"Individuo y muerte tienen para la burguesía la misma significación: y esa significación es que muerte e individuo son la significación misma.
El secuestro y posterior ajusticiamiento, por el Ejército Revolucionario del Pueblo, del industrial italiano Oberdan Salustro, director de la FIAT, puso en marcha, en la prensa internacional, toda una imaginería ideológica tendiente a consolidar la idea de la muerte y del individuo como cúspides de significación; hasta la clase obrera italiana (los metalúrgicos controlados por el PC) se unió al coro mundial, en la que la voz del Papa, representando a la italianidad absoluta, cuna del individualismo burgués, introdujo un solo patético: ajusticiar a Salustro equivalía a borrar la significación del individuo (tal como lo concibe la burguesía), mediante un acto insensato y ciego, precristiano y preburgués.
El pasado, que es lo concreto, se borra, y aparecen todas las nociones abstractas que la burguesía maneja a piacere cuando quiere eludir su responsabilidad histórica en una situación determinada: la civilización, el humanismo, el individuo, la compasión, etc. Ajusticiar a Salustro iría, entonces, contra esas ideas abstractas, y en nombre de ellas se exige su liberación. Después de su muerte, se resumen todas las abstracciones en la abstracción-tipo: el otro mundo.
Toda la ideología burguesa se concentra en el momento de la muerte. El carácter de explotador convencido, negrero y opresor de Oberdan Salustro desaparece; su vida real pasa a segundo plano.
Si el Papa y la prensa burguesa quieren intervenir, que lo hagan en todos los casos, uno por uno, y no en los casos privilegiados en los que está en peligro, no una vida humana, sino la ideología que sustenta a la clase que les da de comer. Y que saquen, del ajusticiamiento de Salustro, por lo menos dos lecciones. La primera, que su concepción del individuo ya ha perimido, que uno de sus agentes, detentor de poder y puntal ideológico, no es menos carnal que los individuos anónimos que mueren, víctimas de la explotación y del terror, todos los días, en la Argentina o en cualquier otra parte del mundo; que de la oscuridad de la historia sale ya una concepción nueva para arrasar el tinglado. Y la segunda que, por debajo de la división ideológica de la historia en una zona clara y una zona oscura, hay una continuidad histórica en la que cada individuo será juzgado, no de acuerdo con una ideología impuesta represivamente, sino según el alcance real de sus actos y su real responsabilidad histórica."
"LA MUERTE DE OBERDAN SALUSTRO" (J.J. SAER, "ENSAYOS")
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