputado mandaba tarjetas que decían: "Recibo de tal hora a tal hora, en tal lugar". No ibas, pero tenías una idea de que había un diputado de tu distrito al que podías ver. Aquí, ni las personas más cultas saben quién es el segundo de la lista. La idea de la representación se ha perjudicado mucho. Eso te mantiene lejos de los partidos. Lo que hay en la Argentina, que no hay en otros países, como Francia, es interés por lo público. Cualquiera tiene cierta intuición de que la política lo podría afectar, sobre todo negativamente.
miércoles, 26 de septiembre de 2012
PARTE MÉDICO...
Por Daniel Link para www.linkillo.blogspot.com
"Los alumnos de Letras recordarán mi último curso, que incluía
una reivindicación como instaurador de discursividad (o como logoteta) de
Daniel Paul Schreber, ese triste retoño penúltimo de la dinastía de los
Daniélidas que nos legó ese libro extraordinario, las Memorias de un enfermo
nervioso.
Recordarán el pormenorizado análisis del árbol genealógico schreberiano y el desdén con el que tratamos al padre de Daniel Paul, ese sanitarista y ortopedista tan preocupado por la salud de la especie que su hijo no pudo sino decretar que ésta había muerto, que no había ya más hombres sobre la tierra y que por eso Dios lo había señalado con sus rayos para engendrar con él, luego de cogérselo bien cogido, una nueva especie.
Recordarán también que a mis últimas lecciones me presenté cojeando (Lábdaco, Layo, Edipo, otra dinastía), con apenas capacidad para apoyar el pie izquierdo (mi pie izquierdo). La transfiguración del punto de apoyo en síntoma sucedió de la noche a la mañana, y los médicos encargaron el abanico completo de los grafos (radiografías, ecografías), sin ver en ninguna de esas imágenes cuerpo extraño alguno. Lo más probable es que durante esa semana atroz de junio pasado haya llorado, y más de una vez, pero ya no me acuerdo. Me acuerdo de la vergüenza de poder moverme apenas, del dolor al pisar y de la última clase, cuando les dije a los chicos: "volveremos a vernos, o no, porque como verán, me estoy muriendo..."
En respuesta a su airada protesta, aclaré que hablaba en broma, sobre todo porque "yerba mala nunca muere" y me retiré cojeando, como el amado Federico.
En algún momento los traumatólogos (que no son taumaturgos, ni mucho menos) me enviaron a cirugía, destino que atiné a esquivar con ayuda de un "podologo UBA" que trabajó con la delicadeza del caso la planta de mi pie izquierdo hasta que consiguió drenar una considerable cantidad de pus (¡infección!), pero sin localizar, de nuevo, cuerpo extraño.
Lo demás, ya se sabe: Staphylococcus aureus, osteomielitis, internación y secuestro.
Entre mis médicos hay dos partidos: los que creen que el episodio plantal fue la primera manifestación maléfica del staphylococcus, ya instalado en mi cuerpo, y los que creen que fue entonces cuando entró en mi torrente sanguíneo, dispuesto a anidar allí donde más daño pudiera infringirme: el corazón o la columna.
Pero en el medio, sucedió todavía algo extraordinario que nos retrotrae al discurso paranoico y los instauradores de discursividad. Mis persistentes dolores de cintura me habían llevado de un traumatólogo a otro, sin que ninguno consiguiera otra cosa que aligerar mi pena lumbar con diferentes dosis y marcas de analgésicos (algunas de ellas, prohibidas en países más civilizados que el nuestro).
Finalmente uno de ellos, especialista en columna, ordenó la punción (dolorosísima) que terminó descubriendo el bajtiniano polizonte de mi tercera vértebra lumbar.
A ese médico lo había elegido yo, y lo había elegido por su nombre: Dr. Gottlieb. Y no por el significado de ese nombre que invoca el amor divino, sino porque Gottlieb había sido el nombre del padre del penúltimo trastornado Daniélida de la dinastía Schreber.
El padre de Daniel Paul Schreber se llamaba Daniel Gottlieb Schreber. ¿Cómo iba yo a ignorar esa llamada, esa interpelación que me venía desde el fondo de mis cursos y que trazaría una línea de sombra en los acontecimientos de mi vida?
Mi cuerpo no me pertenece: es apenas la cicatriz, el punto de juntura de dos dinastías, la de los Labdácidas y la de los Daniélidas.
Recordarán el pormenorizado análisis del árbol genealógico schreberiano y el desdén con el que tratamos al padre de Daniel Paul, ese sanitarista y ortopedista tan preocupado por la salud de la especie que su hijo no pudo sino decretar que ésta había muerto, que no había ya más hombres sobre la tierra y que por eso Dios lo había señalado con sus rayos para engendrar con él, luego de cogérselo bien cogido, una nueva especie.
Recordarán también que a mis últimas lecciones me presenté cojeando (Lábdaco, Layo, Edipo, otra dinastía), con apenas capacidad para apoyar el pie izquierdo (mi pie izquierdo). La transfiguración del punto de apoyo en síntoma sucedió de la noche a la mañana, y los médicos encargaron el abanico completo de los grafos (radiografías, ecografías), sin ver en ninguna de esas imágenes cuerpo extraño alguno. Lo más probable es que durante esa semana atroz de junio pasado haya llorado, y más de una vez, pero ya no me acuerdo. Me acuerdo de la vergüenza de poder moverme apenas, del dolor al pisar y de la última clase, cuando les dije a los chicos: "volveremos a vernos, o no, porque como verán, me estoy muriendo..."
En respuesta a su airada protesta, aclaré que hablaba en broma, sobre todo porque "yerba mala nunca muere" y me retiré cojeando, como el amado Federico.
En algún momento los traumatólogos (que no son taumaturgos, ni mucho menos) me enviaron a cirugía, destino que atiné a esquivar con ayuda de un "podologo UBA" que trabajó con la delicadeza del caso la planta de mi pie izquierdo hasta que consiguió drenar una considerable cantidad de pus (¡infección!), pero sin localizar, de nuevo, cuerpo extraño.
Lo demás, ya se sabe: Staphylococcus aureus, osteomielitis, internación y secuestro.
Entre mis médicos hay dos partidos: los que creen que el episodio plantal fue la primera manifestación maléfica del staphylococcus, ya instalado en mi cuerpo, y los que creen que fue entonces cuando entró en mi torrente sanguíneo, dispuesto a anidar allí donde más daño pudiera infringirme: el corazón o la columna.
Pero en el medio, sucedió todavía algo extraordinario que nos retrotrae al discurso paranoico y los instauradores de discursividad. Mis persistentes dolores de cintura me habían llevado de un traumatólogo a otro, sin que ninguno consiguiera otra cosa que aligerar mi pena lumbar con diferentes dosis y marcas de analgésicos (algunas de ellas, prohibidas en países más civilizados que el nuestro).
Finalmente uno de ellos, especialista en columna, ordenó la punción (dolorosísima) que terminó descubriendo el bajtiniano polizonte de mi tercera vértebra lumbar.
A ese médico lo había elegido yo, y lo había elegido por su nombre: Dr. Gottlieb. Y no por el significado de ese nombre que invoca el amor divino, sino porque Gottlieb había sido el nombre del padre del penúltimo trastornado Daniélida de la dinastía Schreber.
El padre de Daniel Paul Schreber se llamaba Daniel Gottlieb Schreber. ¿Cómo iba yo a ignorar esa llamada, esa interpelación que me venía desde el fondo de mis cursos y que trazaría una línea de sombra en los acontecimientos de mi vida?
Mi cuerpo no me pertenece: es apenas la cicatriz, el punto de juntura de dos dinastías, la de los Labdácidas y la de los Daniélidas.
Despropiado, pues, mi cuerpo (porque nunca fue mío, porque
aquellos a quienes pertenece deben entregarlo como parte de pago de la larga
hipoteca de la vida o como botín de guerra en las escaramuzas en las que se
deciden las propiedades de lo vivo), y por lo tanto desidentificado (por no
decir deshecho o, incluso, desecho), la carne ingresa en una lengua extranjera:
comienza a llamarse de otro modo.
Basta prestar atención al vocabulario clínico para darse cuenta de que una barrera se ha franqueado. No el vocabulario propio de la ciencia médica (aunque, naturalmente, de eso se trate) sino el vocabulario de la institución hospitalaria, donde uno pierde el nombre o donde el nombre queda disimulado en un desbarajuste de números y posiciones de expectación ("el paciente", "el sujeto").
Porto, desde hace casi una semana, una pulsera de papel que dice mi nombre, mi número de documento, mi edad y mi género (el evidente o el autopercibido), la fecha y hora de ingreso a la institución y un código de barras.
Si me perdiera en una morgue, ¿con eso alcanzaría para definir mi estatuto en el mundo de los vivos?
Contra todo lo que pudiera pensarse no detesto a los médicos (en todo caso, no detesto a todos los médicos por igual) y me conmueve el terror a la muerte que, en el fondo, les ha dictado una vocación por el cuidado (la cura) de lo que vive todavía. Si ellos (¡y ellas!) participan de una institución un poco sombría, la medicina, no son más responsables de sus desaguisados que los que a ella se entregan con algarabía, desposeyéndose de si.
Me detengo en una palabra que he escuchado varias veces y que he sido obligado a pronunciar en la última semana: "rescate".
Estoy seguro de que para los médicos y enfermeras (se me perdonarán las elecciones genéricas, pero es para abreviar), "rescate" se asocia con liberación (del dolor).
Pero "rescate" es también lo que se paga en casos de secuestro. El "libre de dolor", la ampolla de morfina, la bomba de analgésicos que porto por el mundo, es la moneda que la institución de secuestro hospitalaria me exige (amablemente) que use para reconocer su soberanía sobre lo que vive todavía.
"Pedí rescate", me dice mi médica preferida, y, cuando me pongo un poco sombrío (porque no veo el cielo, porque no me dejan caminar, porque los equipos de especialistas se pelean por el tratamiento o correctivo a aplicarme), "Ponele un poco de onda".
Es muy curioso: en el sanatorio está muy mal visto fumar un cigarrillo en el balcón; pedir morfina, en cambio, es algo que llena el piso de alegría.
Confieso que le pongo onda y pido rescate, y, mientras siga encerrado, seguiré pidiendo. Más tarde o más temprano, almorzaré desnudo."
Basta prestar atención al vocabulario clínico para darse cuenta de que una barrera se ha franqueado. No el vocabulario propio de la ciencia médica (aunque, naturalmente, de eso se trate) sino el vocabulario de la institución hospitalaria, donde uno pierde el nombre o donde el nombre queda disimulado en un desbarajuste de números y posiciones de expectación ("el paciente", "el sujeto").
Porto, desde hace casi una semana, una pulsera de papel que dice mi nombre, mi número de documento, mi edad y mi género (el evidente o el autopercibido), la fecha y hora de ingreso a la institución y un código de barras.
Si me perdiera en una morgue, ¿con eso alcanzaría para definir mi estatuto en el mundo de los vivos?
Contra todo lo que pudiera pensarse no detesto a los médicos (en todo caso, no detesto a todos los médicos por igual) y me conmueve el terror a la muerte que, en el fondo, les ha dictado una vocación por el cuidado (la cura) de lo que vive todavía. Si ellos (¡y ellas!) participan de una institución un poco sombría, la medicina, no son más responsables de sus desaguisados que los que a ella se entregan con algarabía, desposeyéndose de si.
Me detengo en una palabra que he escuchado varias veces y que he sido obligado a pronunciar en la última semana: "rescate".
Estoy seguro de que para los médicos y enfermeras (se me perdonarán las elecciones genéricas, pero es para abreviar), "rescate" se asocia con liberación (del dolor).
Pero "rescate" es también lo que se paga en casos de secuestro. El "libre de dolor", la ampolla de morfina, la bomba de analgésicos que porto por el mundo, es la moneda que la institución de secuestro hospitalaria me exige (amablemente) que use para reconocer su soberanía sobre lo que vive todavía.
"Pedí rescate", me dice mi médica preferida, y, cuando me pongo un poco sombrío (porque no veo el cielo, porque no me dejan caminar, porque los equipos de especialistas se pelean por el tratamiento o correctivo a aplicarme), "Ponele un poco de onda".
Es muy curioso: en el sanatorio está muy mal visto fumar un cigarrillo en el balcón; pedir morfina, en cambio, es algo que llena el piso de alegría.
Confieso que le pongo onda y pido rescate, y, mientras siga encerrado, seguiré pidiendo. Más tarde o más temprano, almorzaré desnudo."
lunes, 24 de septiembre de 2012
MÚSICA PARA TODOS...(4. 33)
JOHN CAGE (1912-1992)
“Lo que es importante
es insertar al individuo en el flujo de todo lo que sucede. Para hacer esto, el
muro del ego debe de ser demolido; gustos, memoria y emociones deben ser debilitados.
Se puede tener una emoción, simplemente no debemos pensar que es tan importante.
Tómala de una manera en que luego la puedas dejar caer”
"Nuestra
intención debe ser afirmar esta vida, no traer el orden fuera del caos, o
sugerir mejoras en la manera de hacer una composición, sino simplemente
despertarnos a la vida misma que estamos viviendo. Esto es muy placentero una
vez que nuestra mente y nuestros deseos están fuera del camino, y dejan actuar
a la vida libremente"
"La música nunca
ha existido como una entidad separada excepto en la imaginación de los músicos
profesionales. Siempre se ha abierto a la naturaleza, incluso cuando ha sido
estructurada en la dirección opuesta. El problema consistía en que la gente
ponía toda su atención en su construcción. Hoy día podemos diversificar nuestra
atención, y la construcción ya no esconde la ecología"
“Si no tuviéramos este
poder, estaríamos sumergidos y ahogados bajo aquellas avalanchas de objetos
rigurosamente idénticos. No debe haber costumbre y habito en un mundo en
proceso de devenir. La función del arte en el presente es preservarnos de todas
las minimizaciones lógicas que estamos tentados en aplicar al flujo de eventos
cotidianos. De acercarnos al proceso que es el mundo en que vivimos"
“Ellos (los sonidos)
existen, y yo estoy interesado en que ellos están ahí, y no en la voluntad del
compositor. En un proceso musical no existe un "entendimiento correcto"
y consecuentemente no puede haber ningún malentendido con respecto a la
comprensión de este proceso. Entonces, un objeto musical (es decir una obra
musical) por si mismo es un mal entendido, y los sonidos no controlados por el
compositor en cambio, no se preocupan si hacen sentido o si van en la dirección
correcta. Ellos no necesitan esa dirección o no dirección para ser ellos mismos. Ellos simplemente
"son", y eso es suficientemente bueno para ellos y para mi también"
"Tenemos una
tendencia por olvidar el espacio que hay entre las cosas. Nos movemos a través
de él para establecer nuestras relaciones y conexiones, creyendo que podemos
pasar instantáneamente de un sonido al próximo, de un pensamiento al próximo.
En realidad, nos caemos, y ni siquiera nos damos cuenta. Nosotros vivimos, pero
vivir significa cruzar a través del mundo de las relaciones o representaciones.
Sin embargo, nunca nos vemos en el acto de cruzar ese mundo, y nunca hacemos
otra cosa que eso"
"Se perfectamente
que las cosas se interpenetran, pero pienso que lo hacen de manera mas rica y
mas compleja cuando no establezco ninguna conexión. Esto es, cuando las cosas
se encuentran y forman el número uno. Pero al mismo tiempo, no se crea ninguna
obstrucción entre una cosa y otra, ellas son ellas mismas, y como cada una es
ella misma, existe una pluralidad en el numero uno"
“Cuando calla la
codicia, cuando se sosiega la voluntad, el mundo se manifiesta como
representación, y en este sentido es bello y se sustrae a la lucha por la
existencia. Es el mundo del arte. Sin embargo, la mera contemplación no basta
para aquietar definitivamente la voluntad. Volverá a despertar, y todo lo bello
no habrá sido entonces mas que un fugaz momento de exaltación"
sábado, 22 de septiembre de 2012
ROTOS CRISTALES IMAGINADOS...
R.FOGWILL
LIBRO: “LO DADO”
(1999)
“CONTRA EL
CRISTAL DE LA PECERA DE ACUARIO”
La tibia luz
azul
titila en la pecera
la tibia luz
titila
azul
por la pecera
de nuestra era
tibia
la luz
de la pecera
titila
en nuestra era
en la era
de la pecera
de acuario
en la era titilante
y tibia
azul
titila en la pecera
la tibia luz
titila
azul
por la pecera
de nuestra era
tibia
la luz
de la pecera
titila
en nuestra era
en la era
de la pecera
de acuario
en la era titilante
y tibia
¡Somos
los entibiados!
los que en la era
de la pecera
nadando
acariciamos
el cristal
que reproduce
la tibia luz
de nuestras formas
reflejas
los entibiados!
los que en la era
de la pecera
nadando
acariciamos
el cristal
que reproduce
la tibia luz
de nuestras formas
reflejas
Aquí
reflejo
somos
juntos
en la pecera
estamos
puros reflejos
de la pecera
nadando
solos
nos deslizamos
envueltos
en su atenuada
y tibia
luz
luz azulina
no mortecina:
medida
retenida
luz contenida
en el vacío artificial
donde la ínfima materia
repite, contenida
su combustión artificial
reflejo
somos
juntos
en la pecera
estamos
puros reflejos
de la pecera
nadando
solos
nos deslizamos
envueltos
en su atenuada
y tibia
luz
luz azulina
no mortecina:
medida
retenida
luz contenida
en el vacío artificial
donde la ínfima materia
repite, contenida
su combustión artificial
La tibia luz
la tibia luz
la tibia luz
titila
o vibra, azulina
entibiando todo
la tibia luz
la tibia luz
titila
o vibra, azulina
entibiando todo
Ay tibios
habitando
la hora interminable
de nuestra flotación interminable
ay peces
envolviéndonos
en esta música
del burbujeo del aire
oyendo
juntos
el ronroneo de la tibieza
el burbujeo del aire
el borboteo del bienestar
la vibración de la pecera
aire insuflado
esferas elevándose
como nosotros,
siempre buscando
la superficie
de la pecera
siempre encontrando
donde estallar
fuera de la pecera
ahí:
alto en el agua
donde termina el agua
habitando
la hora interminable
de nuestra flotación interminable
ay peces
envolviéndonos
en esta música
del burbujeo del aire
oyendo
juntos
el ronroneo de la tibieza
el burbujeo del aire
el borboteo del bienestar
la vibración de la pecera
aire insuflado
esferas elevándose
como nosotros,
siempre buscando
la superficie
de la pecera
siempre encontrando
donde estallar
fuera de la pecera
ahí:
alto en el agua
donde termina el agua
¡Esferas
eternamente repitiéndose para estallar!
¡formas que eternamente se suceden solo para estallar ahí....!
formas intermitentes
puros reflejos
efectos de la luz
sobre lo que contuvo al aire
nada:
aire igual
bolsas de lo inasible
¡cómo acarician al pasar
y vuelan
hacia la superficie
para perderse..!
¡formas que eternamente se suceden solo para estallar ahí....!
formas intermitentes
puros reflejos
efectos de la luz
sobre lo que contuvo al aire
nada:
aire igual
bolsas de lo inasible
¡cómo acarician al pasar
y vuelan
hacia la superficie
para perderse..!
Desde la misma
superficie
de la pecera
llegan los copos
de nuestro balanceado pan
¡lluvia que trae el pan nuestro
de cada instante
a la pecera
de una era
sin días!
a la pecera
sin jornadas
a la pecera
sin respiro
donde el agua, indolora
acaricia
la permanente flotación
deslizándose
superficie
de la pecera
llegan los copos
de nuestro balanceado pan
¡lluvia que trae el pan nuestro
de cada instante
a la pecera
de una era
sin días!
a la pecera
sin jornadas
a la pecera
sin respiro
donde el agua, indolora
acaricia
la permanente flotación
deslizándose
Pero
tras el cristal y fuera
de la tibieza
de nuestra era
lejos del burbujear
de la pecera
fuera del bienestar
de nuestra tibia
y acariciada flotación
pasan
como agrandadas
sombras
¿Formas humanas..?
¿imágenes que suben del pasado...?
¿imágenes de un mundo,
como si hubiera mundos
fuera de la pecera..?
¿señales de una era imperfecta, anterior..?
¿indicios de los que sirven a la pecera
insuflan aire
vierten copos
o cuidan la tibieza
de nuestra luz?
¿efectos
de nuestros sueños
contra el cristal?
¿efectos del cristal
de las preguntas
retóricas?
¿o de la opacidad de las respuestas?
tras el cristal y fuera
de la tibieza
de nuestra era
lejos del burbujear
de la pecera
fuera del bienestar
de nuestra tibia
y acariciada flotación
pasan
como agrandadas
sombras
¿Formas humanas..?
¿imágenes que suben del pasado...?
¿imágenes de un mundo,
como si hubiera mundos
fuera de la pecera..?
¿señales de una era imperfecta, anterior..?
¿indicios de los que sirven a la pecera
insuflan aire
vierten copos
o cuidan la tibieza
de nuestra luz?
¿efectos
de nuestros sueños
contra el cristal?
¿efectos del cristal
de las preguntas
retóricas?
¿o de la opacidad de las respuestas?
Si fuese así
decí:
¿por que flotamos
tan apegados
a la luz?
¿por qué nadamos
acariciando
la tibieza
azulina
del agua?
¿y por qué desplazamos
estos brillos tan tenues
de nuestra piel por la pecera...?
¿solo para girar
levemente y tenues
y desplazarnos siempre
en círculos
frente al vacío reflejo
que nos contuvo?
¿para brillar en el vacío
que nos contuvo?
¿o "tuvo"?
¿o nos contiene?
¿o representa,
alienta,
entibia,
atrapó,
o formó y sobrevive.?
¿o burla...?
decí:
¿por que flotamos
tan apegados
a la luz?
¿por qué nadamos
acariciando
la tibieza
azulina
del agua?
¿y por qué desplazamos
estos brillos tan tenues
de nuestra piel por la pecera...?
¿solo para girar
levemente y tenues
y desplazarnos siempre
en círculos
frente al vacío reflejo
que nos contuvo?
¿para brillar en el vacío
que nos contuvo?
¿o "tuvo"?
¿o nos contiene?
¿o representa,
alienta,
entibia,
atrapó,
o formó y sobrevive.?
¿o burla...?
Viejas preguntas
de una era
olvidada:
¿pero por qué tenemos estos labios tan grandes...?
para besar mejor
la imagen reflejada
de nuestros labios
en el cristal
¿y por qué lucimos estos brillos tan te-
nues en nuestra piel, en la pecera...?
para brillar
levemente y tenues
al desplazarnos
en círculos
brillantes
por la pecera
frente al cristal
¿y por qué este hábito semiflotante
de habitar brillando, circulando, hundidos...?
de una era
olvidada:
¿pero por qué tenemos estos labios tan grandes...?
para besar mejor
la imagen reflejada
de nuestros labios
en el cristal
¿y por qué lucimos estos brillos tan te-
nues en nuestra piel, en la pecera...?
para brillar
levemente y tenues
al desplazarnos
en círculos
brillantes
por la pecera
frente al cristal
¿y por qué este hábito semiflotante
de habitar brillando, circulando, hundidos...?
¿Jamás sabremos
nunca?
¿nunca más
intentaremos responder?
¿y nadaremos siempre
en nuestro todo
sin saber nada
sin poder nada
sin querer nada
puro nadar,
nosotros?
¿nunca más
intentaremos responder?
¿y nadaremos siempre
en nuestro todo
sin saber nada
sin poder nada
sin querer nada
puro nadar,
nosotros?
¿Basta esperar
en la pecera?
¿basta habitar
la espera
como si algo
viniera a suceder
al sol desaparecido
de acuario?
¿a ese sol
que nadie
entre los nuestros
recordará?
en la pecera?
¿basta habitar
la espera
como si algo
viniera a suceder
al sol desaparecido
de acuario?
¿a ese sol
que nadie
entre los nuestros
recordará?
Buen: dale
calla pez
de una vez
no hay fuera
ni después
de la era
donde nadas
repitiendo tus formas
contra el cristal
de cada instante
en un tiempo medido
por el subir del aire
con un ritmo visual,
de vibración y vuelo
de aire a lo alto
buscando disolverse
y desaparecer...
calla pez
de una vez
no hay fuera
ni después
de la era
donde nadas
repitiendo tus formas
contra el cristal
de cada instante
en un tiempo medido
por el subir del aire
con un ritmo visual,
de vibración y vuelo
de aire a lo alto
buscando disolverse
y desaparecer...
Mide: medí tu
tiempo
intercalando
en las esferas
que huyen,
el canto
de tu libertad
escuchada
Oid flotantes el burbujeo del aire
no hay nada afuera
ahí derramándose
todo está adentro
aquí, ordenándose
todo está en la pecera
aquí pez,
en tu era
que ya es lo que es
intercalando
en las esferas
que huyen,
el canto
de tu libertad
escuchada
Oid flotantes el burbujeo del aire
no hay nada afuera
ahí derramándose
todo está adentro
aquí, ordenándose
todo está en la pecera
aquí pez,
en tu era
que ya es lo que es
¡Y el burburjeo sagrado
de los instantes, oid!
y escuchá -oid- cómo estallan
las inocuas esferas
de aire insuflado
para alentar
ondulaciones breves
y vagos desplazamientos de agua
dispuestos a brillar
como antes
de los instantes, oid!
y escuchá -oid- cómo estallan
las inocuas esferas
de aire insuflado
para alentar
ondulaciones breves
y vagos desplazamientos de agua
dispuestos a brillar
como antes
Sí:
allí en límite del agua
a punto de temer como antes
aquí o tal vez fuera del agua,
a punto de empezar como antes
así: como creí
a punto de poder como antes
de que la era comenzase
su terminar para nosotros, fijos
a la tibieza
de este habitar sin manos, pez,
junto a mí, aquí, otra vez
de nuevo, juntos
y aún ateridos por la caricia
de girar, nadando, aquí
pero cantando así
si
sí:
siempre invocando un ruido
de rotos
cristales
imaginados.
allí en límite del agua
a punto de temer como antes
aquí o tal vez fuera del agua,
a punto de empezar como antes
así: como creí
a punto de poder como antes
de que la era comenzase
su terminar para nosotros, fijos
a la tibieza
de este habitar sin manos, pez,
junto a mí, aquí, otra vez
de nuevo, juntos
y aún ateridos por la caricia
de girar, nadando, aquí
pero cantando así
si
sí:
siempre invocando un ruido
de rotos
cristales
imaginados.
martes, 18 de septiembre de 2012
LA TIERRA SOBRE LOS PIES...
Entramos al bar y la imagen en la pantalla me tomó por
asalto: multitudinario cacerolazo en el centro porteño y en varios puntos del
interior. La convocatoria se había hecho a través de las redes sociales
(básicamente facebook y twitter), por lo que jamás me llegó la propuesta para
participar de la movilización.
"Recién salgo de la conferencia de Vallejo, estoy en un
bar viendo la tele y me persigue una duda: ¿hay que preocuparse?" fue el
mensaje de texto que envié -con urgencia- a algunos amigos.
Enseguida vinieron a mi mente las palabras de María Pía
López, cuando -durante el debate con la izquierda en la facultad de sociales-
dijo que en sus días pesimistas teme que los pasitos emancipatorios que se
consiguieron durante el kirchnerismo se transformen en un saldo a liquidar en
futuros no tan lejanos.
Me pregunto, entonces, si la manifestación de hace unos días
fue un forma incipiente de actualización de ese futuro al que se refiere la
socióloga.
Trato de entender la posición de la gente que participó de
la manifestación. Difícilmente alguien que tiene críticas al gobierno pero que aun
así sostiene al kirchnerismo (entusiasmado o resignado en la teoría "del
mal menor") pueda tomar una cacerola y salir a las calles. Por el
contrario, tiendo a pensar que los que efectivamente salen no quieren
"mejorar" al gobierno, sino que quieren -directamente- borrarlo del
mapa político. Así nacieron los cacerolazos del 2001: para borrar del mapa el
presente político. La pregunta -obvia- es si las condiciones de posibilidad
para tal manifestación son las mismas ayer y hoy, es decir si no se movieron
fichas en el juego. Si se movieron fichas del tablero -como efectivamente creo
que se movieron en estos diez años- la pregunta que sigue es si esos
movimientos fueron suficientes para justificar un futuro con el mismo signo
político. También podemos preguntar aquello que apunta al corazón individual de
cada manifestaste: ¿suficientes para quién o para quiénes? Y en caso de que
-argumentada la insuficiencia en relación al tiempo transcurrido (en definitiva
todo tiene que ver con eso)- vale una pregunta estratégica: saben que no
quieren al kirchnerismo...pero saben qué quieren?
Historizar y contextualizar. Dos palabras que también implican una relación de la subjetividad con el tiempo (el tiempo pasado pero también el tiempo presente que nos toca vivir y que le toca vivir al mundo del cual somos parte).
Tal vez no se sepa bien qué se quiere, y tal vez por eso tn (principal
organizador del evento), se dedicó a cubrir largamente la marcha pero sin
acercar nunca un micrófono a los manifestantes. Del otro lado, Duro de Domar
mandó a su notero, reiterando la actitud que le valió la agresión a los
cronistas de 678, pero esta vez sin consecuencias mayores. Se sabe: en la
batalla cultural, bien vale la posibilidad de un compañero caído en combate si
justifica sumar puntos mostrando la barbarie ajena (desde este blog vuelvo a
condenar la provocación, que es una forma cínica pero "civilizada" de
ejercer la violencia).
Finalmente llega un mensaje a mi celular en respuesta a la
duda: "parece que hay que preocuparse", me dice un amigo.
Y le hago caso.
sábado, 15 de septiembre de 2012
A LOS MAESTROS, CON CARIÑO...
La sala destinada en el centro cultural recoleta para verlo a él, a Fernando Vallejo, estaba repleta. Con mi amigo habíamos llegado temprano al lugar, por lo que nos aseguramos una ubicación para escuchar la entrevista al escritor colombiano. Martín Kohan y Josefina Ludmer también se hicieron presentes entre el público. Mi admiración por el primero es absoluta: es el único escritor que conozco que resulta fascinante tanto al momento de leerlo como al momento de escucharlo. No se pierde nada en el desplazamiento de una forma a otra, sino que un tipo de discurso viene a complementar la riqueza del otro. Y después (¿o antes?) está su humor, claro, ese humor que lo pone por encima del promedio de los académicos, que no dejan de ser cráneos bastante prolijos en cada una de sus intervenciones públicas (académicas o no). Al verlo sentado entre el público, no pude menos que lamentarme en voz alta por ser Ariel Schettini (un orador titubeante hasta la exasperación) y no él, la persona encargada de entrevistar al invitado de honor.
Llega Vallejo, saluda a los presentes con sonrisa cálida, y comienza la entrevista. Los temas se suceden pero el tema es sólo uno: la vida miserable que somos capaces de desarrollar los seres humanos, guiados por "bribones" de la peor estirpe (los políticos, desde ya) y condenados a desaparecer por la explosión de un mundo sin paz, bajo un cielo sin Dios. Pertenecemos a una especie que se levanta todos los días para morir un poco más, para acercarnos un poco más a la confortable nada de la que nunca debimos haber emergido.
Al momento de las preguntas de los presentes, una mujer -tal vez intentando irse con una mínima ilusión de la sala- le pregunta si tiene algún tipo de esperanza en algo o en alguien. "Claro, desde ya que tengo una esperanza: en un tiempo me voy a morir", sentenció el colombiano.
Vallejo se va a morir. Se quiere morir. Dice tener anotados en una libreta los nombres de sus enemigos muertos. La confrontación -con la iglesia, la ciencia, los intelectuales, los políticos- fue su motor de su espíritu a través del tiempo. Sus palabras son como sus libros, aunque está claro que el escritor -como todo escritor- no dice todo; hace un recorte en el que no evidencia qué es lo que lo sostiene aún en pie, escribiendo y viajando, mientras sus adversarios se desvanecen en el aire huracanado de sus pensamientos.
La otra mesa que despertó nuestro interés fue la que reunió a Daniel Link, María Pía López y Horacio González en la librería eterna cadencia, rodeada de bares de lo más tentadores en una tarde noche calurosa como la de ayer, ubicada como está en el corazón palermitano de la ciudad.
Si estos nombres resultan atractivos por su propio peso (verificable tanto académica como mediáticamente), la figura que los convocaba (Rodolfo Fogwill, al cumplirse dos años de su muerte), lo era aún más.
A González se lo veía muy cansado, sin fuerza en la voz, como cumpliendo un compromiso pautado en su agenda (que seguramente no incluía el masivo cacerolazo de la noche anterior que -tal vez- malogró sus horas de sueño). Link, por el contrario, leyó un poema de Fogwill que le llevó varios minutos: una joyita para todo navegante de las palabras que flotan en la red con la esperanza de llegar a algún buen puerto. Pía López leyó fragmentos de los Pichiciegos -esa novela que narra con una ferocidad literaria implacable la guerra de malvinas desde la perspectiva de un grupo de desertores al ejército nacional- poniendo énfasis en la postura que asumida por Fogwill frente a sus propios textos: la del hombre que se presenta como el sobreviviente a mundos psicopaticos en los que se fabrican irreversiblemente las subjetividades del mundo que nos rodea.
Concluido el pasaje "literario", el moderador propone a los integrantes de la mesa que cuenten alguna anécdota personal en relación con el homenajeado.
Horacio González, tal vez en su mejor intervención, señalo que Fogwill solía ir a correr alrededor de la biblioteca nacional, y que -para descansar- subía a molestarlo: "vos vas a ir preso" le decía Fogwill.
Link y María Pía coincidieron en que siempre sintieron un profundo terror a encontrarse con él. Entonces Link -genial- le advirtió a la socióloga: "vos hacías bien en temerle, porque él te hubiera querido coger, como quería con cuanta mujer se cruzara en su camino. En mi caso, cuando se enteró que en una editorial me habían pedido que prologara un libro suyo que estaban por editar, me dijo: "vos, más que prólogo, vas a escribir un trólogo"
Recordé mi propia anécdota con Fogwill (relatada recientemente en este blog) y sentí lo mismo que sintieron ellos: era un tipo fuera de todo parámetro y son muy pocos los que pueden saber cómo ubicarse ante lo extraño. Finalmente lo extraño desaparece, y aún así -aún siendo una ausencia- esa inadecuación continúa flotando en el ambiente.
Link concluye: "era insoportable, estaba loco, pero tengo que decir que fue el tipo más inteligente que conocí en mi vida y -a pesar de todo- un buen tipo."
Nos vamos. Mi amigo -luego de una breve cena- debe volver a la casa: lo espera su chica ( la mejor forma de denominar a una mujer a la que no se le puede poner la etiqueta de novia o amante). A mi me espera -en un teatro en once- un tributo sinfónico a los redondos.
Pocas veces sentí en un recital algo parecido a lo de anoche. El piano, el coro y el quinteto de cuerdas se encargaron de ponerme literalmente la piel de gallina mientras interpretaban sus versiones de "Vencedores Vencidos", "Nuestro amo juega al esclavo", "Juguetes Perdidos" y la infaltable "JiJiJi"
No podía evitar cantar en voz baja mientras escuchaba la música, del mismo modo que no pude evitar lamentar el hecho que ninguno de mis amigos pudo venir al show conmigo.
Fin de una jornada redonda entonces: caminando por corrientes, sólo y con la mirada humedecida, me preguntaba cómo alguien puede escribir:
Mucha tropa riendo en las calles...
con sus muecas (rotas,cromadas)...
y por las carreteras valladas...
escuchás caer tus lágrimas...
Nuestro amo juega al esclavo...
de esta tierra que es una herida...
que se abre todos los días...
a pura muerte, a todo gramo...
-Violencia es mentir-
Formidables guerreros en jeeps...
los titanes del orden viril...
¿Qué botines esperan ganar?..
si nunca un perro mira al cielo...
Si hace falta hundir la nariz...
en el plato lo vamos a hacer,
por los tipos que huelen a tigre...
tan soberbios y despiadados...
-Violencia es mentir-.
lunes, 10 de septiembre de 2012
RESPIRACIÓN ARTIFICIAL...
Entrevista a Fernando Vallejo, escritor colombiano que esta semana estará participando -con toda su ilusión en el porvenir de la humanidad- de una nueva edición del FILBA (espero le pregunten qué opina del ravi chantar).
¿Para qué sirve la literatura?
Para desenmascarar a los impostores y molestar a los tartufos. Eso a mí me produce un placer casi sexual.
¿Cuáles son los límites?
Que me maten.
¿Para qué ha quedado hoy la novela entre la muerte de lo visual y lo provocativo?
El único camino que le veo es el de la primera persona, el del narrador que habla en nombre propio y cuenta la verdad. No el del novelista omnisciente que inventa y miente.
¿Cuántas vueltas de crueldad y absurdo resiste la realidad?
La realidad es absurda, cruel, monstruosa, desquiciada, delirante, y sólo la Muerte [el autor la prefiere en mayúscula] nos libra de ella. La vida es una desgracia.
¿Es ‘El don de la vida' un ideario con traje de ficción?
El don de la vida no es más que un título con una aliteración de tres letras "d" dispersas en seis sílabas.
"Gandhi era un farsante que no fue capaz de dejarse morir de hambre"
¿Es ‘El don de la vida' un purgatorio?De ser algo más que las seis sílabas que te digo con las tres "d", sería la providencia de Dios expresada en la bendición de la Muerte.
¿Cuál es su verdad?
Ninguna, es un engaño, un libro mentiroso.
En los diálogos del libro usted se arrincona sin pudor. ¿Es la muerte el espejo de uno mismo?
No, yo no estoy ahí. Ahí lo que hay es un loco dividido en dos, con el alma partida.
¿Para qué limpiar el alma, para ser Gandhi?
El alma es un espejismo de las neuronas y Gandhi era un farsante que no fue capaz de dejarse morir de hambre. Los que sí se dejaban morir de hambre eran los albigenses del siglo XIII, cuando llegaban a lo más alto de su perfeccionamiento espiritual.
Hay referencias a Heidegger y a su olvido, ¿filosofía para qué?
En sus 2.500 años de existencia la filosofía no ha hecho más que plantearse falsos problemas, problemas necios, insolubles, que embrollan más las cosas. De toda ella sólo salvo dos frases, la de Heidegger: "El hombre es un ser temporal y contingente lanzado entre dos nadas"; y la de Sartre: "El infierno son los demás".
Colombia no sale bien parada en el libro, ¿qué esperanzas tiene el país?
Colombia ninguna. Y España tampoco. Y como Colombia y España el resto de la humanidad. La especie del Homo sapiens está perdida. Hoy más que nunca. No tenemos salvación.
"Sólo la Muerte nos libra de la realidad. La vida es una desgracia"
¿Qué faltas suyas le suponen mayor indulgencia?Durante buena parte de mi vida me comí a los animales: a las vacas, a los cerdos, a los pollos, a los peces... Y esa infamia mía no tiene perdón del cielo, me siento un criminal. Sólo en estos últimos años me he podido quitar de los ojos la venda moral que me puso el cristianismo y he logrado ver a esos animales que te digo como mi prójimo. Que es lo que no alcanzó a ver el loquito de Galilea.
¿Hay alguna esperanza de cambio para el hombre?
El hombre es un animal confuso, de mente cambiante y caótica que le hace creer que es la gran cosa pero no, es un pobre simio atropellador y mentiroso. El ser humano es una basura, un asco. Que se acabe.
¿El libro electrónico es un enemigo o un amigo?
No te preocupes por el libro electrónico, que no va a alcanzar a desplazar a otro porque antes explota esto. Esa es mi gran esperanza, la última que me queda, la de la gran explosión.
¿Cuál es el peor enemigo de la democracia?
La democracia es una alcahueta del delito, prefiero la tiranía.
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