Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
domingo, 30 de diciembre de 2012
INVASIÓN A LA PRIVACIDAD...
Me cae mal Florencia Peña. Muy mal. Reconozco su capacidad como actriz de comedia, pero -como persona- me parece mas falsa que una moneda de cincuenta centavos. Una actriz tanto cuando actúa en alguna ficción como también cuando aparece en los medios en su rol de "ciudadana famosa". Una ciudadana que, por ser famosa, opina en los medios. Desde hace un tiempo a esta parte se sumó a los famosos que apoyan al gobierno, subrayando los "riesgos artísticos" que corría por hacer público su pensamiento.
¿Cuáles eran los riesgos artísticos? Que, a raíz de su postura oficialista, no pudiera trabajar en las producciones del Grupo Clarín. Nada más lejos de eso: terminó haciendo la temporada del bailando, cobrando una fortuna (que no necesita) por participar del show asqueroso de tinelli.
El argumento que esbozó -hay que reconocerlo- hasta resulta simpático por lo relajado del planteo: "chicos, yo necesito trabajar, que trabaje en canal 13 no quiere decir que haya cambiado mis pensamientos en relación a este gobierno". No lo entendió como una agachada y eso le permitió acumular una montaña de dinero con total desparpajo. Con total felicidad. La agachada, en todo caso, resultaría imperdonable para Lanata por obvias diferencias: Lanata va al trece a demonizar al gobierno; no a mover el culo. Con la salvedad, además, de que el gordo nunca fue kirchnerista. Lo que Flor Peña pasó por alto es que no se trata sólo de mover el culo, sino de hacerlo en un ámbito donde -desde hace ya unos años- el fuerte dejaron de ser las coreografías propias de cada baile para pasar a ser las barbaridades que se dicen entre los participantes y los jurados. La denigración del otro como forma de entretenimiento. A eso también Flor Peña podría oponer un argumento "relajante": "hay chicos, ustedes se piensan que esas peleas son en serio?...por favor!"
Pero no importa que sean parte de un guión. Siguen siendo "reales" independientemente de su carácter ficcional; es decir que -siendo mentiras- adquieren carácter "real" fuera del ámbito en el que se practican; es decir, en la sociedad.
De allí, el próximo "relajo" podría ser el hecho de plantear que la televisión no está para educar para la gente. De acuerdo. Si no está para educar, entonces... tiene vía libre?
Lo interesante es ver como a los programas con intención "educativa" se les hacen mas recriminaciones en sus contenidos (recordemos el programa de historia de Felipe Pigna) que a los programas con intención de mero "entretenimiento".
Pareciera ser que si presento un producto televisivo con estos últimos fines, quedo exento de dar cualquier tipo de explicación sobre las "formas de entretener".
El entretenimiento como actividad ininputable. Y es que, lo que me entretiene, o sea lo que no me aburre, no puede estar mal. Lo que se debe juzgar es lo que no entretiene (como lo son las prácticas educativas dentro o fuera de un instituto), sino que pretende "formarme". Porque, desde esta postura, el "entretenimiento" no tiene nada que ver con la formación de una persona. Simplemente aparece para "divertir" a personas "ya hechas".
Al parecerme una persona falsa y frívola, tengo mis dudas sobre la reacción que hubiera tenido la ex-pechocha en caso de que le hubieran propuesto ir al bailando por unos pocos billetes. Tal vez ahí sí hubiera denunciado el carácter perverso del programa y la traición política que eso hubiera representado. Pero -se sabe- por la plata baila el mono...y el mono -por su condición primitiva- tiene más despliegue físico que moral.
Así las cosas, estalla en internet la bomba de su video porno casero. Si nos tentamos y lo vemos (como fue mi caso), se debe a muchos factores: su cuerpo, su condición de famosa, pero -fundamentalmente- por el registro del placer sexual "real" (un placer sexual que siempre queda desdibujado por el carácter ficcional del goce en el cine porno). Detrás del llamado "morbo" (me agota que la única explicación que se propone cuando alguien se queda viendo algo "sucio" -ya sea la filmación de un polvo robado a una pareja o un accidente- se la del "morbo"), lo que hay es una intención educativa: la de aprender formas "reales" del goce para cotejarlas con nuestras propias formas del ejercicio del placer o de la prevención.
Peña no se tomó la noticia con el "relajo" con que la conocemos. Debió haberlo hecho, no sólo para quitarle importancia al asunto, sino también porque -en definitiva- el episodio no es más que un "detrás de cámara" de lo que ella promueve muy contenta desde el ciclo televisivo del que participó este año. Si ella hubiera renunciado definitivamente a la escenificación de la sexualidad -y a la glorificación de la mujerputa- para dar paso por completo a la mujerpensante, sería mucho más entendible su furia por la "invasión a su intimidad".
En este tipo de situaciones, tal vez, se puede ver con nitidez como el "carácter ficcional" del entretenimiento no es tan inocente ni tan ajeno al mundo cotidiano cuando se apagan las luces de las cámaras y se enciende la luz de la "realidad".
Pero Peña no asume la postura más inteligente que podría asumir (quedarse en el país, reírse del video, y decir : que pasa chicos!,,¿o acaso soy la única que chupa pija en la Argentina!). Pero no. No da para eso, porque a pesar de luchar contra la web (una batalla perdida) Florencia sólo es puta en el programa de Tinelli, y es una mujer comprometida con la política y que se ruboriza si le hablan de sexualidad cuando no está en televisión. Parece ser que el "relajo" público ante situaciones que la involucran quedó en el pasado.
Ahora su video está en internet, y ella quiere evitar que siga circulando. Pelear contra internet es pelear contra una entidad metafísica; internet es Dios (nuestro Dios del siglo XXI): es todo, y -como tal- no se puede controlar. Tampoco puede progresar.
Los que podemos progresar somos nosotros. Y progresar, tal vez, implique siempre algún tipo de sinceramiento. Y sincerarse, desde ya, no necesariamente implica relajarse.
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