martes, 7 de mayo de 2013

MIS NOVIAS...(LA TIRANÍA DE LA BELLEZA)






Sábado a la noche. Aburrido de ver TVR, se me ocurre hacer un rápido zapping (al no tener cable, mis rondas de zapping duran literalmente lo que un estornudo) que me detiene en el canal de Lomas. Es ella? Sí, es ella. Es Nancy. Están dando "Pesadilla en Elm Street". La primer pesadilla de Freddy, que -el año que viene- va a cumplir 30 años. La saga -como toda saga- tiene sus puntos altos y sus fiascos, pero la primera (para cualquier seguidor de Krueger) fue, lejos, la mejor.
Si en esos días lejanos el unplugged de nirvana era la banda sonora de mi vida, las películas de terror (especialmente las de martes 13 y las de Freddy), eran la fuente de goce cada vez que me sentaba frente al televisor.
Me enamoré de la idea que sostiene "Pesadilla", es decir, la idea de que no sólo no se pueden controlar los sueños, sino que -además- lo que pasa en el sueño pasa en la realidad. Y me enamoré -al punto de ver la película todos los días durante mucho tiempo- de la chica protagonista. Nancy Thompson en la ficción; Heather Langenkamp en la realidad.
En años y años de ver todo tipo de películas y series, puedo contabilizar sólo 3 veces en que la belleza de una actriz me pareciera tan apabullante como para lograr que el hecho de seguir el hilo de la historia se me hiciera una tarea dificilísima.
La primera vez, como dije, fue con la "Nancy" de Pesadilla.
La segunda vez fue con Jennifer Connelly en Réquiem para un sueño.
La tercera -y última a la fecha- fue con una local: Mercedes Oviedo, cuando la vi en "Todos contra Juan"
A pesar de su presencia en la pantalla, si la historia no se sostiene por sí sola, no puedo seguir viendo a mis novias. En estos casos quiero marcar la diferencia (y en ese sentido creo que podría acompañarme el grueso del género masculino) con las minitas que -al actor que les mueve el piso- lo siguen hasta cuando pone la voz para un dibujo animado.
Puedo decir -orgulloso- que incluso ante la belleza que me voltea como una trompada, mantengo mínima dignidad en mis consumos culturales.
"No es tan linda" me dice un amigo con relación a Nancy. ¿Qué, estás loco?
No es lindo ver cómo envejeció, eso está claro. Pasaron casi 30 años; era una chica de 20 y ahora una señora...una señora que -viéndola en su presente- cuesta pensar que alguna vez fue "esa" chica de 20.
Pero, justamente, a Nancy la conocí a través de una pesadilla, por lo que puedo intentar acostarme en las noches para soñar con la Nancy de mis "pesadillas".
Y juntos, tal vez, podamos escapar. No sólo del Freedy que ella escapó mientras dormía, sino también de todos los Freddys de los que intento escapar yo mientras estoy despierto.


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