martes, 2 de octubre de 2012

PAPELES INESPERADOS...(DEVUELTOS POR EL VIENTO)




"Se cumplen tres años de mi fiesta de egresados. Hace tres años que terminé el secundario, y me parece que hubieran pasado tres meses. Ayer tomé conciencia de esto mientras estaba en la fiesta de egresados de la hermana de un amigo. Y es curioso, porque si bien me encantaría poder volver el tiempo atrás para estar de nuevo sentado en mi banco, divirtiéndome y haciéndole la vida imposible a los profesores, lo cierto es que no tengo el más mínimo interés por la mayoría de mis ex-compañeros y compañeras. Y digo que es curioso porque cuando estábamos juntos dábamos la impresión de ser un grupo unido, en el que todos nos apoyábamos. Pero no fue así.
La verdad se escribe en el tiempo y con el tiempo, y la verdad es que ahora -a la distancia- puedo decir que rescato a muy poca gente. Eso no me genera culpa ni nada que se le parezca. Volvería atrás con mi mentalidad de antes, que no es muy distinta de la actual, pero sí más flexible.
El quilombo funciona como una cortina de humo. Funciona de la forma más ambigua: libera lo mejor exhibiendo lo peor: puro esplendor adolescente, pura adrenalina desbordando la copa de padres y madres, de docentes y directores consternados ante semejante demostración de normalidad.
Detrás del humo traté de buscar algo real: algo valioso. Algún tesoro. Lo encontré pocas veces, en pocas personas, aunque debo decir que no fui un buscador infatigable.
No me arrepiento de casi nada de lo que hice en estos cinco años. No me arrepiento de haber disfrutado de compartir un período de mi vida con gente que hoy -tres años después- no sólo no me preocupa sus vidas, sino que -de encontrármelos en un boliche- no me movería más de dos metros saludar. Son extraños; nunca fueron mis amigos. Y puedo nombrar a mis amigos: Daniel, Facundo, Hernán, Gustavo, Marcos y Guillermo. Al resto le deseo suerte.
Sucede, tal vez, que haber estado alejado en este tiempo me hizo bien. Creo que la mejor forma de analizar una situación es hacerlo desde afuera, pero habiendo estado algún día adentro.
También pienso que, a veces, el corazón en más burocrático que la municipalidad y que el miedo a no ser logra que no seas.
Cambié porque ya no tolero participar de las cosas que participaba hace tres años. Y, al confrontar el pasado con el presente, los recuerdos que aterrizan en mi cabeza me dejan un sabor agridulce, porque hoy también es parte del pasado. El presente es mañana, como la eternidad.
Mi presente es la facultad de derecho; mañana no lo sé. Y mientras viajo en el 37 mirando por la ventanilla, me gusta pensar que el cielo está más cerca de lo que parece, que incluso puede viajar conmigo en el mismo colectivo. Pensar así me puede ayudar."

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