martes, 23 de agosto de 2022

ECOS DE LA FELICIDAD

 



Al leer "Matate, amor" pensaba, todo el tiempo, en la película "El Anticristo" del genial Lars Von Trier.

Dato curioso: la autora de la novela tiene un enorme parecido con la actriz que protagoniza el film.

Segundo dato curioso: escucho entrevistas con   Ariana Harwicz y descubro que su voz  es frágil, quebradiza, como a punto de desaparecer por completo; todo lo contrario de su narrativa.


"Lo único que podía hacer en esos casos era abrazar mi vientre y esperar. El bebé dormía adentro, envuelto entre mis tripas, ajeno a mí."

"¿Cómo es que yo, una mujer débil y enfermiza que sueña con un cuchillo en la mano, era la madre y la esposa de esos dos individuos?"

"Parece que el bebé se cagó y tengo que comprarle la torta de cumple mes. Otras madres seguro que la hacen ellas mismas. Seis meses, me dicen que no es lo mismo que cinco o siete. Cada vez que lo miro recuerdo a mi marido detrás de mí, casi eyaculándome la espalda cuando se le cruzó la idea de darme vuelta y entrar, en el último segundo. Si lo hubiera habido ese gesto de darme vuelta, si yo hubiera cerrado las piernas, si le hubiera agarrado la pija, no tendría que ir a la panadería a comprar la torta de crema o chocolate y las velitas, medio año ya."

"Me pareció que el niño lloraba, pero todas las noches lo oigo llorar y cuando me acerco el silencio es total, como si se hubiera grabado un fragmento de su llanto y se reprodujera solo. Pero a veces no oigo nada."

"Ya me acostumbré a dormir sola y atravesada en esta casa que antes era un tambo, con lo que sea que eso pueda significar. "Cualquier cosa forma una familia", largué, mientras se me iban los ojos."

"Cenamos otra vez todos juntos, recuerdo ahora haberlo visto a contraluz, la imagen cansada de un hombre normal creyéndose excepcional. ¿Y eso es un día vivido? ¿Eso es un ser humano viviendo un día de su vida?

"Él es mi hombre, el que sabe mirar mi tristeza infinita.  Los otros son apenas hombres.  De qué  sirve ser uno de ellos si el idioma que hablan no alcanza.  A mi hombre le falta humanidad, es cierto, pero, quién quiere humanidad."

"Me acosté entre mi marido y mi hijo. Los miré respirar. Miré una cara, miré la otra. A mí en el medio. Me aburrí de sus facciones, me alarmé al ver que, después de mucho mirar, dejé de reconocerlos."

"Y fue ahí, después de ese pensamiento yo no diría oscuro, sino más bien realista o luminoso, que alcancé el máximo resplandor y tanteé el arma. Hay que tener extremo cuidado con el resplandor. Cuando la mente, por más mal que funcione, resplandece."

"Es demasiado violento entenderse. Es preferible callar, es lo que hago, hacerme la sota."

"Dos figuras se despliegan en el aire demasiado abierto. El suspiro aliviado que sale de la boca de un lobo. Son mis hombres brincando, volando, uno montado en el otro. Me llega el eco de su gran felicidad."



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