miércoles, 30 de agosto de 2023

LA OTRA INFLACIÒN...

 



"El castellano de Gombrowicz es el idioma de la desposesión. Nada que ver con el inglés de Nabokov, aprendido de chico con las institutrices inglesas. Por su lado, Gombrowicz elige la inferioridad, la carencia, como condición de enunciación.  Y a eso se refiere de entrada en la conferencia. "

"El escritor siempre habla una lengua extranjera, decía Proust, y sobre esa frase Deleuze ha construido su admirable teoría de la literatura menor referida al alemán de Kafka. Pero la posición de Gombrowicz me parece más tajante. Lo inferior, lo inmaduro, se cristaliza en esa lengua en la que se ve obligado a hablar como un niño. "

"Gombrowicz hace de la inferioridad, del anonimato, de la carencia, una  ventaja y una posibilidad. No sé hablar, hablo como un chico y me refiero por eso a la más alta expresión del lenguaje: la poesía."

"Ciertamente, como la literatura trabaja con el lenguaje natural, se ve obligada a preguntarse por su especificidad. Y Gombrowicz sostiene que la respuesta no puede ser una diferencia interna ni una esencia. Se opone a la idea de que existiría algún elemento en el lenguaje que haría posible esa función poética. En el centro de la conferencia está la idea de que la poesía es también una operación que nosotros realizamos con los textos, una disposición y no una esencia."

"El texto genera una expectativa de lectura determinada y esa expectativa define la diferencia y el valor. Para Gombrowicz, cuando nos presentan un texto "poético" nos disponemos a un momento  de pura belleza y por lo tanto experimentamos lo que esperamos."

"El dinero actúa como la poesía, es decir, establece equivalencias, es un sistema metafórico de canjes y prestaciones. Y así es como define la poesía Gombrowicz, una convención y un lazo social; un sistema de crédito, esto es, de creencias. La economía poética, digamos, el sistema de valor,  el fondo que garantiza la forma, se sostiene sobre una convención. La escritura deliberadamente literaria como una inflación del lenguaje"


"ANTOLOGÌA PERSONAL" (R. PIGLIA)

lunes, 28 de agosto de 2023

LO ÙLTIMO QUE LES QUEDABA...

 


Ignacio Solares

El sitio (fragmento)

"Esa noche la velamos y al día siguiente la envolvimos en una sábana y la echamos a la calle por la ventana, ante las protestas de la hija, quien no dejó de gritar. ¿Qué otra cosa podíamos hacer? Le dije que era como si lanzáramos a su madre al mar, pero quién podía comparar el horror que había ahí abajo con el mar, la verdad.
Los vecinos finalmente se pusieron de acuerdo y por la mañana empezaron a llevarnos al departamento la comida que les quedaba. La tía tomó muy en serio su papel de organizadora y -ayudada por el muchacho del cuatro- preparó la sala para recibirlos. A falta de aspiradora, barrió la alfombra con una escoba que sumergía, de tanto en tanto, en una cubeta con agua; sacudió el polvo, guardó los adornos de la mesa de centro y arrimó los sofás y los sillones a la pared. En un viejo cuaderno cuadriculado hizo el inventario. En realidad, toda esa movilización alteró muy positivamente el letargo ansioso en que había caído -vagaba por el departamento como sonámbula, sin encontrar ocupación que la retuviera, mirando siempre de refilón hacia la ventana-; ahora en cambio se puso a organizar raciones que supuestamente darían de comer a todos, incluyendo a las sirvientas, dos de las cuales terminaron durmiendo en los sillones de nuestra sala.
Estrujaba el corazón ver la pequeña fila desatinada y delirante de vecinos entregando sus bolsas con comestibles, quizás en verdad lo último que les quedaba. "

lunes, 21 de agosto de 2023

EL INTERLOCUTOR...

 


"José Luis Mangieri fue mucho más que un profesor.  Mucho más que una guía bibliográfica. Mucho más que un orientador académico. Fue un maestro. Con sus propios recuerdos y con sus consejos, con su amistad y con su compañerismo, con su amor por los libros, las colecciones y las bibliotecas pero también con sus lecciones y actitudes prácticas, nos enseñó que la mera lectura de textos marxistas no alcanza para llegar a ser alguna vez un intelectual de verdad, como tampoco alcanza el loable "compromiso" sartreano (aunque él le tenía un respeto mayúsculo a Sartre). La lectura crítica y el compromiso intelectual no alcanzan ni llegan a superar el vacío de la mediocridad mercantil ni la sumisión académica si no se prolongan en la militancia orgánica. José Luis Mangieri fue exactamente eso: un militante de la cultura crítica, un partisano de la tradición contrahegemónica. Así queremos recordarlo. Un militante. Además de ser un poeta, un editor, un gran amigo, un padre, un hombre de barrio, un habitúe de los cafés literarios, un amante, un compañero, José Luis fue un militante. Toda su vida. Con partido o sin partido. Él nos enseñó que el compromiso debe prolongarse en la militancia orgánica y que el intelectual orgánico en países como los nuestros, debe convertirse en un militante, en un cuadro revolucionario, y llegado el caso, en un combatiente."

"Mate o ginebra de por medio, se acordaba siempre del pasado (no había vez que nos encontráramos que no hablara de Raúl González Tuñón, la guerra civil española, Robi Santucho, John William Cooke, Aricó, Paris, su viaje a China, la guerra de Vietnam, el Che, los tiempos de la clandestinidad...), pero pensaba irremediablemente en el futuro. Nostálgico, tierno, cálido, irónico, entrañable. Invariablemente memorioso. Siempre amable y atento a los detalles de la vida cotidiana. Nunca dejó de preguntar: "¿seguís saliendo con esa piba?", "¿cómo estás de laburo?", "pibe, ¿tenés guita para vivir?" "¿Cuándo venís a casa, nos comemos un asado y tomamos un vino?" Ese era José Luis. Le importaba la gente de carne y hueso, no solo "los grandes ideales". Creía de verdad en el humanismo socialista y comunista sobre el cual tantos libros y artículos publicó. Lo vivía día a día, minuto a minuto. "

"Había nacido en un conventillo anarquista del barrio de Parque Patricios. No se acomodó. No transó con el poder. Murió pobre en su casa de la calle Mercedes , en el barrio de Floresta, cerca del colectivo 85. Él, uno de los más grandes de la cultura argentina, te salía a abrir la puerta en alpargatas, saludaba al peluquero de la esquina y a cuanto vecino pasaba cerca. Lo quería todo el mundo. Un maestro."


"TRADICIÒN Y CULTURA CRÌTICA EN EL MARXISMO ARGENTINO" (NÈSTOR KOHAN)

lunes, 14 de agosto de 2023

BIEN LEJOS DE ESTE MUNDO




Por un lado está el hartazgo, eso está claro, pero -por otro lado- más preocupante aún, la falta de argumentación. La disolución de los legados históricos. El presente inmediato de las frases huecas en las redes sociales. Milei creció al calor de la pandemia y del encierro obligado con las pantallas encendidas. Al calor, fundamentalmente, del empobrecimiento (mental/material)  que se profundizó durante esos tiempos aciagos . 

 Dos errores comunes en lo que sería, por ser generosos, un esbozo de fundamentación en quienes lo votaron: 1) que las cosas no pueden estar peor. Claro que podrían estar peor, incluso para los que hoy creen haber tocado fondo.

. 2) Que la solución a lo que está mal (o muy mal) no puede venir de los partidos tradicionales, por lo que hay que apostar por alguien que desprecie con todo su corazòn a los integrantes de los partidos tradicionales. 

Ahí lo que aparece es la tiranía de la inmediatez.  Cualquiera  que se tome el trabajo de seguir el breve recorrido político de Milei, sabe que el libertario  reivindica abiertamente a Cavallo como el mejor ministro de economía de la historia. Más aún,  sostienen  los libertarios que las necesidades básicas de las personas no implican  -por parte del estado- la obligación de garantizar derechos. Lo que están diciendo claramente es: si no podés cubrir tus necesidades básicas, es un problema tuyo; tenés que resolverlo vos. Y si no lo podés resolver, tenés la libertad de, por ejemplo, morirte de hambre. O vender un órgano, si te hace falta. Vender un riñón, para comer riñón. 

Lo que nunca aclararon Milei y los suyos: la libertad de quiénes se proclama? Para hacer qué? Y a costa de quién? No necesitaron aclararlo. Es triste. Y, seguramente, tampoco tendrán que aclararlo para octubre.  Pero la receta de la libertad funcionó. Les alcanzó con tocar solo una parte de la realidad ( todos sabemos que en el Estado hay gente que cobra por no trabajar y que hay privilegios que tienen los políticos y no el pueblo al que representan), insultar a viva voz   -en forma sobreactuada- sobre esa parcela (y así lograr la identificación de una parte del electorado), jugar fuerte en las redes, y prometer respuestas fáciles a problemas estructurales muy complejos: "tus pesos no valen por la inflación, pero conmigo vas a ganar en dólares".  "Estás harto de los piqueteros y los delincuentes?" (en el espacio libertario esas palabras son sinónimos), libre acción a la policía (y eventualmente para el ciudadano común) para reprimir y -llegado el caso- también matar.

Lo que impresiona: en su matriz discursiva, esa es la libertad que más fuerte resuena: la de matar.

La deuda más grande que, quizá, evidencian estas PASO: la del Estado con la educación  que brinda a su población.