domingo, 18 de mayo de 2014

SUEÑOS LÚCIDOS...





Mis últimos "sueños lúcidos" me encuentran en bares (a los que -por cuestiones económicas y madurativas- ya no concurro con la frecuencia de siempre). La sensación en el bar, ahora, es otra. Cuando miro por la ventana, cada vez veo más delgada la película de vidrio que me separa del exterior.
Estoy en Paris con mi primo; y estoy en San Telmo con mi primo. Estamos en bares. En el primer caso, un show de fuegos artificiales se hace sucesivamente más y más intenso, hasta que un sonido arrollador nos voltea al piso y un estallido general deriva en el fin del mundo. ("¿qué mundo, el  de quedarse mirando los fuegos artificiales?" señala mi primo en un texto,  seguramente enviado mientras estaba cruzado de piernas mientras silbaba un imperceptible mmhh).
En el segundo caso, no se termina el mundo sino que se termina nuestra estadía en el bar; nos echan porque mi interlocutor abandona la conversación para ponerse a cantar la marcha peronista, mientras revolea su remera. "Te pido por favor que no me hagas pasar papelones cuando estemos en Paris" le digo en mi texto.
Ahora, ya soñado, pienso que tal vez el mundo de mi primer sueño sólo adquiere significado a la luz de lo que el segundo me viene a decir: que la marcha peronista, entonada a viva voz en el primer mundo parisino, es significado del acabose total (¿porqué me mandás al diván si el inadaptado social -o mundial mejor dicho- que pone en riesgo al planeta entero con sus cánticos sos vos?)


Rasgo común en tres sueños con mi primo: terminan mal. O, por lo menos, no del todo bien: uno afuera y otro adentro (en el cabaret en el que mi viejo estaba apretando con otro tipo), los dos devorados por el fin del mundo (París) y los dos echados por manifestaciones excesivamente "nacionales y populares" (San Telmo).


Rasgo común entonces; el vínculo no se desarma por cortocircuitos internos, sino por un contexto hostil que lo termina disolviendo (aunque es verdad que cantar en cuero no ayuda)


Mientras tanto, en realidad-gótica,  parece que terminamos de despertar. Mis compañeros de trabajo y yo. Parece que ya no aguantamos más vivir haciendo como que estamos soñando ( justamente la pesadilla se hace fuerte cuando reconoce la farsa) y preferimos tirarnos al vacío. Con paracaídas, claro.
"Voto por Dany" dijo el primero. "yo también voto por Dany" dijo otro más.
Cualquier político me envidiaría: consigo  votos sin hacer campaña. Ni a Durán Barba le saldría tan bien la estrategia.


Porque no fui yo quien se postuló para nada; sino que mis compañeros me eligieron para ser interlocutor frente a los jueces por el conflicto (de maltrato) laboral que nos mantiene en vilo.
Les dije a mis compañeros que iba a habilitar una línea...para que manden "voto por Dany" al 2020...así me voy haciendo unos mangos, porque el subsidio por desempleo no creo que me permita pagar el alquiler.


Fuimos a hablar el pasado viernes. Hablamos con el presidente. ¿El resultado de la reunión? Queremos creer que positivo. Ya veremos. En lo personal, tengo claro que me van a querer marcar la cancha. "Yo sé que el que marca la hora acá es usted" me dice el presidente. Me sorprende su comentario. Y me pone alerta para lo que se viene.
Mientras tanto, a seguir teniendo presente la política del buen guerrero: esperar lo mejor, pero preparase para lo peor.


La película se hace cada vez más delgada. Y las palabras, lentamente, se empiezan a agrupar en pequeños conjuntos. Y cuando pasa eso, cuando se agrupan las palabras y empiezan a adquirir un tono y un color específico, dan ganas de soñar despierto. O de cantar en cuero.


Ah, ahora entiendo.

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