sábado, 6 de octubre de 2012

TRATAMIENTOS ALTERNATIVOS...

 




Mi prima, radicada en colonia hace tiempo, vuelve a su Banfield natal para festejar su cumpleaños con la familia, visitar amigos, y seguir el curso de biomagnetismo que comenzó este año.
Esta terapia alternativa, propone la cura de las enfermedades a través de la regulación del Ph, proceso que se logra -según esta disciplina- por medio de la implementación de imanes estratégicamente colocados en el cuerpo.
Reconozco que su discurso me genera efectos diversos: a veces curiosidad; otras comicidad (con el correspondiente esfuerzo por ocultarla), pero siempre, siempre, un gran escepticismo.
Por un lado encuentro fisuras en el discurso de mi prima; por otro lado encuentro fisuras en esta disciplina. No en sus fundamentos (por que para ello debería oponerle fundamentos médicos, y los fundamentos médicos incluyen los físicos, químicos y biológicos, de los que carezco por completo), pero sí en la forma en que esta práctica tiene de presentarse, en la sociedad,  como disciplina.
Mi prima entiende que el "estado de violencia" que se vive en todas partes, se va a acentuar de acá a poco tiempo más. Ella no sabe de atentados terroristas que se estén por cometer, tampoco de invasiones napoleónicas (más que las que ya vimos en esta primer década del siglo), mucho menos de masas de indignados europeos que decidan organizarse militarmente para levantarse contra la comunidad europea y el FMI (¿el núcleo del disturbio, tal vez?). No. ¿Qué sabe mi prima? Sabe (según alguna fuente que desconozco pero que, al parecer, le inspira mucha confianza) que se va a producir -a escala global- un desajuste electromagnético que va a afectar violentamente a aquellas personas que no se encuentren debidamente inmunizadas (que son las que no suscriben las practicas de las que ella sí es devota, y que por lo tanto viven en estado de "animalidad levemente controlada")
Ni guerras, ni capitalismo salvaje, ni FMI, ni clases sociales, ni medios dominantes. Los imanes de prima se encargan de generar un campo magnético alrededor del cual pilas de discursos de psicología, historia, economía, política, sociología...las ciencias sociales todas básicamente, son dejadas afuera, quedando -sin que se den cuenta- en el mismo lugar que la medicina alopática: el de elementos obsoletos para pensar y vivir.
Una cosa es, desde la perspectiva de un sujeto individual, llevar adelante una práctica alternativa a la medicina tradicional, que tendrá mayor o menor credibilidad según la cantidad de gente que la practique y los resultados que griten a los cuatro vientos, y otra cosa es  -montado sobre los fundamentos de esta práctica- hacer un pronóstico que tiene más sustento metafísico que empírico. La afirmación de mi prima no desvirtúa el biomagnetismo; sí le quita puntos a ella en su papel de exhortadora, porque la emparenta con la predica religiosa de la que cualquier férreo racionalista saldría huyendo despavorido.
"A  mi hermano esto no le interesa", me dice.  A  mi tampoco me dan ganas de interesarme, cuando la persona que me sugiere el interés tiene -ante un fenómeno inabarcable como la "violencia social"- una salida tan inverosímil como la que acabo de comentar.
Eso con respecto a una de las cultoras del movimiento. Con respecto al movimiento en sí; no alcanza para legitimarlos decir que no pueden surgir porque del otro lado del mostrador hay institucionalizada una industria farmacológica que no busca sanar, sino generar clientes (es decir pacientes crónicos).
Como se trata de la salud de las personas, en lugar de armar su kiosquito en las afueras de la medicina legal, deberían salir a la cancha "formalmente", como político que busca legitimar su lugar desde un partido. Es decir,  salir a dar la pelea y ganarla, y crear sus propias instituciones con reconocimiento científico.
"No hay chances: nos pisan la cabeza. Por un lado, enfrentamos a un monstruo; por otro lado, lo que proponemos genera miedo, como genera todo lo nuevo...hay mucho escepticismo" Esa podría ser la respuesta de alguno.
Parece que la industria de los medicamentos es en verdad fuerte como para tener cooptados a los estados nacionales, dado que a estos últimos les sería mucho más económico acabar con la medicina tradicional para repartir imanes entre las personas como quien reparte preservativos. Que los estados tengan negocios espurios con la industria de la cura no quiere decir que esa industria no funcione (aunque con su falencias, como todo) y pueda ser reemplazada alegremente por otra. Justamente, la cooptación no parece tener su razón de ser sólo en cuestiones económicas sino también por cuestiones sanitaristas de las que todo Estado deberería hacerse cargo.
Lo que quiero decir es que, si la batalla por la institucionalización estatal está perdida, entonces, si su afán curativo es tan grande, y su filantropía luce rasgos irreversibles, dado que su actividad no tiene ningún soporte estatal, por una cuestión de respeto y de aceptación del lugar "para-medicinal" que ocupan en la sociedad, no deberían lucrar con lo que hacen.
Si quieren lucrar, que formulen postulados serios, salgan a la cancha con el mejor equipo que tengan, jueguen y ganen un espacio "oficial". Pero lucrar desde las sombras no; también lo hace la señora que tira las cartas. También -según ella- con todo el derecho del mundo, a cobrar por su "saber".
La diferencia está en que la señora que tira las cartas me genera risa, y las "prácticas alternativas" bastante preocupación; para mucha gente dejan de ser "complementarias"  para ser definitivas. Y una vez que esas prácticas se hacen definitivas en un organismo, no hay forma de saber con precisión qué es lo que pasa con él.
Y estos recaudos por que hablamos del lenguaje médico, es decir, el lenguaje que implica los cuidados del cuerpo para ponerlo en condiciones de desplegar los diversos lenguajes del mundo.
Y la medicina no es poesía, no?
No es poesía, no...pero tampoco debería ser una cuestión de fe.



Recomiendo leer al respecto el debate publicado en el blog
CAE
(Cinicismo, Agnosticismo, Escepticismo.)

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