martes, 30 de abril de 2013

ESTO ES PURA REALIDAD...




"Western" (Ataque 77)

Qué esperás, producción descomunal?
Qué esperás, Hollywood no existe más
Qué esperás, Sudamerica es así
Qué esperás? Esto es pura realidad
Qué esperás? Solución en el final?
Superman nunca viene por acá
Qué esperás? Nuestro héroe es de verdad
Nacional, bien anónimo y mortal

Es la historia de cada día,
Siempre el mismo guión,
Trabas y burocracia, que frustración!
Lo de siempre, lo normal, todo gris….
Sin final feliz, en este film…los buenos mueren
Observa, no te pierdas el final!
Que fatal, paradoja singular!
Nunca más nuestro héroe volverá

Se marchó, por la puerta de atrás,
Decidió evitar la corrupción,
Decidió y ahí nomás se suicidó
Y pensar que fue maestro del by pass
Y murió, de un disparo al corazón...

 

 En 1996, Carina Maguregui entrevistó al reconocido cardiocirujano y científico argentino (Conversaciones sobre ética y salud, Torres Agüero Editor y Centro Editor de la Fundación Favaloro, Buenos Aires). El respeto por el paciente, la relación entre la medicina y las nuevas tecnologías, y el vínculo con la educación son algunos de los temas abordados en esta conversación sin desperdicio.

—¿Qué quiere decir medicina moderna en la Argentina y, sobre todo, cómo es posible definirla?
—Creo que para comenzar deberíamos clasificar el momento histórico que nos toca vivir como el de la “era tecnológica”. El gran desarrollo de la tecnología ha alcanzado todos los campos y entre ellos, por supuesto, el de la medicina. Pero antes de continuar, sería bueno esclarecer un desventurado malentendido que confunde a la ciencia con sus derivaciones tecnológicas. Quienes tienen esta confusión cometen el error insensato de juzgar lo que no admite juicio. La ciencia no es buena ni mala, es la expresión de una necesidad propia del ser humano ligada a la capacidad de crear. Buenas o malas pueden ser sus consecuencias prácticas, sus aplicaciones tecnológicas, el uso que se dé al conocimiento; pero nunca el conocimiento mismo.
El buen o mal uso que se hace de lo descubierto dependerá de razones ajenas a la ciencia. Pero además del compromiso intelectual, la ciencia –en nuestro caso puntual la medicina– no puede dejar de lado sus implicancias técnicas y morales.
El desarrollo científico ha alcanzado niveles que nos sorprenden día a día. En este desarrollo sin límites, que lo invade todo, no podemos negar que los avances han permitido un cambio sustancial en la sociedad de nuestro tiempo. También debemos confesar que estos adelantos tecnológicos, rápidos y profundos, no marcharon a la par de la evolución social y que no toda innovación fue positiva. Las víctimas de la talidomida y las de Chernobyl nos recuerdan que a veces el avance tecnológico tiene un costo social y humano significativo.
La medicina vive también la etapa tecnológica; ya no es la medicina que yo hacía como médico rural donde lo que más valía era el contacto directo con el paciente, el interrogatorio, la palpación, la auscultación (…) La medicina moderna tiene una mayor complejidad porque el médico hoy cuenta con infinidad de aparatos de diverso tipo. Esta “complicación” genera beneficios, ya que un diagnóstico más preciso permite también un tratamiento más eficaz


-¿La salud de una persona comprende solo el bienestar físico? En otras palabras, además de los posibles daños en los órganos y los tejidos causados por cualquier enfermedad o accidente, ¿hay algo menos evidente en términos físico-biológicos que pueda afectar la salud del paciente y a lo que la medicina actual no adjudica el valor que le corresponde?
—No hay nada que pueda reemplazar a la vieja medicina clínica de “sentir” al paciente, palparlo, tocarlo, escucharlo. El problema, el “síntoma” de la medicina moderna es, tal vez, un olvido. El paciente es una persona y como tal tiene tres dimensiones de existencia: una comprende su fisiología, anatomía y estructura; otra, sus sentimientos, emociones, afectos y pensamientos –todo lo que hace a la psiquis en forma general– y la tercera representa sus relaciones con los otros seres humanos y su posición dentro de la red social. El paciente es la fusión indisoluble de estas tres dimensiones. Es antinatural pretender separar la mente –si se quiere, el alma– del cuerpo del paciente. Como todo está íntimamente relacionado, una palabra, un acto, un gesto son capaces de cambiar, en cierto modo, nuestra fisiología. Una frase o un abrazo pueden herir o reconfortar nuestra salud.
Allí, frente a nosotros, está sentado el paciente y ¿quién es él?: un ser humano, por supuesto, un “universo” de miedos, afectos, dudas y proyectos. No es una estadística más ni un muñeco para reparar, sino una persona.
Juntos, el médico y el paciente decidirán el tratamiento a seguir. ¿Cómo es eso? El médico debe combinar el criterio científico de excelencia y la capacidad de escuchar “las razones del corazón” del paciente para elegir la terapéutica más adecuada. Si se trata de una persona con problemas coronarios verá qué es lo más conveniente: seguir con el tratamiento médico, realizar una angioplastia o hacer la operación. Pero en la determinación final jamás pueden intervenir preferencias personales ni influencias económicas, tan solo la indicación responsable de base científica.
Insisto, tratamos a personas, de allí la importancia de la conversación, del interrogatorio que es el instrumento que le permite al médico reconocer el problema físico y, sobre todo, escuchar el alma del paciente.
Lo valioso es mantener en el tratamiento un equilibrio de estas tres dimensiones de la persona; al mismo tiempo, eso es lo más difícil de enseñar. La tecnología constituye una ayuda invaluable, pero también encandila. No hay que confundir adelanto tecnológico con automatismo. Los pacientes no llegan a nosotros para cambiar “repuestos”; ellos merecen respeto, comprensión y solidaridad. El camino consiste en formar a los médicos jóvenes con un “criterio integral”.

¿El avance vertiginoso en el campo científico-tecnológico, y su aplicación particular a la atención de la salud, se vio acompañado por una evolución en el campo de la sensibilidad y la ética de la práctica médica?


—En este sentido no veo un equilibrio más o menos parejo de los dos campos: el de la aplicación tecnológica a la medicina y el de la ética. Por eso estoy muy preocupado, ya que algunas veces, en nuestra profesión, la tecnología se aplica al paciente pensando únicamente en el dinero que va a redituar. Y digo esto con absoluta convicción de que es así, tanto en mi país como en otros lugares del mundo.
Estamos frente a la punta del témpano. El problema de fondo abarca un terreno más amplio que el de la práctica médica y está relacionado con lo que pasa dentro y fuera de la medicina. Vivimos una época muy materialista, donde los valores que tradicionalmente fundaban lo social, como el respeto por el prójimo considerado como un igual, están siendo reemplazados por los valores "de cambio" que establece el mercado. Todo parece tener una etiqueta con el signo pesos. En medicina, lamentablemente, muchas decisiones se toman con el bolsillo y no con criterio científico. Tenemos que recordar que decidimos sobre personas con rostros, con sentimientos, con familias, y eso me preocupa mucho. Por suerte, esta es una inquietud compartida por muchísimos médicos que aman la profesión y la vida.

¿Usted cree que existe un verdadero humanismo médico? ¿Los estudiantes de medicina son formados con esos principios éticos de los que hablamos?

—La formación humanística es indispensable. Pensemos un poco, ¿qué se pide tanto dentro como fuera de la medicina? Que se proceda con honestidad y que esta vaya acompañada por responsabilidad y solidaridad. Yo me conformaría con que el individuo fuera honesto, responsable y solidario. Eso bastaría para que el ejercicio de la profesión estuviera edificado sobre la base de ese humanismo que todos pretendemos.
Buen médico será aquel que tenga el suficiente criterio y responsabilidad para tomar decisiones cuando sea necesario y humildad para pedir ayuda cuando lo crea conveniente, reconociendo la necesidad de aprender de los demás.
El médico íntegro es el que siente sinceramente que lo más importante es el paciente, y que este es el único privilegiado. La persona enferma merece respeto y no se le debe imponer ninguna terapéutica. Todo lo concerniente a su estado tiene que analizarse y discutirse. Se le deben explicar los pros y los contras de cada procedimiento. El paciente tiene que ser partícipe de la decisión final; al fin y al cabo se trata de su salud y de su vida.

Su respeto por el paciente me conduce a preguntarle qué papel le asigna la medicina como “ciencia de la vida” a la conciencia de esa persona que está enferma y sufre.

—Nosotros tuvimos la suerte, me refiero a mi generación, de tener maestros de medicina que nos inculcaron que la conciencia del paciente era tan importante como su dolencia orgánica. Saber interpretar el alma de la persona enferma ayuda en la decisión del tratamiento a seguir. Fuimos educados en una facultad donde los profesores, de una calidad moral excepcional y una transparencia ejemplar, conocían a sus estudiantes. Eran bellísimos seres humanos antes que médicos. Hombres completos, todos ellos, que hablaban de una forma de vivir y, además, enseñaban medicina.

¿Entonces es un mito aquello de que los médicos tienen que volverse insensibles o tomar distancia del problema del paciente para no sufrir?


—Puedo contestar a esa pregunta con la última frase de una charla que ofrecí hace bastante tiempo, cuando me nombraron miembro honorario de la Asociación Americana de Cirujanos de los Estados Unidos: "El día en que el médico deje de sufrir con los pacientes es el momento de tirar el bisturí y no operar más". Desgraciado es el médico que no sufre con su profesión. No digo que deba llorar por los rincones todo el día; eso no tendría sentido porque debe mantenerse lúcido para continuar con el trabajo. Pero insisto, el médico que ya no participa del sufrimiento de su paciente y que no experimenta dolor por su muerte, no solo ha dejado de ser médico sino ha dejado de ser... humano.

lunes, 29 de abril de 2013

EL ABUELO LEVI...




DEL LIBRO "LA ANTROPOLOGÍA FRENTE A LOS PROBLEMAS DEL MUNDO MODERNO"

"Los hombres se exterminaron en cantidades que ascienden a decenas de millones, se entregaron a pavorosos genocidios. Y, una vez la paz reestablecida, ya ni siquiera les resulta cierto que la ciencia y la técnica sólo aporten beneficios, ni que los principios filosóficos, las instituciones políticas y las formas de vida social nacidos durante el siglo XVIII constituyan soluciones definitivas a los grandes problemas que plantea la condición humana".

"Por su parte, el funcionamiento de las instituciones democráticas, las necesidades de la protección social acarrean la creación de una burocracia invasiva, que tiende a parasitar y a paralizar el cuerpo social. Así, uno llega a preguntarse si las sociedades modernas basadas en este modelo pronto no correrán el riesgo de convertirse en ingobernables".

"¿No conviene, entonces, mirar en otras direcciones, ampliar el marco tradicional dentro del cual se encerraban nuestras reflexiones sobre la condición humana? ¿No debemos integrar a él experiencias sociales distintas de las nuestras y más variadas que aquellas en cuyo estrecho horizonte nos hemos recluido durante tanto tiempo?"

"La primera ambición de la antropología es alcanzar la objetividad. Tal es la objetividad que caracteriza a todas las ciencias sociales, de lo contrario, no podrían aspirar al nombre de ciencia. El tipo de objetividad al que aspira la antropología va más lejos. Así, lo antropológico, además de acallar los sentimientos, da forma a nuevas categorías mentales, contribuye a introducir nociones de espacio y tiempo, oposición y contradicción, tan lejanas a su pensamiento tradicional como aquellas que encontramos hoy en día en ciertas ramas de las ciencias físicas y naturales".

"La segunda ambición de la antropología es la totalidad. En efecto, ve en la vida social un sistema cuyos aspectos están orgánicamente ligados. Reconoce con naturalidad que para profundizar en el conocimiento de cierto tipo de fenómenos es indispensable fragmentar un todo, como hacen el jurista, el economista, el demógrafo, el especialista en ciencia política. Pero lo que el antropólogo busca es la forma común, las propiedades invariantes que se manifiestan detrás de los tipos de vida social más diversos".

"Sin duda, los hombres elaboraron culturas diferentes en razón de la lejanía geográfica, de las características particulares del medio donde se hallaban, de la ignorancia de otros tipos de sociedades. Pero paralelamente a esas diferencias debidas al aislamiento, tenemos aquellas, igual de importantes, que se deben a la proximidad: deseo de oponerse, de distinguirse, de ser uno mismo".

"Las fórmulas pertenecientes a cada sociedad no son extrapolables a cualquier otra. La antropología sólo invita a cada sociedad a no creer que sus instituciones, costumbres y creencias son las únicas posibles; la disuade de imaginarse que por el hecho de creerlas buenas, esas instituciones, costumbres y creencias están inscriptas en la naturaleza de las cosas y uno puede imponerlas con impunidad a otras sociedades cuyo sistema de valores es incompatible con el propio".

"Como primera lección, la antropología nos enseña que cada costumbre, cada creencia, por más chocante o irracional que pueda parecernos al compararlas con las nuestras, forma parte de un sistema cuyo equilibrio interno se fue asentando con el paso de los siglos, y de ese todo no se puede suprimir un elemento sin correr el riesgo de destruir el resto. Aun si no se aportara otras enseñanzas, esta sola bastaría para justificar el lugar cada vez más importante que la antropología ocupa entre las ciencias del hombre y de la sociedad".

"Nuestras sociedades funcionan sobre la base de una diferencia de potencial: la jerarquía social, que a lo largo de la historia ha adoptado el nombre de la esclavitud, servidumbre, división de clases, etc. Tales sociedades crean y sostienen en su seno desequilibrios que utilizan para producir más orden -la civilización industrial-, pero, a su vez, mucha más entropía en lo que atañe a las relaciones entre las personas".

"Casi se podría decir que nuestras sociedades pierden de forma progresiva su armazón y tienden de forma progresiva su armazón y tienden a pulverizarse, a reducir a los individuos que las componen a la condición de átomos intercambiables y anónimos".

"Sin lugar a duda, soñamos con la idea de que la igualdad y la fraternidad un día reinen entre los hombres, sin que la diversidad se vea comprometida. Pero no hay que hacerse ilusiones".







sábado, 27 de abril de 2013

UN DISCO, UN HOMBRE, UNA REVELACIÓN




Fue, junto con "La mosca y la sopa" de los Redondos, el casete que más veces escuché en mi vida. Me lo regalaron a los 12 años. Corría el año 1994 y había conocido a Nirvana por un video que -incansablemente- pasaban por MTV. El video era -obvio- "Olor a adolescente". Paradojas del destino: iniciándome en la adolescencia, me empezaba a hacer fan de una banda que -junto con Kurt Cobain- ese mismo año desaparecía del mapa.
El acústico, grabado 6 meses antes del suicidio del líder, se volvió la cortina musical de mis días.
Tenía un walkman y todas las noches me acostaba con los auriculares a escuchar el casete. Algunas veces me quedaba dormido antes de darlo vuelta; otras veces -la mayoría- llegaba a poner el lado "B" para seguir disfrutando del concierto.
Ya en el secundario, me encargué de comprar uno a uno los discos del grupo. El primero, desde ya, fue el "Unplugged in New York"
Pasaron 20 años de ese recital, de ese disco: el último oficial que editó el grupo. Puedo decir que el tiempo generó una relación bipolar con su música: salvo Nevermind, los otros discos me resultan inaudibles. El unplugged, en cambio, me sigue pareciendo no sólo el mejor disco de Nirvana, sino el mejor disco que alguna vez pueda llegar a escuchar en mi vida.
Como todo gran arte, se trata de algo tan intenso, tan potente, que me deja totalmente indefenso. Cuando escucho este disco entiendo realmente lo que es la conquista del otro. Es un rapto; no un saqueo, no un robo circunstancial, sino -lisa y llanamente- una colonización. Caigo indefenso a sus pies.
Si los gobiernos pasan y las leyes -y la gente- queda, también puedo decir que los grupos y los discos pasan: y el unplugged de Nirvana queda.
Y queda como quedan las canciones, la poética y la voz del Indio Solari: provocándo un grado de fascinación que me asusta. Si no escucho más seguido algunas músicas tan singulares es porque siento temor de la forma en que me afectan. No me va a pasar nada escuchando a Los Tipitos, pero el unplugged de Nirvana es un mar de dulce ferocidad en el que no siempre estoy preparado para zambullirme.
El disco es melodioso (como ningún otro de Nirvana) y ofrece versiones de algunos temas que quitan el aliento: Pennyroral Tea es el mejor ejemplo. Viendo la interpretación que Cobain hace en el unplugged, entendí que no hace falta más que una guitarra y una voz para generar una revolución en el otro. Es verdad, verlo sabiendo que -casi literalmente- estaba dejando la vida en ese show, incrementa exponencialmente el efecto devastador.
Ese disco, finalmente, funcionó como una epifanía, como una brutal revelación: la del chico que, en el umbral entre la niñez y la adolescencia, no conoce ni el sexo ni el amor; pero que descubre (en un mismo emvase y al mismo tiempo) al arte más puro y a la muerte más absurda como destino inevitable y final de los corazones destemplados.

sábado, 20 de abril de 2013

BAJA ESPUMA...




"Mala Fariña"
Por Daniel Link para Perfil

Me estremece comprobar que mis caprichos lleguen a los oídos de los dioses. La semana pasada me declaré harto de la realidad y Argentina, que es un país casi inexistente, me brindó una semana entera de ficción. No una de esas ficciones urdidas en los laboratorios de las grandes productoras televisivas (la BBC, FOX), que responden a un modelo más bien clásico de lo ficcional y de lo imaginario, sino una ficción modernísima, que involucra a todos los actores de la política, la economía y la prensa en el habla psicótica (paranoica) de un canallita de provincias que, primero, finge estar brindando un testimonio y luego declara que el carácter testimonial de su palabra habría sido una ficción preparada para demostrar... (¡Dioses, ayudadme!) quién sabe qué.

Apunto una sentencia que los estudiantes de ciencias de la comunicación deberían grabar a fuego en sus grilletes laborales: no se hace periodismo de calidad utilizando cámaras ocultas. Si así fuera, el primer testimonio que permitió desmontar el affaire Watergate hubiera sido el último, y Nixon todavía seguiría gobernando Estados Unidos.

Pero no es eso lo que me interesa destacar, sino la extraordinaria calidad de un testimonio-ficción (un sabio chino sostuvo alguna vez que “la verdad tiene estructura de ficción” y la lección, tallada en piedra sobre las puertas del oráculo, hoy nos alcanza con sus dedos temblorosos) cuyos pormenores estamos analizando en estos días.

Analizar, en algún sentido, significa someter el discurso (el propio, el de los otros) a una paranoia experimental y controlada. Pero cuando el discurso analizado es el de un paranoico desaforado (es decir: la excrecencia más tortuosa del capitalismo) resulta un poco complicado sostener el control (experimental, analítico) y no dejarse arrastrar por los brazos tatuados de la ficción testimonial (o del testimonio-ficcional, lo que se prefiera).

El discurso que en estos días nos conmueve es argentino hasta la médula, pero como “argentino” es, antes que una propiedad constante, la intermitencia de una imaginación desaforada, eso nos permite situar lo oído en relación con mil variedades de discurso diferentes de la picaresca criolla. Quien le puso el cuerpo (no digo su emisor, porque la instancia de enunciación, en este caso, es muy compleja) podría o no ser el hijo natural de un presidente muerto, lo que nos arroja en las profundísimas y heroicas aguas de la tragedia (que mezcla relaciones de soberanía y relaciones familiares en partes iguales).

Pero además, el testimonio (admitamos que se trata de una ficción performática, teatral) parece participar del esquematismo que a Theodor Adorno tanto le molestaba del teatro de Brecht, cuando éste presentaba las relaciones capitalistas como una disputa de pandilleros o de mafias. Tragedia, sainete, teatro épico, paranoia, corrupción (de la carne y, sobre todo, de la imaginación pública). ¿Qué más se puede pedir? ¿Verdad? ¿Justicia? No quiero impacientar a mis dioses (que son griegos). Me conformaría con un asesinato (ficcional).

jueves, 18 de abril de 2013

EL TÍO SAM...



DEL LIBRO "CÓMO FUNCIONA EL MUNDO" (CONVERSACIONES CON NOAM CHOMSKY)

"Los funcionarios de planificación de la posguerra advirtieron enseguida que la reconstrucción de las otras sociedades industrializadas occidentales iba a ser fundamental para la salud del sector empresarial estadounidense, porque les iba a permitir importar productos fabricados en Estados Unidos y ofrecer oportunidades de inversión. Pero era fundamental que esas sociedades se reconstruyeran de un modo muy específico. Había que restablecer el orden tradicional de la derecha, con el típico predominio del sector empresarial, la debilitación y la fragmentación de los sindicatos y el peso de la reconstrucción sobre las espaldas de la clase obrera y los pobres. En algunos casos, para eso hacía falta recurrir a la violencia extrema, pero otras veces se lograba lo mismo con métodos más blandos, como la intervención en los procesos electorales y la retención de ayuda alimentaria."

"Aunque Estados Unidos se llena la boca hablando de la democracia , su verdadero compromiso no es con ella sino con el modelo de la empresa privada capitalista. Cuando se ven amenazados los derechos de los inversores, la democracia tiene que desaparecer. Si salvaguardan esos derechos, los asesinos y torturadores pueden quedarse."

"El objetivo es aplastar los movimientos nacionalistas independientes y las fuerzas populares capaces de instaurar la democracia en su verdadero sentido."

"Yo creo que, en términos legales, hay pruebas más que contundentes para hacerles juicio político a todos los presidentes de Estados Unidos de la Segunda Guerra en adelante. Los que no fueron criminales de guerra al menos estuvieron involucrados en crímenes de guerra graves."

"En general las fuerzas militares provocan un desastre económico, con frecuencia siguiendo las recetas de los asesores estadounidenses, y entonces deciden dejar el problema en manos de un gobierno civil para que lo arregle. El control militar directo ya no es necesario en la medida en que surgen mecanismos nuevos, como los controles que se ejercen a través del Fondo Monetario Internacional, que, junto con el Banco Mundial, otorga préstamos al Tercer Mundo con fondos que vienen en su mayoría de las grandes potencias industrializadas."

"¿Qué se hace cuando uno tiene un virus? Primero, hay que destruirlo. Después , hay que vacunar a las víctimas potenciales para que la enfermedad no se propague. En líneas generales, esa es la estrategia de Estados Unidos para el Tercer Mundo. Si es posible, lo ideal es que el ejército local destruya el virus en lugar de hacerlo uno mismo. Si los militares del propio país no lo logran, hay que trasladar las tropas de uno. Eso cuesta más y es más feo, pero a veces es necesario. Vietnam fue uno de los lugares en que tuvimos que hacerlo. El Tercer Mundo tiene que aprender que nadie debe atreverse a levantar la cabeza. El detentor del poder de policía a nivel mundial perseguirá incansablemente a quien se anime a cometer semejante delito."

"Por supuesto, el uso de la fuerza para controlar el Tercer Mundo es sólo un recurso de última instancia. El FMI es un instrumento más rentable que los Marines y la CIA, siempre y cuando cumpla con su tarea. Pero la "mano de hierro" debe estar siempre presente de trasfondo, lista para usarla cuando sea necesaria."

"En los aspectos fundamentales, la Guerra Fría era una especie de acuerdo tácito entre la Unión Soviética  y Estados Unidos para que los estadounidenses libraran sus batallas contra el Tercer Mundo y controlaran a sus aliados europeos, mientras los gobernantes soviéticos aplicaban sus políticas de mano dura en el propio imperio y en sus satélites de Europa del Este. Cada bando usaba al otro para justificar la represión y la violencia dentro de su propio terreno. Claro que el final de la Guerra Fría también trajo sus problemas: principalmente, la técnica para controlar a la población estadounidense ha tenido que cambiar, problema éste que, como dijimos, ya se reconocía en los años 80. Hemos tenido que inventar enemigos nuevos. Y es cada vez más difícil ocultar que le verdadero enemigo siempre fueron "los pobres que quieren saquear a los ricos", sobre todo los herejes del Tercer Mundo que pretenden salirse de su función de servicio."

"Los republicanos no tienen ninguna confusión acerca de su rol como representantes de los amos y señores de la sociedad, que libran una batalla encarnizada contra la población en general, adoptando con frecuencia una retórica vulgar de corte marxista, recurriendo al patrioterismo, el miedo y el terrorismo, invocando la superioridad de los grandes líderes y utilizando todos los otros mecanismos tradicionales de control de la población, Los demócratas no tienen tan claro a quiénes les deben lealtad y, por lo tanto, son menos eficaces en su campañas propagandísticas."

"Los sectores masivos del sistema de adoctrinamiento sirven para distraer a la plebe y fortalecer los valores sociales básicos, entre ellos, la pasividad, la sumisión ante la autoridad, la virtud superior de la codicia y el beneficio individual, la falta de interés por el prójimo, y el temor a los enemigos reales o imaginarios. La meta es que el rebaño desconcertado no deje de estar desconcertado. Es innecesario que sus integrantes se preocupen por lo que pasa en el mundo. Es más, resulta indeseable. Si se dedican demasiado a mirar la realidad, es posible que se propongan cambiarla."






A CADA SEGUNDO...




André Breton
"Primer manifiesto surrealista" (fragmento)

"Ordenen que les traigan con qué escribir, después de situarse en un lugar que sea lo más propicio posible a la concentración de su espíritu, al repliegue de su espíritu sobre sí mismo. Entren en el estado más pasivo, o receptivo, de que sean capaces. Prescindan de su genio, de su talento, y del genio y el talento de los demás. Digan hasta empaparse que la literatura es uno de los más tristes caminos que llevan a todas partes. Escriban de prisa, sin tema preconcebido, escriban lo suficientemente de prisa para no poder refrenarse, y para no tener la tentación de leer lo escrito. La primera frase se les ocurrirá por sí misma, ya que en cada segundo que pasa hay una frase, extraña a nuestro pensamiento conciente, que desea exteriorizarse."

lunes, 15 de abril de 2013

LIBÉRAME...



"LIBÉRAME"

Padre...
Veo el mundo, siento el frío...
Qué camino seguir, al borde de la ventana...
Veo al mundo sobre un estrepitoso caballo de tiempo...
Veo los pájaros en la lluvia...

Oh querido padre, podés verme ahora?
Soy yo mismo, como vos de alguna manera...
Voy a montar la ola, adonde me lleve...
Voy a aguantar el dolor, libérame...

Oh querido padre, podés verme ahora?
Soy yo mismo, como vos de alguna manera...
Voy a esperar en la oscuridad a que me hables...
Voy a estar preparado, libérame...


Después de haber visto a Pearl Jam hace dos semanas, me pasé varios días  buscando videos en youtube para mitigar esa falta. Me pasó las otras veces y me volvió a pasar ahora.
Encontré una perlita durante una presentación del grupo en un especial de tv. Vedder, entre tema y tema, daba breves monólogos para la gente. Sensaciones, chistes, fragmentos de la historia del grupo, etc.
Antes de tocar "Alive" (el himno de la banda), cuenta algo que todos los que seguimos al grupo ya sabemos: que la letra habla de su propia vida, del hecho que a los 13 años su madre le dijo que su verdadero padre se estaba muriendo en un hospital y que el que él consideraba su padre -con el que Vedder tenía una pésima relación- en realidad no lo era ("siempre sospeché que ese imbécil no podía ser mi papá" dijo una vez el cantante en una entrevista a la Rolling Stone).
Pero el líder de Pearl Jam, en este show, dice algo más: "ustedes saben que la canción habla de un chico, un adolescente al que su madre le da una noticia terrible. Sé lo terrible de la noticia porque conozco a ese tipo. Es decir, ahora lo conozco un poco más, no en ese momento. En ese momento -y durante muchos de los años siguientes- sólo quería morirme. La música fue lo que me mantuvo en pie, pero aún así no podía dejar de sentir que el hecho de seguir vivo representaba una terrible maldición. Cuando en la canción decía "yo sigo vivo" lo decía con esa terrible carga negativa. Pero la gente, en los recitales, la cantaba a voz en cuello dándole un significado totalmente diferente. Cuando ellos cantaban "yo sigo vivo" no lo hacían con la frustración del que está obligado a lidiar con algo que no puede tolerar, sino que lo hacían con la alegría propia del que  -a pesar de la tragedia- se da cuenta de que tiene algo maravilloso ente manos y que -de una u otra forma- está obligado a hacer algo productivo con ello. Es decir..¡sigo vivo!
Y el punto central en todo esto es que al verlos a ustedes noche tras noche cantar la canción de ese modo, cambiándole el sentido que le imprimí a esas palabras al momento de escribirlas, ustedes hicieron que yo pudiera romper la maldición. Me permitieron decir "estoy vivo" de otra manera. Y me permitieron seguir haciendo música".