miércoles, 28 de junio de 2017

EL DESEO Y EL CASTIGO...


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HANIF KUREISHI: " LA ÙLTIMA PALABRA" (Fragmento)

Todas las religiones se han preocupado por apartar a los individuos de sus deseos. ¿Quién, después de todo, puede vivir con sus propias carencias? Pensemos en la contención del modo en que lo hicieron los estoicos. Me gusta leer a Séneca, que dice que puede ser aprendida. O fruto del autoconocimiento, como prefería Platón, lo cual podría disiparla. Pero el apetito es todo lo que tenemos y no podemos o no debemos buscarle un remedio. No soy freudiano, pero nadie puede negar que el deseo es el motor de nuestra existencia, como lo es para cualquier niño que quiere seguir viviendo. Como tu frenesí indica, suele estar fuera de control y está ligado a la locura, lo cual es una desgracia, porque el objeto del deseo, la mujer en la que uno piensa, no puede ser sino esquiva y se te escapará. Ella tendrá, naturalmente, otras preocupaciones y otras vidas. Eso generará celos, la creencia de que el otro posee lo que nosotros no tenemos. Proust construyó un mundo a partir de esta simple idea. Pero en mi opinión, cuanto más deseo, menos castigo. "

jueves, 15 de junio de 2017

LOS REFLEJOS...

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En su edición de hoy, Clarìn publica una larga nota de despedida-homenaje a quien fuera su directora: Ernestina Herrera de Noble.
Subraya que se tratò del primer caso de una mujer en haber asumido la dirección de un diario (cargo que ocupo desde 1969), desempeñando su función siempre en defensa del estado de derecho.
"Un hombre se transforma en hermoso cuando tiene algo importante para decir. Y mi esposo lo tenìa". Eso dijo, segùn el artìculo, la Sra Herrera del Sr. Noble.
Otra cita: "identifico a Clarìn con el hombre de la calle, con el argentino medio, con el hombre comùn".
¿Però que pasò en los 70? La violencia armada. ¿Y què nos dice la nota? Que a pesar de ello, que a pesar de haber sufrido el secuestro por parte del ERP de un ejecutivo del diario con el fin de obtener la publicaciòn de varias solicitadas, y a pesar de la toma por asalto de la redacciòn en manos de un grupo armado de la ultraderecha peronista, el timòn de Clarìn, en manos de la viuda de Noble, no se apartò un milìmetro de sus postulados en defensa del estado de derecho, de la paz social, de la concordia y del desarrollo de la Argentina.
En 1982, durante la guerra de Malvinas, se nos dice que Clarìn cubriò los hechos sin dejarse llevar por el voluntarismo ni por los mensajes exaltados ni por el optimismo impuesto por la dictadura.
Ya en los noventa, durante el menemato, comenzaron los primeros ataques cuando incorporò a canal 13. En ese momento, la Sra. de Noble dijo que era una tendencia mundial de las democracias occidentales el hecho de que un diario sea tambièn propietario de radios o canales de televisiòn.
En el nuevo siglo, la crónica nos recuerda que los ataques se hicieron despiadados. Primero con la denuncia por parte de los organismos de derechos humanos sobre la apropiaciòn, por parte de la Sra. Noble, de quienes fueron sus hijos: Felipe y Marcela. Despuès, años màs tarde, con la denuncia sobre la forma en que el grupo clarìn adquiriò la empresa Papel Prensa.
Como no podìa ser de otra manera, la nota recalca dos aspectos concretos. El primero: que todo se tratò de una ofensiva del kirchnerismo para terminar con la "prensa independiente".
Lo segundo (que confirmarìa lo primero): que, en ambas causas, la justicia dictò el sobreseimiento de la directora de Clarìn.
Dijo Ernestina Herrera de Noble con motivo de la celebraciòn del 65 aniversario del diario: "este es el costo que pagamos por negarnos a canjear nuestra independencia. Este es el costo que pagamos por seguir reflejando la realidad."
Pienso en la nociòn de reflejo y recuerdo algo que dijo en un libro el sociòlogo Pablo Alabarces: "lo primero que les digo a mis alumnos, cuando hablamos de los medios, es que olviden la idea de reflejo".
Lo interesante del "homenaje" es que, como todo homenaje, hace una ediciòn favorable de la vida del homenajeado. Y teniendo en cuenta que se trata de la persona que estuvo a cargo de un diario en los ùltimas dècadas, vale decir que, al editar la vida de su directora, clarìn se edita a sì mismo.
¿Existiò Clarìn entre 1976 y 1983? Segùn la nota no. Sòlo aclaran la "postura neutral" que asumieron frente a la guerra.
Demasiado poco para un diario que, segùn la nota, "no se apartò un milìmetro de sus postulados de defensa del estado de derecho" 
Y ya que hablamos de "reflejar la realidad", bien podriamos decir que, al despertar de ese largo sueño de casi 7 años, una tapa tentativa para ese momento pudo haber sido muy parecida a la que usaron para "reflejar la realidad" cuando asesinaron a Kosteki y a Santillan.
Por ejemplo: "la crisis causò 30 mil desaparecidos" 
Mientras termino de leer la nota, y la Sra. de Noble me sonrìe inmaculada desde la foto, vuelvo a pensar en lo que Pablo Alabarces le dice a sus alumnos.

martes, 13 de junio de 2017

ESA VOZ...

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ENTREVISTA A JOHN BERGER PARA LA NACIÒN
-¿Piensa escribir su autobiografìa o esto es lo más cerca que piensa ir al respecto?
-No tengo la menor intención de escribir una autobiografía. No estoy en contra del género como tal, hay grandes obras. Creo que lo que tenía que decir al respecto ya lo he escrito. La autobiografía no va conmigo, quizá porque me considero un contador de historias, porque alguien que escribe ficción es alguien que es accesible a otros, que es capaz (en realidad casi sin pensarlo) de ponerse los zapatos de los personajes. Creo que he nacido con esa capacidad. Además, siempre he tenido una conciencia muy débil de mi propia identidad, que no me parece interesante. Para quien cuenta historias su propia vida no está en el centro de lo que hace.
-¿De dónde viene la voz de su madre muerta cuando la encuentra en una plaza de Lisboa?
-Es una pregunta que yo me hago a mí mismo porque creo que la voz de mi madre está verdaderamente allí, y cuando escribo. Déjeme decirlo de otra manera. Por lo general me cuesta mucho trabajo escribir, corrijo muchísimo y cambio el orden de las cosas con frecuencia. No soy un escritor espontáneo, aunque pueda parecer lo contrario. La espontaneidad es en mi caso fruto del trabajo. Pero, curiosamente, la presencia de mi madre en Lisboa, lo que decía, era como si me lo estuviera dictando al oído.
-¿Habló lo bastante con sus padres mientras estaban vivos o es este libro una suerte de conversación pendiente?
-Con mi madre hablé de muchos asuntos importantes cuando estaba viva, pero nunca durante mucho tiempo, quizá porque no era necesario. Nos entendíamos sin necesidad de emplear muchas palabras. Estábamos muy unidos. Pero este libro no es una reconstrucción de cosas no dichas, sino más bien una muestra de gratitud por el hecho de que haya existido.
-El libro transcurre en Lisboa, Ginebra, Cracovia, Islington, Le Pont d´ Arc, Madrid, el Szum y el Ching. ¿En qué medida sus recuerdos de esas ciudades y ríos son un mapa del alma?
-No estoy muy seguro en lo que se refiere al alma, pero lo que sí sé es que cuando lo escribí quería abarcar Europa, desde Lisboa a la antigua frontera ucraniana. Abandoné el Reino Unido hace ahora cuarenta y cinco años [N. R.: vive en las montañas, Alta Saboya]. En aquel momento nadie pensaba en Europa como se piensa ahora. Si tenía algún tipo de ambición era la de convertirme en un escritor europeo, por eso Robert Musil es tan importante para mí. Pero fue la vida la que me llevó a esos lugares, no lo hice pensando en el libro.
-Cuando habla de los pintores de la cueva de Pont d´Arc, dice que a veces hacen aflorar las figuras ocultas en la roca. ¿Se puede establecer un paralelismo entre lo que hacían esos artistas anónimos y Miguel Angel cuando extraía sus figuras de la piedra?
-Creo que hay algo de eso, salvo por un detalle importante: en el caso de Miguel Angel su búsqueda y sus hallazgos eran un proceso muy solitario, mientras que los artistas del paleolítico no tenían esa sensación de soledad. Lo que me parece extraordinario es que esa tradición pictórica de las cavernas se mantuvo durante veinte mil años con mínimos cambios estilísticos. Por eso creo que esa dimensión temporal influyó en la sensación de pertenencia y de no sentirse aislados. Pero al mismo tiempo, la forma en que hacían aflorar su imaginación visual y táctil probablemente tiene mucho en común con Miguel Angel.
-¿Por qué sigue sintiéndose tan cerca de Giacometti, de quien vuelve a escribir en Esa belleza?
-Mostró que el arte es un proceso que continuamente está corrigiendo errores, que no es tanto una cuestión de inspiración sino de descartes, y en ese proceso hay una serie de accidentes y una selección que aprovecha lo útil. Es un proceso que tiene sus paradas, o bien porque el papel está exhausto para seguir usándolo, o porque ha surgido una presencia valiosa. Otra razón por la que considero que sigue siendo significativo es porque cuando su nombre se hizo ampliamente conocido por primera vez, tras la Segunda Guerra Mundial, en los cincuenta, todo el mundo lo consideró como un artista existencialista, que reflejaba el sufrimiento, una suerte de agonía. Cuarenta años más tarde, las mismas piezas parecen increíblemente positivas. Es así cómo las obras cambian en la historia, y cómo la historia cambia la percepción que tenemos de ellas. Una de sus delgadísimas figuras de caminantes que en los años cincuenta representaba para algunos a un hombre saliendo de un campo de concentración, ahora se la ve como algo afirmativo. Me parece conmovedor.
-En la época que estamos viviendo, el sentido de la historia parece ausente. ¿Echa de menos un sueño político?
-Mucha gente piensa así. No es mi caso. Todavía creo en la historia y sigo considerándome en gran medida un marxista. Desde un punto de vista histórico, lo que me parece absolutamente meridiano es que el nuevo orden mundial no puede durar, a causa de sus profundas contradicciones internas. Lo que está cobrando fuerza son formas de resistencia y de supervivencia frente a ese mundo unipolar a menudo mucho menos claras de lo que solían ser. Desde la Ilustración, los movimientos que surgían a favor de un mundo mejor siempre se presentaban como un programa, una especie de solución para las injusticias. Fue útil. Ahora la gente tiende a hablar de conquistas, pero aquellos movimientos siempre se correspondían con una visión que estaba basada en el futuro, en una solución. Spinoza, uno de los pensadores favoritos de Marx, decía que cuando nuestras respuestas a la vida son verdaderas y adecuadas, en ese momento palpamos la eternidad. La eternidad no es algo que está esperando por nosotros, no es algo que forme parte del futuro, sino que es algo que experimentamos, que se puede vivir y compartir en este instante. Puede que parezca exagerado -aunque tal vez no del todo- si pensamos en España y en lo que ocurrió en las últimas elecciones, en las que tanta gente votó, dio una respuesta adecuada que procedía de ellos mismos, no de instrucciones. Fue algo compartido por muchos de manera muy profunda. Al margen del resultado, creo que eso que tantos sintieron no puede ser destruido. Por supuesto que esos momentos -porque vivimos en un mundo de heridas y luchas constantes- puede que no vayan a perdurar. Pero que permanezcan no es la cuestión, sino que de alguna manera palpamos algo eterno.

domingo, 28 de mayo de 2017

LOS HOMBRES PEQUEÑOS...


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Mientras preparo el café, el presidente aparece en la pantalla. Lo veo hablando, con motivo del 25 de mayo, en un colegio. Y me doy cuenta de algo: habla con las mismas palabras y el mismo tono sin importar que sus interlocutores sean chicos de primaria o su electorado (real o potencial, pero siempre compuesto por adultos).
O el presidente tiene una estimación muy alta de los chicos o una valoración muy pobre de los adultos. 
La otra opción es que crea que un adulto es un chico estirado a través del tiempo. 
Lo debería consultar con su padre.

lunes, 15 de mayo de 2017

LLEVE DOS...

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"ROSENCRANTZ Y GUILDENSTERN HAN MUERTO"
por Daniel Link para Perfil

Ahora vendrán los “te lo dije”, las sonrisas sarcásticas, el saber retrospectivo. Ahora vendrán los “hay independencia de poderes”, “qué barbaridad”, “no acordamos, pero respetamos”, los “en 2013 pasó lo mismo y nadie dijo nada”. Ahora, la Sra. Fernández encontrará razones para sustraerse a la escolástica oxoniana, que había que prever hostil a todas y cada una de sus causas (penales): “hechos de suma gravedad requieren mi presencia” adujo como excusa para cancelar esa etapa de su viaje (pero no las previas).


Ahora deberemos suspender las clases, no porque la paritaria universitaria esté paralizada sino porque habrá que concurrir a las plazas, las cabezas cubiertas con pañuelos blancos, cada vez que nos lo pidan, porque sabemos que estamos en peligro.

En un instante, cualquier intento para comprender lo que de todos modos era incomprensible (la insensibilidad con la que se manejan las variables macroeconómicas; la tolerancia con la que se maneja un juego inflacionario que ni los refugiados sirios toleran sin escándalo; el endeudamiento enloquecido, como si no hubiera mañana) trastabilla en un charco de plomo derretido.

Un gobierno de derecha lo es porque sus políticas lo son. Podría maquillarse, mal que mal, el muñeco liberal para que parezca un payasito inofensivo: “no hay plata”, “productividad”, “pesada herencia”, “háganse cargo”, “ya vendrán las inversiones”, “crecemos lentamente”. Uno podría analizar cada una de esas excusas del gobierno e incluso aceptar a regañadientes la verdad de algunas de ellas aunque fuera para conciliar el sueño y no sentirse de nuevo al borde del abismo (del dinero basura, de la cesación de pagos, de la desesperanza educativa, del sálvese quién pueda).

Pero en relación con las penas a los apropiadores de niños, a los torturadores, a los que colaboraron en llevar a cabo las enloquecidas fantasías de exterminio que constituyen el capítulo más sombrío de la historia argentina, y que la Suprema Corte decidió amablemente acortar aplicando una ley transitoria y de emergencia que ya fue derogada, no hay buena voluntad ni explicación posible.

Fue este gobierno el que insistió en incorporar al número de los supremos a dos jueces (burlando todo procedimiento legal fijado a tal efecto), el Sr. Rosenkrantz y el Sr. Rosatti, quienes sumados a la Sra. de Nolasco (que permanece en la Corte también por voluntad política de este gobierno) consideraron que conforme al principio in dubio pro reo les correspondería el cómputo de la pena de la ley 24.390 (2x1) a los todos los juicios penales, incluidos los correspondientes a delitos de lesa humanidad.

Los tres jueces fundaron su asonada en la misericordia y el humanitarismo e incluso uno de ellos abrió la ventana a la interpretación trágica al señalar que “de lo contrario se correría el riesgo de recorrer el mismo camino de declive moral que se transitó en el pasado”.

El “declive moral” no es una noción ajustable a derecho ni a criterio de verdad científica. Su tratamiento ni siquiera es asunto de clérigos sino de poetas, filósofos y dramaturgos.

En Hamlet, la tragedia de Shakespeare, Rosencrantz y Guildenstern son dos informantes pagos por el gobierno para espiar a sus amigos de la Universidad y para adular al Rey Claudio. Su deshonestidad corre pareja con su incompetencia y a Hamlet, el que duda de todo, no le tiembla la mano cuando decide mandar a matarlos.

En la escena final del acto V, en medio de una orgía de muertes encadenadas, un embajador británico dice “Rosencrantz y Guildenstern han muerto”.

Lo mismo podría decirse de los personajes secundarios Rosenkrantz, Rosatti y Nolasco quienes, creyendo adular al poder, lo hunden todavía más en el callejón sin salida de lo trágico, al matar una idea de justicia que era tal vez lo único capaz de sostener a los argentinos como comunidad en el mundo.

Ayer fue Edipo (el enfrentamiento del padre y del hijo: Correos Argentinos), hoy es la truculencia isabelina de Hamlet. Alguien debería advertirle al más desapasionado gobierno del que se tenga memoria que la tragedia no es un formato que le convenga. Rodea al soberano de demasiada muerte.

miércoles, 10 de mayo de 2017

PEQUEÑOS TIRANOS...


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Le pregunto a mi sobrino si quiere ir al cine. Me mira sin saber muy bien qué decir, entonces le aclaro que ahì se pueden ver dibujitos en una pantalla màs grande. 
El domingo nos encuentra, entonces, refugiàndonos de la lluvia en el shopping. Las opciones iniciales eran dos: o los pitufos o un jefe en pañales. Como llegamos tarde a la primera, vamos a la segunda. El primer comentario del pequeño, apenas empezada la funciòn, me dejò perplejo: "es para bebès tìo! Yo no soy un bebè. Para la media hora de la pelìcula, lo que siguiò no fue un comentario, sino una exigencia: "me quiero ir".
Mientras nos encaminábamos hacia la salida, pensaba que la pròxima lo llevo a ver una de Tarantino, a ver què tan hombrecito es.
Eso sì, no perdiò la oportunidad de ir corriendo a la jugueterìa y exigirme con gestos ampulosos que le compre un dinosaurio gigante (son su debilidad junto con los trencitos).
Al ver el precio del bicho, uno entiende perfectamente porquè se extinguieron.
"¿No me vas a comprar nada, tìo? me increpò con aires de indignaciòn. Le faltò agregar: "encima que me banco que me lleves a ver esa porquerìa!
Azorado por el chantaje moral del infante, decidì comprarle dos pequeños tiranosaurios en lugar del gigante, no sòlo porque toda exigencia tiene un lìmite, sino tambièn por una cuestiòn epocal: el medio aguinaldo se cobra en julio.
Al dejarlo de vuelta en su casa tuve suerte de que mi hermano no me preguntara cuàndo ibamos a repetir la salida al cine, dado que empieza la "temporada baja" de plazas.
Lo hubiera mirado con la misma cara de incomprensiòn que puso mi sobrino cuando le propuse ir a ese lugar que èl desconocìa y que, al juzgar por su primer experiencia, hubiera deseado seguir desconociendo por un tiempo.

LAS INSTITUCIONES...


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"El modelo universitario es, hoy en día, en términos estructurales al menos, el mismo que se adoptò pasada la dictadura, cuando las universidades se reabrieron y reorganizaron. En ese momento era tal la necesidad de fortalecerse, que la universidad lo hizo sobre todo a modo de instituciòn, cosa que, claramente, es, pero esto implicò un sistema de concursos y meritocracia, un pedido constante de subsidios, que trajo como contracara una gran burocratizaciòn. Se volcò puertas adentro, ensimismàndose, volviendo a erigir una suerte de torre de marfil.
Hay un libro muy interesante de Ignacio Lewkowicz llamado "Pensar sin Estado" en donde analiza este tema de las instituciones. Y èl lo que dice es que en una sociedad con un Estado fuerte y presente, las instituciones tienen lo que serìa un modo "normal" de funcionamiento, y cito: "Hay una coordinaciòn estatal de las instituciones que opera de modo tal que los sujetos producidos por una, son necesitados por otra. Se trata de la funciòn del Estado como garante de la puesta en cadena de las instituciones."
El problema seria entonces cuando el Estado se debilita y pierde por ende esa capacidad articulante. Cada instituciòn queda dando vueltas como una pieza suelta de un rompecabezas, es decir, las instituciones dejan de estar inscriptas en una totalidad orgànica y cada una de ellas se vuelve un mundo aparte. Y explica: "Este aislamiento genera un doble efecto. Por un lado, una anarquìa en relaciòn de la instituciòn con su exterior. Por otro, una tiranìa despòtica en el interior de las instituciones. Porque ahora cada instituciòn necesita producir exhaustivamente sus sujetos. Es como decir que cada instituciòn se comporta, para sì misma y para cada individuo, como instituciòn total, que no toma nada ni cede nada al exterior, que vive para sì."

SOL ECHEVARRÌA. "LAS CLASES"