Mientras caminaba con un amigo por las calles de Barcelona, hace cinco años, recuerdo haber pensado en libro de Vila -Matas ("Suicidios ejemplares"). Viajar. Perder países. Sentirse extraño. Entrar y salir de los distintos tipos de sociabilidad ("la literatura sirve para aprender a estar entre la gente", me dijo Fabián Casas).
Y, en ese atravesar de fronteras, en esa exhibición del pasaporte, reconocer a mis amigos. A los que conozco y a los que no conozco.
"Existe una especie de tacto existencial que te permite registrar algún tipo de verdad en el otro" dijo el Indio en una entrevista. Ese tipo de tacto fue, creo, el que me dio los amigos que tengo (a los que conozco y a los que no conozco).
No soy amigo de mis amigos porque les gusta (más o menos) Pearl Jam. Y no me gusta Pearl Jam solo porque es Pearl Jam.
Perder países, encontrar amigos. Reconocer ese tacto existencial, para eso estamos.
Y , como bien dice un amigo, estamos, sobre todo, para "romper la maldición".
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