Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
lunes, 31 de diciembre de 2012
VOCES...
Vuelvo a escuchar a Dolina. Me pasa algo raro con el ángel gris: lo escucho (y lo fui a ver) desde hace varios años. En ese transcurso de tiempo, por largos meses, de golpe me olvido de su existencia. Ese olvido se prolonga hasta que -da la nada- vuelve a mi mente la existencia de "la venganza será terrible".
Entonces sintonizo la radio (ayer Continental, La Red, Nacional; hoy Del Plata). Allí está, como siempre, haciendo su programa de 12 a 2 de la mañana.
Pero la semana pasada apago la tv más temprano, y me voy a la cama a las 11. A esa hora en la radio está el mítico Tom Lupo conduciendo un programa de poesía. Lo escucho dialogando con una locutora de voz bien potente. Mientras pienso que encuentro en esa voz un aire familiar, Lupo da lugar a la lectura de un poema a cargo de la "licenciada Borrelli". Ahora sí.
Gabriela lee un poema de Irene Grauss y pienso en dos cosas: en su voz (en la seducción que pretende ejercer con ella) y en la relación entre ese timbre sonoro y las palabras poéticas que modera para los oyentes.
Tal vez la locución y la poesía tienen algo en común: generar una voz, un tono melodioso: un misterio. Genera la misma pregunta tanto un poema como la locutora que lo recita: ¿Quién está detrás de esa voz? Porque bien sabemos que esa voz muestra y esconde al mismo tiempo. Las locutoras no hablan con su voz; los poetas tampoco. Las primeras hablan con su voz radial; los segundos con su voz poética.
Con la voz poética hay que dejarse llevar. Durante mucho tiempo me volvía loco si no podía traducir el código, desarmar las metáforas mas acorazadas. Buscaba el placer sólo en la revelación del pensamiento concreto enmarañado en puñados palabras amontonadas en un renglón. El error en ese procedimiento está en pensar que -necesariamente- (es decir por voluntad del autor), hay una idea precisa a desentrañar.
Eso sólo se descubre cuando uno empieza a escribir. Y no pasa sólo con la poesía. Muchas veces se sabe que se una alineación de palabras es la indicada, sin ser completamente concientes de para decir qué es la indicada.
Con respecto a la locución; se trata de una impostación que se hace sobre un determinado registro vocal. Gabriela tiene voz grave, y le gusta la poesía. En eso no encuentro ningún poema.
En el resto, en lo que pasó en nuestra familia, en el vínculo que no llegamos a armar, ahí sí encuentro un gran poema.
Cuando arranqué con este blog, comentó mi primera entrada. Dijo que era "una lectora".
Me pregunto si lo seguirá siendo, si mi voz le habrá generado algún tipo de misterio como me generó su voz cuando la volví a escuchar leyendo el poema en el programa de Tom Lupo.
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